daniel-garibay Daniel Garibay

"El sol asomaba por el cielo con un increíble brillo aquella mañana. Los ciudadanos caminaban tranquilamente por las calles, charlando, abrazándose, mirándose... Un día común y corriente en Nueva York... Que duró hasta las 8: 45 de la mañana. En menos de dos horas a partir de ese momento, las dos Torres del World Trade Center, quedarían reducidas a cenizas, cobrando las vidas de miles de personas en su interior. Pero, ¿qué sucedía exactamente en el interior de las dos Torres? ¿Cómo reaccionaron las personas en su interior? ¿Qué hicieron para intentar salir? ¿Lo lograron...? Regresa a aquél martes 11 de Septiembre del 2001, y vive desde el interior de la Torre Norte del World Trade Center, lo que sucedió minuto a minuto , el 11-S."



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Capítulo 1: "Boston"

Martes, 11 de Septiembre del 2001.

Aeropuerto Internacional Logan, Boston.

7: 35 A.m

Nos piden quitarnos las chaquetas y desfilar frente a una máquina extraña sin los zapatos. Mi madre pasa primero, se detiene cuando un guardia de seguridad se lo indica, y luego continúa caminando por el tapete negro. Cuando llega al otro extremo, el guardia de seguridad detrás del monitor me hace una señal para que avance.

Poniendo los ojos en blanco, doy el paso y comienzo a deslizarme por el tapete, que me hace cosquillas en la planta de los pies. Me detengo cuando el guardia me lo indica, y permanezco de pie unos instantes mientras observo el rostro del hombre. No parece disfrutar mucho de su empleo. Malhumorado, me indica que avance, y me reúno con mi madre al terminar el tapete.

Otro guardia se aproxima hacia nosotros y nos devuelve nuestras chaquetas. Nuestros zapatos nos esperan junto con al menos cien pares más.

Giro la cabeza y observo el lugar del que venimos. Una enorme fila da la vuelta por el pasillo donde hemos mostrado nuestros pasaportes.

Creo que comienzo a comprender el mal humor del hombre tras el monitor.

Mi madre intercambia un par de palabras con el guardia que ha traído nuestras chaquetas, y luego me sujeta del hombro.

-Es hora -exclama ella, mirándome emocionada y levantando los hombros exageradamente.

-Sí -respondo antipático. -Es hora.

La sonrisa de mi madre se borra lentamente de su rostro y por un segundo me siento mal por ella. Sé cuánto ha ahorrado para poder comprar nuestros boletos a Los Ángeles, pero, ¿tenía que hacerlo ahora? ¿Cuando por fin comenzaba a recuperar mi vida después del divorcio?

-Escucha, Patrick -dice mi madre, poniéndose frente a mi hasta mirarme directamente a los ojos. -Sé que los últimos meses han sido difíciles para ti, pero, no puedo hacerlo todo yo sola, ¿de acuerdo?

-¡No estabas sola! -exclamo. -¡Tenías a papá!

-Sí, bueno, teníamos muhos problemas Patrick -tartamudea nerviosa. -Tú nos escuchabas discutir por las noches, y apuesto a que no te gustaría estar escuchando eso todos los días...

-Por favor mamá -la interrumpo. -Deja de fingir que esto es por mí. No quieras hacerme creer que el divorcio fue para mi bienestar, porque ya no soy un niño. Entiendo perfectamente lo que pasó. Tanto tú, como papá no tuvieron el valor para aceptar sus errores. Así que deja de decir que fue por mí, porque todo esto es por ustedes.

Sujeto mis tenis por las agujetas y rodeo a mi madre con la rabia trepándome por la garganta. Ella se limita a quedarse quieta por unos instantes, luego la escucho caminar detrás de mí. Se sitúa a mi lado, pero por primera vez no dice nada. Ni una sola palabra.

El guardia nos conduce hasta la plataforma de despegue, donde una mujer de pelo rubio recogido en una hermosa trenza nos observa desde lo alto de unas escaleras.

Al menos unas cincuenta personas ya están aquí, esperando el momento en que comiencen a llevar a todos al avión. Mi madre y yo nos detenemos detrás de un hombre de pelo corto y traje elegante, de esos que usan en las oficinas importantes. Tiene un celular en la mano, y charla acaloradamente con alguien mientras espera con su maleta a un lado.

Cinco minutos después, nuestras maletas aguardan junto a nosotros frente a la entrada al avión. La azafata que he visto antes nos recibe con una hermosa sonrisa.

-Hola, buenos días, me parece que tendremos que llevar su equipaje a la bodega del avión, todos los compartimentos de los asientos están llenos.

Mi madre parece sorprendida.

-Am, pero si aún no abordamos nuestros asientos -insiste sonriente. -No debería haber nada en nuestros compartimentos.

La azafata, que lleva el nombre Betty Ong bordado en su camisa, sonríe nerviosa y se disculpa con mi madre por lo ocurrido. Al parecer el avión está por despegar y no hay tiempo para revisar los asientos.

Mi madre accede molesta, pero dos azafatas aparecen y toman nuestras maletas para llevarlas hacia un lugar del avión que no veo desde aquí.

-Bueno -exclama sonriente la azafata. -Síganme por aquí, es hora de abordar.

8:00 A.m

La voz del piloto se escucha por los altavoces con un falsete en ella. Mi madre y yo yacemos sentados en los asiento 11 y 12 de segunda clase. La ventana está junto a mí, mostrándome el Aeropuerto por completo.

<Pasajeros del vuelo 11 de American Airlines con destino a Los Ángeles, en pocos segundos despegaremos hacia su destino, coloque sus cinturones de seguridad en este momento. Las azafatas se encargarán de atenderlos en el trascurso del viaje, si necesitan algo, activen el botón encima de sus cabezas, una azafata irá con usted en un segundo...>

Menos de dos minutos después, algo en mi estómago comienza a revolotear cuando las turbinas del avión se ponen en marcha.

-Aquí vamos -exclama alguien detrás de mí. Con el rabillo del ojo, distingo al hombre de traje elegante que vi antes, sentado a mis espaldas. Sus ojos me miran a través de la división de los asientos, y me sonríe. -Buen viaje amigo.

Asiento con una mueca algo extraña, y me acomodo en mi lugar mientras el estómago se me hace un completo revoltijo.

La mano de mi madre se posa sobre la mía, y recuerdo que tanto ella como yo, tememos a las alturas. Supongo que no somos tan diferentes como creía que éramos.

Una turbulencia nos hace revolvernos en nuestros asientos, y por un segundo pienso en vomitar en el suelo. Pero juesto cuando abro la boca y me inclino para hacerlo, el avión se estabiliza, y el estómago se me asienta en el interior. Permanezco aferrado al asiento, recuperando el aire, cuando mi madre me señala con la barbilla hacia la ventana.

Es hermoso.

El avión se eleva poco a poco, y el lugar que antes me parecía enorme, se vuelve ahora algo diminuto.

Por fin, mis músculos se relajan, y puedo acomodarme en el asiento sin problemas. Mi madre parece notar que el peligro ha pasado, porque suelta mi mano adolorida y aprieta el botón sobre su cabeza. Medio minuto después, la azafata de pelo rubio, Betty, está de pie junto a ella, sirviéndole un vaso pequeño de wiski, que mi madre toma de un solo trago.

-¿Puedo...? -pregunto alargando mi brazo hacia el vaso, pero mi madre me golpea la mano y me mira molesta.

-No, no puedes.

Luego sonríe a la azafata y le da las gracias. Betty se aleja de nuestros asientos en dirección opuesta. Los párpados me pesan. Recargo la cabeza sobre la ventanilla y me quedo observando el hermoso paisaje. Me duermo cuando menos me doy cuenta.

8: 19 A.m

El alboroto de la gente es lo que me despierta. Abro los ojos alarmado y miro sorprendido que mi madre no está junto a mí. Desabrocho mi cinturón mientras levanto la cabeza. El hombre de traje elegante tampoco está en su asiento.

-¡¿Mamá?! -grito, asustado.

Me levanto de mi asiento y avanzo por el pasillo. Entonces veo el tumulto. Mi madre está de pie, observando algo en el pasillo con el hombre de traje a su lado. Varios gritos se escuchan desde la parte delantera del avión. El sol me deslumbra cuando entra por una ventana pero continúo avanzando hasta sujetar a mi madre del brazo.

Ella da un brinco y me mira asustada. No. Más que asustada.

Me pone a su espalda mientras observamos hacia adelante. Entonces los veo.

Dos hombres, uno sujetando a una mujer de lentes que llora y grita implorando ayuda, y el otro que apunta con una pistola a una azafata. El hombre de la pistola grita algo en un idioma que no conozco.

El corazón me late con fuerza en los oídos, y entre sus latidos, escucho los tacones de una mujer a nuestras espaldas.

Giro la cabeza y distingo a Betty Ong, la azafata, corriendo hacia atrás. Sin que mi madre me vea, la sigo hasta llegar a una especie de cocineta. La mujer se arroja sobre un teléfono sujeto a la pared, y se lleva el auricular al oído.

Los gritos aumentan y el miedo me paraliza.

Súbitamente, Betty Ong comienza a hablar sin detenerse con alguien del otro lado de la línea.

-¡Control! -exclama sin poder contenerse. El pánico nos consume a medida que escuchamos más gritos. -¡Control, el avión está siendo secuestrado! ¡Hay... Hombres armados! ¡Creo que el piloto está muerto! ¿Qué? ¡No lo sé! ¡Escuchamos un disparo en la cabina! ¡Ayúdenos por favor! ¡Están armados! ¡Ellos...!

Los fuertes pasos de un hombre la interrumpen. Me giro justo cuando el hombre de la pistola me sujeta del cabello y me arroja a un lado. Caigo de lado y mi cabeza se impacta contra el reposabrazos de un asiento. Mi vista se nubla.

Betty Ong comienza a gritar horriblemente. La escucho gritar debajo del agua. El aturdimiento me impide escuchar claramente. La escucho suplicar. Escucho al hombre gritar lo que parecen ser órdenes a alguien más.

Y entonces, antes de que pueda escuchar algo más. Las sombras de la azafata y del hombre del arma se separan por unos instantes.

Entonces se escucha el disparo.

~Fin del capítulo 1~


15 Juin 2017 16:49 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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R R R R
Es un placer de vez en cuando encontrar por acá una buena historia y un escritor talentoso. Mis respetos y felicitaciones. Seguiré tu historia.
June 16, 2017, 00:16
00 00 00 00
No te voy a negar que al leer el título canté "¡NO PUEDE SER, NOOO!" recordando a Delfín Quispe, pero en realidad es una historia interesante. La compartiré en Inkspired Latino en facebook; te dejo la invitación por si quieres entrar: https://www.facebook.com/groups/364475720614561/
June 15, 2017, 17:13
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