Tras aquel dia absurdo y asqueante, Lenina Crowne se creyo merecedora -y vaya que tenia razon-, de unas vacaciones completas y absolutas.
Llego a su departamento, se ducho y se metio en la cama rapidamente.
Los libros... -penso- ¿Que importaban los libros? En un cerebro tan saturado como el de ella no cabia ni una sola oracion. Por lo que alli quedaron Bradbury, West, Huxley, Shaw. Amontonados sobre la prolija mesa cercana a su lecho.
-Lo que una persona puede hacer, y lo que su cuerpo le permite hacer, son, frecuentemente, dos cosas distintas -penso-.
Alli, desnuda bajo las blandas frazadas y con el cuerpo todavia humedo por la ducha, aflojo los musculos y se durmio.
Lenina Crowne no sabria decir cuando comenzo el sueño. Pero lo cierto es que alli se encontraba, en la puerta de un calmo Bar-Cafe y con un anotador bajo el brazo.
Llevaba puesto el uniforme de trabajo con el distintibo periodistico en el pectoral derecho.
Dentro del Bar aguardaba el sujeto al que debia entrevistar (un jugador de futbol semi profesional, aparentemente). Quien al verla hizo asi con el dedito para indicarle un lugar vacio en su mesa. Lenina taconeo rapidamente y se sento de golpe como quien no tiene mucho tiempo. Entonces pudo ver de cerca al jugador.
Era una bestia... un hombre de Neandertal en todo su esplendor.
Antes de sentarse Lenina lo miro a los ojos y murmuro un intento de "Hola".
-Hola -El le devolvio el saludo e incluso se animo a mas.
-¿Queres que te pida algo?
-Agua esta bien. -Dijo Lenina.
El llamo al mozo, exponiendo a la vista de Lenina un perfil armonioso y unos pomulos poderosos. Lenina distinguio el seductor vello dorado que cubria sus brazos morenos y subitamente una brecha hirviente le cruzo el pecho...
Continuara.
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