*Catrín: hombres que se vestían de manera elegante ye ran de una clase social alta.
*Cempasúchil: Es una flor que simboliza el día de muertos en México, gracias a su color y aroma, es uno de los elementos más representativos de las ofrendas para los muertos.
Hace mucho tiempo se contó por primera vez la historia de los catrines enamorados, hombres bien parecidos y de un porte cabal, el nombre del de piel morena y ojos alargados era Namjoon, Seokjin era el nombre del otro catrín, piel clara y un rostro encantador, el pueblo nada sabía de aquel romance mal visto.
Los amantes se encontraban en la siembra, ahí donde los maduros tallos del sembradío los ocultaban, bailaban al son de la llorona, entre estrellas y besos se fundían en uno solo, todas las noches aquella cita no podía faltar, escondidos de cualquier mirada que buscará separarlos.
Vivían alegres y enamorados, pero en un pueblo chico, siempre habrá infierno grande, no tardaron en descubrir el amor que nacía a diario en campos fértiles, arremolinándose en aquel lugar los separaron y les negaron volverse a ver, sus familias los ocultaron entre los muros de sus haciendas, para no volver al lado del otro.
Aquella distancia los destruía, desde el primer día que cruzaron miradas, no habían faltado ni una noche a su encuentro, era una tortura para ambos.
Seokjin se rehusaba a seguir sin su amado ante la petición de su familia de sentar cabeza con una joven de familia acaudalada, pronto una locura lo embriagó, en su cuarto a oscuras bailaba aquel son, fingía el abrazo firme de su pareja de baile, fingía aquel tacto de sus dígitos, aquella locura lo devolvía con su amado, con aquel de piel morena que le recordaba el olor de la canela y el fuego del bracero.
Sin saberlo, Namjoon se había rendido, su familia, creyente de la enfermedad que era aquel amor mal visto, se encomendó a la cruz y como el portador de esta, se le castigo con látigo y espinas que herían su piel, una enfermedad del mal, aquello decían sin césar.
Así como pronto la locura consumió a uno, la muerte hizo sucumbir al otro.
La muerte de Namjoon llegó a oídos de su amante, quien entre alaridos que rompían el corazón de cualquiera, lloró su muerte.
Sin aceptar aquello y desesperado por tenerlo de vuelta, huyó de su hogar, acudió al encuentro con una bruja que lo esperó en los campos desiertos.
Le pidió que trajera de vuelta a su amado, le rogó y suplicó, el costo no importaba, si hasta la vida misma era necesaria lo aceptaba, a ello solo dijo.
—Si a tanto estas dispuesto por tu amado, pondrás una ofrenda en su honor, pondrás agua para la vida, sal para que el cuerpo no se corrompa, velas y veladoras que guíen el camino, incienso para evitar malos espíritus y lo más importante, adornaras de cempasúchil el camino de su tumba hasta la ofrenda, donde tu deberás aguardar su llegada, pondrás dos platos de comida y pan, sigue al pie lo que te he dicho y podrás volver a verlo.
Como pudo, consiguió lo que se le pidió, uso los pétalos de la flor para hacer un camino hasta donde él debía llegar, colocó dos platos de cada cosa que consiguió, velas y veladoras alumbraban aquella choza de madera que encontró cerca del cementerio.
Esperó en todo momento con los ojos atentos a su amado, pero aquel no llegaba, pronto entonces creyó que aquella bruja era un fraude y dejó que el sueño le ganará.
Una voz lo despertó, "mi amor, de nuevo juntos", aquello lo sacó del ensueño.
Aquel moreno estaba delante suyo extendiéndole una mano para bailar, la tomó sin dudarlo y he ahí el tacto que anhelaba, un tacto cálido en el que podría quedarse hasta la muerte.
Y así fue.
La mañana siguiente, la gente del pueblo encontró aquella choza destrozada por un incendio, entre los restos, el cadáver del catrín abrazando una foto del joven a quien había amado.
El calor de su tacto provenía de las velas que pronto quemaron su piel y huesos, la muerte era lo único que los uniría y aquel altar fue hecho para que tuvieran su última comida, así despues se retiraron al mundo de los muertos.
En el mundo de los vivos se comenzó a creer entonces, que la ofrenda con cempasúchil era el camino para que los muertos volvieran a su lado una vez más, comida, agua y sal comenzaron a dejar aquel primero y segundo de noviembre, aquellos mismos días en que el bien parecido catrín aguardo reunirse con su difunto, aquel día en que los catrines se reunieron de nuevo para luego irse a donde nadie los volvería a separar.
Dedicado a todos los que se nos fueron y nos cuidan desde su eterno descanso, aquellos a los que siempre recordaremos.
"El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe".
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