katyaenriquez Katya Enríquez

Al principio creí que solo eran sueños, que no tenían final, que solo servían para atormentarme. Cuando los analicé me percaté de que era yo haciéndome daño, al no querer apartarme de mi imaginación.



#25 Dan Thriller/Mystère Déconseillé aux moins de 13 ans. © Katya Enríquez

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La Canción

—Ya no aguanto más —dije estando sola en mi cuarto—, no sé por qué ellos no me creen... piensan que estoy loca. Pero, lo que digo es muy cierto.

—Sal ya, Becky —gritó mi madre—. Hay que llevar a tu hermano al trabajo. Vístete con lo primero que encuentres y vámonos porque se nos hará tarde como para ir a comprar pan para la cena —no respondí porque creí no era necesario—. ¿Me oíste? Te estoy hablando, quiero que me respondas hasta con un suspiro si es necesario.

Así fue, que salí de mi habitación con la actitud de molestia hacia mi apoyo para mantener el equilibro de mi familia.

Fue con ese hecho que se reforzaba el pensamiento de ser incomprendida a pesar de estar presente a los buenos oídos de mis hermanos y padres que siempre estaban atentos a los movimientos que hacía al dar mis opiniones.

Una vez que todos estábamos en el automóvil, mi madre lo encendió y puso música que Tonatiuh le había grabado en un disco.

Después de un largo rato la que tenía consigo el número 20, sonó.

Mi preocupación salió.

Sentí demasiado como para contarles acerca de mi opinión con respecto a ella.

Su pregunta sería si les interesase del tema: «¿por qué creía era mal?».

Respondería con: «Bueno, resulta que en el periódico afirmaba 11 personas (de ambos sexos) se esfumaron sin alguna razón, sin embargo, lo común entre ellas era la canción que estamos oyendo... gracias a el gobierno prohibió escucharla, empero nadie hacía caso».

Probablemente, mi madre me diría que debía alejarme del televisor y la radio más tiempo para concentrarme en pasar tiempo con ellos para así tener mejor juicio.

…todos seguían gozándola...

Había mucho peligro de ser los próximos en desaparecer, lo que me hizo pensar acerca de si me excesiva preocupación debía continuar dentro de mi cabeza.

Recuerdo que algunos conocidos me comentaban que debo soltar todo lo que escucho en los medios de comunicación como la televisión pues podría ser una farsa.

La información que recibía estaba planteada del modo adecuado para asustar a los individuos que la absorbiese.

Estábamos cerca del lugar de trabajo de mi hermano justo cuando todo cambió.

Con mi mal presentimiento, le grité a mi mamá: «la calle se estaba rompiendo»,

Ella me ignoró creyendo eso era una locura.

Como sabía no me prestaría atención busqué a mi hermanita y al mirar hacia donde se suponía que estaba.

No la hallé.

Me alteró lo suficiente como para que ese me hiciese un nudo en la garganta que casi me asfixiaba.

Minutos más tarde, con un parpadeo mi madre desapareció así como mi hermano.

Quería que me hubiese otorgado la moción antes, pero no había momento para reclamarles, debía aceptar que tenían más cosas paseándose por sus mentes como para estar escuchando a los demás.

Eso lo concluí porque a mí me pasaba al estar centrada en mis tareas escolares, descuidando mis actividades domésticas como sacar la basura cuando me lo pedían.

Me desabroché, cubriéndome los oídos para no oír ni el zumbido de la melodía.

Mientras hacía eso, alcé la vista hacia el cielo y descubrí estaba oscuro.

La noche llegó antes de que la tarde pudiese despedirse de nosotros para esconderse.

Estaba anonada admirando la oscuridad delante mío.

Conforme le prestaba más vista, el suelo parecía parar de destruirse además de aumentar lo negruzco en la atmósfera (por la inmensa sombra frente a todos).

Luego corrí, notando que por cada auto una persona permanecía en la realidad.

Por querer ver más esa anomalía de oscuridad, choqué con varias personas en el camino de las cuales.

Solo una comprendió la enorme curiosidad de una joven de catorce años cuya familia no se despidió antes de irse a (probablemente) otro mundo o dimensión para seguir con sus vidas en otro lugar donde los sobrevivientes jamás existiésemos o creyesen que fuimos los que desaparecimos de nuestras (sus) realidades actuales.

Para tranquilizarme, conté que éramos 21 seres humanos vivos.

Todos nos fuimos a ocultar en una casa donde pasamos días, semanas, meses y hasta años subsistiendo en conjunto tras descubrir se había creado una tormenta emocional gracias a las repentinas desapariciones de nuestros seres queridos.

De hecho, muchos de los que estábamos lidiando con la tristeza decidieron aventarse a avisarnos de que todo regresó a la normalidad y no regresaron porque lo obscuro tomaba más terreno, haciéndoles ser parte de los desaparecidos.

«¿Cómo sería estar afuera?», me pregunté antes de salir del refugio teniendo terror de afrontar el mismo destino que los ocho postulantes anteriores.

Mi mente estaba en blanco y muy abierta a que cualquier cosa pudiese suceder pues sabía que si me iba podría reencontrarme con mi familia o terminaría bastante mal porque estaría en un sitio desconocido.

Observé a mi alrededor previo a dar el anuncio de buenas nuevas a quienes me acompañaban.

Con esa hermosa noticia les hablé a las doce personas que me acompañaban en el hogar de un desaparecido: —Pueden salir. No queda nadie más que nosotros. Salgan, no les va a pasar nada.

Recordar el pasado con una respiración ajetreada me llevó a percatarme de que ya tenía veinticuatro años por lo que habían transcurrido diez años desde el incidente misterioso.

Solo podía creer que desobedecer a las autoridades y mantenerse dentro de los propios mundos de uno es altamente peligroso pues eso nos distanciaba de nuestros amigos y familia.

¿Sería esto un modo de comprender nos encontrábamos en un experimento o era una realidad?

Debía ser lo real de mi presente debido a que la gente que conocía desde mucho antes de este tragedia estaba a la mitad (unos cuantos se esfumaron).

Esa comunidad de conocidos vivos era la que sabía permanecía sana.

Con el tiempo aprendimos cómo comunicarnos nuevamente sin tener el pendiente de arriesgarnos.

…Llegó el momento de quedarse analizando...

Una fotografía rápida de lo real me condujo a donde realmente estaba, en una prensa que estaba preguntándonos a los sobrevivientes sobre el altercado.

No me gustaba mucho el estar en aquella situación.

La incomodidad se hacía poderosa al estar hablando con los entrevistadores interesados en lo que pasamos.

—Así que, si no hay más preguntas —finalicé—, nos tenemos que ir a descansar a nuestros hogares. Agradeceríamos no nos siguieran haciendo formularios y perseguirnos.

Los reporteros se comportaron con amabilidad con mi comentario.

Nos dejaron.

Cuando creíamos no sería posible vivir esa misma experiencia traumática, ocurrió algo inesperado que me hizo ponerme a huir con la demás gente cercana.

Un nuevo comienzo de algo inexplicable.

La brisa de la desesperación me hizo entrar conscientemente adentro de la oscuridad porque de cualquier modo, todos terminarías formando parte de ella.

No pensé que fuese error hasta que...

30 Août 2021 23:18 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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John Reese John Reese
¡Hola, Katya! Tienes un buen ritmo narrativo, y eres capaz de imprimir suficiente sensación de inquietud, al menos en esta historia: desde luego, el género lo merece. ¡Enhorabuena!
October 02, 2021, 08:04
~

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