Deseaba ser como el hielo que caía del cielo en forma de copos de nieve, esplendorosos y constantes, con ramificaciones únicas e irrepetibles. Anhelaba ser como el hielo que a través del ambiente se apostaba en su cara, en su piel y en sus enigmáticos labios rosados.
Si existía el cielo, Kim Taehyung era el mejor retrato del paraíso.
Si papá Noel existía, no me molestaría pedírselo de regalo.
Y mientras divagaba en mis ocultos deseos de tonto enamorado, el chico caminaba con prisa a través del asfalto, una sonrisa cuadrada se le escapaba a cada rato, debido a lo que la princesa a su lado le decía.
La chica perfecta para estar a su lado.
Sus pasos lo acercaban a mí, o eso quería creer, lo cierto es que para entrar al instituto, debía pasar a mi lado, era el momento que más anhelaba del día.
Mi respiración se agitaba y bajo mi bufanda mis mejillas delataban un vergonzoso sonrojo, que gracias al cielo podía ser atribuido al frío y no al chico de ojos café que me causaba desvelos.
La distancia se acortó y finalmente su cuerpo pasó junto al mío, y por ese instante se detuvieron mis latidos, mientras mi querido amigo pasaba su mano entre mi cabello, haciéndome sentir feliz, y muy pequeño.
Por un segundo, mientras bajó su brazo y continuó su camino, nuestras manos se rozaron y la sensación de nuestras pieles juntas, incendió mi corazón. Sabía bien que había sido un solo error, pero ese simple detalle le había alegrado a vida.
Queridos espíritus de la navidad, denme fuerza para seguir siendo su amigo desinteresado, con el que comparte secretos y el hombro en el que encuentra descanso.
O denme la valentía para decidirme a besarlo.
Merci pour la lecture!
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