leona_rurou Leona Rurou

Una joven busca la libertad, pero no la va a encontrar en el pantano.


Histoire courte Tout public.

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Histoire courte
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El pantano

19 de noviembre de 1860. Luna llena. Es probablemente media noche.

Quise escapar de una vida insoportable. Recuerdo haber dicho ¡Prefiero la muerte a ser una esposa! Pero pensé que podría escapar la muerte. Pensé que podría ir a buscar aquella aldea de las leyendas de mi nana, donde las mujeres viven libres, bailando, aprendiendo y trabajando para sí mismas.

Cometí un error. Al agobiarme en buscar las Amazonas, me metí en la selva, una selva que desconozco a pesar de haber vivido junto a ella por casi veinte años. Llevaba dos días casi sin dormir. Mi vestido de descanso, blanco como la luna, ya había perdido toda su brillantez, y era tan opaco como la tierra que pisaba.

Estaba tan aturdida que no noté lo que estaba pasando hasta que noté que mis pies habían dejado de doler. No sentía la dureza de las rocas, sino suavidad, como las plumas del colchón de mi dormitorio. La única diferencia, es que este colchón no me daba el mismo abrigo. Ni siquiera sentía que tuviera un fondo, sino se sentía como si flotara.

Pisar una nube probablemente se sentía así. Cuando intenté moverme, me di cuenta de que el pantano había atrapado mis pies, y que no importaba cuánto forcejeara, no iba a poder salir. Recuerdo gritar, recuerdo llorar… pero ya era demasiado tarde para que alguien me escuche o me ayude… pero nadie escuchó.

Lo único que me da consuelo es el collar de mi nana. Ella me lo dio entre lágrimas cuando me vio intentar escapar por la ventana… llorando mientras rezaba en un idioma que no podía entender…. Lo acuné con mis manos. Una piedra blanca, tallada como una mujer, amarrada con cuero.

El frío del lodo alrededor de mi cintura hacía que mi vientre doliera. Mis ropas estaban mojadas. Pronto… pronto me olvidaría de todo. Matrimonios, familia, terreno, nada realmente tenía sentido. Sentía sueño. Mucho sueño. Dormir en el pantano, para siempre, se sentía como un regalo… Si me concentraba lo suficiente, podía sentir cómo lentamente me iba hundiendo, y cómo las raíces debajo de mi me abrazaban. Algunas aruñaban mis piernas ligeramente.

El lodo pronto llegó a mi pecho y empecé a sentir la presión sobre mi estómago y mis pulmones… El aire empezó a faltarme. Estiré mi cuello intentando respirar… y lo último que pude hacer fue estirar mi mano, con la esperanza inútil de que alguien pudiera verla y sacarme en el último momento.

Y luego, sentí mis pulmones arder… y todo se volvió negro.


20 de noviembre de 1860. Amanecer.

Ayer tuve un sueño. Soñé que huía de casa, presa del terror al oír que iba a ser entregada como esposa a un extraño. Soñé que corría, intentando ocultarme en la selva, intentando huir de los siervos que me perseguían… pero… no iba muy lejos. Podía verme a mí misma dando vueltas en círculos por la hacienda y la selva cercana, hasta perderme en la oscuridad del pantano tras la gran mansión.

Mientras me veía a mí misma huir, escuché a mi padre decirles a los siervos que se detuvieran, y que me dejaran, porque cuando el hambre, el frío y el cansancio me agobiaran, regresaría por cuenta propia, valorando el calor y la comodidad de una cama, así fuera esta compartida.

Todos los empleados se detuvieron y regresaron, pero yo todavía me sentía agobiada. Corrí y corrí. Las ramas lastimaron mis manos y rasgaron mi vestido, las piedras lastimaron mis pies, los insectos me picaron cuanto quisieron. Delirante, me detuve al lado de un árbol… y caminé lentamente hacia un pequeño claro tras ver una serpiente acechándome desde el tronco.

Entre la serpiente, y el lodo, mi cerebro hizo una decisión inconsciente.

Recuerdo ver cómo me hundía, cómo mis ropas absorbían agua y mis manos apretaban el pequeño dije en mi cuello… Quizás… si hubiera estado menos agotada y asustada, habría podido notar que las luces de la casa se podían ver tras un cerco que separaba la gran laguna del patio trasero de la casa.

Desperté poco después. Parada al lado de la barda de la casa. Con el mismo vestido blanco, bajo la misma luna, la cual ya se estaba ocultando, mientras el cielo tomaba un color azul claro ¿Quizás había caminado dormida? No era algo que yo hiciera… Y era extraño que los sirvientes me hubieran dejado salir como si nada… Mi nana dormía a mi lado, y siempre había guardias… ¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué no siento frío si es noviembre y es invierno? Puedo ver el rocío sobre las hojas y sobre el césped… Está serenando, y el sereno es peligroso, porque provoca pulmonía…

Nunca entendí por qué mis padres escogieron construir la casa al lado de un pantano tan grande. Siempre había oído historias del miasma dañino, producido por el agua y aire estancados, de los animales salvajes, los insectos… Todos listos para comerse al primer incauto que pusiera un pie allí. No eran pocas las historias de esclavos que preferían morir en la selva a quedarse a vivir miserablemente en las barracas de las mansiones, y lo único que se podía recuperar de ellos a veces era un esqueleto con un poco de ropa encima, o un brazo o pierna.

Ugh…

Me siento adormecida. Siento como si el cuerpo entero me doliera, y me costara moverlo. Como si pesara muchísimo. No siento el frío, pero puedo sentir cómo las gotas de rocío humedecen mi cabello, y la tela del vestido lastima mi piel. Esto es fina seda… ¿Por qué se siente como si fuera yute?

Cerrar las manos me da una sensación de vacío… Como si no pudiera cerrarlas completamente y mis dedos estuvieran hinchados. Están pálidas… como siempre… una piel clara y sin las cicatrices que deja el trabajo, pero las noto difusas, como si estuvieran muy lejos… sin embargo… si veo todo lo que está a mi alrededor, parece que tiene una nitidez que casi lastima. Las flores, las hojas, la tierra, las nubes, la misma luna. Los árboles, las ramas, el agua estancada…

No lo sé… pero… es extraño… Si estoy en la barda… y esto ya no es un sueño… ¿Por qué aún puedo ver mi mano flotar en medio del pantano?


30 de noviembre de 1860. ¿Noche?

Hay fuego. Fuego y sangre… ¿Por qué sigo sintiendo frío?


(…)


15 de enero de 1930. Amanecer.

Hoy murió el menor de mis hermanos. El bebé tenía poco más de dos meses cuando el incendio ocurrió. Era inocente y lo crie como a mi hijo. Le heredé la tierra que recibimos como únicos sobrevivientes… y ahora él se la heredó a su nieta…


(…)


4 de septiembre de 1995. Anochecer.

No he tocado este diario en mucho tiempo…. Pero realmente ya no lo siento pasar. Hoy una nueva heredera recibió la casa Laveau, y con esta ya son tres generaciones de “nietas” que he tenido que falsear…

Estoy cansada… y sigo sintiendo frío.

9 Novembre 2021 18:54 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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𝓜𝓮𝓵 𝓥𝓮𝓵𝓪𝓼𝓺𝓾𝓮𝔃 𝓜𝓮𝓵 𝓥𝓮𝓵𝓪𝓼𝓺𝓾𝓮𝔃
Me encantó este relato, me deja un sabor agridulce, ella se transformó en un fantasma que habita la casa y no es consciente de eso, no? 💔 La forma en la que uno leyendo puede sentir esa sofocación del lodo, el frío, es todo gracias a tu escritura
November 25, 2021, 01:32
~