29112020 Suivre l’histoire

Me permití ahogarme entre las sábanas mientras me cuestioné si había llegado al límite de mi esencia. Si al final de cuentas, mi fuego interno se extinguiría tras el rendirme ante la expectativa ajena. Mis ojos pesan, no he dormido bien, pero me puse de pie y decidí danzar hasta llegar a mi computador. Y no sólo eso, sino que también canté con todo el aire que había en mis pulmones. Al inicio se escuchó un tenue sollozo, pero con cada paso mi voz se afinó.

Sentí arder la sangre en mi corazón y aún con el dolor pesando en mis pies, me postré frente al acantilado que la vida misma me ha estado preparando y que por mucho tiempo temí. He permitido tanto a raíz del miedo.

Mi mayor logro es el estar de pie en donde estoy justo ahora. Es el haber pasado por tanto y aun así permanecer firme en mi camino. Es el no haberme rendido ante los prejuicios de otros y el no permitir que me amolden a su gusto por egoísmo.

La satisfacción de ser quien soy, incluso llega cuando alguien me confiesa que represento un ejemplo a seguir, que me admira o disfruta de mi genuinidad.

Las palabras, las dudas, los prejuicios y el deseo de adaptarme a preferencia ajena, no sólo han acabado por romper la poca inocencia que me quedaba, sino que también me han permitido crear la armadura que necesité por tanto tiempo.

Este escrito lo dedico a todas y cada una de esas personas que me han maldecido, que me han juzgado, que han dudado de mí y que, incluso, me han infravalorado. Hoy me han convertido en una creyente [1].

No soy las lágrimas en forma de lluvia que caen para refrescarlos. No soy las nubes que permiten funcionar sus cosechas. Tampoco soy la humedad que permite a su piel sentirse cálida. Yo soy toda la tormenta entera. Y no volveré a permitir que haya más desastres naturales en mí, por causa externa.

El dolor tras la decepción me ha hecho quebrar y aun así estoy más firme que nunca. Hoy sé que nadie, absolutamente nadie, tiene derecho en hacerme dudar sobre mis capacidades, mis habilidades, mi iniciativa y el brillo que yo tiendo a llamar “chispa divina”. Nadie puede derribarme ya. No de nuevo. No después de tanto.

Las riendas sobre mi vida, las tomo yo. El camino que deba tomar, lo decido yo. Y, en este instante, declaro que cada una de mis rupturas será significativa. No habrán sido en vano. Nada será como antes. Y, es verdad, no puedo ser quien fui en el pasado, pero puedo ser mejor.

Tomaré el dolor que siento justo ahora y lo transformaré en el coraje que necesito para deslindarme de sus ideas sobre cómo o quién debo ser. Me desharé del molde que trataron de moldear a su antojo y me convertiré en el material más sólido y duro de modificar, sino es por decisión natural.

A partir de hoy, quien intente pisarme, llevará consigo una espina en su talón. Y con ella, mi desprecio.

Redacto desde las llamas que residen en mi interior. Escribo desde el sufrir que consumió gran parte de mis pensamientos. Me expreso desde la sangre que recorre mis venas, deslizándose cual lava en mi cuerpo.

[1]https://www.youtube.com/watchv=H5x6lZHK_hs&list=RDH5x6lZHK_hs&start_radio=1