—No puedo creer que me haya perdido tan rápido.
Las calles estaban desoladas en esa zona, eso quizá porque las personas preferían estar en casa junto a sus familias que afuera con semejante clima frío, bien abrigados y quizá con tazas de chocolate caliente en sus manos. Mientras tanto, él estaba congelándose por completo en un lugar que no conocía y que no le daba indicio alguno de hacia donde debía ir para retomar su camino a casa. No tenía mucho tiempo de haberse mudado a la ciudad, así que era escasa su orientación. Las tiendas que por allí estaban tenían el gran cartel de "cerrado" en sus puertas y eso le obligaba a continuar caminando sin la posibilidad de pedir indicaciones, y quedándose con la duda sobre si se estaba alejando más de su casa, con esa mortificación encima sólo podía pensar en que todo se pudo haber evitado si tan solo los imbéciles de sus compañeros de clase le hubiesen regresado sus libros a tiempo, así no tendría que haber salido él mismo a buscarlos al necesitarlos para estudiar. Y como si no fuese suficiente, sus libros de texto eran pesados y hacían peor su pequeño "paseo" de exploración. Miró su teléfono celular como si con ello fuese a conseguir que la batería se restaurara y encendiera de nuevo.
Podía apostar que tenía nieve dentro de sus botas, y estaría seguro de ello si tan solo pudiera sentir sus pies. Dobló una esquina y se topó con un gran callejón que no esperó encontrarse en un lugar como ese, se detuvo y antes de que pudiera maldecir a los cielos y girarse a tomar otra ruta, vio una tienda a final de este que parecía estar abierta. Lo dudó; era una tienda al final de un extraño callejón, ¿qué tan seguro podría ser eso? Era inquietante, pero dios él ya quería regresar a casa. Se adentró a lo que pensaba era la cueva del lobo, sorprendiéndose de ver el lugar completamente limpio, totalmente diferente a lo que esperó encontrarse como bolsas de basura, ratas, o incluso algún vagabundo. Cuando llegó, afortunadamente sí estaba en servicio el extraño local, abrió la puerta y escuchó una campanilla sonar, sus ojos barrieron dentro y sintió un gran alivio por el aspecto que tenía dentro. Era colorido, no muy grande pero se sentía acogedor, la navidad adornaba mayormente todo y había cantidades de juguetes infantiles e incluso una pequeña sección de dulces.
— ¿Disculpe? —Cerró la puerta detrás de sí y dio unos cuantos pasos. No alcanzaba a ver a nadie detrás del mostrador.
Un estruendoso sonido llenó el lugar por un momento causándole sorpresa, segundos después apareció un alto y castaño chico sonriendo y sobando su cabeza, traía puesto una especie de uniforme que le recordaba a los que los heladeros usaban, de rayas y colores pasteles—. ¡Un cliente, bienvenido! —exclamó con entusiasmo.
Eso le arrebató un suspiro de alivio a Jungkook, lucía como un sujeto agradable. Se abrió camino entre los estantes hasta llegar al mostrador con una sonrisa en su rostro—. Disculpe, soy nuevo en la ciudad y aún no conozco bien los lugares y terminé vagando por esta parte de Seúl, ¿podría darme unas indicaciones? La batería de mi teléfono murió por lo que no puedo utilizar el mapa… Sólo necesito saber dónde queda la avenida principal, desde allí puedo ubicarme.
—Oh, por supuesto —El chico de hoyuelos le sonrió—. No estás tan lejos, realmente. Cuando salgas de acá y pases el callejón, sólo debes seguir la calle recto, y doblar a la primera cuadra que veas, ahí te toparás con el edificio bancario y allí mismo la avenida principal.
Repasó mentalmente las indicaciones por unos segundos, asegurándose de olvidarlas—. Dios, muchas gracias. Creí que no conseguiría llegar a casa nunca —Miró una vez más su alrededor con más tranquilidad—. Esta tienda es muy bonita, ¿eres el encargado?
—Así es.
—Es extraño que no haya mucha gente, luce como si fuese realmente conocida o popular acá —Leyó “RM” en la placa de su uniforme.
La sonrisa del tipo se agrandó—. Uhm... Lo es, aunque para un grupo selectivo de personas. Supongo que aún no lo has notado, pero este lugar es especial.
Por un instante sintió su estómago revolverse, Se acomodó mejor la mochila y aclaró su garganta—. Ah… Comprendo. Entonces… muchas gracias por su ayuda, debo regresar a casa —Estuvo a punto de hacer una pequeña reverencia para luego salir de ahí, pero el moreno lo evitó.
—Oh no, espera. No puedes irte de acá sin haber hecho una compra, hombre —Este señaló detrás de él y Jungkook se giró a ver un cartel que mencionaba eso—. Política de este lugar.
Se volteó a verlo de nuevo, mas no recordaba haber visto ese letrero ahí antes al momento en que ingresó. El extraño encargado estaba de brazos cruzados y apoyado en el mostrador sin dejar de sonreír, una postura completamente relajada que le indicaba que estaba esperando por él. Bien, no perdería la calma ante la extrañeza de la situación, simplemente compraría algo y luego se iría, de todas formas era lo menos que podía hacer como agradecimiento por la ayuda.
—Entiendo —espetó, entonces comenzó a ojear el lugar de nuevo. Si haría una compra obligada, por lo menos se llevaría algo que realmente le gustara, más el problema residía en que no había nada de su agrado, los objetos eran mayormente infantiles.
— ¿Puedo hacerte una sugerencia? Ya que pareces indeciso sobre qué llevar. Este pequeño de acá llego hace unos días —Lo miró para ver de qué se trataba, y creyó que probablemente le estaba tomando el pelo cuando vio que se refería a un pequeño oso de felpa que estaba aparentemente sentado sobre el cristal—. ¿Quizá pueda ser de tu agrado?
Pensó que lo mejor era aceptar cualquier cosa e irse, estaba agotado—. Es lindo —concedió con sinceridad, lucía un poco divertido con aquel moño colorido. Podría dárselo de regalo a su pequeña prima luego—. Okay, me lo llevo.
El chico aplaudió satisfecho y Jungkook hizo todo lo posible para sonreír amable. Sacó su billetera y pagó el precio estipulado –el cual le pareció bastante económico-, y antes de que pudiera tomar el peluche, el extraño encargado alcanzó cinta roja y comenzó a envolver al pequeño torpemente. Quiso decir algo, pero de nuevo prefirió mantenerse en silencio. Una vez que este le dio unas cuantas vueltas un poco extrañas con la cinta, el oso le fue entregado, y sonriendo incómodamente salió de allí sin siquiera mirar atrás.
—Suerte —Le pareció escucharle decir.
Cuando finalmente llegó a su casa y se deshizo del peso que tenía encima gracias a sus libros de estudio, se tiró boca abajo en el sofá y se durmió.
[♡]
Horas después cuando despertó, todo a su alrededor estaba oscuro y apenas podía distinguir si estaba despierto o si seguía profundamente dormido. Se puso de pie y con cuidado de no hacerse daño con algo, encendió las luces del apartamento, se estiró y bostezó, sintiéndose bien descansado y con energía para quedarse toda la noche estudiando lo que le quedaba. Se percató de que seguía con la misma ropa encima, así que tomó un baño y se colocó su pijama. Mientras esperaba que su cena estuviera lista en el microondas, vio el pequeño oso de felpa sobre la mesa en la sala tal y como lo había dejado al llegar. Fue hasta allá y lo tomó, tomando asiento en el sofá mientras lo sostenía en el aire.
—Eres muy bonito, ¿cómo es que llegaste a manos de ese tipo tan extraño? —Se rió al recordarse a sí mismo de pequeño, hablándole a sus peluches como si fuesen alguna mascota. Miró la cinta roja sobre el oso como si fuese una especie de vendaje mal hecho—. Quitemos esto.
Se lo llevó en brazos a la cocina, alcanzó unas tijeras y se deshizo de la extraña cinta. Sacó su comida del microondas cuando estuvo lista y junto con el oso, fue a su habitación. Ahí tomó asiento en su escritorio de estudio, dejando el peluche a un lado mientras empezaba a abrir libros y cuadernos, comiendo sus nuggets recalentados al tiempo que leía.
Hubo total silencio por largos minutos, hasta que la cosa más inesperada sucedió.
—Y-Yo también tengo hambre...
Jungkook se congeló, una ola fría recorriendo su cuerpo al escuchar aquella desconocida voz proviniendo muy cerca de él. Rodó su silla hacia atrás, se puso de pie lentamente y alcanzó un bate de baseball de su hermano mayor que le fue regalado por el mismo—. ¿Quién demonios anda ahí?
No tenía ni dos meses en la ciudad y ya se había perdido, y ahora se metían en su casa, ¡Nadie le dijo que la vida en Seúl sería así de salvaje! Notó movimiento por su lado derecho desde el rabillo de su ojo, se giró rápidamente balanceando el bate cuando... observó aquella pequeña cosa café ponerse de pie sobre su escritorio de forma tambaleante, tirando sus lapicero en el trayecto. Bajó el bate con lentitud, incrédulo a lo que estaba viendo en ese momento.
— ¿Así te enseñaron a tratar a tus invitados? —Jungkook se acercó de nuevo, arrodillándose frente a la mesa donde hace un momento estaba estudiando y cenando como un universitario normal de veintiún años, miró de cerca al oso de felpa que le estaba hablando al parecer ofendido. Estiró su brazo y lo agarró de la parte posterior del moño—. ¡Oye! ¡Si no vas a tratarme con cuidado entonces bájame!
Se puso de pie, su ceño fruncido mientras el oso se movía de un lado al otro intentando liberarse. Cosita indefensa, escalofriante también. Cuando pareció cansarse, lo miró por todos lados—. Oye, ¿de dónde sale esa voz? No me dijeron que tenías la opción de hablar y moverte, pequeño —Con sus ojos buscaba algún botón o interruptor en el cuerpo del oso, pero no veía nada. Suspiró con desgano—. Bien, ¿dónde te apagas? Tengo que estudiar.
El oso se cruzó de brazos, o de patas, cómo sea—. No soy un peluche, ¡soy un chico!
—Qué diálogos más extraños le programaron a este pequeño —Jungkook continuaba buscando el botón de apagado o el lugar donde tendría las baterías—. ¿En qué momento lo activé? ¿Será automático?
—Jeon Jungkook.
—Sí ese soy yo —Respondió con tranquila, y luego de unos segundos soltó el oso de felpa parlanchín, dejándolo caer en la alfombra.
—Ouch, imbécil.
El pelinegro alcanzó el bate de nuevo y lo apuntó con este, sin ver como el pequeño se estremeció ante la sorpresa y el miedo—. ¿Cómo es que sabes mi nombre? —¡Carajo! Debió saber que el tipo de la tienda estaba en cosas extrañas, seguramente el muñeco tenía alguna cámara o micrófono escondido, y esa voz debía provenir de alguien que lo estaba monitoreando a través de él, probablemente un secuas de ese extraño encargado. ¡Las personas con hoyuelos son peligrosas!—. Oh carajo, tendré que romperte.
— ¡Espera! —El pequeño se puso de pie con sus brazos extendidos, y Jungkook sólo se detuvo por la forma en que su voz había sonado; con miedo y desespero—. Si me das un solo golpe con ese bate… ¡moriré! En serio... En serio soy sólo un chico —Le escuchó sollozar—. Ese hombre de la tienda me embrujó y me convirtió en un oso de felpa, por favor, tienes que creerme…
El corazón de Jeon se apretujó al escuchar su llanto, muy a pesar de que por el exterior no se mostraba prueba alguna de que el pequeño estaba llorando, podía escucharlo desde el interior. Inhaló y exhaló profundamente, buscando tranquilizarse y enfriar su cabeza o de otra forma se desplomaría en cualquier momento, se golpearía la cabeza con el ropero y posiblemente moriría. Dejó el bate a un lado y con cuidado tomó el oso de felpa.
—Ya, tranquilo. No pienso hacerte daño, pequeño —Suspiró mientras que tomaba asiento en su cama en espera a que su llanto cesara—. La magia no existe, ¿cómo es eso posible?
—No lo sé, yo tampoco creía en ella hasta hace poco cuando me ocurrió esto. Me topé con esa extraña tienda, pero al no ver algo que me gustase llevar, decidí irme —comenzó a relatar—. El encargado me detuvo y dijo que no podría hacerlo a menos que hiciera una compra. No quise hacerlo y salí, luego de eso todo se puso negro y cuando supe… me encontraba de esta forma.
—Y... ¿Cuánto tiempo llevas así exactamente?
—Creo que una semana.
—Dios, en serio estoy hablando con un oso de felpa. ¿Tendrían alguna droga esos nuggets?
— ¡No te desvíes del tema!
—Okay, lo siento. No termino de asimilarlo —Aclaró su garganta—. ¿Cómo puedo ayudarte a solucionar todo esto? Tu familia debe estar preocupada.
—El imbécil de la tienda debe de saber la manera en regresarme a la normalidad. Le supliqué que me ayudara y no quiso hacerlo—. Se cruzó de brazos y Jungkook acarició sus orejas—. Sé que todo esto te parece irreal, ¿pero podríamos regresar a esa tienda mañana y hablar con ese sujeto? Quizá tú seas capaz de persuadirlo a retirar el embrujo.
—Primero lo primero, ¿cómo puedo yo asegurarme de que todo esto es cierto y que no estoy bajo las influencias de alguna droga? —Su pregunta no iba tan en serio en realidad, pero si había una forma de ver que todo era cierto, le gustaría verla.
El pequeño pareció pensarlo—. Puedo regresar a mi forma humana, aunque no por mucho tiempo. No sé controlar esto del todo —dijo. Jungkook encarnó una ceja—. La primera vez que logré hacerlo pensé en escapar de esa tienda, pero no podía por eso mismo; descubrí que volvería a tomar la forma de un peluche tarde o temprano, y cuando estoy en mi forma humana, aún conservo las… orejas y el rabo de felpa. No podría andar por la calle de esa forma. Por esa razón permanecí en la tienda de ese loco, esperando que decidiera ayudarme con esto que causó.
Era una situación ciertamente inimaginable, aunque también un poco hilarante, pero Jungkook no diría eso porque podría herir los sentimientos del chico oso de felpa.
—Comprendo. Aun así, nada de eso explica cómo es que sabes mi nombre, pequeñín —recordó.
El pequeño oso se cubrió el rostro con sus patas—. Sé… tu nombre porque estudiamos en la misma universidad, eres el nuevo; Jeon Jungkook. Todo el mundo sabe de ti.
Eso lo tomó por sorpresa, ¿era algo así como popular? Pero si hablaba con casi nadie—. Si estudiamos juntos, debes ser alguien que yo conozco, ¿cuál es tu nombre?
—No, no estudiamos juntos. Específicamente estoy dos años sobre ti, me llamo Kim Taehyung.
—Oh, “Tae” de “Teddy” —Rió—. Qué curioso, creo que te llamaré Taeddy.
— ¡Oye! Vuelves a llamarme de esa forma y te muerdo —Objetó de mal humor—. Mi nombre es Kim Taehyung, no "Taeddy".
—No puedes morderme, Taeddy; no tienes boca o dientes estando en esta forma.
Se rió mientras le miraba cruzarse de brazos por tercera vez en la noche, hasta que una repentina nube de humo lo cegó por completo. Se asustó cuando sintió un gran peso sobre sus piernas y un agarre alrededor del cuello, se quedó quieto y apenas respirando cuando la nube se dispersó, y logró ver el rostro de un chico que le miraba atentamente. Observó las orejas de oso sobre su cabello castaño y aquella esponjosa cola oscura resaltando desde su parte trasera, y... aquellos desnudos muslos que eran apenas cubiertos por la camiseta con estampado de cuadros muy parecida al moño que el oso tenía en su cuello, unos bóxer oscuros apenas viéndose debajo de la tela geométrica.
—Es Taehyung, no "Taeddy" o te muerdo, ¿bien?
Parpadeó sorprendido. Su voz era... —Santa mier- Hazlo.
Taehyung soltó una risa, y Jungkook fue embrujado también.
Merci pour la lecture!
Juro que lo había leído hace tiempo y cuando vi que ya no estaba en Wattpad me puse mal. ¡¡PERO AL FIN ENCONTRÉ ESTA JOYA!!
Es hermoso realmente ella volver a leer esta historia es impresionante que la haya encontrado de casualidad amooo
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