lapis Luis Ponce

Aurelia está convencida que valen la pena dos horas de sacrificio a la semana para asegurase un futuro sin preocupaciones.


Drame Tout public. © Propio

#Vivir de las lágrimas
Histoire courte
1
11.1mille VUES
Terminé
temps de lecture
AA Partager

LÁGRIMAS QUITEÑAS


Aurelia cruza la calle Junín pausadamente. Los domingos hay muy poco tráfico en el barrio de San Marcos. Al llegar al parque por uno de sus senderos adoquinados, bordea la pequeña pila de piedra que se encuentra en el centro, se detiene en uno de los jardines que conforman el parque, inclina reverente su figura sobre una planta de jazmines y acerca sus ojos por un momento sobre unos botones que están por reventar.

Viste una túnica de lino color arena que la cubre de la cabeza a los pies, calza sandalias de cuero rústico y el frío la obliga a caminar con pequeños pasos para calentar su cuerpo. Es alta, esbelta, de finas facciones, manos largas, piel perlada y ojos glaucos. Tiene cerca de treinta años y por los pliegues verticales del vestido, su figura parece más una estatua de mármol que un ser humano.

Terminada la contemplación de los jazmines, que revientan con la nueva vida que Aurelia les otorga, reanuda su deslizamiento de pasos rápidos y cortos hacia la iglesia de San Marcos que queda en la plaza. Aún es temprano, faltan algunos minutos para la misa de ocho, ella lo sabe y aprovecha la ausencia casi total de feligreses.

Se interna entre la penumbra de la iglesia esquivando las almas de los difuntos que entran y salen. Su cuerpo permanece inmóvil por un par de minutos prosternado sobre el baptisterio de piedra.

Un leve espasmo muscular y un sonoro hipido terminan con el recogimiento. Con un delicado pañuelo seca sus ojos y, sin alzar la vista, sale tan apresurada como sus pequeños pasos le permiten, mientras las lágrimas derramadas esperan benditas la llegada de los inocentes.

Vuelve al parque y repite la operación con unas margaritas, que saltan alegremente ante la nueva vida. Su llanto causa la conmiseración de una pareja de ancianos que se dirigen al templo.

Sin reparar en los feligreses que acuden al templo, ella se enrumba a la cercana farmacia de Alberto, primo de su madre, que la recibe prudentemente sin hacer preguntas.

Todos los domingos ingresa en la trastienda, se sienta en un banquillo que siempre está frente a la mesa, e inclina la cabeza para llenar dos palanganas con las lágrimas que caen a chorros de sus ojos.

Al terminar se despide de Alberto quien llena 50 o 60 pequeños frasquitos con el líquido y los rotula como “Lágrimas quiteñas”.

Las etiquetas detallan la composición química del líquido, que contienen proteínas, manganeso y prolactina.

La dosificación sugerida es:

Para nivel bajo de llanto que es un llanto suave y silencioso con lagrimeo constante y leve relajación muscular como al ver una película, o decorar un “ya no me quieres”, tómese tres gotas una hora antes.

Para nivel alto de llanto, con abundantes lágrimas, respiración entrecortada y contracción muscular como en la muerte de un ser querido o tras un arrebato de ira porque al marido de la “fulanita” le han dado la gerencia que aspiraba su esposo, tómense seis gotas lo antes posible.

Para un nivel reparador de llanto con exagerada producción de lágrimas con pérdida de la tranquilidad externa seguido de un estado de paz y silencio. Tómese medio frasco. Es aconsejable cuando su equipo pierde la categoría o el juez dictamina una sentencia condenatoria por peculado.

...

Ya en su casa, Aurelia cambia de ropa y se convierte en una alegre mujer des estresada que está lista para ir a almorzar con Joaquín su novio que la recoge a medio día.

Su cara resplandece de alegría y felicidad, dos atributos que le durarán hasta el próximo domingo por la mañana en que tendrá que repetir su religioso recorrido.

Por la tarde al regresar del almuerzo, la pareja pasa por la farmacia de Alberto retirando una caja que contiene los frasquitos.

Durante la semana, Joaquín los expenderá en un local que alquila en un centro comercial.

Las lágrimas tienen una gran demanda: las damas de sociedad las compran para llevar a los velorios y a las visitas a los enfermos; las adolescentes para sus excusas en la casa o en el colegio, los políticos para sus discursos póstumos por la muerte de cada patriota de su partido, la pérdida de una elección o el fin de un período presidencial. Los obreros en las manifestaciones de protesta.

Las jóvenes las utilizan porque están de moda o cuando lloran de impotencia al enterarse que una de sus amigas compró ese par de zapatos que ellas habían reservado para fin de mes.

Los hombres jóvenes cuando pierde su equipo preferido o cuando sobrepasan el nivel del alcoholímetro.

Las esposas las usan para chantajear a sus maridos por joyas o viajes, las secretarias para pedir aumento de sueldo y los maridos para evitar que sus esposas les pidan el divorcio por sus infidelidades con la secretaria.

Por eso son populares. Por eso tienen tanta acogida.

Durante el último año han aumentado las ventas en un buen porcentaje, si el negocio marcha según las expectativas de Joaquín, en poco tiempo tendrá el dinero suficiente como para casarse con Aurelia.

Mientras tanto, ella tiene que seguir llorando.

1 Octobre 2017 21:27 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
0
La fin

A propos de l’auteur

Commentez quelque chose

Publier!
Il n’y a aucun commentaire pour le moment. Soyez le premier à donner votre avis!
~