andalen Mariana Fernández

A nadie le llega por correspondencia un manual de cómo vivir la vida, cómo actuar ni a qué personas uno va a llegar a conocer, pero llegan pistas. Todo lo que tenemos por seguro es que el futuro es incierto y que al destino le gusta jugar a su antojo. Hideki tiene un duro oponente en su vida, un oponente llamado Melolinilla.


Fantaisie Déconseillé aux moins de 13 ans.

#omegaverse #historia-original #drama #suspenso #romance #tragedia
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¿Cara o Cruz?

Temprano por la mañana, tras un peculiar ritual de aseo, vestido con uno de sus trajes favoritos, se hizo camino fuera de las instalaciones de su modesto departamento en uno de los pocos edificios que no pertenecían al poderío de su apellido.

—Hm. No creo que deba llevarlo suelto —comentó para sí mismo tras detallar cada aspecto de su apariencia; recogió su cabellera en una estética coleta, dándose una última mirada antes de ir por su bolsón, saliendo a prisas para caminar a la estación a unas cuadras de su residencia.

— Bien, el tren parte en 20 minutos. —susurró al aire al mirar su reloj de muñeca, apurando el paso.

Así como la mitad del centenar de personas que caminaban en distintas direcciones y con diferentes destinos, Fujimoto Hideki, estudiante de leyes de veintitrés años de edad, se autoimpuso no ser la excepción a la regla.

A pesar de ser hijo único, heredero de una cuantiosa fortuna, era de los que preferían buscarse lo suyo por cuenta propia, razón por la cuál tomó riendas de su vida e hizo sus andanzas, trazándose metas y objetivos, trabajando duro y demostrando que no habían esfuerzos inútiles, sino por el contrario, recompensas satisfactorias.

Hace calor —pensó incómodo por la misma sensación que provocaba la temperatura, además del esquive a transeúntes a diestra y siniestra; las calles estaban repletas.

Espero llegar presentable~ debí haber tomado un taxi...

Las aceras y los cruces peatonales de la capital de Kanagawa, una vez más, no abastecían ni colaboraban con el <respeto al espacio personal>; menos en horas pico, ni qué decir en esa época del año tan acelerada.

Los estudiantes graduados y en puertas de, ya paseaban por las calles con
cronogramas perfectamente armados en busca de pasantías en las empresas que abrían vacantes para intercambiar la tan valiosa experiencia y afianzamiento de conocimientos, por mano de obra a precio considerable, en horarios flexibles.

Hideki, a paso moderado, en un vano intento por ignorar la muchedumbre, hacía conteo mental de cuánto faltaba para su destino final, que no era otro sino la reconocida compañía "JK ASOCIADOS" una empresa de marketing publicitario y asesoramiento legal. El punto era reunirse con la cabeza principal de la misma y firmar contrato como empleado temporal en el departamento legislativo del lugar.

Demás está decir que iba más preocupado por llegar todavía peinado a por lo que sería su entrevista; para él, esta última, no representaba obstáculo alguno. Con las conexiones de sus padres encajonadas, tenía plena confianza en sus habilidades y sus múltiples talentos.

Tendré que pasar antes al sanitario, no puedo mostrarme desaliñado —pensó echando un suspiro resignado. —hubiera desayunado algo dife...— ¡NO, SUÉLTAME! ¡POR FAVOR! NGH~ DE-JAME...—a un lado de la acera por donde Hideki caminaba, aquel traqueteo de pronto rompió con la rutina musical de motores y pasos en devenir. Estaban haciéndolo de nuevo.

—Animales —susurró Hideki dejando ir un suspiro profundamente pesado. Sacó un pañuelo de su cartera para cubrirse la nariz y la boca al detener su andar y observar la escena unos segundos. No quería verse afectado por esa primitiva incivil incitación, pero le ganaba la molestosa e inconsciente curiosidad.

Una muchacha, quizás no mayor que él mismo, descuidadamente salió a las pululosas avenidas céntricas sin prevenir sus días en ese mes. ¿Consecuencia? Atraer a un grupillo de muchachos a quienes casi se les veía grabado en la frente a cada quien, a qué <especie> pertenecía.

<Todos los seres humanos son seres sin sentido de identidad o raciocinio pulido, que a la primera provocación desatan, no caen, sino se entregan, a gusto y maña, a esos despreciables instintos que no traen más que desgracias.>

— O quizás las desgracias son ellos mismos, que no saben controlar sus instintos —sus palabras salieron en tono apenas audible, mientras acomodaba su bolso para luego tomar su celular, verificando su tiempo restante y así, reanudar su andar.

Al igual que él evitó involucrarse en esa lamentable, pero casi cotidiana situación, el resto de quienes cruzaban ese camino también lo hacían. algunos incluso se veían obligados a aventurarse entre calles o refugiarse en establecimientos comerciales.
Hideki , sin embargo, siguió hasta la esquina, siendo detenido ahora por el semáforo al que no alcanzó a tiempo.

De pronto, el trajeteo se tornó todavía más ruidoso.
—¡DÉJENLA! ¡LLAMEN A LA POLICÍA! —Quita contar que los sonidos sordos de golpes por doquier no se hicieron esperar.

Así como Hideki, las personas que esperaban el cambio del semáforo voltearon instantáneamente al escuchar los estruendos resonar por el callejón.

Ya era suficientemente mala la situación, pero ¿"Llamen a la policía"? ¡¿En serio?! ¿Es que no sabe que eso sería en vano? Según las leyes, es culpa de ella, por salir sin tomar las debidas precauciones según su... <naturaleza> ¡Por favor! ¡Eso se da desde la primaria! ¿Qué clase de inculto superhéroe es éste? —regañó en su mente ya por mero hobby pues su rostro permanecía inexpresivo; nadie diría que era bastante charlatán, al menos consigo mismo, menos viendo la expresión de altivez y seriedad neutral que enseñaba casi todo el tiempo.

De la nada, uno más llegó a la escena; agitado, sonrojado y acalorado, sudando a mares, como si hubiera corrido la maratónica para llegar al lugar <Un policía sin uniforme> fue lo primero que pasó por la mente de muchos. ¿Cómo se les decía? ¿Detectives? Quizás ninguno de los espectadores apostaba por un simple ciudadano sumándose a la trifulca, menos haber corrido hasta allí. En el mundo actual, con la sociedad en decadencia, hasta el Chapulín Colorado se había tomado vacaciones.

¿Era otro que fue llamado por esa incitación esparciéndose en los vientos? A nadie le extrañaría que así fuera. Sin embargo, este otro <inculto superhéroe> siquiera sabía lo que estaba pasando, él había sido golpeado repentinamente por un aroma peculiar que llenó sus sentidos hasta embotarlos al punto de la locura, haciendo que, en plena carretera, parqueara su coche abruptamente a unas dos o tres cuadras de ese punto en específico y saliera de su vehículo azotando la portezuela sin siquiera ponerle seguro, echándose a correr entre el gentío; corrió a la deriva, buscando con desespero la fuente de aquel embriagante aroma; aroma que lo guía a la escena tan despreciable de aquella joven en peligro. Su primera reacción, tras la natural sorpresa y enojo que espabilaron a sus sentidos, fue írseles encima para apartar a los agresores y ayudarla a zafarse de las garras del cruel destino.

—Vaya...¿Todavía quedan caballeros de armadura dorada? —se preguntó Hideki a sí mismo, en retórica, cuando la conmoción detrás suyo volvió a subir de tono luego de la llegada de ese otro <valeroso> hombre; mientras tanto, él seguía a la espera de que los vehículos se detuvieran en la siguiente señal de tránsito. ( Lo cierto era que daba miradas furtivas al lugar de la escena, siendo presa de uno de esos instintos de los que tanto se quejaba: La natural curiosidad humana.)

Se empezaba a impacientar con todo aquel alboroto, entre el pañuelo todavía cuidando su civismo y el devenir de los motorizados, la espera se sentía eterna. Dicho sea de paso, aborrecía las nuevas leyes de tránsito donde en horas de entrada y salida laboral, aumentaron el tiempo entre luz y luz a 5 minutos por vez.

—Esto es insoportable... —se quejó en regla general por todo el desarrollo que iba teniendo su mañana, dejando ir parte de su frustración en un largo suspiro.

Sacó del bolsillo lateral de su bolso un atomizador en forma de durazno, con un estilo de delicada imitación al durazno. Lo envolvió en su pañuelo, acercándolo en un sutil accionar hasta su rostro; ese, sin duda alguna, era su perfume favorito y, curiosamente, podía darle cierta calma cuando comenzaba a perder la compostura.

Con gráciles movimientos impregnó la esencia por la piel tras el lóbulo de cada oreja y, disimuladamente, lo evaporó también por el aire ya que, por su envolvente e intensa dulzura, ayudaba a espantar el molestoso olor tan desagradable y falto de moral que contaminaba el ambiente, pensando que con ello aliviaría a unos pocos que aguardaban junto a él, tan pacientes como podían.

Esbozó una repentina, fugaz y ladina sonrisa tras unos segundos de debate interno que acabaron en una picarona risilla de <me rindo> al tiempo que guardó el frasquillo y su pañuelo simplemente al bolsillo de su saco, tomando en reemplazo su teléfono celular para marcar unos números en su pantalla, hablando en lo que aprovechaba la luz verde del semáforo y así, cambiarse de acera.
De allí no quedaban más que unos 50 metros para la entrada del edificio donde JK ASOCIADOS guardaba oficinas.

5 Février 2021 08:41 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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