vielka-almonte Vielka Almonte

Las lenguas extranjeras no se comparan con la tuya. El toque de como arrastras tu lengua no lo tiene ningún ser. Las lenguas se unen solo por una razón y la comunicación solo cobra su ideal cuando tú la usas a tú manera. Tu dialecto no es conocido por ningún hombre, pero si por mis oídos. ¿Me concedes este baile? Jean Luca es un adolescente, que tras de enamorarse de una trabajadora de una industria, se ve obligado a ir a la guerra para no ser descubierto el amor clandestino de él y Elena Odette, ella narrará todos sus recuerdos y el presente que tendrá junto a su amado. ¿Lograrán que algún día tengan lo que desearon tener


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El vuelo de la gaviota

Te vi en aquella parada de tren, llevabas una mirada perdida como si no reconocieras donde te situabas, supuse que todo era tan nuevo para ti después de tantos años de esa estúpida guerra.

No moví ni un dedo, quedé a solo metros de ti viendo como te rodeaban las personas, llenándote de regocijos y festejos, pero tú solo los evitabas, disimulando la preocupación que te abarcaba al no verme, pero que yo si veía.

Si solo fuera aceptada en tu familia, todo sería tan diferente.

Agaché la cabeza en signo de resignación, no seguiría tentando a mi suerte después de tantos años a escondidas.

Pero al dar la media vuelta, miré sobre mi hombro y le dí una ultima saboreada al paladar del panorama tan festivo y colorido al que yo no pertenecía. Y sus ojos se posaron sobre mi efusivamente, volviendo a mirar entre parpadeos confusos y la sonrisa que se desplegaba mientras hacía un camino con sus manos entre los individuos que los rodeaban.

- ¡Elena! ¡Elena!

Vociferó corriendo en mi dirección y todo a su entorno se había esfumado para mi, sin darme cuenta mi cuerpo se giró sobre su propio eje para recibir el tan esperado abrazo de bienvenida para ambos.

Extendía mis brazos a su dirección mientras susurraba entre el murmullo de la gente su hermoso nombre.

- Jean Luca...

Nos hundimos en un abrazo emotivo, tan gratificante que mis lágrima escaparon de mis ojos, dándome cuenta cuando sentí la humedad rodear por mis mejillas; pero a la vez sentía las suyas caer de vez en cuando sobre mi hombro. Reconocería ese sentimiento que volvía a renacer dentro de mi pecho, haciendo arder mis mejillas como si fueran fuegos artificiales. Volvía a enamorarme de él. Una, y otra, y otra vez más en el mismo segundo.

Me tomó de los brazos separándome de nuestra acogida y uniendo nuestros labios en un débil beso que poco a poco retomó el calor que me daba suaves y cálidos recuerdos de los años de nuestro noviazgo clandestino. Me tomó de la cintura y yo acaricié sus antebrazos, sintiendo el que estos años de distancia si tenía sus pequeños beneficios.

Pero nuestra pequeña burbuja poco duró.

Se separó de mi y sin dejar de tomar mi cintura miró a su costado, viendo como todos los que estaban allí tenían una cara descompuesta y confundida ante el acto tan impulsivo y primitivo de parte nuestra.

- Jean Luca, vamonos.

Yo le miré esperando su respuesta, pero ni su respiración ni su cara mostraba algún sentimiento negativo o alguna molestia, solo respondió como si ignórala el simple comentario.

- Yo tengo mi hogar, y allí es donde volveré.

Mi corazón dió un vuelco de felicidad, sabia que se refería a mi. Pero una pequeña parte de mi, una milésima parte de mi quería comprobar si era así.

- Jean Luca, tú... –

- ¡Cállate!

La voz entre la multitud me tomó la palabra bruscamente, en reacción repentina miré hacía el cumulo de masas que estaban estáticas observándonos y encontrando mi mirada a la de unos ojos cafés, era su prometida, parecía que el tiempo también le había favorecido a ella, incluso más que a mi.

- Apártate de él, me pertenece. Si no quieres que tú y tu insignificante fama de actriz se apague como los reflectores.

Obvio que eso fue un trago amargo para mi, en verdad no podía darle a mi amante ni trabajando toda mi vida lo que a ella le sobraba desde cuna.

- Ella puede hacerlo de mi, pero yo nunca lo haré de ella. Grábate eso en la cabeza, nunca tendrás mi interés ni porque me compres un país entero.

Todos, incluyéndome, le miramos con los ojos más abiertos de lo habitual, esas palabras habían salido de un hombre, no del niño que se despidió de mi siete años atrás en estás mismas vías.

La madre del que me tenía en su agarré sobre salió del tumulto, y yo escondí la mirada detrás de él mientras intentaba quitar las manos con fuerza de mi cintura, le susurraba que me soltara, que no hiciera esto, perdería todo por mi y su terquedad. Pero él hacía caso omiso mientras seguía sosteniéndome en un agarre fijo.

- Jean Luca, vas a perder todo por una cualquiera. Esa mujer no te dará la misma vida que te dará Marina, ella solo te traerá más miserias de las que ya tiene, hijo. Seguro que la ropa que tiene puesta se la robó.

Cerré los ojos con fuerza, me daba impotencia el que me tratara de esa manera solo por una condición y por un pobre sueño aún sin cumplir. Sentí la mirada de Jean Luca sobre mi, él sabía que no llegaría a tal punto, sabía que trabajaba día y noche para poder verlo en este día, nos mandábamos cartas casi todas las semanas y le tenía al tanto de mi progreso, de que lo esperaría con los brazos abiertos y una nueva vestimenta para nuestra nueva vida.

- ¿Cómo lo hizo mi padre contigo?

Lo miré de golpe y sé que todos hicieron lo mismo, pero para luego ver a la cara imposible de codificar de la señora.

- Respondeme, ¿Me vas a decir ahora que las historias que me contabas cuando era niño eran mentira y que mi padre no dejó todo por ti para ser feliz? ¿Porqué yo no puedo hacer lo mismo?

- No es lo mismo...

- ¡¿Qué tiene de diferente?!

El mundo se detuvo en el momento de su grito desafinado y ronco, para ver la escena directamente, desde las personas que vendían o ayudaban en la estación como todas las personas que se movían para un destino en particular.

La señora Clara Rushmall entró en pánico.

- Contesta. Ahora.

Era tan seco, tan brusco y rudo, no conocí esta parte del dulce niño Luca que vi marcharse a sus diecisiete años con una sonrisa inocente, ahora era un hombre de veinticuatro años. La guerra lo cambió bastante.

No hubo respuesta por ningún lado, ni un ruido, ni el murmullo o los toques de los tacones en el piso de aquí allá de las personas, tanta tranquilidad era extraña en un lugar como ese.

Jean Luca me tomó la muñeca y salió del ambiente llevándome con él sin mediar palabras, no sabía lo que estaría pensando o que quería hacer llevándome con él. Tal vez quería que vieran que era un hombre ya, que si podía tomar decisiones y que haría lo que quería, o que simplemente seguía irracionalmente los impulsos primitivos de sí. Era muy confuso todo en ese momento, simplemente era tan rápido.

Pero si sabía una cosa.

Amo a este hombre con cada parte de mi. 

3 Septembre 2017 16:28 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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A propos de l’auteur

Vielka Almonte Tengo 18 años, recién graduada de técnico de contabilidad. Me gusta pintar y escribir. Me gusta ver futbol y escuchar opera y música electronica (aunque escucho cualquier tipo de música.) Gracias por seguirme y leer mis historias ;)

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