jose-segura-cortes1592448024 J. F. S. Cortés

Una vieja casona abandonada, con muchos tesoros ocultos y fantasmas asesinos asechando cada rincón de esta; unos bandidos dedicados al hurto de residencias y unos jóvenes que quieren descubrir el misterio de la casa. A esto se le suma un joven contactado por extraterrestres, que ya está cansado de ser un pobre conejillo de indias de sus extraños experimentos. Todo esto lleva a que se enfrenten dos fenómenos paranormales distanciados, pero popularmente conocidos; con consecuencias para los involucrados.


Horreur histoires de fantômes Interdit aux moins de 18 ans. © Todos los Derechos Reservados

#extraterrestres #ficción #ficcion #paranormal
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Otra mañana fría, y es que ese era el clima de la temporada la cual inició dos semanas atrás: muy variable. Como siempre la misma rutina del pobre Alan cuando no tenía escuela; madrugar para salir a trabajar como repartidor de volantes, recorrer las mismas calles, en su bicicleta eléctrica, sin parar una y otra vez. Norte, sur, de arriba hacia abajo y viceversa de la localidad Villastrella; dejando los volantes en un que otro parabrisas de cualquier automóvil estacionado o entregándolos a cualquier peatón que va de paso. La misma rutina de los sábados, domingos y festivos sin contar, obviamente, con los días de reuniones de maestros y cosas por el estilo. Bueno, de algún buen modo hay que ganarse la vida y salir adelante. – Por lo menos no soy el único que trabaja en estos días. – pensaba Alan mientras se dirigía a la tienda que frecuentaba para tomar algo y descansar del trajín laboral del día. Lo mismo, dejaba su bicicleta estacionada al costado izquierdo de la pequeña entrada de la tienda, atravesaba el pequeño corredor de la entrada hasta el mostrador y pedía el refrescante jugo de mora que tanto le recordaba los días de vacaciones, 3 años atrás con su tía Tamara recorriendo el lago del parque Jaime Duque. Que buenos tiempos eran esos con los que soñaba poder atravesar el mar, logrando una venturosa carrera como marino o guardia naval que en algún momento de su vida podría pagar. El tendero le entregó la botella de cristal con el rojizo líquido dentro y un pitillo listo para disfrutar, luego de pagar la botella se sentaba en la única mesa que tenía la sombrilla para el sol, de rayas verdes y blancas, no importaba si no estaba haciendo calor: el ejercicio que hizo era suficiente para sentir calor, sin haber atisbo de sequedad en la calle. Se sentó en la silla que tenía la gran matera rectangular detrás y tomaba su bebida mientras observaba la calle de enfrente y con monotonía seguía el ritmo de la gente que pasaba en aquel momento. – Ojala tía Tamara estuviera aquí, me contaría uno de sus cuentos de Europa y como es la vida en los suburbios franceses – pensaba Alan – ya hace año y medio que no la veo, los correos que me escribe parecen muy animados, por lo que me ha dicho le está yendo muy bien y que a lo mejor esté de regreso en cualquier momento. Eso sería una sorpresa para mamá y para mí, y más ahora que mamá tiene que trabajar turnos dobles en la empresa, eso la estresaría demasiado. ¿Quién la va a atender? Los dos estamos ocupados diría levantando la voz. A mí no me importaría dejar el trabajo o los estudios solo con el afán de escuchar sus historias y ver que nos trajo de regalo, la pienso cada vez que veo el Corvette 2002, azul celeste, de juguete que me regaló en la navidad de hace 7 años. – mientras meditaba aquellos recuerdos felices alguien le gritó: – ¡Zarate! ¿Qué tal el día? – Alan dio un respingo y vio llegando desde la esquina de la calle al “Negro” Clavijo, un colega y amigo, con quien pasó sus años de estudio primarios y que ahora estaba dedicado a su trabajo en un pequeño casino al norte de la ciudad, en oficios varios. Se acercó apresuradamente para encontrarse con su viejo amigo Alan.

– ¡Viejo, que tal la vida! ¿Trabajando como siempre?

– Lo mismo de siempre Clavijo, ya sabe que conseguir cualquier lujo es difícil cuando no se tienen muchos recursos.

– Esa es la vida del pobre trabajar mientras los ricos viajan y se dan lujos – dijo mientras se sentaba en la silla que estaba delante de Alan, y dejaba su pequeño morral a un costado de la silla. –, yo por mi parte ando bien: trabajo no me falta, dinero, aunque poco, es constante; un buen lugar donde dormir, buenas calificaciones… lo único que me falta es una buena mujer.

Alan rió un poco y le respondió: – Casi nada le falta al champion. Por mí lado estoy pendiente de mi mamá y mis estudios… no me va mal pero tengo que esforzarme si quiero una buena beca o algo. Además el trabajo me da algo de dinero, apenas para gastos básicos.

– Ayy Zarate! le falta viejo, le falta.

– Sí, ya sé, pero no me puedo permitir conseguir mucho o terminaría descuidando los estudios. Mi mamá me mataría si bajara mis calificaciones.

– Yo voy para el Rockefeller School, a dejar los documentos que me solicitaron.

– ¿Cómo? Eso quiere decir que el cambio de escuela es inminente, y una buena escuela. Lo felicito por eso viejo me alegra que cambie de estrato.

– Así somos los ricos – dijo con cierto aire de satisfacción –; los pobres trabajan mientras nosotros viajamos muy cómodos.

¡Discúlpeme doctor! Qué vergüenza con usted no ganar mucho. – respondió Alan en un tono sarcástico. Ambos rieron un rato antes de retomar camino a sus destinos, al Negro Clavijo se le veía contento por sus grandes logros; cambiarse a un colegio como el Rockefeller School, la cual era de los más prestigiosos de la ciudad y a la cual solo iban los niños más acaudalados de la ciudad, hijos de importantes empresarios y dignatarios políticos. Clavijo logró obtener un cupo en este colegio no solo por el importante ahorro que ha hecho para estar allí, sino también por la beca de un año que ganó en el torneo departamental de ajedrez, ya que era de los más destacados jugadores de la escuela donde ahora estaba cursando 10 de bachillerato. Siempre lo caracterizaron como “cerebrito” nato, ya que muchas de sus notas eran de gran promedio y gozaba de buena reputación entre los maestros como uno de los mejores estudiantes de la escuela. Alan tomó su bicicleta, llevándola al costado derecho mientras caminaba hacia el norte de la ciudad, junto a su amigo Clavijo. Ese día especialmente Clavijo estaba vestido de blanco, desde la camisa hasta los pantalones y unos buenos mocasines negros que contrastaban con su elegante vestimenta, como los jugadores de golf de las grandes ligas. Los dos tomaron el mismo rumbo caminando por la estrecha calle, primordialmente residencial y algunos locales comerciales.

Estos días las calles se ven con algo de movimiento, usualmente el fin de semana las calles están medio vacías. – Clavijo rió un poco, mientras caminaban.

Viejo Alan es lo usual, todos descansan en días como hoy.

Pasaron al lado de un poste que tenía un cartel de publicidad política pegado y el cual rezaba: “SU ELECCION MAS LIMPIA: SARMIENTO SPRING ALCALDE”, Alan pensó en las elecciones pasadas, las cuales transcurrieron hace apenas un año y en las que estuvo participado activamente en su trabajo como repartidor de volantes, apoyando a Fabio Martelli Grimaldos, en ese entonces contrincante de Sarmiento Spring para la alcaldía, el cual perdió las elecciones por un margen muy pequeño de 200 votos. Eso molestó bastante a Alan ya que Sarmiento Spring ha sido un corrupto de tiempo completo, estando involucrado en cuanto escandalo aparece en la televisión o en las redes sociales.

Ver esos carteles me da dolor de cabeza, ¿Cómo es posible que la gente vote por el más irresponsable corrupto como alcalde de esta ciudad? ¿Es que se les olvidó a todos esos votantes los delitos que ha cometido ese tipo en el pasado? No entiendo en qué pensaban.

– Viejo Alan, mientras la gente viva pegada de su triste vida mediocre e improductiva, ya que la gente trabaja para otros y no para sí mismos, la alabanza a las cadenas seguirá siendo pan de cada día y de cada mesa. Comiendo miércoles, jueves y viernes, de esos impíos corruptos disfrazados de dignatarios.

– ¡Dignatarios! ¡Ja! Mis pantalones.

– Tómelo como quiera viejo Alan, pero la situación no cambia desde la política sino desde la gente. Póngase a pensar, históricamente ningún gobierno ha cambiado; si los gobernados no se ponen de acuerdo para acabar con el gobernante, ahí comienza el cambio. Nuestra vida cotidiana depende de lo que decidan los de arriba, nadie es consciente de eso, un voto mal dado puede hacerle perder hasta la vida al elector y no lo sabe.

– Esa es la triste realidad del país, en pleno 2051 y no coge vergüenza. Prefieren que se los cojan por allá atrás. – Clavijo se echó a reír de tal comentario, dos jóvenes hablando de política por culpa de un panfleto callejero. Mientras hablaban llegaron a la calle del diablo que muchos niños y gente de la zona apodaba de esa manera ya que siempre estuvo sin pavimentar y se decía que ocurrieron en ese lugar cualquier cantidad de crímenes; según cuentan robos y homicidios ya que al lado occidental de esta se encontraba un lote baldío enorme, probablemente de 500 metros o más, tapeado con grandes vallas de madera de color verde oscuro y en algunas zonas marcadas con grafitis y dibujos obscenos. Por encima de estas se encontraban arboles de pino entre otras variedades que tapaban por completo la vista dentro del predio, Alan no sabía mucho de este lugar pero siempre le inquietó saber que habría dentro, a lo mejor un resguardo militar o algo así, ya que en el costado occidental de este sitio se encontraba el Country Club Alpes Dorados, un club donde acudían las personas más acaudaladas e importantes del país. – Este lugar me aterra un poco. – dijo Clavijo mientras caminaban frente a la enorme valla verde.

Men, ¿acaso conoce que hay por adentro?

– No pero me han contado algo de su historia, que pocos saben.

– Algún sitio de reserva del club de al lado. ¿O acaso guardan algo raro ahí?

– Ningún club ni que nada – dijo Clavijo – ese sitio perteneció a un peligroso narcotraficante del país de los años del abuelo: ochenta y algo no sé qué. Se lo escuché al tipo que hace mantenimiento a las maquinas donde trabajo, López, no me gustó nada de lo que dijo.

– Ja! A lo mejor lo que siempre han dicho en historia, que los narcotraficantes fueron los que arruinaron este país y todo eso… y que mataron a mucha gente, políticos…

– Bueno más o menos, resulta que el terreno era de un tal Altamirano algo.

– ¿Amigo de ese que nos contaron en la escuela el tal… um… Pablo Escobar o qué?

– La verdad no sé. Resulta que dentro del terreno hay una casa o mansión, no recuerdo. – dijo con cierta molestia hacia el tema.

– Tenía que ser mansión, porque casa es de pobres.

– La cosa es que Altamirano vivía ahí y cuentan que mató a mucha gente en esa casa… o mansión lo que sea. Hasta la familia murió en ese sitio y creo que también ese tipo; vivía con muchos lujos y cosas por el estilo el gobierno clausuró ese sitio, pero quedó abandonado. Lo peor que escuche era que tenía dos tigres encadenados en un sótano y que los alimentaba con restos de los que mataba.

– ¿Pero cómo saben eso? ¿Alguno de los que vivió ahí confesó o contó algo?

– Unos trabajadores de la época supieron eso, decían que los cortaban vivos y echaban los pedazos a los tigres a otros solo los arrojaban así: sin pena, ni gloria, los mismos tigres los mataban y se los comían.

– Ese tal Altamirano era un enfermo, un loco como todos los narcotraficantes de la historia.

– Incluso cuentan que la casa quedó maldita por eso, que aún guarda muchos tesoros que nadie ha podido robar. El que entra a robar se muere, simple. – Alan se burló diciendo: – Y los cobradores de impuestos tampoco sacaron nada de la casa, ¡viejo men! Esa propiedad es del Estado, eso no se lo cree nadie eso es…

– ¡Es posible!, mi abuela me cuenta que en esa época los funcionarios estatales eran unos corruptos, sin vergüenzas y dejaron abandonado esto, trataron de poner vigilantes pero todos renunciaron. Los últimos que hicieron guardia dicen que aparecieron muertos y con rasguños, eso pasó cuando ya ni los tigres existían en la casa.

– Sigo sin creer en esos cuentos. Es verdad que pasar por aquí nunca me ha gustado pero… fantasmas de muertos mutilados por narcotraficantes y ¿tigres? ¿Por qué no se ha hablado nunca de eso en este sitio o en la historia del país?

– Eso nunca lo cuentan por obvias razones: la ciencia no cree en fantasmas. No son tangibles, comprobables, medibles. No se pueden pesar.

Ya habían cruzado la cuadra completa mientras hablaban, al llegar a la esquina de esta se encontraron con la gran avenida que daba de oriente a occidente. Clavijo tenía que cruzarla y seguir su camino hacia la parte occidente, tres calles abajo.

Bueno mi destino me llama – dijo Clavijo mirando hacia el occidente con un tono melancólico pero con la intención de ser gracioso – ¡Campesino! Cuida mi hacienda hasta que regrese de la guerra.

¿Pero de qué carajos habla, viejo? – Preguntó Alan confundido – ¿Qué es eso?

Lo saqué de una de mis películas favoritas, y claro me refiero a mi hacienda – dijo señalando hacia una de las vallas de madera que estaban detrás de ellos –, a lo mejor algún día se la compre al Estado.

– Ya veremos. Yo seguiré con los volantes hasta el mediodía luego iré a descansar el resto del fin de semana, ya he tenido bastante trabajo todos estos días.

– Hay nos vemos, si algo no sé, nos hablamos por inter-note.

– Ok, suerte con eso.

Clavijo cruzó rápidamente la avenida mientras Alan lo veía desde la esquina. Se quedó pensando en los nuevos logros que su amigo Clavijo conseguiría en ese colegio tan prestigioso. Por un momento solo pensó en el triunfo de su amigo pero recordó el sitio en el que se encontraba y del cual hasta ahora se enteraba que tenía un terrible pasado: ¿Cómo se iba imaginar semejantes vejámenes en un lugar tan apacible como ese? Giró sobre sí mismo, lentamente para ver la esquina, esas vallas oscuras llenas de grafitis con mensajes de odio: “AQUÍ MORIRAS PERRO” decía en una de las vallas, con letras blancas y una caligrafía deplorable. Esas palabras no tenían mucho significado desde que las veía, hacía quién sabe cuándo, al pasar por la avenida, ya ni recordaba ese detalle. Recordó inmediatamente que la gente que permaneció ahí, murió en extrañas circunstancias, así que Alan retomó su rumbo junto con su bicicleta hacia el oriente para alejarse de aquel mal lugar.

Llegó la noche y Alan se encontraba, en su organizada habitación, jugando en su computador algunos de los juegos de último lanzamiento, de los pocos que se daba el lujo de comprar en línea. Ya estuvo revisando su cuenta en Inter-note media hora antes, casi nadie le dejó un mensaje o note, a excepción del Negro Clavijo con quien habló en la mañana mientras descansaba de repartir volantes. La inter-note es una red social virtual desarrollada en el año 2033, la cual remplazó a la viejas redes sociales; compañías que fueron quebrado en años posteriores debido al revolucionario acceso y ventajas de esta red. Cualquiera puede tener su cuenta y no importa qué edad tenga, se pueden ver videos en tiempo real, como las redes tradicionales y se puede desmontar de la red la cuenta del usuario el cual puede llevarla libremente en su computador, teléfono o ipad. Esta última función revolucionó todo, ya que los datos de las personas se veían seriamente afectados por el espionaje corporativo y los estados, principal razón por la que las otrora exitosas redes sociales, del momento, perdieron credibilidad entre sus usuarios haciendo que sus acciones costaran menos de un centavo. Eso sin contar con el escandalo norteamericano de 2018, en el que se descubrió que estas redes vendían datos de sus usuarios violando toda su privacidad, lo que llevó a los creadores de inter-note a poner en marcha el proyecto para impedir búsqueda de datos personales y blindar a cada usuario de cualquier invasión no deseada a su vida.

Los zombies eran los principales enemigos a eliminar en el juego en tercera persona y con excelentes gráficos 3d, el personaje principal de este tenía la habilidad de convertirse en un zombie para pasar desapercibido por el campo de batalla, además de llevar un arsenal enorme de armas para combatir al enemigo. En un descuido, mientras se escondía de uno de los zombies venenosos del juego y revisaba que no hubiera peligro para lanzar el ataque al enemigo, de la nada apareció un zombie que le arrancó un brazo, de inmediato dio la vuelta y disparó con el rifle que estaba usando, de color caoba. Aquel zombie se desintegró de inmediato con la potente ráfaga que le propinó dicha arma, y es que no era para menos, ya que el rifle OT-20 color caoba era una de las principales herramientas de caza en su arsenal, puesto que era edición especial limitada. Muy codiciado entre los coleccionistas de datos, ya que una de las aficiones en gran auge, de unos pocos años para ese momento, es la colección de datos. En años anteriores la gente coleccionaba objetos como vasos, figuras de acción, modelos a escala, entre muchos otros innumerables objetos que hacen parte de nuestra historia y vida cotidiana, pero ahora el auge de los coleccionistas de datos se ha convertido en una tendencia: la moda que no pasa de moda; Alan creyó haber logrado pasar el nivel, lo tenía todo bajo control – Es una pena carcamal – dijo mientras revisaba el perímetro para mantenerse seguro, caminó algunos pasos hasta un barril de desechos químicos, tal vez se lo lanzaría al zombie de tener oportunidad – ¡Cuidado infeliz! Mucho cuidado, el cazador está al asecho. – dijo en voz baja, ya que los juegos desde el 2034 tienen la peculiaridad de tener un micrófono con el cual se puede hablar a los personajes de juego y este reacciona dependiendo de la respuesta del jugador como si fuera parte de la historia, muy distinto a los clásicos juegos que usan micrófono para decir una palabra y que el juego haga una acción determinada – Tal vez pierdas la cabeza, todos la pierden cuando me ven – dicho esto último escucha un ruido detrás del personaje gira pero solo era un pedazo de metal caído, nada más – No me asustas mostrete – retoma su camino y el zombie venenoso le entierra los dientes en el cuello hiriéndolo de gravedad. Trata de salir corriendo pero el veneno es mortal, en la pantalla se muestran las palabras “Game Over” – Casi… casi… yo…– Alan vio el reloj en la parte de arriba de la pantalla, marcaban las 7:33 de la noche, su madre la señora Andrea Padilla de Zarate aún no llegaba del trabajo. Posiblemente estuviera por llegar en cualquier instante, así que reinició su juego en la última partida salvada. Apenas comenzó la partida cuando escucho la cerradura de la entrada de la casa abriendo, esa cerradura se podía escuchar desde cualquier habitación del pequeño apartamento de dos pisos, un tanto modesto pero con un poco de distinción en la decoración del mismo. A la familia Zarate le alcanzaban sus finanzas para mantener bien el pequeño apartamento, no había muchos lujos y se veía ordenado, el comedor tenía ese ambiente de restaurante lujoso, parecía como si en cualquier momento entrara desde la puerta cercana a la escalera, adosada de tabletas con detalles que parecían ser de buena madera, un mesero a tomar la orden del primer visitante. Alan escucho varios pasos que se dirigían hacia el comedor, obviando la identidad de la persona que ya se encontraba en el comedor, a lo que rápidamente apagó el computador y salió apresuradamente de su habitación. Recorrió el angosto pasillo del segundo piso y bajó la escalera de dos en dos escalones para llegar más rápido al encuentro con su madre. Al llegar la vio sentada en el sofá azul rey de la ajustada sala contigua del comedor, revisando su celular.

– Qué tal el día ma?

– Bien afortunadamente, ¿y tú qué? ¿Trabajando duro hoy?

– Sí, ya sabes cómo es. Solo estuve en la mañana, en la tarde regresé.

– ¿Algún trabajo pendiente?

– No, por ahora. Igual si hubiera alguno: ya estaría terminando o estaría trabajando en eso. ¿Qué tal la calle?

– Gente, salen tarde a centros comerciales, de parranda, lo usual del fin de semana. ¿Qué harás mañana?

– Tal vez descanse, el lunes hay un quiz de historia, pero ya estudié para eso.

– Eso espero, no quiero que repruebes ninguna materia este semestre…

– Hace mucho no hago eso.

– No me interrumpas, recuerda que la educación le abre muchas puertas a la gente en su vida. ¡No desperdicies el tiempo peque!

– Sí, lo sé. Como en el caso del Negro.

– ¿Hamilson Clavijo? ¿Qué tal él? Me dijiste el otro día que estaba avanzando en sus estudios, deberías ser más como él.

– Bueno sí, hoy hablé con él, iba elegante, me contó que estaba haciendo papeles para ingresar oficialmente al colegio Rockefeller School. Ese de niños mimados y pupis.

– Me alegra saber lo de Clavijo. Por lo menos concéntrate en alcanzar una beca universitaria; cambiar de escuela a una mejor es bueno, pero conseguir una beca para la universidad es algo grande y aun espero que tú lo consigas. Quiero que seas alguien importante en la vida, que nadie te pisotee.

– No es la época medieval, sobreviviré. Confío en lo que sé, todo saldrá bien.

– No te confíes mucho, el mundo cambia todos los días. Desde mi experiencia sé que las cosas no son iguales toda la vida, ¿recuerdas lo que le pasó a los automóviles de gasolina? Hoy se usan eléctricos y eólicos, además de los nuevos modelos aéreos. Antes los accidentes de carros eran en carretera, bueno tierra, ahora cualquier casa de dos plantas no está exenta de un choque con un aparato volador de esos y los modelos a gasolina ya casi se extinguieron. Bueno, aunque sea en otros países más avanzados, pero las compañías petroleras ganan, ahora, sin desarrollar combustibles. Antes la gente se quejaba de la contaminación, hoy solo vemos sus efectos y…– Alan permanecía en silencio mientras escuchaba a su madre, con aspecto aburrido, ella siempre le contaba de cómo eran las épocas anteriores, cosa que le ayudaba mucho en sus estudios. Desde pequeño le inculcó el aprecio por el conocimiento y como a través de la historia la humanidad se ha desenvuelto y evolucionado; el hecho de ser una excelente ingeniera de sistemas también contribuyó, en gran medida, a que se le facilitara el aprendizaje en temas de electrónica y mecánica. Alan solo tenía ese sueño infantil de pertenecer a la marina, ser parte de las fuerzas navales de Colombia, casi como su padre el señor Antonio Zarate, militar aun en servicio y que casi no veía mucho, a excepción de vacaciones y días especiales. Podría decirse que vivía separado de su madre, su tiempo en el trabajo como instructor en la guardia de lanceros del ejército ocupaba el 80% de su vida cotidiana, motivo por el cual su madre no estaba de acuerdo con que se enlistara en la marina, sino que muy por el contrario tuviera una carrera universitaria como ella.

– ¿Me estas escuchando?

– Sí, solo estoy un poco cansado, estuve jugando mucho.

– Ok, hablaremos luego, pero hablaremos de esto tarde o temprano.

– Como digas ma. – dijo con un tono soñoliento y se retiró pesadamente a su habitación. Las charlas con su madre siempre le han parecido duras, solo habla de que la vida tiene esto malo, lo otro malo, pero nunca hay posibilidad de divertirse de pasar un rato ameno, de hablar cosas positivas que lo incentivaran a algo más grande. Todo ha sido el siempre “tienes que…”, Alan nunca estuvo de acuerdo con ver la vida de un solo color: trabajo y obligaciones, no existe nada fuera de eso. Este mundo guardará siempre cualquier clase de sorpresa para cada uno solo hay dos cosas por hacer: una es esperar y la otra salir a buscarlo, Alan era el que salía a buscar y casi siempre no encontraba algo valioso. Alan llegó a su habitación y se tumbó en su cama, quedando dormido al instante y olvidándose rápido de la pequeña charla que tuvo antes con su madre.

El fin de semana pasó rápido, sin nada novedoso a excepción de conocer el pasado de la “calle del diablo”, y llegó el día del examen en la escuela, día decisivo para Alan, siempre se retaba a sí mismo en la escuela. ¿Lograría tener mejor calificación que antes? ¿Tal vez perdería este examen? Lo último no aplicaba para él, era una de sus materias favoritas, era imposible que algo saliera mal. La escuela donde estudiaba se llamaba Alberto Ferrán, en homenaje al profesor Alberto Ferrán quien fuera su fundador y catedrático de la universidad nacional por 20 años, logrando descubrimientos importantes dentro del campo de astronomía. Además era una de las escuelas públicas que tenía mejor reputación en la ciudad debido a las excelentes calificaciones que sacaban muchos de los estudiantes, es un instituto muy exigente según los exámenes semestrales del país; Al terminar la prueba como siempre sacó una excelente calificación, nada sorprendente es ya que es uno de los primeros puestos en clase; en el receso estudiantil, como ya era costumbre, entabló la interminable conversación con Rolando Pulido, amigo cercano de Alan en la escuela desde el inicio de bachillerato. Sentados en la mesa 5 de la enorme sala de almuerzo de la escuela, la cual casi nadie tomaba por estar un poco oxidada pero aun en condiciones de uso.

¿Qué tal ese fin de semana Zarate? Yo ya terminé los 20 niveles de Ultra death 5, no me canso de jugarlo es la 3 vez que lo paso – Rolando compartía la misma pasión por los videojuegos que Alan, era una de las cosas que los llevaron a tener esa larga amistad, entre otras que siempre discutían en los recesos – tal vez me anime a jugar… no sé…

– ¿Autotarget, el primero de la generación?

– Puede ser aunque no me decido.

– Mi fin de semana fue normal, trabajé como siempre, hablé con el negro Clavijo,… cierto ya se me había olvidado.

– ¿Qué?

– Ese día cuando hablé con Clavijo me contó sobre la calle del diablo, una historia que nunca había oído.

– Sí y también que tiene nueva escuela para niños bien. – dijo con tono irónico, ya que Clavijo en los últimos meses alardeaba de semejante logro y se lo había contado a Rolando por internote, cosa que le molestaba a Rolando, no por envidia si no porque siempre se lo repetía Clavijo o porque en los pasillos de la escuela no se escuchaba de otra cosa más que del cambio de escuela de Clavijo.

Bueno estaba haciendo los trámites para ese cambio pero no, es de la calle del diablo. A lo que me refiero es a ese lote cercado que está al costado de la calle, que tiene muchos árboles y eso.

– Sí sé cuál es, pero ¿qué con eso? yo no he escuchado nada de historias. Es un simple lote baldío o de engorde, a lo mejor tiene dueño o tal vez el dueño ya lo vendió a algún constructor importante o… ¿no es eso?

– No, según dijo Clavijo uno de sus compañeros de trabajo le contó sobre el lote, las maldiciones que se ciernen sobre ella. La verdad no sabía que existía una mansión abandonada en ese lugar tan dejado, me dijo que era de un narcotraficante un tal… no recuerdo atavel, ataria…

– German Altamirano Ugalde – dijo Rolando mirando al vacío con un tono de remembranza un tanto desagradable y a la de vez sorpresa, mientras bajaba de su boca hacia la mesa el sándwich de mantequilla de maní y mermelada que comía –: el chacal de la llanura, el demonio sacro… lo conozco; era uno de los narcotraficantes más temibles del país hace mucho. Siempre me han contado de él, hacía cosas inhumanas como matar familiares próximos.

– Algo así… bueno, eso dijo Clavijo, yo la verdad no sabía de eso. ¿Pero que más sabe men?

– Ese maldito desapareció a una tía abuela, la hermana de mi abuela. – Contestó un poco apesadumbrado – Cuando era pequeño siempre me contaban esa historia para asustarme, es por eso que me aprendí el nombre de ese engendro. Sin embargo ella desapareció, tal vez ese tuvo la culpa.

Lo siento viejo, y ahora más sabiendo que hay una casa o algo dentro de ese lote que le pertenecía a ese…bastardo, monstruo o lo que sea.

Rolando se quedó un momento mirando su sándwich, pensando en aquellas historias que le contaban sus padres para que no hablara con extraños o recibiera cosas de estos, porque podría pasarle lo de la tía abuela que casi muere a manos del chacal de la llanura y que desapareció en algún momento, de forma inexplicable. Sus primos le habían contado más cosas sobre este ¨narcodemente¨ como que él iba a ir un día a su casa a llevárselo como regalo de sus padres por haber reprobado, 5 de primaria. En esos días cuando apenas contaba con 8 años de edad, no pudo conciliar el sueño por varias noches y tenía miedo hasta del perro de la casa con el que jugaba casi siempre. Escuchaba decir de sus padres que ese tipo pagaría hasta los perros con tal de matar al que se le escapaba o le debía, todo el mundo baila por dinero y eso, por supuesto, incluye a los perros. Siempre odió ese nombre, ese demonio que lo quería volver cena de animales salvajes, no antes de haberlo torturado disparándole para que se desangrara poco a poco y las fieras le saltaran al tiempo, pensaba en toda clase de animales perversos como serpientes, panteras, un oso, un león de tres cabezas, arañas enormes entre muchos otros que siempre se imaginaba entre sombras. Todo esto mientras Altamirano, al que imaginaba como una sombra de un hombre endemoniado, con ojos rojos y risa potente pero diabólica, veía con placer y gusto. Que malos recuerdos que tenía de aquella época, Rolando siempre ha considerado aquella etapa de su vida la peor de todas, ni siquiera era comparable con su actual etapa de vida. Finalmente un buen día de escuela se enteró que el monstruo, al cual le temía, murió hace muchos años, cosa que le generó algunos problemas en la escuela primaria, algunos niños con los que estudiaba se enteraron de eso y se burlaban de él. El único en la clase que le teme a un tipo que murió hace muchos años y ni siquiera es un fantasma le decían de forma despectiva algunos, era algo que molestaba a Rolando profundamente ya que le recordaba los días en que temía de todo y que con el tiempo sentía un poco de vergüenza. Después de ese breve instante recordando tan malos momentos en su vida, Rolando parpadeó como si acabara de despertar de un horrible sueño.

Si quiere mejor cambiemos de tema – dijo Alan, un tanto apenado por lo incomodo que le resulto el tema a su amigo, no quería molestar a Rolando o, en el peor de los casos, disgustarlo de alguna manera –, no pasa nada viejo yo solo estaba contándole lo que hice el fin de semana, no…

Esta bien, todo bien. Solo que me recordó esas cosas malas que siempre me persiguieron en primaria. No sabía que la bestia tuvo una casa por estos lares.

– Sí, pero la verdad no sabía lo que le había pasado a su tía abuela, es una sorpresa escuchar eso. No sé si sea bueno preguntar pero ¿acaso la tía abuela tuvo algo que ver con el narcotráfico?

– No para nada, solo que… – Rolando hizo una pausa con la mirada perdida hacia el patio de juegos que quedaba al lado derecho de la sala de almuerzo, dio un respingo y se dirigió a Alan nuevamente – mejor le contaré la historia del monstruo y mi tía abuela, fue hace muchos años como en los 90 o tal vez los 80, la verdad no soy muy bueno con las fechas. En aquel entonces hubo muchos narcotraficantes y sicarios que merodeaban por todo el territorio nacional. Nos lo han dicho muchas veces en historia.

– Entonces posiblemente eran los 80, la época en que hubo más número de víctimas de los narcotraficantes. Tal vez principios de los 90.

Rolando hizo otra pausa, como si hiciera un esfuerzo por tratar de recordar la historia que tanto lo persiguió en su niñez, se veía muy pensativo como si hubiera hecho algo bastante malo y quisiera confesarlo a la autoridad.

Eran los 90, la tía abuela vivía en un sector un poco modesto. Una mañana salió al trabajo como de costumbre, ella también estudiaba. Es decir pagaba sus estudios con lo que trabajaba; ella salió del trabajo a sus clases y…

– Veo que le está afectando recordar eso, debió ser muy horrible – interrumpió Alan, con tono comprensivo entendiendo el sentimiento de angustia de otrora que lo embargaba de alguna manera en ese momento –, es mejor que cambiemos de tema, dejemos así. Tal parece que ese tal Altamirano era una bestia de lo peor: un asqueroso anormal.

– Lo siento me trajo muy malos recuerdos de hace años, pero sí le puedo decir que era lo peor que vio nacer esta tierra, no, el universo entero y todo a su alrededor. Pero le puedo resumir que después del secuestro de la tía abuela las cosas no fueron muy bien hasta que la política de turno se encargó de detener esa amenaza.

Alan quiso preguntar sobre el secuestro de la tía abuela, pero guardó silencio sin decir nada. Los dos siguieron comiendo un tanto pensativos; parecía como si hubieran peleado por algo importante pero solamente era respeto por la horrible tragedia de la tía abuela que Rolando no supo contar. Sin embargo Alan sabía que más que la tía abuela de Rolando era el mismo Rolando, recordando viejas peleas y burlas contra él por culpa de una mala experiencia en la familia. Han sido amigos hace mucho pero hasta ahora se entera de ese triste pasado en la vida de Rolando. Como da vueltas la vida, pensó Alan, tantas que se termina vomitando sobre el que menos espera uno y su vomito no se quita con agua y jabón; esa cosa deja cicatriz para el resto de la vida. Dicha cicatriz nos forma de experiencia y carácter con el paso de los años, pero en este caso es vómito, es más que una simple lección de la vida, ya que este a muchos los contrae a seguir su vida con normalidad. Cada momento que se vive lleva a la mente ese triste suceso, Alan sabía eso ya que lo recordaba por su excelente trabajo en el ensayo sobre las víctimas del conflicto en el siglo pasado y su repercusión en el presente que era para la clase de historia y ciencias sociales. Estuvo leyendo diversos textos que relataban como las victimas perdieron todo a manos de la guerra interna y como se agravaron esos problemas por culpa de la corrupción y que en algunos casos no pudieron seguir adelante por más que quisieron, otros en cambio lograron prosperidad y progreso en sus vidas aunque el pasado los seguía en sus recuerdos. Alan también tuvo la idea de preguntarle a Rolando si habían entablado acciones legales contra este monstruo, que parecía que no tenía freno en su proceder, pero se contuvo de todo esto por lo mal que se sentía al tocar el tema sin conocer lo que había detrás. Intempestivamente se acercó Aileen Robles a su mesa sorprendiendo a los dos distraídos jóvenes.

– ¿QUÉ ONDA LOCOS? – se dirigió con tono alto, en parte para asustarlos y burlarse de su reacción. Los dos dieron un respingo saltando de sus asientos al tiempo que voltearon hacia Aileen con los ojos bien abiertos. Afortunadamente no se regó nada de la mesa ni se atragantó ninguno con lo que comía, de igual manera ya estaban terminando de comer para seguir charlando un rato, mientras la alarma para entrar a clases sonaba.

¿Pero qué…? deja de asustarnos Aileen – respondió Rolando enseguida de tremendo susto mientras Alan revisaba que todo estuviera bien en la mesa y debajo por si cayó algo – ¿Cuál es tu problema? Todos los días es lo mismo, vienes y nos sorprendes con cualquier pendejada. – Aileen reía brevemente con aire de satisfacción por su travesura.

– Ya no llores niñita, es mi entrada y su cara era… – Aileen reía con más gracia al ver la reacción de enojo de Rolando y de confusión en Alan.

Bueno, ¿qué quieres esta vez? – Dijo Alan con voz resignada – No tenemos más trucos de Vampire life, es todo lo que conseguimos la última vez. Terminó de reír Aileen y le respondió: – Ya tengo lo que necesito del juego, ¿qué? ¿Acaso no puedo compartir un rato con unos conocidos? – Alan no estaba seguro de ventilar el tema que habían comenzado con Rolando dado lo ocurrido, sin embargo Rolando le respondió: – Hablábamos de la casa… o mansión lo que sea que se encuentra en el lote cercado en la calle del diablo.

¿Casa? ¿Está embrujada? Me encantan los lugares que tienen historias de terror ¿qué averiguaron? Díganmelo todo. – Alan miraba la mesa con un poco de impaciencia como queriendo rehuir el tema.

ehh… yo… Rolando no sé si…– Rolando lo interrumpió bruscamente: – Cuéntale Alan lo que sabes, no hay problema, no es nada peligroso ya pasó. – Alan volvió la mirada a la mesa asintiendo con la cabeza, como aceptando la decisión de Rolando. Miró a los ojos a Aileen y le dijo:

Bien te lo diré… en esa casa vive Viscayon el mozo del vamPiro y tiene energía blanca de verdad.

– ¡Ya! Díganme lo que saben no hagan esas cosas. – le espetó Aileen. Alan al igual que Rolando sonrieron un poco, y luego retomó su respuesta.

– Ok, te diré, lo que pasa es que en la calle del diablo hay una mansión abandonada que perteneció a un monstruoso narcotraficante llamado Altamirano. Se dice que mataron a mucha gente de maneras monstruosas en los 90s y que nadie puede cuidar el lugar ya que los matan misteriosamente. – Aileen guardó silencio un breve instante y respondió efusivamente:

¡Tengo que avisar a mis amigos de esto! Una nueva casa para visitar y hacer fiestas nocturnas, contar historias de terror y y… conocer más gente dark y… – Aileen quedó encantada con todos los planes que tenía para el nuevo lugar que aun ni conocía, Alan trataba de interrumpirla para que no se hiciera demasiadas ilusiones, ya que es una fanática del ocultismo y el terror puesto que pertenece a la denominada cultura “dark” por la que se ha aficionado durante años.

– ¡Aileen por favor! ¿No escuchaste nada? Han muerto personas, el lugar es altamente peligroso desde hace años. Nadie se ha acercado al sitio por años y tú intentas hacer fiestas y cosas raras en ese sitio de mala muerte. ¡Entiende! Tal vez la tribu a la que perteneces le gusten esas cosas, tus otros amigos, pero realmente me advirtieron que es peligroso. O bueno, eso parece. – Alan miró a Rolando como llamando su atención de que le dijera algo que desanimara a Aileen de asistir a este lugar. Rolando volteó a mirar por encima de su hombro para saber si los jóvenes de las demás mesas se habían percatado de la discusión, pero parecía que nadie los estaba escuchando y estaban concentrados en sus charlas. Volteo la mirada hacia Alan y Aileen y dijo:

– Yo… Aileen lo mejor que puedes hacer es no ir a un lugar como ese, Alan lo dijo todo no sabemos que haya en ese sitio. Además es una propiedad pública, del Estado. – Aileen lo miró con una mueca triste mientras escuchaba y le respondía:

– ¿Cómo no? Es estupendo un sitio así yo voy a aprovechar que conozco el sitio, llevaré a mis “otros amigos” a hacer exploración de campo. Además ustedes no son mis padres que me prohíben hacer cosas ¿Qué se creen par de maricas? – Alan se levantó de la mesa diciendo:

– Bueno tengo que adelantar el trabajo de tecnología y ciencia, mejor nos vemos luego. – Rolando empezó a levantarse de la mesa dirigiéndose lentamente a Aileen:

– Cuídate oscura, te extrañaremos mucho por estos lares, claro si te decides a ir. Y como parece que ya te vez decidida… – Aileen se quedó en silencio y le gritó mientras se alejaban:

Ustedes ya no son los únicos que saben, ahora muchos más tenemos el control de la información. – se retiró de la mesa decidida a lograr su cometido: contactar con sus amigos de la misma tribu y apropiarse del lugar, convertir esa casa en una guarida. Ella sabía que podían lograrlo con ayuda de sus contactos más eficientes, no por nada su pequeña pandilla de darks eran respetados en el sector por tener uno de los bares más rentables que era propiedad de la fraternidad a la que pertenecia. Además odiaba que le dijeran “oscura” solo por sus tendencias góticas, ya que una de las cosas que principalmente la hacían popular entre sus compañeros de tribu era su piel clara y sus ojos grises, por lo cual también tenía a muchos pretendientes detrás de ella.

Durante el resto del día escolar Alan se dedicó a sus deberes pero con el tema de discusión sin terminar del receso. Solo pensaba por ratos en Rolando y lo mal que se sintió al nombrarle al tal Altamirano, tal vez era mejor dejar las cosas así y no ahondar en el tema más. Alan por momentos se fijaba en el comportamiento de su amigo, solo para saber si aún pensaba en su desgracia, pero lo vio tranquilo, normal por decirlo así, como si ya hubiera borrado el pequeño incidente. Por otro lado estaba lo de Aileen y su idea de meterse en un problema enorme, a lo mejor la terminen acusando de allanamiento junto con el resto de su pandillita, aunque tengan buena reputación en el sector. Puede que paguen un buen abogado o algo así para salir del apuro, pensó Alan, sin embargo Aileen ha sido una buena compañera y de cierto modo una buena amiga, aunque no sea de la misma cultura “dark” que ella, ya que han compartido buenos momentos durante el bachillerato y algunas canciones que siempre ponía a la hora de pasar el rato con un buen videojuego de terror.

En la salida, Alan buscó a Rolando solo para invitarlo a jugar en la tarde death of road, el video juego en línea de automóviles donde pueden infringir toda clase normas de tránsito a diestra y siniestra y con el cual se han divertido bastantes horas y con muchos más amigos “virtuales”, entre ellos también Clavijo, una que otra vez.

– ¡Viejo! ¿Tiene tiempo para death of road en la tarde?

– No sé, posiblemente. Tengo otros oficios en la casa pendientes, mamá me hostiga mucho cuando dejo tareas sin terminar.

– Sí, a veces me pasa lo mismo, pero hoy no tengo mucho que hacer.

– Está bien, a lo mejor a las 6 o 6:30, tal vez ya haya terminado.

– No se diga más a las 6:30 en la pista callejera. ¿Seguro que no pasa nada?

– ¿De qué?

Lo del receso, yo no sabía que conocía algo sobre el dueño del lote baldío ¿o debería decir ex dueño?

– No hay problema ya pasó. Lo superaré en la tarde cuando le quite algo de dinero en la carrera, la última vez me dejaron limpio ustedes, eran demasiados para ganarles entre Clavijo y yo. – mientras se acercaban a la salida de la escuela, ese gran portón de color azul caoba, Alan vio casi a la salida a Bayron Ultrilla y su pandilla de ladrones, los tipos que casi siempre molestaban a Alan y algunos de los estudiantes de la escuela, obviamente pertenecían a la misma. Eran los típicos estudiantes vagos, sacaban calificaciones mediocres y algunos reprobaban el año escolar, cosa que parecía nunca preocuparles ya que siempre tenían objetos lujosos y mucho dinero que sus padres no le proveían, ya que se sabía que eran de baja posición social o como les dirían algunos: pobres. De modo tal que siempre se sospechó que andaban en malos pasos, sus padres estaban trabajando demasiado como para ponerles atención y casi nunca recibían castigo. Eran como niños mimados que creían tener la autoridad de pasar por encima de cualquiera, puesto que también se les vinculaba con los jabones, una peligrosa banda de ladrones y sicarios de la localidad que en reiteradas oportunidades han escapado de la autoridad o que han pagado cuantiosos sobornos a la policía para que mire a otra parte. Los jabones también reclutaban jóvenes para convertirlos en ladrones profesionales o sicarios, dependiendo de sus cualidades. Por este motivo se sentían derecho a atreverse a todo y a enfrentarse a quien fuera por cualquier motivo, usualmente se metían con los que consideraban más débiles o cobardes. Alan y sus amigos estaban entre estos y aunque en el pasado han tenido algunas rencillas no ha pasado a mayores, pero siempre se metían con ellos por molestar. El año anterior habían fracturado a Víctor Lasalle, uno de los nerds de grado 11, ya que decidió enfrentarlos en el patio de juegos de la escuela, por esta pelea no hubo muchas sanciones contra los culpables, de ahí también se empezó a rumorar que extorsionaban al director de la escuela que siempre negó dicho rumor aduciendo que 2 meses de suspensión eran suficientes como castigo por la pelea. Además la fractura no fue grave y sanó muy pronto. Víctor estuvo mejor los meses siguientes, pero cuando se recupero fue víctima de una terrible golpiza en la calle del diablo después de su graduación: los atacantes iban encapuchados y le habían robado algunas pertenencias de valor, por lo que no pudo reconocerlos realmente, pero muchos sabían que fueron los jabones en venganza por la mínima suspensión de 2 meses. Los muy malditos ni siquiera admitían un regaño de nadie y esa sanción les dejó varios problemas con sus padres que tenían que lidiar con los muchachos. Alan se refería a ellos, entre sus amigos, como los cabronazos. Además de Ultrilla, su pequeño y selecto grupo de “matones” se componía de: Beto Clacayo, “Klack”, otro vago especial que estaba muy interesado en aprender negocios con único propósito lograr ganancia a costa de lo que sea, siempre ha creído que los millonarios son negociantes porque saben cómo estafar a sus incautas víctimas, un pensamiento errado pero que tenía asidero en su pobre vida, ya que su tío, Alberto Clacayo, que estafó en numerosas oportunidades a su madre y siempre se le veía con mucho dinero que despilfarraba a manos llenas en lujos y excesos innecesarios. Teo Taboada, “Boa”, muy famoso por ser el hacker del grupo, siempre entraba a los juegos virtuales con todas las ventajas para ganar, ya que siempre desbloqueaba los códigos del juego y obtener ventaja sobre los demás jugadores y sin pagar un centavo. Roger Castorena, “el Chaneke”, muy amigo de Ultrilla, siempre viaja con otros contactos callejeros con el fin de aprender nuevas tácticas de robo sin despertar sospechas, es el que asiste medio tiempo de clase ya que tiene una licencia especial, también anda con el grupo por protección. Yerson Tesillo, “Tostako”, el que siempre vende drogas en los parques y bares de mala muerte, también les proporciona la droga a sus amigos pandilleros, según dicen, del mismo grupo delincuencial los jabones. Dayro Toquero, “Nepetrepe”, obsesionado con la pornografía y el sexo, ya perdió la virginidad en varios moteles con prostitutas y muchachas fáciles, milagrosamente aun no tenía hijos y si llegaba a ocurrirle un embarazo no deseado obligaría a su pareja a abortar, además esperaba ser el dueño de un prostíbulo en el futuro solo para disfrutar de sus queridos gusticos carnales. Esta era la nómina de hampones que componía el grupo de Ultrilla, Klack, Boa, el Chaneke, Tostako y Nepetrepe, como también los conocían, aunque había otros más pero no eran conocidos en la escuela, ya que los otros callejeaban o se dedicaban a trabajar en oficios bajos que aprovechaban para hacer asaltos y robos simples. Mientras caminaban hacia la puerta, Alan le dio un pequeño codazo a Rolando para que se fijara en el grupo al costado izquierdo del portón de la escuela.

– Tranquilo viejo, yo se manejar a esos tipos, por algo nunca me han tocado, incluso tengo un asunto pendiente con Ultrilla. ¡Vamos! – Rolando nunca les tuvo miedo a los ladrones escueleros, sabía lo que querían y siempre hacia tratos con ellos como si fueran confiables, aunque con Alan era distinto. Al acercarse los dos, Ultrilla se dirigió a Rolando.

– Keoba Rol, me trajo lo acordado, o vamos a tener problemas pendejo.

– ¡Tranquilo! lo tengo, solo que la mitad, dame más tiempo viejo. Yo le cumplo.

– Eso espero cabron o de lo contrario vas a pasarla mal, ahora lárgate con tu mujercita – esto último molestó a Alan ya que se refería a él.

– Y ustedes váyanse hacer su gang bag diario, ¡pendejos! – respondió Alan

¿Quieres problemas mujer? Eh… ¿es eso idiota? Lárguense par de maricas y cómanse a su negro “bien”.

¡Deje a Clavijo, rata! Él ya no es de esta escuela pendejo.

– ¡Piérdanse maricas! ya te encontraré mujer y me la vas a pagar. Ya hablaremos Rol… ¡cuando no andes con perras! – enfrentar a Ultrilla es bastante difícil para Alan, siempre lo trata de mujer, marica, perra, gay, entre otras referencias peyorativas. Tiene que ser humillado por un bravucón indecente y ladrón como ese, se cree el dueño de todo y de todos con apenas 21 años, que todavía cursa 10 de bachillerato. ¡Qué poca vergüenza para un viejo como ese!, pensó Alan. Tanto Rolando como Alan se fueron alejando del lugar tomando la acera adyacente a la avenida que pasa frente a la escuela, mientras Ultrilla y su grupo se burlaban de los dos y hacían señas obscenas contra ellos.

No sé por qué no los han matado, si son ladrones. – dijo Alan molesto.

Debe ser por eso, porque nadie los ha cogido con las manos en la masa. Por algo dicen que pertenecen a la banda de los jabones, los más peligrosos bandidos del sector. Se dice que le pusieron ese nombre porque se “escurren” como un jabón, de la policía o de quien sea, también dejan limpio a cualquier bobo que encuentran o apartamento. Limpieza delincuencial.

– Sí, eso cuentan. Todos temen a resbalarse con un jabón y más en la ducha, siempre hay un accidente con eso.

– O en la calle con estos hampones. – Los dos rieron de lo gracioso que resultaba el nombre de la banda más temida de la localidad – A lo mejor nos busquen por reírnos de ellos y de su limpio nombre delictivo.

Es una burla para la justicia y la sociedad, pobres imbéciles cuando caigan ante la ley, no pararan de decir “señor es el oficio, limpiábamos con todo”. – Alan reía tensamente.

– Ya caerán en algún momento, nada es para siempre. Hasta aquí nos hablamos, más tarde nos comunicamos. – Rolando extendió su mano y Alan le dio un formal apretón como despedida, en la tarde estarían hablando durante su partida en la red. Alan siguió su camino hacia casa, caminando como de costumbre y observando los locales comerciales que hay durante el trayecto por la avenida, el apartamento donde vive queda a ocho manzanas de la escuela y no le es difícil caminar hacia ella. Es mucho más costoso tomar cualquier taxi o bus desde la escuela para llegar, ya que descansaría en casa y se ahorraría lo del transporte, tal vez para algún antojo más adelante o incluso para gastos del hogar, ya que como trabajaba aportaba una pequeña parte para ayudar a su madre. Después del distrito comercial, cinco manzanas después de la escuela siguen un acomodado sector residencial donde habitan algunos de los más importantes trabajadores de la empresa Rexak ltda., la cual se dedicaba al desarrollo de nuevos programas y aplicaciones digitales, además de incursionar en muy poco tiempo en otros rubros económicos importantes; la casa Rúgeles se encontraba vacía desde ya hace 3 años atrás, su ubicación siempre fue en el sector residencial de los trabajadores de la compañía Rexak ltda, en ella vivía una familia compuesta por dos ancianos, un matrimonio de vieja data, tres adultos, las dos hijas del matrimonio Rúgeles y el marido de la hija mayor, y sus 4 hijos. Siempre se les conoció como distinguidos, ya que el señor Rúgeles era el dueño de un importante negocio de textiles, siempre ganaba bien. Las dos hijas eran las obvias herederas de la empresa, siempre gastando en lujos y novedades, los vecinos de la zona murmuraban “siempre a la moda” por el hecho de tener negocios con textiles pero eso cambió 5 años atrás cuando comenzó la gran caída en la economía, golpeando principalmente los sectores de confecciones, la cual no ocurría desde hace 30 años más o menos. Empero, fue recuperándose poco a poco en los años siguientes, desde 2045, y que acabó con la empresa del señor Rúgeles. Por tal motivo tuvieron que vender muchos de sus bienes, entre ellos la casa Rúgeles, ampliamente conocida en el sector. Siempre fueron buenos vecinos nadie lo ponía en duda, incluso cuando su capital empezó a decaer, y fue sorpresivo el hecho de que los Rúgeles se fueran del sector por las deudas que había dejado la empresa. Duraron muchos años en el sector, vivían allí desde antes de que Alan y sus padres se mudaran a la localidad, pero 3 años atrás dejaron la casa, tiempo que estuvo en venta y arriendo, posteriormente, antes de que la tomaran. El letrero de se arrienda estuvo por mucho tiempo empolvándose y deteriorándose en la ventana del segundo piso de la esquina de la casa hasta aquel día en que Alan, regresando a su casa de la escuela, vio los camiones de la mudanza y los trabajadores metiendo algunos muebles y mesas al interior de la otrora abandonada casa. Tal parece que una familia nueva viviría allí, los nuevos Rúgeles o como se llamaran vivirían allí desde hoy por lo que Alan puede apreciar, o solo están iniciando la mudanza y en días posteriores, cuando trajeran el resto empezarían su nueva vida en un nuevo sector. Alan vio a un joven casi de su edad cargando una caja de cartón que parecía muy pesada por la actitud del joven, usaba un chullo o gorro andino con orejeras de varios colores y bordados diversos, una camiseta negra, jeans y tenis estilo convers. A lo mejor ni siquiera llegue a conocerlo, pensaba Alan mientras seguía su camino sin detenerse con paso desosegado, tal vez entre en uno de esos colegios prestigiosos de la zona o a lo mejor sea un jugador empedernido quien sabe, puede ser que en algún momento Alan se cruce con los nuevos Rúgeles y los conozca aunque sea por saber de los nuevos vecinos de la zona. Esa tarde le contó a su madre lo de la casa Rúgeles, antes de ir a jugar con Rolando durante las siguientes 2 horas.

24 Juillet 2020 02:10 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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