Histoire courte
0
239 VUES
Terminé
temps de lecture
AA Partager

El misterio maldito.

Soñé que Vladimir Putin golpeaba la puerta de mi casa. Le abría y me hacía una interesante oferta: “Si te quedas los próximos 10 años en cuarentena, te regalo US$ 70 millones al término de esa fecha”.

Pienso: ¿Será una trampa? ¿Estaré soñando?

Me parece espectacular la propuesta, aunque me imaginaba permaneciendo todo ese tiempo encerrado en cuarentena, con apenas 2 malditos permisos a la semana. Y luego salir libre con 61 AÑOS de edad. ¿Valdrá la pena?

Putin con cara de póker me dice: “Te quedan 60 segundos para tomar una decisión. Tómalo o déjalo”. Finalmente acepto los 10 años preso.

Transcurridos 9 años en cuarentena, cuando apenas me faltan 2 semanas para salir y recibir los US$ 70 millones, me contagio gravemente de Covid. Me intuban dentro de mi hogar (para no perder el premio). Curiosamente Putin es el médico. Consigo recuperarme y cumplo con los 10 años confinado.

Al día siguiente, Putin toca el timbre de mi casa y me entrega el fajo de billetes. Me comenta: “Удавшийся” (Lo lograste). Le agradezco y corro a depositar los dólares al banco. Observo que el cajero es Putin. Le entrego los billetes y él me da el recibo. Me retiro y cruzando la calle Moneda me atropella un vehículo y muero. El perverso auto era manejado por Putin.

Despierto nervioso y traspirando. Abro los ojos y Putin está frente a mí apuntándome con una Kalashnikov. Y me advierte: “никогда больше не мечтай обо мне”. Yo le respondo que “Ok, sorry, nunca más”.

Observo para los costados de la ventana y veo que estoy flotando en una nube. ¿Me encuentro en el cielo?

Putin me explica que efectivamente los dos hemos fallecido a raíz de un accidente vehicular.

Luego, hace un gesto hacia mí, estira su mano y me entrega los US$ 70 millones.

Y me dice: “Brindemos por tu premio”. Me acerca un vodka Beluga. Lo bebo y siento náuseas y me desmayo. El alcohol contenía veneno con el elemento químico plutonio.

Me aparecen manchas rojas por todo el cuerpo. Le pido a Putin que me lleve a algún hospital del cielo. Me muestra su jet privado: “Mis pilotos te llevarán”. Me subo y el avión se estrella. Me estoy quemando con fuego. Mientras apagan el incendio, veo que el bombero es Putin. Y con una expresión insensible me indica: “Nunca debiste apostar conmigo”.

Decido desafiarlo. Lamentablemente él es cinturón negro y me lanza una patada voladora en la espalda y me deja parapléjico. En el cielo ingreso a una clínica de rehabilitación, en donde el kinesiólogo es Putin. Después de varios meses, mejoro los movimientos. Sin embargo, noto que estoy olvidando las cosas. Mi memoria falla. Me diagnostican Alzheimer.

Transcurren las semanas y ya no reconozco a Putin. Es un agrado saber eso. Me siento más tranquilo.

Se me acerca un señor y me dice:

-Yo soy Putin. Te haré una oferta: si aceptas ser mi mayordomo durante 5 años, yo te entregaré US$100 millones al final del período-

Lo pienso y contesto: “por ningún motivo, pues no me interesa tu sucio dinero”.

Putin agarra su Kalashnikov y me acribilla con decenas de balas. Vuelvo a morir.

Y aparezco en un desierto.

No soporto esta forma de vida y muerte. ¿Cómo me escapo de esta pesadilla?

Le suplico ayuda al lector. ¿Convendrá suicidarme?

Observo que todos los lectores disfrutan lo que leen. Se parecen a Putin.

Comienzo a llorar. ¿Qué puedo hacer para huir de mi drama?

Se me ocurre una obviedad: abandonar este relato.

Pero emerge Putin desde la pantalla del notebook y me amenaza: “continúa, ridículo”.

Lo enfrento y le grito desesperado: “¡Tú no existes, tarado! Esto es un simple cuento. ¡Imbécil!”.

Cierro el notebook y me voy a dormir. Me acerco a mi esposa y la abrazo. Ella gira la cabeza y veo que es Putin.

Salgo arrancando, me dirijo a la cocina, agarro el cuchillo para cortar carne y me decapito. Putin coge mi cráneo y lo lleva a su ciudad natal. Ahí la coloca como un trofeo, junto a miles de otras cabezas humanas que están clavadas sobre unas lanzas verticales. Se parece a un bello jardín, pero en vez de rosas hay rostros.

Las demás cabezas me observan indiferente. Todas se conocen. Yo soy el nuevo.

La cabeza más cercana a mí me explica: “No te preocupes, Putin ya no te molestará nunca más. Esta es su colección. Pasarás el resto de tu vida junto a nosotras, anclada en estos chuzos”.

Yo sonrío y clamo de júbilo: “¡Al fin soy feliz!”.

En ese instante, todas las cabezas giran hacia mí, atónitas. La más cercana me susurra: “¿Cómo se te ocurre sonreír? Haz roto la regla número uno de este jardín”.

Putin a lo lejos se vuelve hacia mí. Se clona y multiplica en dos. Veo a dos Putin. El primero se aleja hacia sus quehaceres cotidianos, mientras que el segundo Putin se acerca a mí. Coloca una lanza frente a mí, a un metro de distancia. Y atraviesa su cuerpo por ella. La garrocha cruza desde su recto hasta que sale por la parte de arriba de su cráneo.

Nos miramos frente a frente. Comienza a propinarme cachetadas con sus manos: “Así será el resto de tu vida”, me señala sereno. Luego saca de su bolsillo un fajo de billetes: US$170 millones. Los amarra con un elástico en mi frente. Y continúa pegándome cachetadas.

Yo le escupo a su cara. Putin se limpia y luego estoicamente me expresa: “De ahora en adelante, serás un simple cerebro que recibe golpes. No podrás fugarte”.

Las restantes miles de cabezas inmovilizadas en sus lanzas, están enojadas conmigo. Yo no entiendo por qué.

Lloro de dolor físico y espiritual. Me dirijo a Putin: “¿Por qué haces esto? ¿qué pretendes?”

Putin me responde fríamente: “Это жизнь в моем прекрасном саду” (Así es la vida en mi hermoso jardín).

11 Août 2021 02:05 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
0
La fin

A propos de l’auteur

Commentez quelque chose

Publier!
DP Duarte Pamela
Esto es lo más loco que e leído 🙃
July 18, 2023, 16:47
~