rspcycopath Santiago Saiz

¿Que pensarías si te dijera que los deseos pueden hacer realidad? Al escuchar esas palabras, Yuuto no estaba consciente de que comenzaría a formar parte de un juego aterrador como los de las novelas que había leído, ni del caos que estaba a punto de comenzar.


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#acción #isekai #aventura #fantasia
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Capítulo 1, primer viaje

Capítulo 1, Primer viaje.

Desperté por el ruido de la alarma. Otro día más en esta vida tan aburrida, sin siquiera poder culpar a nadie más que a mí mismo, porque hacerlo con el destino no tendría ningún sentido.
Ahí estoy yo, un chico de veintiún años bastante común, pelo casi completamente negro, levantándome con mis ojos marrones llenos de ojeras y yendo tarde al típico trabajo en un restaurante comidas rápidas, una vida bastante normal al menos una generación atrás. Tomé un baño sin prisa, salí y me eché el pelo a un lado con mi mano. Comencé a desayunar, pero cuando miré el reloj sabía que iba a llegar tarde, las carreteras irían tan lentas y abarrotadas como siempre.

–Maldita sea! Espero no me vayan a despedir.

Salí a toda velocidad por la puerta aún con comida entre los dientes, si me apuraba alcanzaría a llegar a tiempo. Tomé mi bicicleta y salí lo mas rápido que pude, ignorando algunos semáforos, sin disminuir la velocidad. A pesar de ser un poco alto y tener las piernas grandes, no tenía la fuerza suficiente en estas para llegar a tiempo al trabajo. Me paré en una esquina mientras pasaban los automóviles, decían que desde que los "aventureros" habían empezado a ausentarse semanas, al menos los cruces peatonales y en especial la sección de bicicletas se sentían más vacíos, sin embargo tampoco era una enorme diferencia.

Llegué al restaurante de comida rápida y estacioné la bici en la parte de atrás, rogando que mi teléfono fuera piadoso con la hora del reloj, sin embargo ya había llegado 15 minutos tarde, justo sobre el tiempo.

— Entra ahora o se dará cuenta el supervisor. —Dijo Ryouta Okada antes de entrar al restaurante sosteniendo la puerta.

Era uno de mis compañeros el que estaba esperando en la puerta de atrás, tenía mi misma edad,pelo de un rubio oscuro y era más alto que yo, con un cuerpo ancho y ojos azules, además de ser carismático...
Se llevaba la atención de todas las chicas, lo que llegaba a deprimirme un poco. Un tipo como yo, con la contextura física de un fideo e introvertido hasta los huesos no era competencia, probablemente por eso no recibía un aumento, eso y llegar tarde. Le sonreí forzadamente y entré rápido a colocarme mi uniforme, era bastante cómodo, aunque tener una hamburguesa en todo el torso era gracioso. Mi uniforme de trabajo era simple, unos pantalones negros que me quedaban un poco holgados y una camiseta de botones con el logotipo del restaurante.
Trabajaba de mesero, llevando las menús a los clientes y tomando sus ordenes, luego llevando la comida y trayendola de vuelta. El espacio de trabajo lo hacía bastante fácil, la cocina no quedaba muy lejos y al ser un restaurante de comidas rápidas lo único por lo que normalmente tenía que preocuparme al llevar una orden eran las bebidas, aunque gracias a mi jikai era relativamente fácil.
Tuve un tiempo para descansar mientras no llegaba más clientela, me recosté cerca de la caja y Ryouta, quien me había esperado esta mañana, se acercó a mí.

—¿Hoy también vas a ir? —dijo intentando sonar despreocupado,cosa que no le sonaba muy bien.

—¿No es obvio?—respondí con un tono de voz un poco irritado, y aclaré un poco mi garganta –Todos los días lo hago ¿Porque la pregunta?

—No tienes porque ser tan agresivo, aunque entiendo tus motivos. —soltó con un suspiro que sonaba comprensivo — Solo es que necesitaba un ingreso extra, y nunca he intentado ir. Quería saber si me acompañabas, solo si no te molesta.

Claro, si iba conmigo aun si hacía el ridículo no podría hacerlo peor que yo, pensé.

—Hm no veo porqué no, al menos sentiré como que hago algo útil... —No quería parecer tan patético, así que intenté recuperar el ánimo riendo —Aunque no te preocupes por las pruebas para entrar, están tan bien hechas que incluso los que tienen cualidades más secundarias pasan sin problemas.

"Incluso yo puedo pasarla" , estuve tentado a decir. Intentaba mantener un buen ánimo, como si la razón por la que no podía atravesar los portales fuera mi mala actitud. Era mejor considerar esa opción a decir que había algún tipo de "error", o más bien que yo era el error.

—De acuerdo, nos vemos a la salida. Gracias Sagara.

El resto del día estuve bastante aburrido, pensar en ser un aventurero bajaba mis ánimos, ni siquiera era por el dinero que quería ser uno, simplemente me aburría este estilo de vida y aún más sabiendo que existía otra salida.

Dañé el borde de la bandeja que estaba llevando por andar inmerso en mis pensamientos, así que mejor dejé de pensar en eso hasta que terminara mi turno.

Dieron las siete y once de la tarde cuando salí con mi compañero hacia el centro comercial, tomé mi bicicleta de un lado separandonos a ambos mientras caminábamos por la acera rumbo al portal. No pensaba hablar, tampoco es que nos lleváramos bien, y al saber la razón tras su amabilidad de esta mañana me decepcioné un poco, si él no hubiera empezado la conversación, todo el camino habría sido un incómodo silencio que no movería ni un terremoto.

—Bueno y, ¿Cuál es tu poder? Los del trabajo dicen cosas como que levantas polvo con la mente o algo así —Parecía querer tomarlo como una broma, pero en realidad no había manera de saberlo, no sería tan raro como que aún con TFA no pudiera cruzar las puertas.

—Llevo las bebidas frías a los clientes, ese es mi impresionante poder —No era un chiste, aunque sí sonaba gracioso. Okada soltó una risa pero se detuvo en cuanto vió que mi gesto no cambiaba —Convierto líquido en hielo, es decir que es raro incluso dentro de las características que suelen tenerse. Sería bastante útil, si no fuera tan débil y no se derritiera al minuto.

Hubo de nuevo un silencio incómodo nuevamente, él también debía estar pensándolo. "Suena bastante bien! Si solo subieras un par de niveles quien sabe que características obtendrías" decían la mayoría a los que le contaba, al igual que yo el día que tuve la capacidad de presumirlo.

—A veces el mundo es bastante injusto, ¿no? —Esas palabras dieron en una herida, era cierto, la mayoría de aventureros lo sabían. Por eso obtenían sus poderes, o era la teoría —Incluso en algo tan enigmático y con una lógica tan simple como el mundo de los portales, siempre falla algo.

—Supongo que es como intentar buscarle el patrón a los pliegues de la hamburguesa. Aunque de principio parezca bastante simple siempre habrá una fibra que no tenga nada de sentido, ¿no? —¿Pero porque tenía que pasarme a mí? Intentaba sonar un poco alegre dando analogías sin sentido. No sabía si realmente podría haber un error del sistema o algo por el estilo dentro de las puertas, pero aunque fuera así tampoco es que pudiera llamar a un técnico para arreglarlo.

—Eres más agradable de lo que pensaba, creí que serias un nini deprimido y aburrido. Pero no eres más que otra persona normal, como yo. —Dijo sacándome del pesimismo. Sonrío y me empujó un poco del hombro.


Ya estábamos al lado del centro comercial, la localización de un portal más cercana al menos en unos 200 kilómetros. Estacioné la bicicleta y entramos. Si alguien de una década anterior que viera esto sería bastante raro de explicar, lo que había cambiado el mundo en estos siete años desde que aparecieron los poderes y con ellos esas puertas era impresionante, aunque era algo inevitable.

Al principio cuando no eran muchos los despertados (Manera en la que se terminaron llamando a sí mismas las personas con cualidades impresionantes) o más bien, mutantes; como llamaron prematuramente los gobiernos ante el público. Sin embargo el resto del mundo siguió mostrando más casos a velocidades alarmantes y aproximadamente un treinta por ciento de la población mundial sufrió lo que llamaron el "Trastorno Fisiológico Acelerado", cuyas consecuencias eran el cambio repentino dentro de algunas áreas del cuerpo, y, aunque intentaron manejarlo como una enfermedad simplemente no habían evidencias suficientes para esto, ni siquiera una relación real entre los afectados. No era contagioso ni los había mordido una araña radioactiva, y como si se tratara de un fantasma, la gente esperaba que desapareciera tan de repente como había ocurrido.

Al final, fue tanta la presión que se hizo en conjunto de la mayoría del mundo que terminaron normalizandolo, la sociedad debía aprender a convivir entre sí, y aunque en un principio hubo bastante rechazo, al haber aumentado casi a más de un cuarenta por ciento de la población, por lo menos cada persona tenía un conocido afectado por el TFA, así que terminaron aceptandolos como un tipo de discapacidad más, dependiendo como lo vieran. Y así pasó un par de años; entre protestas, leyes y la final aceptación de la mayoría del mundo, ni siquiera se empezó a hacer raro un artista callejero haciendo trucos con las sombras, o que a alguien se le escapara un eructo en llamas comiendo una pizza. Si te ponías a pensarlo, era bastante divertido.

Luego de dos años, aparecieron los portales, o más bien un tipo de puertas de estilo antiguo. Estaban rodeadas de granito cincelado, y en sí las puertas tenían un estilo occidental a pesar de lo duras que eran. Se intentó primero abrirlas a la fuerza, e incluso los explosivos más dañinos no pudieron si quiera hacerles un rasguño, por lo que terminaron cerrando los lugares al público aunque fueran sitios bastante transitados, cosa que causó un gran revuelo.
Desde aquí la historia es bastante más incierta; los aventureros, un grupo autoproclamado de personas con TFA con poderes impresionantes, revelaron al público que esas puertas solo podían ser abiertas por gente de su mismo tipo e igualmente solo ellos podían pasar por estas. En principio los gobiernos se negaron a dejar entrar a la gente, sin saber seguro de que había el otro lado, ya que las fotos que traían de adentro parecían sacadas de un videojuego bastante realista , que la tecnología era capaz de imitar. Sacaron un montón de pretextos hasta que grupos gigantes de despertados empezaban a atravesar las puertas atraídos por los rumores de un mundo completamente distinto y extraordinario, y las puertas crecían entre más personas las atravesaban. En vista de esto y la imposibilidad de detenerlos, los portales a un lugar desconocido se hicieron de propiedad pública. Se hicieron reglas para estas, y exámenes de aptitud que decidían si podías entrar en un grupo supervisado por personas de nivel alto, en grupos con personas nuevas o tú solo. Así mismo se hizo de conocimiento público la información de adentro de los portales, por último se formaron empresas y asociadas a estas los gremios, que buscaban distribuir los materiales conseguidos en el otro lado al público, volviéndose una práctica muy exitosa e integrándose rápidamente al mercado. Dando paso a nuevas tecnologías como plataformas levitatorias, o armas que atravesaban sin ningún esfuerzo los metales más fuertes. Así mismo los gremios planeaban subir los diferentes niveles en grupos gigantes y organizados, con el fin de explorar por completo los portales, cosa que a día de hoy, casi cinco años después, no se ha podido lograr.

Parecía sacado de un tipo raro de anime ciertamente, y el joven yo de quince años no podía resistirse a querer verlo con sus propios ojos. Para ese entonces donde había desarrollado un jikai (Apodo sin gran lógica alguna, pero que se había popularizado para dar un nombre a los poderes), habían foros de "descubre a que gremio podrías pertenecer" o, "¿que clase de rol puedes cumplir en una misión?" sin embargo, durante el año que tuve que esperar para poder entrar a los portales (La edad mínima eran 16 años, que en realidad eran muy pocos casos) no encontré ninguna información sobre a dónde pertenecía, las "ramas", que se llamaron así a los grupos de poderes similares, se dividían en seis, y no terminaba por cumplir las características de ninguna, excepto las del hielo que no eran nada específicas y menos alentadoras.


Saliendo de mis pensamientos, ya estábamos haciendo fila para el examen. Aunque ya lo había hecho varias veces solo lograba obtener un pase "En grupo", y necesitaba otras cinco personas para entrar, cosa que por las mañanas era molesto de conseguir.
El lugar era bastante grande, las primeras dos plantas del centro comercial habían sido ocupadas por personas a cargo de la seguridad de las puertas, y habían bastantes televisores informativos que repetían las normas de seguridad.

—Uf, tengo bastantes nervios. ¿Crees que pase? —Ryouku me preguntó

—Honestamente creo que incluso podrías conseguir un pase en grupo como yo, cumples las características de un buen tanque. —Dije pensando en que las rocas se relacionaban con esas habilidades en específico —Y quien sabe, si subes de nivel con un poco de suerte los "dragones de komodo" podrían reclutarte. —Solté una sonrisa esperando levantarle los ánimos.

—Como te dije solo vengo para hacer un dinerillo extra —Respondió cortante —Solo un tonto arriesgaría su vida uniéndose a esas bandas de desadaptados. —Remató haciendo que parte de la fila nos mirara raro.


Los dragones de komodo eran el séptimo gremio de aventureros más poderoso, aunque con los cinco puestos más arriba la diferencia era abrumadora. Al contrario que las empresas, los gremios se ponían nombres sacados de una película vieja de artes marciales, dando como resultado grupos como "leones de fuego" o cosas del estilo.

—Bueno, ahí voy. Deseame suerte. —Dijo mi compañero que fue hacia el sitio examen.

En realidad era una prueba bastante rápida, a través de los vidrios se podía ver unos maniquíes para practicar proyectiles y golpes. Más atrás estaba un saco que leía el daño de una máquina al lado suya, los que tenían habilidades de soporte las usaban en estas, para disminuir o aumentar el daño que causara la maquina. Al lado de estos estaba el supervisor, cuyo requisito para ser contratado era tener habilidades de curandero, para así calificar los poderes del mismo tipo como encargarse de situaciones especiales. Lo conocía de hace tiempo, cosa que era inevitable al estar la mayoría de mi tiempo libre intentando pasar las puertas. Llevaba lentes cuadrados, y era incluso más imponente de lo que Okada podía llegar a ser.

Okada tomó unas rocas de al lado suya. Las hizo levitar con bastante esfuerzo, y las lanzó hacia el maniquí. Su puntería era buena, aunque la fuerza con la que iban lanzadas no llegaba a ser letal, sí era la necesaria para hacer que se movieran un poco.

—¿Algo más? —Dijo el inspector desinteresado, quien parecía ya bastante viejo. O eso hacía creer por su pelo blanco y canoso

—No, eso es todo. —Ryouta estaba nervioso por saber su puntuación, pero como hizo conmigo, fingió una calma mal actuada.

—Entonces estás por encima del promedio, y cualificado para ir en un grupo a cargo de un aventurero de nivel alto, puedes ver a que horas salen en la pantalla de afuera. —Respondió al instante el inspector, firmando el permiso y llamando al siguiente.

—Con permiso —Salió el chico rubio que se notaba bastante frustrado, aunque en el fondo sabía que era lo que él esperaba.

Se sentó a esperar conmigo mientras me distraía jugando en mi teléfono, se notaba irritado, sabía que era bastante orgulloso así que no era necesario preguntar que permiso había obtenido.

—Ese viejo ni se molestó en darme una piedra más grande, que molesto. —Exclamó mi compañero llamandome la atención a causa de su berrinche.

—Tiene muchas personas que atender, debiste esforzarte más entonces. —Dije aún concentrado en mi juego de ritmo.

—¿Como esperas que haga eso? A menos que logre subir de nivel dentro de ese portal no puedo cambiar mi jikai. —Dijo sin pensarlo, y se incomodó luego de ver mi expresión.

—Tal vez para alguien tan aburrido como tú, pero yo puedo decirte que antes ni siquiera podía congelar una gota de lluvia. —Había guardado mi teléfono, estaba ofendido, se notaban los celos que tenía de mi compañero. Saqué un termo de agua que llevaba siempre conmigo y lancé el líquido al aire, en un segundo dibujando en el agua congelé un copo de nieve —Esto lo logré hasta hace solo cuatro meses. No justifiques tu falta de interés con las ventajas que les da el portal —Arrojé el objeto congelado sobre él y volví a sacar mi teléfono.

Hubo silencio un rato, incluso entre los que nos rodeaban debió haber sido una escena muy vergonzosa de ver. Cuando la figura de hielo había empezado a derretirse Ryouta la lanzó al suelo.

—¿Porque te interesa tanto esta estupidez? —Dijo enojado conmigo, aunque parecía a punto de llorar al mismo tiempo — ¿Como les puede interesar eso? ¿Es que acaso quieren morir? Ni siquiera necesitas el dinero. —Dijo señalando mi teléfono, era cierto que no tenía muchos gastos.

—¿Y que? Con razón ni siquiera puedes conseguir un pase grupal, el dinero no es la única razón para querer entrar al portal. —Le di la espalda cambiando mis piernas de lugar —Que te conformes con este mundo podrido no significa que todos lo hagamos.

Ya habíamos hecho una escena minutos antes de que llegara el grupo de aventureros de las nueve. Pero no me arrepentía de nada, daría lo que fuera por entrar al portal.

—Como sea, si te quieres matar eso no me incumbe. Al parecer si eras de esos niñitos depresivos. —Exclamó como si nada hubiera pasado.

Lo ignoré y seguí jugando, faltaban menos de diez minutos para que llegara el grupo en el que se iría. Prefería intentar entrar por el portal luego de que se fuera, o sabía que terminaríamos peleando, y me echarian de ahí.

Pasó el tiempo hasta que llegó el grupo, Ryouta se levantó sin dirigirme la palabra y se fue. Estuve un rato más jugando, al menos en eso era bueno.
Al cabo de unos veinte minutos me dirigí hacia el portal y sentí la mirada del supervisor, lo conocía desde hacía tres años, y aunque todos hubieran visto mi jikai en acción y no sintieran nada raro, él sabía que no podía pasar por las puertas. Primer paso cruzando la línea amarilla, puse mi mano dentro de la puerta, y la detuvo en seco. Era como tocar un cristal, pero por más que lo golpeara, no abría. Estuve unos cinco minutos intentando entrar, dándole golpes, incluso intentando empujar mi cara a través de esta. Sin embargo, nada pasó y me recosté contra la pared a un costado de la puerta. Recogí mis piernas sobre mi torso y acosté mi cara encima de ellas, no sabía porque estaba tan triste. Aunque ya hubiera intentado cientos de veces, seguía sin resultados.

Pensé en Ryouta, tenía suerte con las chicas, el mismo trabajo que yo, la misma edad y casi la misma estatura que yo. Ni siquiera le gustaba entrar al portal y tampoco usaba sus poderes, sin embargo, por alguna razón, él sí podía entrar.

Estaba envuelto en mis lloriqueos cuando sentí que un dedo pinchaba mis manos, que estaban abrazando mis piernas.

—¿Estás bien? —La voz de una chica que se sentía bastante cálida sonaba demasiado cerca. ¿En serio me estaba dirigiendo la palabra?

—Claro, se me olvidó traer mi equipo nada más. No es como si esa basura no me dejara pasar. —Dije intentando sonar más varonil, aunque mi voz de por sí ya era bastante aguda. Ella se rió modestamente —¿De qué te ríes? Ni fue tan gracioso.

—Ven, levántate. Se te va a congelar el trasero. —Al sentarme se había derramado el agua del termo y estaba congelandose alrededor mío ¿Eso pasaba antes? —La verdad sí eres muy gracioso. —Me extendió la mano en cuanto levanté la mirada.

Era bastante linda, tenía el pelo negro y los ojos parecían un par de gemas azuladas, a pesar que eran casi igual de oscuros que su cabello. Estaba riendo y por un momento me parecía que el hielo se iba a derretir por su sonrisa. Tomé su mano y me ayudó a levantar del suelo. Era un poco más pequeña que yo, y parecía que teníamos la misma contextura física, lo que evitaba que me sintiera como un palillo al lado de ella.

—Un gusto, soy Kubo Chiharu. —"Que coincidencia" pensé relacionando el significado de su nombre. Me dio un apretón de manos y le seguí la corriente.

—I-igualmente, soy Yuuto, Sagara Yuuto. —Estaba bastante avergonzado por lo que acaba de pesar, además de que estaba siendo muy amable conmigo.

—Bueno, Yuuto, ¿te ayudo a recoger eso? —Dijo mirando hacia el pedazo de hielo que había detrás de mí.

—Se te enfriarian mucho las manos, aunque no parezca es bastante frío. No tienes que ayudarme. —sonreí un poco forzado, ya había pasado suficiente vergüenza por un día.

—¿Con que se derrita está bien cierto? —Dijo agarrando el trozo de hielo entre sus manos —Puedo derretirlo con mi jikai.

Luego de ver como realmente quería ayudarme, accedí a que derritiera el hielo y haciendo una pequeña lanza derramé el agua de nuevo dentro del termo, había quedado de un color casi transparente luego de que ella deshiciera el hielo.

—Vaya, que divertido es eso. No me imagino que mas cosas podrás hacer cuando pases los desafíos del portal. —Me dijo intentando sonar amable, y al ver cómo mi expresión se oscurecía siguió hablando —Te ví hace rato discutiendo con el chico rubio, me gustó mucho lo que dijiste sobre lo que significaban para ti estos portales.

—Es un poco frustrante sabiendo que se derrite al poco tiempo, pero es interesante cuanto menos. —Intenté no sonar pesimista, pero no me agradaba mi poder, si tuviera cualquier otro debería poder entrar por la puerta —¿Hm, enserio? Entonces espera... —Observé un momento el tamaño de su muñeca, ignorando su expresión sorprendida.

Derramé un poco de agua sobre mi mano, y en unos momentos hice una pulsera un poco más grande de lo que pensaba. Chiharu se la colocó, y de casualidad le quedó a su medida.

—Un regalo por ayudarme, para que no me olvides. —Hice eso para parecer un galante, aunque mi cara avergonzada no ayudaba mucho.

—Wow, que bonito. La cuidaré para que no se destruya en la mazmorra —Me agarró del antebrazo emocionada e intentó entrar conmigo por el portal.

Sentí su mano deslizándose por mi brazo, hasta quedar colgada de uno de mis dedos, intentando forzar a que pasara, sin éxito, como era de esperarse. Ninguno de los guardias decía nada, y a juzgar por su equipo parecía alguien capaz de un pase en solitario. Suspiró y se devolvió maldiciendo al portal.

—No sé cómo se puede dañar una cosa de esas, que mala suerte. —Bajó la manga de su chaqueta, mostrando algunas pulseras. Se desató una y la amarró alrededor de mi mano —Para cuando logres entrar, está registrada a nombre de mi gremio. Tranquilo, cuando se arregle esta cosa pasarás, hasta entonces voy a cuidar tu regalo. —Le dió una patada al portal antes de atravesarlo, parecía que iba bastante apurada.

Luego de despedir a Chiharu, quedé boquiabierto todo el camino de vuelta a mi hogar, ¿era de un gremio? ¿Cómo qué el portal estaba dañado? ¿De verdad podría pasar? Ningún encargado volteaba si quiera la mirada hacia ella, parecía alguien importante, eso o ya había perdido la cordura.
No sabía que estaba ocurriendo, pero eso me dio fuerzas para seguir. No iba a rendirme, quería hablar más con ella, quería pertenecer a un gremio, quería subir de nivel y hacer miles de desafíos aunque significara arriesgar mi vida. ¡Esa era la razón de ser un aventurero, escalar los niveles del portal, conocer el mundo nuevo y tener batallas que te hagan preguntarte como vas a salir vivo de ahí!
No me importaba cuanto tuviera que intentarlo, iba a pasar por ese maldito portal, fuera posible o no. Al final, lo único que me hacía sentir una emoción parecida había sido el hablar con esa chica.

Los siguientes meses dejé de asistir a la puerta, dediqué mi tiempo a entrenar mi jikai, aunque me costara, hasta congelar un océano entero no pensaba descansar.


Pasó el primer mes, leí muchas guías por Internet, e incluso asistí a las clases de un aventurero que había llegado a nivel quince. (Comparado con los niveles treinta del portal no era nada, pero era mucho más alto que la media) Sin embargo, durante todo el primer mes no obtuve ningún avance más que en la duración del hielo, así mismo empecé a entrenar mi físico, ya que las estadísticas de inicio en el portal se repartían en base a esto, y no quería tener todos los puntos en "Inteligencia" o algunas de esas cosas aburridas.

Llegó el segundo mes, lograba congelar una bañera entera, además que duraba un minuto sin derretirse. Parecía que estaba avanzando a pasos gigantes y no daba razón a el porqué. Sin embargo, no importaba cuál fuera la razón, a este paso lograría entrar al portal. Seguí entrenando mi cuerpo, pero aunque mis expectativas eran ser por lo menos igual de grande que Ryouta, solo pude tonificar mi cuerpo, así que me decepcioné un poco, aunque ya se había convertido en una rutina que hacía por costumbre la mayoría del tiempo.


Así pasó hasta el quinto mes, y... Nada. No pasaba nada, lograba congelar mayor cantidad de cosas, era evidente que con la práctica podría hacerlo, sentía mejor la composición del agua y empezaba a comprender cómo funcionaba mi poder, pero aunque pudiera convertir las cosas en hielo, no duraban mucho sin derretirse. Igualmente, mi cuerpo siguió sin sufrir ningún cambio evidente, los pantalones del trabajo me quedaban más ajustados, pero eso no me dejaría pasar por las puertas.

Igualmente, decidí no rendirme. Algo me decía que podía lograrlo, y aunque tuviera que pasar el resto de mi vida practicando lo haría. Así qué en una semana libre, decidí planear una visita al lago que había cerca.

……..

—No me quieres a mí y tampoco quiero que venga la policía, así que trabaja conmigo si no quieres que congele a los pescados. —dije firmemente.

Había conseguido un hotel cerca del lago por toda una semana, y lo único que haría sería intentar congelar el lago entero, si lo que no podía era hacer durar el hielo, entonces tendría que poder congelar cantidades inmensas.

Pasaron dos días, y sólo podía afectar una pequeña superficie del lago. Tenía el poder de una tormenta de invierno de un minuto. Me coloqué en una pequeña colina sobre el lago. Con el tiempo ya no necesitaba estar en contacto con el agua, simplemente teniendo el objetivo a la vista era suficiente.

Aún así, no pude hacer nada hasta el tercer día, donde parte de la orilla de la gigante masa de agua logró congelarse por completo, lo estaba logrando, aunque ya sólo tenía otros cuatro días.



— No señor oficial no estoy haciendo nada extraño. Solo me gusta la vista del lago y la fotografiaba, es todo. —Sintiéndome como un niño siendo reprochado, tuve que explicarle a un policía que había estado haciendo cinco días sentado frente al lago y si sabía porque de repente había corriente abajo peces huyendo del repentino frío que hacía en el lago. —Debe ser que se viene el invierno. —respondí.

—¿En octubre? —Me preguntó el oficial escéptico, mientras tomaba nota.

En el último día donde me alivió no ver ninguna patrulla cerca, estuve desde primeras horas de la mañana frente al lago. No había logrado congelar más que la orilla llena de tierra, y estaba empezando a desesperarme. Estuve sin parar excepto para comer todo el día, hasta que a las once de la noche, pasó algo que logró congelarme incluso la sangre.

—Mira, estoy cansado y me quiero ir a dormir, dejate convertir en hielo, y todos ganamos. —El agua no parecía entender, pero yo esperaba que sí.

Cerré mis ojos por tanto tiempo que perdí la cuenta, tal vez desde otro punto de vista pareciera que me estaba durmiendo de pie, algo no muy alejado de la realidad.

Sentí la pulsera colgada de mi brazo, había estado dentro del portal, yo también podía estarlo. Por eso la portaba con tanto orgullo,(eso y que me la había regalado una chica)la agarre con fuerza y apunté mi mano hacia el lago. Imaginando las partículas del agua, entre más juntas estaban, entre más lento se movían, podían convertirse en hielo. Intentando frenar su movimiento, aunque en el fondo algo me hacía preguntarme si sería capaz de aumentar su velocidad.

Vaciando mi mente, cerré la palma de mi mano, con tanta fuerza que habría escuchado el tronar de mis dedos, si no hubiera estado tan concentrado imaginando el lago. Sentí como una brisa me invitó a abrir los ojos, y mirando al fondo del lago, incrédulo de mis propios ojos, había una círculo gigante en medio del lago.

Grité de la emoción, por fin lo había logrado, portal dañado o no, debía reconocerme. Aún así, por simple curiosidad, me quedé esperando a que el hielo se derritiera.

Creí que, como si fuera el protagonista de alguna novela, de repente ese se convertiría en el símbolo de mi avance. Un enorme anillo imposible de romper.

Sin embargo el tiempo pasó y al cabo de un minuto y medio, oí el crujir de mi hielo rompiéndose. Al final estaba pidiendo demasiado, pero de algo estaba seguro, en mi interior sentía como sería capaz de cruzar las puertas.

–Al fin... —Suspiré y me tumbé un rato a mirar el cielo estrellado, nunca lo había visto tan bello como esa noche.


Llamé a mi supervisor intentando no sonar tan eufórico, los permisos de una semana para entrar a los portales eran algo muy normal, y a pesar de haber fracasado en todos mis intentos, la actitud que tenía al llamar hizo que accediera a dejarme ir.


Llevé una maleta no muy grande para guardar mis objetos personales, bastante resistente para ir precavido. Había sido un regalo de navidades de mis padres hace ya mucho tiempo, parecía irreal que estuviera ya tan lejos de ellos.

Me mudé a la ciudad con el sueño de algún día entrar al portal, el pueblo donde vivía quedaba justo en medio de dos puertas, y no había mucho apoyo para ir a esos lugares. Sin embargo luego de ya casi tres años en la misma rutina, no lograba hacer ningún avance.

Al llegar de nuevo al centro comercial se me vino a la mente Ryouta, no había salido de ahí a pesar de que ya habían pasado varios meses. Al final era solo un hipócrita al parecer.
Miré hacia el portal decidido y un poco emocionado, y a unos cuantos pasos de entrar comencé a sentir un temblor en el suelo. Las criaturas del otro lado de la puerta no podían pasar hacia aquí, o eso se creía hasta la fecha.

De un momento a otro, como las verdaderas catástrofes empiezan, toda la sala estaba inundada de personas corriendo despavoridas desde adentro del portal. Era una cantidad imposible teniendo en cuenta que tenía que pasar una semana antes de salir, y aún así en menos de lo que me costó parpadear estaba rodeado de una multitud desenfrenada. Me apure a colocar una pared de hielo alrededor mío, y aunque durara poco más de un minuto, parecía que el tiempo transcurría muy lento.

-Agh...! —Una chica gritó chocando contra el agua congelada, se tumbó en el piso frotándose la cabeza.

Un monstruo parecido a un rinoceronte acorazado de casi tres metros de altura atravesó las puertas que se abrieron para que pasara. Sentí como el ambiente quedó inmóvil unos segundos, ¿o fue mi mente?. Los supervisores estaban haciendo llamadas, y los guardias no estaban preparados para que algo así pasase.

Ningún ser vivo además de los humanos podía cruzar las puertas, incluso los objetos traídos de dentro tenían que pasarse con habilidades específicas. Pero en ese momento nadie supo que estaba pasando, todos se quedaron atónitos viendo como lo que probablemente era un minijefe de los más peligrosos corría hacia la mí, preparado para asesinar a la chica que yacía en el piso.

No sé qué me ocurrió, el yo que conocía habría huido rápidamente hacia un costado para salvar su vida, pero en ese momento algo me impulsó a ponerme enfrente de la bestia. Un animal que suplicaba mi tamaño con una armadura que arrasaba con todas las medidas de seguridad colocadas alrededor del portal. De un color plateado brillando con un tono azulado que no sabía de donde venía.

Derretí el muro y salté por encima de la persona bajo mis pies. No había manera de frenar a ese mini jefe fácilmente, incluso un aventurero experimentado habría tenido problemas para si quiera sobrevivir a un ataque directo. Pero logré fijarme al instante que atravesó el portal, esa cosa estaba hecha de algún tipo de líquido, y su armadura lo cubría de cualquier ataque. Pero en un instante de valentía supe que mi Jikai no era cualquier ataque, era todo o nada, quería por una vez ser el héroe de alguien, al menos de esa chica que saldría herida por mi culpa.

Concentré mi fuerza en mis manos, esa sensación que había sentido en el lago me invadió de nuevo. Aunque lograra congelar a mi enemigo, el impulso que llevaba solo haría el impacto más fuerte, mi única opción era frenarlo en seco, desaparecerlo.

Visualicé miles de pequeñas partículas vibrando a gran velocidad, chocaban y se separaban, y se volvían a juntar. Dando un grito por sobrevivir, sentí como la composición del agua cambiaba, vibrando a tal velocidad que la forzaba a evaporarse.

—Gracias! — En un momento donde pensé que ya estaría muerto, la mujer que hace unos momentos estaba en shock se abalanzó sobre mí a punto de llorar del miedo. Aunque no lo admitiera, yo estaba igual.

Una multitud aplaudió detrás mío, miré incrédulo donde hace solo unos instantes había un minijefe a punto de atropellarme, y donde ahora solo había una armadura envuelta en vapor. Acepté varios agradecimientos mientras me acercaba a llevarme la armadura, y al tocarla un inventario apareció de la nada almacenando los objetos, junto con unas lágrimas de felicidad en mis ojos.

No tenía idea que había pasado, pero no me importaba, había derrotado a un minijefe por mi cuenta y había aparecido ante mí parte del sistema de la torre dentro del portal.
Tomé un descanso y mientras tanto el supervisor se acercó para entregarme un pase en solitario, ya bastante viejo, con mi nombre en él. Por primera vez en tantos años mostraba una actitud para nada indiferente.

—Desde que empezaste a intentar pasar todos los días por el portal lo había hecho, con la esperanza de que algún día lo lograras. Te lo mereces —Me dijo sin dejarme salir del choque de felicidad que había volteado mi vida en tan solo unos minutos. — Espero algún día verte salir luego de haber llegado al último piso de la torre.

Sin tiempo a que el portal recuperara el fallo que había dejado pasar a la bestia de agua, me acerqué a este pasando una mano apretando mi puño con todas mis fuerzas. Se sintió como estar nadando, y cerrando mis ojos atravesé la puerta con el corazón a punto de explotar de emoción. Desde ese día, nada volvería a ser igual.

- —Fin del Primer capítulo— -































6 Décembre 2020 04:24 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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À suivre… Nouveau chapitre Tous les samedis.

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