Desde el principio de los tiempos fui el elegido para suprimir la existencia de los humanos, encargándome de llevarlos al más allá, al otro lado de la vida. Algunos han ido a la luz, con Dios, y otros al infierno, con Lucifer. Mi papel desde mi existencia ha sido la de juzgar y eliminar la vida de los humanos, llevándolos desde el purgatorio hacia sus destinos.
Ese es el papel de la Muerte.
Mi señor siempre controla todas mis acciones, todo tiene que ir por su curso natural: tanto muertes naturales, provocadas o por accidentes; debido a que es la voluntad de Dios.
La Muerte debe ser tanto justa como injusta, así se dictó la vida que se creó después de la traición de Adán y Eva.
En toda mi longeva existencia he presenciado cómo a niños, mujeres, e incluso a personas mayores les han arrebatado sus vidas por enfermedades o asesinatos, aunque todo esto, me causa indiferencia.
La Muerte no puede tener emociones, no puede empatizar con los humanos, ya que el curso de la creación tiene que ir como lo ordena mi majestad.
En este preciso momento me encuentro en una de las habitaciones de un hospital, observando cómo una familia se lamenta y ahoga sus llantos debido a la peliaguda enfermedad que porta su hija de 6 años quien se encuentra en la camilla casi inerte, todo por causa de su leucemia.
Sus signos vitales son cada vez más bajos, siendo éste el motivo por el cual podía ver su alma, que se separaba de su cuerpo físico poco a poco. Morirá en cuestión de segundos.
La madre, que se encuentra recostada en la camilla de su niña, no para de agarrar su mano con firmeza y determinación:
—Por favor... despierta... —suplica mostrando sus lágrimas que tenía reprimidas al ver que a su hija le cuesta entreabrir los ojos.
Admiro mucho a los humanos, todos ellos son capaces de estar juntos en momentos tan cruciales como este mismo, además de que pueden transmitir emociones, de tener un razonamiento propio. No recuerdo la última vez que tuve algo como eso, si es que alguna la vez la tuve. Sin embargo, esta admiración no me va a impedir llevarme al retoño de aquella familia, hoy es el día de su muerte, ese es su destino, así lo sentenció Dios.
—Vamos, Helena, sé fuerte, tus padres están contigo... —Intenta animarla su padre, acariciando con cariño y tristeza la mejilla de su hija al contemplarla en ese estado.
Ya le falta poco para su última respiración y ninguna súplica vuestra va a poder salvarla. Por este motivo decido generar un humo negruzco gracias a un movimiento circular con mi dedo índice, logrando teletransportar mi guadaña plateada a mi mano derecha.
Era la hora de realizar mi trabajo.
No obstante, en el monitor de signos vitales se visualiza cómo sus pulsaciones empiezan poco a poco a ser normales como esperanzadoras, y para sorpresa de todos, la hija logra abrir los ojos:
—P-Papá… M-Mamá... —susurra entre lágrimas, quitándose su respiradero para abrazar a su madre.
¿Qué está pasando? Esto no estaba en la lista.
Teletransporto a mi mano libre un papiro donde se encuentran escritos los nombres de las personas que arrebataré la vida en este día humano. Tras revisar los miles de nombres, confirmé que el de la pequeña ya no aparecía en la lista.
Me fijo en el cuerpo del retoño, su alma había regresado a su cuerpo.
En mi confusión, sus seres queridos celebran su milagrosa recuperación abrazándose entre ellos continuadamente. Aún no logro comprender el por qué los humanos hacen eso.
¿Por qué está viva? Estoy seguro de que hoy iba a morir...
—Es un milagro de Dios —aclara con orgullo un pariente de la niña mientras pone sus manos en posición para rezar a mi señor, para darles las gracias de esta obra divina.
¿Ha sido un milagro? Bueno, eso explicaría el motivo del porqué la chica ya no aparece en mi registro. No entiendo cómo puede dejarme perplejo este hecho si no es la primera vez que me pasa, ya ha habido varias ocasiones en la que Dios ha salvado a humanos de esta forma…
Me quedo por unos eternos segundos contemplando a la inédita escena milagrosa, meditando sobre qué hacer en este momento hasta que finalmente, logro tomar una decisión:
—Mi deber es llevarme a los humanos al más allá, todo por la voluntad de mi señor, y eso es lo que voy a hacer. Ella estaba destinada a morir hoy, y así será —sentencio de manera severa.
Me dirijo lentamente hacia la joven recuperada, nadie de la sala nota mi presencia debido a que ningún humano puede verme al yo estar en otro plano astral. Alzo mi guadaña y corto el cuello de la hija de aquella familia, con ello, consigo hacer que salga su alma al plano astral.
La niña, ahora iluminada por un gran haz de luz dorada, quiere volver a su cuerpo; curioso que todos se comporten igual.
Tras hacer numerosos intentos fallidos por entrar en su cuerpo, se rinde finalmente. Aquella alma presencia de primera mano cómo sus padres agarran desesperados a la pequeña que había caído sin vida en la camilla. Todos los presentes comienzan a llorar, ya no de alegría, sino por la marcha de uno de sus familiares.
El alma del retoño se encuentra levitando encima de su cadáver, noto cómo se le caen sus lágrimas espectrales mientras contempla lo que alguna vez fue ella. De pronto, se gira y me dedica una mirada llena de tristeza; señala a sus padres, a sus tíos, primos e incluso a varios sobrinos, desea volver con ellos.
Niego aquella petición, y con mi guadaña, creo una fisura vertical en medio de la sala haciendo que se abra un portal donde en el interior de éste, se encuentra el limbo.
La pequeña es ahora la que niega con su cabeza, antes de que pudiera escapar, golpeo el suelo con el cabezal de mi guadaña de manera contundente, provocando que el portal comience a absorber a aquella alma solitaria.
Al encontrarse atrapada dentro del limbo, me meto en el portal para luego sellarlo.
Me fijo en aquella chica que está tiritando del frío y cubriéndose con sus brazos ante aquellas tinieblas aterradoras, camino lentamente hacia su dirección, le ofrezco mi mano, ella, sin muchas opciones, corresponde aquel gesto.
Durante el trayecto, la pequeña no emitió sonido alguno, solo nos acompañaba el silencio. Así era mejor, no soportaba a aquellos humanos que no paraban de discutir o enojarse conmigo, intentando huir de sus destinos.
Finalmente, llegamos al camino que conduce al cielo.
Esta niña tiene mucha suerte, va a estar con mi señor. Noto cómo su mano le tiembla, tiene miedo a pesar del paisaje; que se compone de unas grandes escaleras blanquecinas envueltas por un gran colorido cielo azulado donde varios ángeles surcan aquel cielo lleno de esperanza y pureza.
Suelto su mano y le señalo la zona elevada de las escaleras, ya que allí le esperan varios de sus antepasados y familiares. El alma se transforma en el cuerpo sano de la menor, llevando ahora una vestimenta blanquecina con contornos dorados.
Ella, sin dudarlo, corre hacia las escaleras emocionada, todo para acabar abrazando a sus familiares que hacía años que no veía:
—Abuelo, abuela... os he echado mucho de menos —confiesa entre lágrimas, ellos empiezan a consolarla, asegurándola de que todo irá a mejor.
Esa escena duró pocos segundos debido a que un gran destello me deslumbró, el alma que había traído se había ido al cielo.
Me dispongo a irme creando mi portal de nieblas oscuras que hará teletransportarme a mi siguiente destino, sin embargo, un arcángel proveniente del cielo aterriza a pocos metros de mí. Se incorpora mirándome de forma severa, no entiendo qué hace él aquí:
—Gabriel —nombro al percatarme que se acerca lentamente hacia mi posición.
—Dios quiere verte —me informa con un tono mesurado.
—¿Mi señor quiere que vaya con su presencia? ¿Por qué? —inquiero algo desconcertado.
—Yo solo soy su fiel mensajero, el resto te lo explicará nuestra majestad —Me responde para luego sacar las alas de su espalda.
Empieza a volar en dirección al cielo, le observo planear hasta que lo pierdo de vista entre aquellos ángeles que recorren aquel mar de aire. Tengo que obedecer las órdenes de Dios, por eso hago un nuevo portal para ir a la corte de mi majestad.
El lugar está igual que lo recordaba: un gran palacio blanquecino el cual tiene murallas que no sujetaban ningún techo, siendo lo más característico el fondo que se componía de un amanecer infinito.
Sigo caminando en dirección al trono de mi señor, me percato de que varios ángeles con armadura y armas me vigilan atemorizados por mi presencia. Incluso los sirvientes de mi amo temen a la muerte.
Mi señor se encuentra al lado de su trono, dándome la espalda al estar contemplando aquellas majestuosas vistas. Gira levemente su rostro y se da la vuelta al notar mi llegada, entonces, camina de forma pausada hasta su trono para acomodarse.
Al sentarse, me postro ante su gran figura luminosa, la cual me impide observar su rostro:
—Incorpórate —Me ordena mi señor, y obedezco fielmente—. ¿Sabes por qué te he llamado?
—Por la niña.
—Exacto, ¿por qué has acabado con ella? Desapareció de la lista, ya no tenía que morir, debía vivir, pero tú le has quitado esa oportunidad —Me recrimina, perdiendo su forma prudente mientras me señala.
—Perdóname majestad, no volverá a pasar —Vuelvo a postrarme ante su presencia como símil de mi arrepentimiento.
—Dime, ¿por qué lo hiciste?
—Creí que debía morir, ese es mi trabajo, solo era una muerte más de los millones que acabo al final del día —Me excuso, sin atreverme a mirarle a los ojos.
—No era una muerte más, ¿sabes por qué existe la muerte y las penurias en el mundo? —inquiere, sabiendo que no respondería a su cuestión—. Por las decisiones de los humanos, por el libre albedrío que les otorgué. Tras la traición y equivocación de mis dos creaciones primarias, castigué a la humanidad; todo por la culpa del hombre, ellos desataron las calamidades. A partir de ahí ya no podían volver a vivir en el Edén, en ese paraíso donde no había ningún mal —Empieza a explicar.
—Tras las décadas, varios de mis ángeles ayudaron a los humanos a transmitir mi mensaje en ese mundo injusto, primero fueron los 10 mandamientos los cuales creé para que la humanidad se diera cuenta de que era imposible cumplirlas todas, por eso, con la llegada de mi hijo y con el Nuevo Testamento expliqué lo que deseaba de todo corazón para la humanidad: que me amasen de verdad, que fueran felices; todos los pecados han sido perdonados, solo me tienen que encontrar para descubrir esa felicidad que a cada uno de ellos les falta, lo quieran admitir o no —Hace una pequeña pausa, me mira afligido por la histórica historia que me cuenta.
—Sin embargo, tras la equivocación de sus antepasados decidí no involucrarme tanto con el mundo de los humanos, solo si fuese una cuestión de vital importancia, como un milagro, como el caso de la niña. Todo fue por un error de la humanidad, porque el diablo les engañó, pero lo que has hecho no ha sido un error de los humanos o de demonios, sino uno proveniente de ti, de uno de mis siervos. Estoy muy decepcionado de tu actitud y de tus acciones, nunca pensé que te atreverías a hacer algo así, a pesar de que he visto cómo los humanos caen en la misma piedra una y otra vez parece que yo tampoco aprendo de mis errores, no obstante, tendré que castigarte, para que valores la vida —dictamina firmemente.
—Aceptaré cualquier castigo proveniente de usted —indico, asumiendo mi nuevo destino.
—Me alegra escuchar eso, aunque sé que no lo soportarás, por lo menos al principio. Tu castigo será dejar de tener el papel de la muerte —sentencia mi condena.
—¿Qué? Señor, soy el único capaz de hacer este papel a la perfección, no puedes quitarme este cargo —ruego con cierto temor a perder mi trabajo.
—Te equivocas, tú no eres el primero que toma el manto de la muerte, y ya tengo solucionado ese problema, además, te voy a desterrar en el mundo de los humanos, vivirás con ellos hasta que aprendas el significado de la vida, de vivir. Una vez que lo descubras, volverás aquí y obtendrás de nuevo tu puesto —asevera las condiciones mi castigo—: Sin embargo, vas a tener muchas dificultades, te volveré humano, conservarás algunas de tus habilidades para ayudar a las personas que necesiten ser socorridas, pero ten cuidado ya que si mueres en la Tierra, no podrás volver a tomar el papel de la muerte a no ser que consigas tu cometido —Termina su explicación para luego levantarse de su trono. Expande sus manos mientras éstas se empiezan a iluminar.
—Señor, yo no tengo emociones, no estoy compuesto de carne, no podré sobrevivir en las tierras carnales. Dame una segunda oportunidad, te demostraré que puedo cambiar y seguir tus ordenes —suplico, esforzándome al máximo a pesar de no poder expresar muchas emociones.
—Me lo demostrarás en tu estadía en la Tierra. Buena suerte, espero volver a verte pronto.
Tras despedirse, provoca un cambio notorio en mi esquelético cuerpo, haciendo que todo mi interior se ilumine con un haz de luz cegadora. Una sensación desagradable recorre por todos mis huesos, me fijo que mis antebrazos comienzan a crear de la nada tejido orgánico; primero fueron las venas, luego los músculos y para finalizar, la piel, y así en todo mi cuerpo.
Siento… dolor, no paro de gritar… es como si me estuviesen fundiendo en las aguas de lava del infierno. ¡QUIERO QUE PARE!
Para mi fortuna, esta sensación cesó a los segundos.
Me encuentro ahora en el suelo, reposando mis rodillas en éste y apoyando mis manos en el pavimento, el cual es tan reluciente que soy capaz de contemplar mi nuevo cambio.
Es la primera vez que miro mi rostro estar al completo, sin ser un cráneo. Me toco desconcertado lo que ahora eran mis mejillas, prosigo acariciando mis labios, mi nariz, mis cejas acabando con mi cabello oscuro. Mis ojos son amarillentos y mi piel es bastante blanquecina, cosa que me reconforta un poco ya que así siento que aún soy yo mismo.
Un sentimiento indescriptible recorre todo mi cuerpo, me incorporo y le grito a mi señor:
—¡¿Por qué me has hecho humano?! —replico enfurecido, señalándolo y acusándolo.
De pronto, otro sentimiento me invade, un líquido transparente sale de mis ojos, con mis dedos toco aquella sustancia, lo reconocí al haberlo visto en muchas ocasiones, son lágrimas.
—¿Estoy llorando? ¡¿Por qué estoy llorando?! —Vuelvo a inquirir entre sollozos, cayéndome de rodillas ante un sentimiento de frustración—. Por favor, haz que pare...
—Lo siento, pero no puedo, este es tu castigo. Pasarás el tiempo que te queda siendo humano hasta que consigas descubrir el significado de la vida. Y ahora, te mandaré a la Tierra —postula, dando una palmada.
En ese instante, todo se vuelve blanco.
No percibo nada hasta que otra luz brillante intenta cegarme. Al abrir de nuevo los ojos, me extraño del lugar donde me hayo. Estoy en mitad de un campo compuesto por una gran llanura verdosa y cuidada.
Me doy la vuelta desesperado, y veo la silueta de lo que parece ser una ciudad.
¡¿Qué voy a hacer ahora?! ¡¿En serio me ha dejado aquí solo?! No puedo hacer nada, yo solo hacía mi trabajo, esto no es justo.
¡NO ME LO MEREZCO!
Merci pour la lecture!
Este prólogo funciona muy bien como presentación de la historia, nos presenta al personaje, sus conflictos internos y externos, mientras nos lleva de la oscuridad a la luz a través de una narrativa dinámica y envolvente. Toda una invitación a seguir leyendo!
Una historia interesante, cargada de mensajes, simbolismos y eventos que exponen un mundo interesante y muy bien pensado. La forma de narrar hace que se pueda apreciar en una forma muy agradable. Esperaré con ansias los próximos capítulos.
Un libro recomendado para leer, sobre todo por su concepto tan interesante que maneja y el cómo lo hace, además de que tiene buena narración y escritura. ;)
Es una historia oscura, dónde podemos respondernos una increíble incógnita ¿Qué pasaría si la muerte se vuelve humano? en este libro se convierte en un adolescente, su fin es descubrir el valor de la vida. Uno pensaría que un ser tan milenario sabría mucho del tema, pero no. Excelente narrativa!!
Muy buen capitulo solo espero que nuestro personaje principal pueda sobrevivir con esos dos espectro tan inútiles en la tierra y que nunca se enamore porque ahí si en verdad va a sufrir como un humano.
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