lapis Luis Ponce

Los últimos segundos de un ideal político.


Criminalité Déconseillé aux moins de 13 ans. © Propio

#Como morir cuadro a cuadro
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SEGUNDOS INDIGNANTES


Se giró al escuchar el grito:

—¡No te muevas o disparo!

Pero no tuvo tiempo ni de pestañear.

Cuando Jaime Ron fijó la mirada en su perseguidora, una bala 9 milímetros salía de la recámara de la Glock 17 que apuntaba la uniformada hacia su cuerpo.

Por la posición de los brazos de la mujer sabía que la bala venía dirigida a su pecho, que le destrozaría el corazón, y que no podía hacer nada para impedirlo.

Trató de rememorar una escena de la película The Matrix para imitar los movimientos de Keanu Reeves y escapar del proyectil asesino, pero su memoria estaba bloqueada en verde.

Solo podía recordar el primer día que fue a clases en la escuela, el primer beso de una novia olvidada y el olor de la guayaba que él había descubierto antes de que García Márquez lo hiciera famoso.

Sintió el cauce que se abría en su espalda como el raudo recorrido de una helada salamandra y se acordó de cuando su madre lo abrigaba de niño en las frías noches de la serranía, mientras el viento acariciaba la paja del páramo.

Tenía sus pies clavados al piso por el terror. Pero podía sentir como crecían sus uñas, y la barba se abría paso en sus mejillas cada milésima de segundo.

El viento se llevaba en olas la descamación de su piel como la arena del desierto, y escuchaba el crujir de la formación de una arruga más en su frente.

La boca seca contrastaba con las manos sudorosas y la respiración era alargada e interminable.

Y se sintió solo.

Solo.

Más solo que nunca.

Y no pudo ver más.

Solamente oía como el proyectil impactaba en su epidermis y se abría paso a fuerza de calor y velocidad, dejando una huella quemada en los bordes de la herida que se abría.

Luego pasaba a la dermis perforándola como si de un gran túnel de grasa se tratara.

Y oyó el crujir de las costillas al romperse por el choque del proyectil.

Y sintió como se le inflamaba el corazón. Como cuando estuvo enamorado. Como cuando murió su madre, como cuando el líder del partido pronunció su nombre en público.

Y se llenó de color.

Del color de su sangre que subió hasta el fondo de sus ojos.

Y se llenó de sabor.

Del sabor de su sangre que invadió las papilas de su lengua.

Y se llenó de indignación…

… y cuando estuvo lleno, se aflojó.

Y entregó su cuerpo a la madre naturaleza, para ser reciclado junto con la bala que lo había liquidado, los panfletos con la foto del dictador que habían caído al piso y las ideas políticas que había defendido y por cuya causa ahora ya no era.

Y murió indignado.

2 Octobre 2017 00:12 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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Valentino - Valentino -
Gran relato. Saludos
October 02, 2017, 01:32

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