Un nueve de una primavera que ni siquiera quiero recordar, supe lo que era que te arrebataran lo que más amabas sin poder remediarlo. Me encontraba justo en el centro del huracán que aclamaba tu nombre y no era consciente de la tempestad que se me avecinaba.
El tiempo pareció haberse detenido después de aquella llamada perdida, mi corazón no había cicatrizado y tú, tan radiante como siempre, decidiste apagarte y romper mi corazón en mil y un pedazos.
No supe cómo enfrentar tu última batalla, no entendía el miedo irracional a perderte; pero supe que echarte de menos estaba de más. Mi diario comenzó a llenarse de palabras sin sentido, sus páginas se convertían en mareas de sentimientos confusos y ya no volvería a escucharte en el contestador de voz.
Y aquí me encuentro, en un estado de resiliencia, afrontando que tú ya no estás aquí, que nunca podré volverte a escribir.
Merci pour la lecture!
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