Digame Srta., porque no encuentro sentido si no siento su cuerpo sobre el mio. Sus cuerdas vocales capaces de abrir el mismo cielo y su fuego corporal, digno del círculo más profundo del infierno. Sin usted me paseo por el limbo, me tiene a su merced. Digame si el fin fue realmente el inicio o quiso rescatarme del abismo para dejarme de nuevo al borde del precipicio. Este nuevo principio sigue con las bases de antes de nuestro final. El concepto sindical que forjamos cuando comenzamos a entender que hay más amor que egoismo. Iniciar el viaje a la luna para terminar descubriendo el universo juntos. Dándole las pautas, marcándome los puntos. Devolviendo a los pensamientos la profundidad que se merecen cuando hemos comprendido que esta conexión va más allá de los sentimientos que en su momento vivimos. Seguimos queriendo lo mismo, administrar seísmo a la casa, aumentar la tasa de queja de los vecinos. Si decide entregarse a mí no dude que ahora, la dominación viene por su emoción de sentirse poseída. Pero, basándome en el respeto, sabe que es más que querida. Su preocupación es la mía, su bienestar es estar seguro de habrá nada de mí que le pueda faltar. El espartano de sus miedos, que no donde rebotan y se esfumaron. El guerrero de cada derrotero, para poder volver a levantarse en cada instante, en el que el dolor haga mella en su interior, si yo no puedo sanarla en ese preciso momento. Su hundimiento solo hará que yo la defienda más en la circunstancia que peque de ignorancia, en las que no vea la salida. Señorita, dígame si quiere que sea suyo y que usted sea mía.
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