wereyes W. E. Reyes

Los demonios que tuercen el alma humana no siempre pueden salir bien librados.


Histoire courte Interdit aux moins de 18 ans.

#lilith #witchtober #challengeroctubre
Histoire courte
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I

El veterano comando estaba sentado junto a su hija de diez años en el restaurante italiano de la esquina, en el barrio céntrico.

―Peque ¿crees que te puedes comer tú sola ese trozo de pizza?

―Pero papi si no es un trozo muy grande…

―Es una cuarta parte de una familiar… no se cómo te cabe en el estómago siendo tan delgada.

―Hago mucho ejercicio ―dijo con una ancha sonrisa que dejaba ver un par de grandes incisivos y algunas piezas faltantes―. ¿Te vas a comer tu parte? ―Miró al papá con sus ojos burlones y pillos.

―… No no tengo hambre. Puedes esperarme aquí unos diez minutos, tengo que ir al baño.

―Voy a estar bien papi, tanto que te preocupas por mí… ―dijo carcajeándose con su aguda risa.

―Sabes perfectamente… ―se escarbó los dientes con un palillo― que no es por eso. ―La miró con los ojos húmedos― ¡Por favor, te lo suplico pórtate bien! ―exclamó susurrándole al oído.

―Bueno papá aburrido ―refunfuñó con los brazos cruzados.

―Mesero me puede traer un café en diez minutos, que voy al escusado ―dijo Kannon, al joven que le atendía.

No daba mas de la picazón de la barba crecida, no era tan importante el afeitarse para él. Aunque tal vez era indicación de ansiedad. Dudaba si debía haber ido, sobre todo por haber visto un extraño tipo con gabardina gris y sombrero de ala que los observaba desde otra mesa cerca de la puerta del restaurante. No le dio demasiada importancia. Y procedió como de costumbre.

Del bolsillo interno de su chamarra de mezclilla negra sacó la maquinilla de afeitar desechable. Untó un poco de jabón en su barba y comenzó a rasurarse

«¿Por qué me picará tanto?»

Había otro hombre que había salido del retrete y se estaba lavando las manos en el lavabo contiguo.

Mientras se afeitaba, el espejo se tornó de color negro abisal y una desnuda figura roja, como las brasas, apareció sobre sus hombros. Con sardónica risa mostraba sus dientes los cuales eran en su totalidad colmillos embadurnados en sangre. Movía su bífida lengua con la cual relamía el par de cuernos oscuros y serrados de su frente. Tenía cascos por pies y piel de chivo en la mitad inferior de su cuerpo.

«Pégale, pégale. Sácale las tripas y lo ahorcas con ellas. Revienta su cabeza contra el muro. Bebe su sangre» ―reía la bestia.

―No creo que debiera afeitarse aquí… señor, me parece poco higiénico.

―Es una urgencia… tengo una comezón que no se me quita ―respondió con una chueca sonrisa, mientras el tipo salía.

«¡Eres un idiota!, perdiste tu oportunidad… Pero te puedes redimir. Afuera la cajera de tetas grandes. Te ayudaré a seducirla, luego la fornicarás, le sacarás los ojos...»

Rivas seguía afeitándose de manera ceremonial.

«A lo mejor eres un idiota... no mejor ya sé y si a tu hija...»

El demonio no pudo seguir hablando, Kannon lo tomó del cuello.

―¡Ah, era por esto que me picaba!, no era la barba eras tú... alimaña.

―¿Pero cómo…? Los humanos no pueden vernos ―gemía la bestia.

―La verdad no soy tan... humano, le apretó la garganta hasta que le reventó la cabeza. Arrugó su cuerpo como si fuera papel lo comprimió al tamaño de una pelota y lo arrojó por el váter.

«Ya me siento mejor, la picazón pasó...»

―¡Señor, señor! ―gritaba el mesero afuera― Un tipo con sobretodo trabó la puerta de este baño…

―De una patada la abro apártese…

―¡No es solo eso, se metió al baño de damas con su hija y está armado! ¡Ya llamé a la policía, llegan en cinco minutos!

«No por favor, Lilith que no pase nada...»

―¡Quédese ahí mejor y espere! ―le dio un par de patadas a la puerta― No se abre no puedo hacer nada ―gritó con lágrimas en los ojos.

Se sintieron seis detonaciones en el baño contiguo, unos ahogados gritos de terror y luego el silencio.

«No, por Dios. Lilith, Lilith...»

Rivas se convirtió en una oscura niebla que atravesó la pared y se materializó al otro lado. Extrañas chispas de colores inundaron su mente.

―¡Doctor Nikola, rápido ha ocurrido un accidente en la activación de la máquina! ―gritó Jonas.

Nakamura el encargado de calibrar la Máquina del Renacimiento, había recibido una descarga de radiación suficiente para matar mil personas. Estaba echando el combustible nuclear al crisol del motor bajo estrictos protocolos. Sin embargo una falla de origen desconocido provocó un relámpago azul de energía que lo alcanzó.

―¡Llévenlo de inmediato al recinto médico! ―exclamó el doctor.

Metieron al accidentado en la máquina de análisis médico. La radiación había fulminado la información genética del pobre infeliz que empezaba a hincharse. El médico a cargo recomendó la eutanasia debido a que la muerte sería lenta y dolorosa. Nikola no pensaba lo mismo y relevó de responsabilidad al doctor Brown. Instruyó que se mantuviera en coma y sedado al infortunado y fuera trasladado a la sección de máxima seguridad.

Los días pasaron y la piel de Nakamura empezó a desprenderse de sus músculos, diferentes líquidos salían de su cuerpo que era como una esponja rota. Lo llenaron de gasas y vendas para poder mantener su cuerpo junto. Sus células habían perdido la capacidad de regenerarse y su sistema inmune era inexistente.

―¿Doctor, cree que es humano mantenerlo así? Pesa treinta kilogramos y se le están desprendiendo los músculos de los huesos, y casi es puro líquido, su corazón ya está apunto de fallar.

«Que bien, vamos avanzando según lo planificado... »

―Jonas, recuerde que hacemos esto en interés de la ciencia, si queremos conquistar el viaje espacial o incluso tal vez el inter dimensional. Necesitamos un cuerpo adecuado. Proceda a llevarlo al Evolución, para continuar y restaurarlo a su nueva forma. Ah, y Jonas, dele a la familia la noticia de su muerte y dígales que por la alta radiación de su cuerpo no lo podemos entregar.

―... Pero doctor, ¿es legal?

―Por supuesto, tenemos el apoyo gubernamental.

El comando logró volver en sí en unos instantes y observó que al fondo se veía un bulto con ropas masculinas y gabardina en posición fetal, con un revólver a sus pies.

Las puertas de los retretes y las paredes se encontraban salpicadas de sangre. Parecía que hubiese estallado un cuerpo…

―¿¡Hija...!?

Silencio.

Había tres puertas. Al abrir la primera encontró tripas chorreadas, embadurnadas por la taza, y el vestido ensangrentado de su hija… Al fondo escrito: “frío frío”.

«No, no puede ser...»

Siguió con la segunda y vio un amasijo sanguinolento de carne molida pegado a las paredes, junto con los zapatos de charol de la niña, dibujado en una de ellas: “tibio tibio”.

«¿¡Qué mente tan retorcida podría...!?»

Abrió la tercera puerta, en el inodoro flotaban un par de ojos azules, junto con la carterita de la pequeña. En la tapa pintado con sangre: “caliente caliente”.

«¡Es suficiente, es suficiente!, no aguanto más, esto no quedará así, ya vas a ver».

Pasó su mano por su enrojecida cara.

Cada vez se oían más cerca las sirenas de los coches de la policía…

Se acercó al cuerpo en el piso y lo tomó, se sentía extraño, cómo pequeño…

―¡Te quemaste! ―gritó la niña escondida dentro del ropaje del hombre y rio dándole un sonoro beso en la mejilla.

―Hija, ¡estoy enojado contigo mira el desorden que dejaste! Materializa ropa nueva y salgamos de aquí pronto. No tenemos como explicar esto.

―Papá aburrido es fácil, mundatos est. Una onda de luz y sonido vibraron y el cuarto quedó limpio.

―Sí genial, ¿y el cuerpo?… ¿y qué estás empuñando en la mano derecha? ¡Vamos muéstrame! No hagas que te regañe.

La niña abrió su mano. Un pequeño y asustado demonio los miraba.

―Hija es un categoría cinco, ¿creíste que no me daría cuenta? ¿Este es el demonio del tipo… verdad?

La niña lo miró con un puchero estirando la trompa.

―¿Me lo vas a quitar verdad?

―Peque no hay tiempo para esto. Dámelo, ¿qué esperas?

―Vale.

Rivas tomó el demonio lo estiró a tamaño humano y atravesó su cabeza con su puñal de combate.

―¡Papá malo! Rompiste mi juguete…

La policía empezó a patear la puerta.

Lilith...

―¡Bueno, vale, vale! In corpore est.

El demonio se transformó en un duplicado del desaparecido y quedó vestido con su ropa.

Rivas atravesó la pared de vuelta al baño de caballeros.

En las noticias, se dio la información de que un trastornado había secuestrado una niña. Pero se habría arrepentido descargando su arma para darse un tiro en la boca con la última munición que le quedaba.

―No manosees tanto el amuleto hija, mañana podrás usarlo cuando te lleve con tu madre. Ahora le toca a ella cuidarte.

―¡Pero no es justo!, nos quedaron muchos mundos sin visitar…

―No reclames tanto pequeña, recuerda que ese es el trato cien años estás conmigo y los otros cien siguientes con ella…

―¿Por qué no estamos los tres juntos mejor?

―Es complicado, cuando seas mayor entenderás.

31 Octobre 2021 03:38 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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À suivre…

A propos de l’auteur

W. E. Reyes Cuentacuentos compulsivo y escritor lavario. Destilando sueños para luego condensarlos en historias que valgan la pena ser escritas y así dar vida a los personajes que pueblan sus páginas al ser leídas. Fanático de la ciencia ficción - el chocolate, las aceitunas y el queso-, el Universo y sus secretos. Curioso por temas de: fantasía, humor, horror, romance sufrido... y admirador de los buenos cuentos. Con extraños desvaríos poéticos.

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