• Prisoner • | KookV | Suivre l’histoire

Jungkook siempre fue un chico con vida problemática, ya sea por las decisiones de sus padres o por las de él mismo.

Tuvo una infancia un tanto difícil económicamente, y empeorandolo, sus padres tenían adicciones.

Su madre, al parecer criada en los barrios bajos de Cheong-jun hasta sus dieciséis probó las drogas a muy corta edad, volviéndose adicta con el tiempo. Era una adolescente rebelde que encontró justamente a su padre en ese entorno, un alcohólico con el que se escapaba de casa hasta que sus padres al descubrirla decidieron botarla, sin permitirle la entrada nuevamente.

Y así, de una pareja de adolescentes inexpertos con poca seguridad sexual y nada asegurado en un futuro, nació él.

Por supuesto, los problemas económicos y las adicciones nunca son amigables, son la fuente de disputas y abusos físicos en la que él se vio involucrado desde que tiene memoria. Nadie hacia nada para defenderlo, e incluso era el saco de desquite algunas veces por parte de ambos.

Y acarreando esas malas experiencias, decidió desquitarse también como un bravucón de salón que intimida a los más pequeños, golpeándolos y robando su dinero.

Son conductas espejo, así las nominó él.

Pero no pueden culparlo, ¿verdad? Era solo un niño, y los niños copian a sus padres en todo: vocabulario, acciones, decisiones... Son cosas que duelen, pero parecen normales con el tipo de ambiente en el que fuiste criado.

Ahora bien, cuando fue un poco más grande y tuvo el "libre albedrío" con un poco más de conciencia, se dio cuenta que a lo largo de su vida sus acciones fueron malas, probablemente creando rencores y feas experiencias a las personas con las que llegó a desquitarse. Jungkook lo supo un día en la clase de psicología de un pobre colegio de la región, mientras la profesora enumeraban las acciones que "los tipos malos" hacían en una película infantil, anotando en la pizarra.

Decir malas palabras.

Golpear.

Robar.

Intimidar.

Matar.

Él veía todo eso anotado con tiza, y supo que básicamente su vida estaba mal.

Y dirán... ¿tal vez dándose cuenta de todo esto, su comportamiento mejoró? ¿Tal vez... se dio cuenta que sus padres le influenciaron un mal ejemplo y quiere remediarlo? ¿Tal vez ahora quiere ser bueno y cambiar?

Pues aquí les va una lección de Jeon Jungkook mientras menea un bate con picos en sus manos y camina de lentamente hacia el hombre que se arrastra frente a él, quedando atrapado al chocar su espalda en una sucia pared de una casa abandonada.

El pelinegro alza sus manos, y con una última vista de los ojos suplicantes y aterrorizados del viejo, lo deja caer con fuerza, mirando como cada uno de los clavos se engancha en la piel de su rostro y la sangre dispara contra su ropa negra. Sonríe bajo al distintivo sonido de su grito, colocando su bota de cuero en el cuello de la víctima para empujar y sacar el bate.

Y la lección es:

—Todos somos unos malos hijos de puta.— Murmura con asco, limpiando la suela de su bota contra el suelo y tomando su pistola, perforando el cuerpo que se retuerce mientras intenta cubrir su rostro deforme.

Misión cumplida.

Con un suspiro, se quita los guantes y los deja en sus bolsillos, tomando su celular para sacarles fotos a la víctima. No ha sido su mejor trabajo, pero cree que tampoco merece tanto la pena. Siwon literalmente dijo "deshazte de esa mierda traicionera" y él lo hizo, el método no importa tanto.

Le pagarán a final de cuentas.

Cuando tiene una cantidad considerable de fotos guarda el celular, bajando sus manos para tirar el cuerpo del viejo contra su hombro. Hay un vertedero de basura fuera de la casa abandonada y él cree que es perfecto tirarlo allí, después de todo es donde pertenece.

Cierra la tapa al finalizar.

Ahora... ¿un ramen? Si, hace mucho no prueba uno. Y también sushi, porque oh, si hay algo que Jungkook ama es el sushi.

Tiene hambre, matar cabrones gasta energía y este especialmente le dió mucho trabajo al atraparlo, así que ese es el plan: comer como un cerdo.

Tararea una canción que escuchó en un anuncio de la mañana mientras da la vuelta, pero inmediatamente queda rígido cuando un frío metal aprieta contra su sien.

—Quieto.— Una voz profunda y susurrante le advierte a su derecha, haciendo que Jungkook se quedé pasmado de la sorpresa.
—Las manos detrás de la espalda.

¿Qué carajo? ¿De donde apareció este hombre?

Trata de mirar detrás de él, pero solo consigue que el metal del arma se incruste más en su piel. Hay leves mechones castaños y un uniforme azul.

Carajo, si es la policía.

—Mira hombre, tengo bastante hambre y no estoy de humor para tu intento de heroísmo.— Comenzó con tono desinteresado, casi sintiendo la confusión del hombre detrás de él.
—Si quieres te puedo dejar el contacto de bastantes cabrones que realmente deberían ir a prisión. Así que, ¿me dejas ir?

El hombre detrás de él carcajeó, bajando la pistola para ahora pegarla en su espalda.

—Realmente eres todo un personaje, JK.

Oh, así que lo conoce.

—¿Me has estado investigando?— Levantó una ceja, tratando de verle.

El hombre no sé lo permite, pegando más su cuerpo al punto de que siente la placa del pecho contrario contra su espalda.

—Mh, si. He tenido mis ojos en ti por un largo tiempo.— Susurra, y la frase tiene un doble sentido que Jungkook no se atreve a sobre pensar.
—Ahora, serás obediente y me darás tus manos para colocarles unas bonitas esposas, ¿bien?

Jungkook bufa, alzando una comisura.

—Que fetichista.

Y justo cuando el policía cree que cederá con sus manos, Jungkook da la vuelta en su lugar y en un rápido movimiento, golpea su pierna izquierda y lo empuja del torso para hacerle caer. El pelinegro patea el arma de sus manos y se sube encima.

Ahora en esa nueva posición está en desventaja. Jungkook lo apresa de ambas manos con una sola y las lleva encima de su cabeza, pegándolas contra el sucio suelo de asfalto en mal estado del callejón. Hay una sonrisa arrogante en su cara ahora que volteó las cosas.

—Mal momento para ir tras de mí poli, nunca le jodas las bolas a un sicario con hambre.— Logra decir entre los gruñidos contrarios al buscar safarse, tomando una inhalación que termina estancada cuando miró el rostro ajeno.

Oh, joder.

Parece que el hambre en sus tripas huyó con velocidad a su vientre apenas enfocó unos tiernos y suaves labios fucsias con un lunar en el inferior, ojos de un solo doble párpado de espesas pestañas e iris marrones, su piel tersa cual bañada en miel y nariz creando una completa justicia a sus demás facciones. Las cejas marrones del policía estaban curvadas a la defensiva mientras le miraban, y no supo por qué esa expresión sólo avivó su atractivo.

—Carajo, dejaría que me arrestes.— Susurró bajo para sí mismo, ensimismado con lo precioso que era el hombre.

El rostro del contrario pasó de defensiva a confusión y sorpresa, abriendo sus labios para mandarlo a la mierda.

De pronto el sonido de una bala al inicio del callejón les hizo salir de la fantasía. Otro policía con su brazo alzado al cielo con un arma llegó a la escena, bajando el cañón cuando obtuvo la vista de ambos.

Fue el momento exacto que utilizó el precioso apresado para rodear las caderas contrarías con sus piernas y voltearlo, dejando a Jungkook debajo de él. El contrario maldijo por su distracción y cuando menos se lo esperó, un áspero metal le adornaba las muñecas.

—Pues tú, tus bolas y tu hambre me acompañarán a prisión.— Susurró con satisfacción el hombre de hebras castañas recogidas tras su nuca, dejando algunos ondulados mechones a los laterales de su rostro.

El sicario tuvo el descaro de sonreír, dejando que ambos policías lo levanten del suelo y lo tomen de sus bíceps, adentrandolo a patrulla.

Y así, Jungkook descubre la personificación de la lujuria y el pecado vestido con uniforme policial, mientras lo obligan a cumplir el trato que hicieron tras las rejas...

Ir tras su pandilla.

»Próximamente.