aresvy Alexis Guadalupe Valdovinos

Después de varias semanas de haber perdido su trabajo, Camila comienza a maquinar un plan para poder conseguir dinero junto con su amigo de lo mas inusual.


Fantaisie Fantaisie sombre Déconseillé aux moins de 13 ans.

#341 #332 #fantasía #magia
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Carroñeros.

En esta ciudad rodeada de niebla, los malnacidos no descansan. No despegues la mano de tu cartera, ladrones de poca monta pueden quitarte tus ahorros. Y en especial no distraigas la mente, puede que los Carroñeros te arrebaten el alma.

Los días pasaron relativamente tranquilos para Camila desde que cerraron “El lechón bribón”, ahora que no tenia un trabajo en el que preocuparse ella podía levantarse más temprano y desfrutar durmiendo, pero el gusto no le duro demasiado, ya estaba acostumbrada a levantarse a las cuatro de la mañana.


“¿Qué es lo que pasa querida?” Escucho detrás de ella, volteo y se encontró con una anciana.

“No puedo dormir, Nana Alba.” Dijo Camila dándole una sonrisita cansina.

“Si no puedes dormir, ven, ayúdame con los plantíos.” Susurro Nana Alba, lentamente se fue caminando por el pasillo.

Nana Alba era quien se encargaba del hospicio. Era más arrugas que mujer, caminaba muy lento y por sus adentros disfrutaba hacer caminar a los demás a su ritmo cuando podía. Mucha gente quería a Nana Alba, en especial los niños de la calle, era la única persona que se interesaba por ellos, dándoles de lo poco que ganaba de sus hortalizas para darles de comer y un lugar donde dormir. Los chicos mayores, intentando devolver el favor, traían dinero para Nana Alba y cada vez que ella preguntaba como lo habían conseguido la misma respuesta era ‘Trabajando duro como nos enseñaste, Nana Alba’. Camila no sabia si Nana Alba sabia que el dinero era robado o si de verdad creía que habían conseguido el dinero de manera justa.

“Toma la cubeta y llénala de agua, por favor”. Ordeno la anciana a Camila, ella se agacho y comenzó inspeccionar las plantas de tomillo. “Es una lástima lo que le paso a Julia.” Suspiró Nana Alba. “Que tenga que cerrar su posada de tal manera, su hijo tenía una sazón muy buena. Sin mencionar que perdiste tu trabajo que me costó tanto conseguirte.”


“Lamentó haber perdido el trabajo, Nana.” Dijo Camila, ella se encontraba regando las macetas de menta. “Te prometo conseguir dinero para el final del mes.”


“No fue tu culpa, si el hijo de Julia hubiera pagado sus deudas en lugar de gastárselo en esas condenadas juergas con sus amigotes, él no hubiera sido encarcelado y su pobre madre no hubiera cerrado la posada… pero cada uno vive como quiere.” Espato Nana Alba con cierto desaire. “Quizás pueda hacerte un espacio conmigo en el mercado, así podría vender a más personas mis hierbas.”


“¿Por qué no vendes mejor aquí mismo las plantas, Nana Alba?” Preguntó Camila. “Así podrías ahorrarte unos Escudos del derecho de piso que siempre piden.”


“No, no y no.” Contestó enojada. “Si alguien me viera vendiendo mis plantas fuera del mercado me multarían, luego llamarían a los Recolectores y cuando me vaya, los Carroñeros vendrán a roer estos pobres huesos.”

Nana Alba nunca le gustó romper las reglas, y no por que sea una mujer recta, mas bien era por el temor que las autoridades se llevaran todo lo que con tanto trabajo construyo. Los Carroñeros eran la peor calaña de personas que podía existir en este mundo, cada vez que un Recolector tomaba a los deudores de sus casas, los Carroñeros se encargan que el deudor pague su débito, sin importarles que estaba o no a la venta. Así era como muchos de los niños terminaban en el orfanato: sus padres no podían pagar y se los Recolectores se llevaban a ‘trabajar con compensación mínima’ y luego venían los Carroñeros a embaucar a los pobres infantes, ignorantes de lo que sucedía, cedían todo lo que tenían para que les devolvieran a sus padres, pero al final no solo no se les arrebataba a sus padres; también les arrebataban las pobres chozas que hacían llamar su hogar o cualquier otra reliquia familiar.


“No quise alterarte, Nana Alba” Se disculpo Camila, le puso su mano sobre su hombro, ella asintió y reafirmo a Camila tomándola de la mano.


“Si, lo se mi niña… Es solo que me llegan malos recuerdos con solo pensar en esas alimañas. Peores que cualquier bestia en este mundo.”


“Ya, ya, Nana Alba. Sigamos trabajando en las hierbas, ¿vale?”


La vieja asintió, pero en sus ojos se notaba que estaba recordando sucesos que, por el bien de Camila, Nana Alba prefería mantenerlas adentro de ella. Después de unas cuentas horas de quehaceres dentro del orfanato, alguien llamo a la puerta, Camila se encontraba en la cocina, mezclando un estofado cuando Nana Alba aulló de júbilo cuando abrió la puerta. Los chiquillos salieron corriendo hacia la entrada gritando su nombre una y otra vez.

“¡Nectaro! ¡Nectaro!” Gritaban los niños y niñas mientras rodeaban al muchacho de uniforme.

Nana Alba siempre decía que quería a todos por igual, pero cada vez que llegaba Nectaro al orfanato se podía notar en sus cansados ojos como brillaban de cariño por el joven. Su nombre se lo puso Nana pues lo habían dejado en su puerta, justo como Camila, solamente que, a diferencia de él, a ella si se dignaron de nombrarla antes de dejarla aquí.


“Hola mi niño.” Saludo al joven Nana Alba, dándole un fuerte abrazo y una enorme sonrisa. “Por todas las Deidades, es un milagro volver a verte.”


“¡Ay!, mi madre… que gusto volver a verte.” Contesto Nectaro devolviéndole el abrazo a Nana Alba. Él era el único que llamaba Nana Alba como ‘Madre’, ella nunca forzaba a ninguno de los niños que la llamara de esa manera, pero Nectaro sabia perfectamente que cuando la llamaba así su corazón se le ablandaba. “Les he traído cosas para el orfanato: ¡regalos!”


Los niños vitoreaban mientras Nectaro abrió su mochila y saco pequeños juguetes de madera, caballos, soldados y princesas, todos con hermosos detalles y articulaciones. “No son muchos así que tienen que compartirlos entre ustedes, ¿entendido?”

“¿Cómo se dice, mis niños?” Preguntó Nana Alba a los pequeños, esperando la automática respuesta. “¡Muchas gracias, Nectaro!” Respondieron los chiquillos.


“Tengo algo para ti también, mi madre.” Dijo Nectaro mientras sacaba de uno de sus bolsillos un collar de plata, una hoja de olivo le colgaba, ese tipo de alhajas eran muy costosas por lo difícil que era hacerlo preciso y pequeño.


“No voy a aceptar tal derroche.” Carraspeo la anciana. “Mejor dáselo a una dama que te guste. O aún mejor, dáselo a Camila, se vería muy bonita con ella, ¿No te parece?” Dijo Nana Alba cuando percibo a Camila en el umbral de la cocina mirando a Nectaro de manera escrupulosa.


“Anda, que insisto, la hice bendecir solo para ti. Además, tengo también un regalo para Camila, pero se lo daré después de comer, ¿Qué vamos a pegarle el diente? Estoy famélico.”


“Gachas de avena.” Respondió Camila dándole una sonrisa siniestra al joven. “¡Niños, es hora de comer!”


“Gachas… mi favorito.” Suspiro Nectaro con tanta emoción comparado al visitar un cementerio.

Nana Alba y Camila comenzaron a servir los platos de uno en uno, Camila se apresuro en servir a todos los niños para llegar junto a Nectaro y le sirvió una porción exageradamente grande al joven, el cual la miro con desdén y al cual ella le respondió con una picara sonrisa.


“Anda, come, come.” Alentó Nana Alba a Nectaro en probar el insípido platillo a Nectaro. Este tomo su cuchara y tomo un gran pedazo y se lo llevo a la boca, tragándoselo lo más rápido que podía. “Ahora cuéntame, ¿Cómo están las cosas allá afuera? ¿Cómo va la guerra?” Pregunto Nana Alba.


“Igual de inmóvil como el resto de los años.” Respondió Nectaro dando un suspiro. “Cunha y Coronelía siguen disputándose por los campos de Mirto, esas tierras ya están tan infértiles que carecen del valor que alguna vez tenían. Me siguen poniendo en los puestos de seguridad, lo único que he visto son carretas de provisiones que van al meollo del asunto.”


“Pues así mejor, no querrás estar en todo el zafarrancho, viendo cómo se congelan y se incineran los unos a los otros. Deja que los Maestres se destrocen entre ellos, que a ti ni te incumbe.” Carraspeo Nana Alba mientras seguía comiendo.


El reino de Cunha ha estado en guerra por Casus Belli en contra del reino de Coronelía por el acaparamiento de los campos de Mirto, unas praderas desoladas desde hace mucho tiempo, en un inicio nadie les prestaba atención hasta que los aristócratas comenzaron a tomar interés en el campo y el beneficio de la agricultura y el uso para proyectos innovadores que les susurraban las compañías que deseaban un pedazo de los beneficios.

La guerra ha estado en un punto muerto, las dos naciones tenían a sus hombres peleando, pero no lograban avanzar y los Maestres eran usados para causar el mayor daño posible al adversario, pero cada vez que venían estos las fuerzas retrocedían a atrincherarse y dejar que los Maestres se destrozaran los unos a los otros con la Voluntad. Algunos adeptos al Brío eran lo suficientemente listos para salirse del ejercito y entrar a las E.I.S para convertirse en Recolectores, al final a cabo la paga era mucho mayor y el riesgo de mortalidad es mínima. Los dos reinos rivales se dieron cuenta de esto y comenzaron a negociar con las compañías, pidiendo de regreso a sus Maestres, pero lo único que lograron conseguir fue instalar un puesto de repatriación por si algún desertor quería volver al campo de batalla lo podría hacer de manera voluntaria. Obviamente nadie en su sano juicio lo hacía, pero siempre había un pobre que deseaba escapar de sus deudas y volver ser parte del reino para no ser perseguido. Así era la vida en el puerto de Eteos, soldados entraban al puerto para evitar ser asesinados, mientras que otros salían para evitar se forzados a trabajar el resto de sus días, se enlistaban, solo para darse cuenta que volvió a meterse en la misma trampa, solo que de diferente color.

“Me han dado permiso para venir a visitarlos durante unas semanas, así que me verán más seguido” Sonrió Nectaro mientras ponía mas avena en su boca, lo cual lo hizo fruncir el ceño. “Estoy saciado mi madre, muchas gracias. Levántate Camila, que te tengo una sorpresa.”


“¿Qué es la sorpresa tan importante que no puedes darme aquí?” Pregunto Camila curiosa.


“Bueno pues no es un objeto, si no una oportunidad de trabajo” Respondió sonriente Nectaro.


“¡Que grata sorpresa!” Soltó Nana Alba con una sonrisa en su rostro. “Y también con gran tiempo, hacía unos días que Camila ha perdido su trabajo a mano de los Recolectores. No les voy a retrasar más, vayan con cuidado y recuerden mantenerse alejado de los Faroles.”


Los dos se levantaron de la mesa, dejaron lo que no se comieron en la olla y se fueron despidiéndose con una gran sonrisa de todos, justo cuando cerraron la puerta del orfanato, Camila por fin se desahogó. “Deidades, como eres un descarado, Nectaro.”


“Anda, tenía que venderle una mentirilla piadosa a mi madre, además no dije nada de lo que no haya sucedido.” Respondió Nectaro mientras comenzaba a caminar por la calle. “Realmente me dieron unos días libres del ejército.”


“Sí, como noventa malditos días libres. Además, ¿creías que me iba a tragar los regalitos que trajiste? Esas cosas no lo pagas con el sueldo de un soldado raso. ¿Dónde los conseguiste?”


“Fueron… un regalo de una hermosa dama que estaba cortejando, que, a diferencia de ti, ella no hacía tantas preguntas.”


“No me sorprende que la hayas robado tantas cosas sin que se diera cuenta, tienes un gusto particular por las descerebradas.” Respondio Camila. Ella y Nectaro se rieron mientras se daban un abrazo fraternal.

Nectaro era sin lugar a dudas una persona quien deseas no conocer, no por ser alguien peligroso o malévolo; al contrario, era alguien encantador, su arma preferida eran las palabras y sabia bien como usarlas para convencer a las personas de hacer lo que él quería, aunque si la melosa palabrería no funcionaba siempre tenia su habilidad para el hurto, como todo buen chico de las calles. Camila conocía a Nectaro pues los dos crecieron al mismo tiempo en el orfanato, conocía todos los trucos de persuasión del joven así que con ella no funcionaban, pero era perfecto para tramar timas magnificas y la próxima que tenían planeado iba a quedar en la historia de los engaños.


Los dos se dirigían a los limites del centro mercantil de la ciudad, donde el primer paso de su gran estafa comenzaría.


“Dime que trajiste nuestra arma secreta, y si me dices que la empeñaste te juro que te mato ahora mismo.” Dijo Camila en lo que se aproximaban a su objetivo.


“¿El menester que yo robé y casi me cuesta la vida que tuve que enlistarme al ejército para que los Recolectores no vinieran a despellejarme vivo? ¿De ese cachivache estamos hablando?” Preguntó Nectaro sarcásticamente mientras le mostraba a Camila el contenido de su bolsa. “Recuerda, vas a tener que llevar una conversación natural, si llega a notar cualquier cosa rara todo el plan fracasa.”


“¿Es que acaso no puedes entrar y hablar tú?” Protesto Camila haciendo una mueca de disgusto. “Ese lugar me da escalofríos y sin mencionar que el sujeto me da una extraña vibra…”


“No podrá ser, Osvaldo conoce muy bien mi cara. Una vez quizó hacerme una bonita cicatriz con un atizador al rojo vivo.” Dijo Nectaro dándole la mochila a Camila, le dio un empujoncito para conducirla al anticuario ‘Nuestra señora de los Desdichados’, hasta el nombre del lugar daba escalofríos.


El anticuario y su dueño tenían un porte inquietante, la tienda estaba llena muebles, libros y artefactos que para la vista ignorante de Camila no eran más que simples trastos pomposos con valores exagerados. Osvaldo, el dueño de la tienda era igual de irritantemente frívolo como sus antigüedades. La chica entro al establecimiento y sonó una campanilla que estaba colgada arriba de la puerta, haciendo saber a Osvaldo que un posible comprador había entrado a su tienda.


“En un momento voy con usted” Se escucho en la parte trasera de la tienda.


Camila se paseo lentamente por la tienda, viendo los candelabros para las velas, los muebles de madera que se contorsionaban y formaban figuras de rosas, y las vasijas que mostraban escenas artísticas de lugares que ella nunca había visto jamás.


“Buenas tardes jovencita…” Dijo Osvaldo detrás de Camila, la cual se estremeció pues nunca se dio cuenta cuando había llegado. Sus ojos pasaron por la chica de manera rápida, examinándola. “¿Te han pedido traerme un recado de algún tipo?”

Camila se mordió la lengua. “No, mi buen señor, he venido a buscar algo en su tienda.” Contesto lo más serena posible.


“Bueno… ¿Cuál es tu presupuesto? De seguro puedo encontrar algo con tu… corto presupuesto.”


La furia de Camila iba hirviendo lentamente, pero tenia que soportar un poco más ese imbécil un rato más.


“Estaba buscando algo para leer, mi buen señor” Sonrió lo menos forzado que pudo Camila.


“Ya veo… pues tengo unas cuantas novelas para jovencitas como usted, realmente son populares hoy en día.”


“Estaba buscando algo más educacional, algo para nutrir el cerebro.”


“Ah, ya veo.” Dijo el recepcionista, como si hubiera resuelto un enigma. “Me alegra mucho que la juventud tenga interés por aprender. En el fondo tengo unos libros de lectura y escritura, son muy básicos, perfectos para comenzar a aprender.”


Deidades, como quisiera golpear en la cara a este sujeto. Pensaba por sus adentros Camila.


“No, vera, me interesa algo más avanzado, algo único y especial.” Menciono Camila dejando de ser indiscreta.


Osvaldo la miro de reojo, su porte se volvió oscuro. “¿Especial, me dices, jovencita? Dime… para quien trabajas.”


“Trabajo para mi misma.” Respondió tajantemente Camila. “Hice mi tarea si le gustaría llamarlo de esa manera y me entere que usted tenia a la venta una copia de un libro de lo más interesante.” Osvaldo se quedo callado, escuchando detenidamente lo que tenia que decir Camila.


“Un libro para enseñar las artes del Brío. ¿Es cierto esto?”


El recepcionista contuvo una carcajada. “Ese tipo de libros son ilegales, jovencita. Conseguir tan solo una copia me costaría una fortuna. Además, si de verdad tuviera algo así, no se lo vendería a una cría andrajosa como tú.”


“Vaya que ha herido mis sentimientos…” Susurró Camila secándose unas falsas lágrimas. “Tenía la esperanza que usted no le importara como voy vestida. Estaba tan emocionada de poder tener en mis manos una copia de un libro de Brío que hubiera vendido esta baratija” Camila saco de su mochila una pequeña caja de madera rojiza y la puso sobre el mostrador.


Osvaldo le entro la curiosidad y le paso el ojo, pero algo en la tapa de la caja le atrapo la atención; unas letras talladas finamente que tenían las iniciales de la compañía Metalúrgica de Valapthó. Y mas abajo, con unas letras pequeñas rezaba: Nieve en mayo – Marcin Korb. El hombre se estremeció pues sabía perfectamente que aquella cajita. Esa era una caja de música que contenía una pieza musical del gran compositor Marcin Korb y era una de las piezas más codiciadas de la colección de doce. Camila abrió la caja, tomo la manecilla que venia sujeta debajo de la tapa, la conecto al engranaje de la maquina y comenzó a darle cuerda. Cuando soltó la manecilla, la cajita comenzó a entonar una cancioncita que en los oídos de Camila se le antojaba tristona pero muy bonita. Cuando la tonada termino, Osvaldo tomo la caja de música y comenzó a examinarlo de cabo a rabo, cada pieza, cada trazo y cada engrane de la caja. Sin duda alguna era original. Osvaldo miro directamente a Camila una vez más.

“Ya conoces mi precio.” Respondió Camila a la mirada atónita del recepcionista.


Nectaro estaba en la esquina de la tienda mirando de manera distraída a los transeúntes de la ciudad cuando escuchar la campanilla de la tienda sonar, vio salir a Camila del establecimiento.


“¿Lo tienes?” Preguntó Nectaro nervioso.


Camila tomo la mochila y le enseño el contenido. Un grueso libro, cerrado con un candado que de el colgaba una llave. La sonrisa de Nectaro no se contuvo, su plan ya estaba en marcha.


“Nectaro, recuérdame quemar esta tienda cuando aprenda a usar la Voluntad.”

26 Avril 2021 06:59 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
2
La fin

A propos de l’auteur

Alexis Guadalupe Valdovinos Mi nombre es Alexis, me gusta escribir historias de fantasía, uno de mis sueños es que pueda compartir estás historias con todo el mundo y poder asombrar a todos. Espero que les guste mi historias tanto como a mí me gusta escribirlos. Si tienes un comentario, por favor no dudes en colocarlos, esto me ayuda a mejorar. :)

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Scaip Scaip
Me encanta como construiste el mundo donde ocurre la historia, con los detalles que se van repitiendo
August 22, 2022, 01:57
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