rafael-villafuerte1583025906 Rafael Villafuerte

Si lo vieras, dirías que se trata de una persona cualquiera con un trabajo cualquiera, pero en verdad, nada de eso está más lejos de la realidad.


Fantaisie Tout public.

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Aquel bibliotecario de veras amaba y leía los libros, cada mañana llegaba muy temprano, incluso antes de que abriera la panadería de la esquina, y entonces se ponía a pasear por los largos pasillos, saboreando, disfrutando el aroma de los libros que yacían en altísimos estantes de madera fina. No tenía amigos, familia, ni siquiera una mascota, pero en cambio tenía libros, miles y miles de ellos por todas partes.

A las siete abría las puertas de par en par dejando penetrar los aún débiles rayos del sol matutinos, respiraba profundamente con alegría y se sentaba en su oficina ubicada a unos metros de la puerta, encendía su computadora al tiempo que sacaba de su maletín un sandwich que podía ser de palta, queso o aceitunas (con pepas, puesto que era un poco tosco para eso de la cocina). Tomaba un pequeño termo que siempre tenía en su escritorio con alguna bebida, fria o caliente, eso le daba igual, pero jamás café porque no soportaba su sabor.

Cinco o diez minutos de haber tomado desayuno, aquel hombre soltero de cuarenta años amante de las tarjetas de Yu-Gi-Ho!, las obras de Salgari, Verne,Victor Hugo, Asimov, Spinoza y Zygmunt Bauman, en ese orden de importancia, comenzaba a revisar su computadora y realizar su trabajo habitual, verificar catálogos para futuras adquisiciones de libros, cuales eran los que debían cambiarse por nuevas ediciones recién llegadas, revisar los textos virtuales, elaborar reseñas de sus libros favoritos, etc. Todo ello lo hacía con gran energía y rapidez, pues le gustaba su trabajo, también aprovechaba los breves instantes de tiempo libre para leer novelas y cuentos.

Pocas personas entraban temprano, usualmente eran estudiantes universitarios con ojeras en los ojos, que venían a devolver un libro y pedir otro.

A medida que avanzaba la mañana y el sol castigaba con fuerza las calles, el número de personas aumentaba, señoras acompañadas de sus menores hijos, adolescentes, más universitarios, docentes que venían a actualizar sus conocimientos. El bibliotecario atendía a todo el mundo con presteza, dándoles las mejores recomendaciones, los mejores títulos según su opinión. Pero había un tipo de lector que al bibliotecario le simpatizaba mucho, se trataba de aquellos lectores solitarios, hombres y mujeres que venían como tratando de ocultarse aunque no tuvieran motivo para ello.

Estos lectores solitarios nunca pedían recomendaciones, buscaban por ellos mismos los libros que les gustaban, y aunque estos pesaran cinco kilos, los tomaban de los estantes con ayuda de una escalera y se los llevaban hasta alguna mesa olvidada para leerlos, eran como esos conejos que encuentran una fruta y la llevan corriendo a su madriguera para comer a gusto.

Al bibliotecario le agradaban ese tipo de lectores porque sabía que amaban los libros como el. A la una de la tarde el número de gente disminuía y era entonces cuando tomaba un descanso y sacaba de su maletín un taper de plástico transparente, arroz con torrejas de espinaca y un poco de ensalada de brócoli con tomates era lo tipico. Colocaba el taper sobre una mesa cercana donde el sol iluminaba con intensidad, dos minutos después tomaba el taper entibiado y comenzaba a comer, al finalizar revisaba el termo en búsqueda de restos de bebida, si no había no le importaba, estaba acostumbrado a no tomar mucha agua.

Al cabo de una hora aproximadamente, empezaban a venir más personas, las horas pasaban lentamente y la gente disminuía, a las cinco venía la persona que atendía el turno nocturno, un tipo llamado Francisco.

El bibliotecario tomaba su maletin y se iba muy contento.

Una vez en el transporte público empezaba a rememorar en su mente las más increibles historias que había leido, para él, era como haber vivido otras vidas, se imaginaba pirata, aventurero o filósofo, se veía a si mismo como Diógenes el perro, como el Quijote pelea contra molinos, como un soldado de la infantería móvil de Heilein que lucha contra insectos gigantes en un planeta salvaje. ¡ha!, ¡que emocionante vida tenía en verdad el bibliotecario!...

FIN.



25 Août 2020 21:33 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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