Después de mucho cabilar y meditar la idea decidió abrir el sobre que estaba encima de la mesa y que había traído su secretaria hace apenas unos minutos.
Solo vió el nombre de la persona y el corazón le dió un vuelco, provocándole sudores fríos y carraspeos en la garganta.
Se sentó en el sillón con las dos manos sujetando el sobre.
>>Manuscrito hayado en la habitación de Nathan Díaz<<.
Unas ansias irrefrenables le obligaron a abrir bruscamente el sobre y sacar un papel arrugado con tintes verdosos, impropios a su blanco natural; estaba escrito por ambos lados y tenía un dibujo, también en ambos lados, encima de las palabras.
Decía lo siguiente...
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