"Loco"
Parte única
Nota: Esta es la primera parte de una Trilogía de OneShots inspirados en obras de Junji Ito. Por si no sabes de quién hablo, Junji Ito es un famoso dibujante de manga de terror japonés, si tienes curiosidad por ver su trabajo, al final del OneShot te dejaré referencias. También aclaro que hay JoonTae como pareja secundaria en la historia, así que, si te incomoda, eres libre de dejar de leer.
OneShot bastante largo, ponte cómodo y léelo por partes si te es más fácil de esa manera, el punto es que lo disfrutes (:
Esto no es una historia de amor, esto es enferma obsesión.
—¿Qué tanto lo miras, fenómeno? —Su cabeza fue golpeada, y las risas estallaron.
JeongGuk apretó los dientes, un tic en su mandíbula. Sin embargo, no apartó la vista al campo de juego, donde las porristas y él hacían sus acrobacias.
Recitó su proverbio favorito en latín en voz baja, pero no lo suficiente para que los bastardos a su lado lo escucharan balbucear.
—Mierda, vámonos de aquí, este tipo está diciendo mierda rara otra vez. —Uno de ellos se alejó como si la presencia de JeongGuk quemara, y él sonrió, su colmillo de plata brillando. Esos inútiles creían que un poema en latín eran puras maldiciones, y eso lo salvaba muchas veces de engendros como esos. Si quisiera realmente maldecirlos, de sus bocas ya estarían saliendo culebras.
Su mirada regresó al juego, y se puso cómodo en su lugar, ya que, a pesar de que el estadio estaba atestado de gente, su sitio siempre se encontraría vacío al menos un metro a su alrededor. Bien por él.
Su lengua se paseó ávida por sus labios al momento de observar como Kim TaeHyung se estiraba y las piernas kilométricas y torneadas relucían al destello del sol.
JeongGuk estaba obsesionado con ese chico.
Y JeongGuk moriría por tenerlo. Incluso, en sus mejores noches, se permitía fantasear con encerrarlo en una costosa caja de cristal y conservarlo en donde siempre pudiera verlo, así, perfecto e inmaculado para su deleite…
Más abajo, en el campo de juego, TaeHyung podía sentir su nuca picar, una sensación incómoda de saber que estaba siendo observado, no, no sólo observado, estaba siendo perforado por la mirada de alguien, y su espina vibró ante la idea de quién podría tratarse.
—Dime por favor que no está mirándome de nuevo. —Le rogó a DaHyun en un susurro, tragando saliva.
La muchacha giró la cabeza disimuladamente hacia las gradas, buscando. Y giró de nuevo.
—Lo está haciendo. —Murmuró con una mueca de preocupación. TaeHyung apretó los labios y se aferró a sus pompones—. Tae, ¿No crees que deberías hacer algo?
—¿Qué se supone que haga? ¿Pedirle que sólo deje de hacerlo? —El silencio de DaHyun le hizo bufar—. Estás loca, no me acercaría a decirle eso por nada del mundo, ese chico es escalofriante.
—Bueno, entonces deberías contárselo a alguien, te acosa todo el tiempo, ni siquiera puede disimular. —El silbato sonó y su pequeño descanso había terminado, Tae tomó a DaHyun de la mano y volvieron a sus posiciones para seguir animando al equipo.
TaeHyung decidió tragar la extraña sensación en su garganta y sonrió lo mejor que pudo, retomando la rutina que tanto él y su equipo habían practicado para ese partido.
En un momento en el que tuvo que dar la vuelta, su mirada viajó hacia arriba en las gradas, mientras era lanzado en el aire, y al caer, sus ojos se encontraron con los de Jeon JeongGuk, un escalofrío le recorrió la espalda. Tenía la sonrisa más torcida y tenebrosa que jamás había visto en alguien, nunca.
Pero ahora JeongGuk estaba satisfecho, había conseguido la atención de su amado por unos segundos, y pudo sentir esa conexión que, él sabía —o creía— tenían. Y río para sí mismo, levantándose y saliendo de ahí, decidiendo que había sido suficiente por hoy.
[...]
El partido había terminado, y TaeHyung ya estaba en los vestidores, terminando apenas de tomar una ducha.
Al ser el único chico en el equipo de porristas, no podía cambiarse junto a las chicas por normas de la Universidad, y tampoco podía cambiarse al mismo tiempo que todo el equipo de americano, por lo que él siempre esperaba a que todos esos hombres terminaran, para que las duchas fueran para él y sólo para él. Como en este momento.
El agua dejó de correr y buscó su toalla, enrollándola a su cintura para ir en busca de su ropa limpia al casillero.
La toalla resbaló de su cuerpo y el aire acondicionado del lugar le causó escalofríos, no se preocupó mucho por levantarla y cubrirse otra vez, al final... Nadie estaba mirándolo.
El sonido de algo crujir le hizo saltar en su lugar, dejando el suéter tejido azul celeste a medio deslizar por sus brazos. Finalmente creyó que no era nada y acomodó su ropa, pensando en que ese suéter era su favorito, puesto que su novio se lo había obsequiado en su cumpleaños y combinaba con el azul de su cabello. Aunque fueran tonos distintos.
Peinó su cabello aún húmedo y aplicó brillo labial en su boca, antes de escuchar otro crujido y detenerse. Tragó saliva.
—¿DaHyun? —Se dio vuelta, pensando que era su mejor amiga al otro lado de la puerta, esperando por él como siempre hacía—. Ya casi estoy listo, sólo tengo que...
Pero cuando abrió la puerta de los vestidores no había nadie afuera, de hecho, el pasillo estaba vacío y callado. Tan extraño.
Cerró la puerta de nuevo y regresó por sus cosas, dispuesto a salir de una vez. Corrió a la salida al escuchar algo caer, y al abrir la puerta, el impacto provocó que cayera de espaldas al suelo, golpeando su trasero.
Levantó la cabeza, aturdido, y palideció cuando se dio cuenta que el cuerpo con el que había chocado era nada más y nada menos que con el de Jeon JeongGuk, el chico de las alimañas.
—Lo siento. —La rasposa voz parecía no emanar emoción alguna, y TaeHyung sólo observaba el rostro pálido, apacible y tétrico. Observándolo fijamente.
Entonces le extendió la mano, y TaeHyung no sabía qué hacer, seguía ahí, tumbado en el suelo, mirando los abismales ojos de JeongGuk mientras temblaba de miedo.
No quería tomar su mano, él no quería tener ningún contacto con ese acosador. Ya suficiente lo había molestado y a TaeHyung le temblaban las piernas como gelatina cada vez que lo pensaba.
—¡Tae! ¿Qué está pasando? —Gracias Dios, pensó TaeHyung, cuando DaHyun y el novio de ésta aparecieron por el pasillo y corrieron hacia él.
Dong lo levantó del suelo, y en ningún momento JeongGuk se había movido de su lugar, seguía con la mano estirada y los ojos puestos en él.
—Sólo lo ayudaba a levantarse. —JeongGuk soltó una risita y sonrió, dejando a todos congelados ahí, entonces sólo se dio media vuelta y caminó lejos, encorvado y con las manos a la espalda.
TaeHyung se quedó pegado a DaHyun, con el corazón palpitándole hasta la garganta.
—¿Te hizo algo? ¿Qué pasó? —Dong preguntó alarmado, palmeando los brazos de TaeHyung, buscándole algún rasguño.
—N-no, sólo choqué con él al salir. —TaeHyung ni siquiera sabía por qué estaba tan asustado, pero simplemente todos sabían que JeongGuk era una persona extraña y no inspiraba confianza. Se decían muchas cosas malas sobre él. Además de que... ¿Qué hacía él tras la puerta?
—Debí venir a buscarte más temprano, siento que hayas tenido que cruzarte con ese tipo. Vamos, te llevamos a casa. —DaHyun le tomó la mano y caminaron fuera del edificio hacia el estacionamiento.
TaeHyung subió al auto de la pareja, aún aturdido. Sacó su celular del bolsillo y le envió un mensaje de texto a su novio.
«Cariño, ¿Podrías venir a mi casa esta noche? No quiero dormir solo»
Y la respuesta fue inmediata.
«No preguntes dos veces, estaré ahí a las ocho. Te amo.»
«Yo también te amo»
Una sonrisita se le escapó de los labios, estaba tan enamorado, él realmente creía que Joon era el hombre perfecto para él y no podía estar más agradecido de tenerlo.
[...]
JeongGuk bajó al sótano esa misma tarde, encerrándose y tirándose de lleno a la cama con una sonrisa en el rostro. Sacó su celular del pantalón y abrió la galería, regodeándose con las perfectas imágenes que había captado hace apenas una hora.
Mordió sus labios una vez más al hacerle zoom a cada fotografía, había valido la pena esperar en silencio y completa inmovilidad dentro de ese apestoso casillero para sacar una joya como esa.
—Eres precioso, perfecto... —Jadeó JeongGuk para sí mismo, la imagen nítida del cuerpo desnudo de Kim TaeHyung mientras tomaba una ducha en los vestidores.
Observó al menos un poco más de una docena de fotos y cortos videos. Y cuando lo creyó apropiado, su mano se adentró a sus pantalones, mientras miraba una foto en particular, esa donde TaeHyung le daba la espalda y volteaba con una mueca de preocupación en su bello rostro, probablemente asustado por el momento en el que hizo ruido. Su espalda acaramelada y ancha, las largas piernas y el culo respingón que tanto adoraba mirar.
Los ojos rodaron detrás de sus cuencas al momento de llegar al orgasmo con un quejido ronco. Y se rio, se rio tanto que le dolió el estómago.
—¿Qué debo hacer para que me ames, mi adorado TaeHyung? No quiero ser cruel contigo, amor mío, pero, ¿Qué me queda? —Gimió, derrotado. Observando su caja de cristal, donde Delilah lo miraba, queriendo trepar fuera de su confinamiento—. No estés celosa, cuando TaeHyung sea mío, tú seguirás siendo mi mejor amiga.
Y como si la tarántula pudiera escucharlo, dejó de golpear el cristal con sus peludas patas.
—Ahora debo prepararme, TaeHyung seguro que estará esperándome.
Se levantó de la cama de un salto, y salió brincando del mugriento y oscuro sótano, que suponía su habitación.
[...]
TaeHyung gimió en el momento en el que NamJoon lo subió a su regazo y le comió la boca.
La televisión estaba encendida, reproduciendo la mitad de la película que, se suponía, estaban mirando, cuando decidieron que sería más divertido hacer otras cosas.
—¿Estás seguro de que tus padres no llegan hasta mañana? —NamJoon murmuró a su oído, para después besarle el cuello con ansias, sacándole suspiros al peliazul.
—Estoy seguro, estarán muy ocupados con las ventas, ahora cállate y quítame la ropa. —NamJoon no dijo nada más, sólo acatando las órdenes de su chico al instante, deslizando el suéter y la camiseta fuera de su cuerpo, para besar la tibia piel de su pecho.
TaeHyung movía sus caderas sobre la erección de su pareja, mientras éste se encargaba de besar sus pezones y enterrar fuertemente sus dedos en su cintura.
TaeHyung estaba pasándola bien, hasta que la brisa helada se coló por la ventana a sus espaldas, enchinándole la piel.
—Bebé... bebé, espera, l-la ventana... —TaeHyung articuló con dificultad, jalando suavemente de los cabellos de NamJoon. Éste apenas y abrió un ojo para darle un vistazo.
—¿Qué pasa con la ventana? —NamJoon se levantó con él encima para dejarlo caer de espaldas contra la cama, acomodándose entre sus piernas.
—Déjame cerrarla, p-por favor. —TaeHyung musitó, pero cerró sus ojos, echó la cabeza hacia atrás y gimió cuando NamJoon bajó sus shorts y tomó su erección en su boca—. Joon...
Ahora su atención estaba completamente en su novio y el placer que recibía, abrió y retorció sus piernas tanto como pudo gracias a la deliciosa sensación, se retorció sobre las sábanas y empujó suavemente su pelvis hacia arriba en la boca de NamJoon, por inercia.
El moreno lo tomó de los muslos para que dejara de moverse y temblar, y los besó, relajándolo cuando presintió el orgasmo de TaeHyung venir, atrasándolo un poco más.
—Estás muy ansioso hoy, cariño. —Dijo con una de esas sonrisas que le derretían y él sonrió también, hasta que el ruido tosco del viento entrando por la ventana les hizo saltar a ambos.
—Joon, la ventana...
—Sí, sí, está bien. —Se separó de él a regañadientes y la cerró finalmente, al igual que las cortinas.
Volvió a la cama con TaeHyung, a terminar lo que habían empezado.
Pero afuera, escondido entre los arbustos, Jeon JeongGuk ardía en cólera, temblando de rabia y musitando maldiciones en voz baja.
Ese malnacido iba a estar muerto, apenas saliera de esa casa.
Y JeongGuk se prometió que así sería.
Regresó pisoteando el asfalto con ira, sus puños apretados y sus dientes chirriando. Al llegar a su habitación, sacó de su baúl un bolígrafo y tinta, y más al fondo, su libreta de cuero olvidada.
—Te extrañé tanto. —Musitó sonriendo, sopló el polvo de la cubierta y tomó asiento, más que listo para lo que seguía—. Prometo que voy a usarte más seguido, pequeña, te lo prometo, te lo prometo…
Su risa aguda y cantarina retumbó por las paredes, JeongGuk rascó su barbilla, buscando entre sus libros alguna buena maldición para una ocasión como esta, pero no había mucho, ya había utilizado de todo, desde los conjuros chinos hasta los menjurjes de magia negra. ¿Qué más le quedaba?
Él quería algo nuevo, y quería algo que hiciera sufrir al mastodonte que tan harto lo tenía. TaeHyung le estaba siendo infiel y a él no le agradaban ese tipo de personas, pero esta vez iba a perdonarlo, perdonaría a su TaeHyung sólo porque lo amaba.
Delilah chilló por lo bajo a sus espaldas, y a JeongGuk no lo dejaba pensar, el arácnido siempre quería su atención y estaba ocupado.
Finalmente la miró y como un destello de realización, tuvo su respuesta.
—Hmm… ¿A ese bastardo le gustarán las arañas, Delilah? Podríamos presentarle a unas amigas tuyas.
Y la risa estruendosa de JeongGuk hizo volar a las aves afuera.
[…]
Kim NamJoon había dejado la casa de su novio muy temprano por la mañana, y aunque realmente no quería irse, los padres del peliazul azul estarían por llegar, así que tuvo que dejar la calidez de las sábanas de la cama y desenredar sus piernas de las de TaeHyung para poder marcharse.
NamJoon no podía sentirse más feliz de estar con alguien como TaeHyung, ese chico era el amor de su vida, y haría cualquier cosa por él.
Con ese hecho en mente, caminó tantas cuadras tuvo para poder llegar a su casa. En el trayecto, pudo notar cómo la temperatura cambiaba drásticamente, y a pesar de aún ser de madrugada, había la suficiente luz, pero el aire era más frío de lo común. Vaho saliendo en descontrol de su boca, pronto sus manos se helaron y agradeció el abrigo que TaeHyung le había prestado para volver, o ahora estaría congelándose.
Escuchó pasos a sus espaldas, pero cada vez que volteaba, la calle seguía vacía, y creyó que lo que escuchaba era simplemente el eco de sus propios pasos sobre el concreto.
Sólo tuvo que aguantar unos minutos más, cuando por fin estaba entrando al pórtico de su hogar. A su sorpresa, el interior estaba igual de helado que afuera, y era absurdo, puesto que la calefacción estaba encendida y apenas era otoño.
—Mierda.
Sin luz, y a pesar de saberlo, aun así subió y bajó el interruptor un par de veces más, para corroborar. Encendió la linterna de su celular y caminó a su habitación, dejando luego el aparato en la mesa de noche, de forma que la luz blanca diera directo al techo e iluminara la habitación. Tomó su mochila y sacó los tantos sobres de color amarillo que llevaban enterrados en el fondo desde hacia meses, acumulándolos como la basura que eran. Tirando todos en la cama; se dispuso a checar cada palabra absurda y repugnante a su consideración, pues, a pesar de ser ridículos poemas, algunos tenían signos extraños, como si estuvieran escritas esas palabras en otro idioma o como si fueran claves, o tal vez; —NamJoon pensó— sólo el idiota de JeongGuk no sabía escribir.
Estaba realmente preocupado, a pesar de la sensación de repulsión y otras cosas hacia el chico, sentía genuina preocupación por su novio. El “amor” que esas cartas decían tener hacia TaeHyung no era normal, ni mucho menos sano, JeongGuk dejaba una carta en su casillero todos los días, muy temprano por la mañana, y desde la primera vez, tanto él, como DaHyun y Dong se encargaron de deshacerse de ellas, luego de que TaeHyung confesara por primera vez que el chico no le daba buena espina, y que, por alguna razón, le seguía a todos lados. Todos sabían que era extraño y un poco — muy— escalofriante, así que la primera en leer una de las cartas fue DaHyun, cuando esperaban por TaeHyung. Todo era normal, e incluso un poco cursi y estúpido, con Jeon JeongGuk narrando en elegantes poemas cosas acerca del físico de su novio, su actitud, su inteligencia y más mierdas que NamJoon consideraba molesto. TaeHyung llegó a leer alguna de ellas, pero sólo sonrió con ternura y la guardó en su casillero, pues según él, no quería ser malvado y tirarla a la basura si ese chico se había esforzado tanto en hacerla y lo admiraba con devoción desde lejos.
La carta fue tirada un mes después, cuando TaeHyung se dio cuenta de que no sólo era que JeongGuk fuera extraño, sino que, en efecto, lo acosaba de distintas formas, y eso ya no estaba para nada bien.
NamJoon guardó su molestia todo ese tiempo, pues, como buen novio, y dado que no era su personalidad y tampoco había sido educado de esa forma; no era celoso, ni posesivo, ni controlador de ninguna manera. Estaba consciente desde que TaeHyung y él habían sido amigos en la secundaria, que el chico era codiciado. No había ojos que no se posaran en él y eso no era algo que pudiera cambiar, porque así era el encanto de TaeHyung, y él también estaba a sus pies, sólo que corrió con un poco más de suerte que los demás. Por lo tanto, ninguna de esas propuestas, detalles y coqueteos “discretos” por parte de otros hombres y mujeres le habían afectado. La confianza que su novio y él se tenían desde hace años era la suficiente para saber que el peliazul nunca le sería infiel, si él ya no lo quería o viceversa, podrían decírselo y simplemente terminar para tomar otros caminos. Simple y sencillo.
Pero... esto iba más allá de un admirador o un simple tipo enamoradísimo de su novio. JeongGuk era un caso aparte, cuando, dentro de los sobres, comenzó a dejar objetos.
Plantas secas, como flores, incluso insectos. Muchas veces, firmaba la carta con la inicial de su nombre y a un lado, su huella dactilar, en tinta roja. Maldita sea, rogaba al cielo porque realmente fuera tinta roja.
Entonces sus amigos y él crearon un acuerdo a espaldas de TaeHyung, con el único propósito de protegerlo. Las cartas eran retiradas, así TaeHyung no podría leerlas. Estaba seguro de que DaHyun y Dong tenían otras tantas, y al menos, no sabía qué es lo que ellos habían hecho con ellas, pero él las guardó, para leerlas y tenerlas de evidencia de un potencial acoso.
Leyó cada una de ellas hasta que la luz del día golpeó su ventana, sus ojos ardían y sentía un extraño mareo, de repente las palabras se miraban borrosas, tal vez estaba más cansado de lo que creía.
—¿Qué coño significa todo esto? —exclamó con una mueca de completa confusión y repulsión. Leyendo en voz alta alguna línea que él pudo identificar con dificultad como latín. Sudando, tomó su teléfono de la mesa de noche, olvidando que había dejado la linterna encendida, cuando el sol ya había iluminado todo hace tiempo.
Buscaría en este momento qué era lo que significaba toda esa mierda retorcida.
Pero su cabeza dolió, al punto de encogerse con un quejido alto, pues hasta por un momento, sus ojos sólo pudieron ver manchas centelleantes por el mareo. Corrió al baño a un par de metros de distancia desde su cama y cayó de rodillas frente al inodoro, vaciando su estómago por las repentinas nauseas.
Sus ojos lloraron, y escuchó su celular sonar, pero otra arcada le atravesó, y cuando ya no tenía nada más que vomitar, la bilis fue lo único que se hizo presente.
Aturdido, jaló de la cadena y se puso de pie con dificultad, sosteniéndose del lavabo y mirando su reflejo en el espejo. De su nariz cayeron un par de gotas de sangre. Tocó el líquido y dejó correr el agua, llenándose la cara de ella para eliminar la sangre y los restos de vómito de su boca. Sus ojos ardían, y sentía una picazón extraña en el cuero cabelludo.
Estaba seguro de que algo en él no estaba bien, y comenzaba a desesperarse, apenas y podía enfocar su reflejo y su cabeza picaba cada vez más. Se rascó con fuerza, despeinando su lacio cabello, sintiendo arder la piel de su cuero cabelludo por el filo de sus uñas.
Algo cayó directo al lavabo, y soltó un grito al ver a una maldita araña retorcerse en el agua acumulada ahí. Entre su sangre.
Se pegó a la pared, asqueado. No había cosa que NamJoon odiara más que las arañas. Les tenía una fobia inmensa, y ahora estaba sacudiéndose con repudio.
Las náuseas volvieron a atacarlo, de su nariz seguía fluyendo la hemorragia. Tomó tanto papel higiénico como pudo para evitar que siguiera manchando su ropa y el suelo, y unos agudos piquetes en su cabeza le obligaron a mirar por el espejo.
La ansiedad estaba destrozando sus nervios, revisando entre los mechones de su cabello por algo que le estuviera causando tanto lío. Había sangre en algunas partes, gracias a él mismo. Y ahí, en la raíz, un punto negro que no pudo sacarse con facilidad, doliéndole cada que lo jalaba.
—¿Qué es esto? ¡joder! —Jadeó con dolor cuando quitó a la fuerza la pequeña bolita incrustada en su cabeza, y al sacarla por fin, enfocó sus ojos nublados en la masa extraña. Quizá sólo era basura o algo que le había caído de algún árbol.
Hasta que se movió.
NamJoon volvió a gritar cuando las patas empezaron a retorcerse, soltando a la maldita araña. Los escalofríos recorriendo su espina al pensar que eso estuvo entre su cabello quién sabe cuánto tiempo. Pisó al arácnido con recelo, volviendo al espejo a revisarse.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón se aceleró hasta el punto de escucharlo latir en su garganta y sus oídos. Había otra, y otra más. Quejándose con desesperación y miedo, intentando sacar el hervidero de arañas que emanaban de algún lado en su cabeza. Sacudió su cabello, jaló de él, y cientos de ellas caían como cascadas hasta el suelo, en su ropa, en su cara. NamJoon, preso del pánico, abrió la llave de la ducha y se metió debajo del chorro de agua, sacudiéndose con violencia, el agua fría importándole poco.
Sus alaridos de terror sólo podían escucharse en un eco en las cuatro paredes del cuarto de baño, el pobre hombre sacándose la ropa con el fin de quitarse a esas cosas de encima.
En un intento por salir en busca de ayuda, el agua le hizo resbalar, y su cabeza había golpeado con el borde de la tina.
[…]
TaeHyung miraba a la puerta a cada rato, ansioso, ¿Dónde se había metido? NamJoon nunca llegaba tarde a ningún lado y mucho menos a la primera clase de los Lunes y Martes, donde el rarito de Jeon se sentaba tras ellos en la materia de Ciencias. Él no podía dejarlo solo, no en esa clase en particular.
Sacó su celular nervioso, mientras el profesor entraba y cerraba la puerta, ya era demasiado tarde para que NamJoon llegara, no lo dejarían entrar. Envió un rápido mensaje al moreno, pero nada, ¿Se habría quedado sin batería?
TaeHyung estaba realmente preocupado por su novio, tal vez había enfermado y él no estaba enterado, o se habría quedado dormido, o tal vez…
—Así que por favor necesito que formen sus equipos o me veré en la necesidad de hacerlo yo mismo, ¡Vamos, vamos! —El viejo profesor Choi aplaudió, y en ese momento todos comenzaron a levantarse, TaeHyung miraba a todos lados perdido, ni siquiera había prestado atención a casi nada, y cuando menos se dio cuenta, todos ya habían cambiado de lugar y él seguía ahí, confundido.
—Bien, ¿Ya todos tienen equipo? —TaeHyung cayó en cuenta y se maldijo por lo bajo, ¿Ahora qué? Iba a ahorcar a NamJoon cuando lo viera.
No le quedó más remedio que levantar su mano—: Yo no tengo, profesor.
—¿Alguien más? —Preguntó el hombre, inspeccionando a todos lados. TaeHyung se giró también, para su maldita mala suerte—. Oh, ¡bien! Kim, puede hacer equipo con Jeon.
El pelinegro lo miraba con su sonrisa escalofriante, levantando la mano por lo bajo también, saludándolo, agitando ésta con lentitud.
No quiso decir nada, si refutaba, el profesor le preguntaría por qué y no podría decir que no quería hacer equipo con Jeon porque le daba miedo y… otras sensaciones desagradables. No quería ser grosero.
—Bien, no puede ser tan malo… —susurró para sí mismo, acercándose a la mesa del otro, sentándose tímidamente a su lado.
—Hola. —Dijo, voz baja y ronca, como si hubiese estado mucho tiempo sin hablar, y probablemente así había sido, Jeon JeongGuk no hablaba con nadie ahí.
—Hola… ¿Comenzamos? —Preguntó, abriendo el libro mientras el profesor daba instrucciones.
JeongGuk no dejaba de mirarlo, y TaeHyung lo tenía más que claro, pues al tenerlo a menos de un metro de distancia, podía percatarse más fácil de su escrutinio. Él prestaba atención a todo lo que decía y el peliazul estaba poniéndose nervioso, apostaba que ni siquiera lo escuchaba, sólo asentía como idiota a sus palabras.
¿Podría insultarlo y aún así él asentiría con la cabeza?
TaeHyung sonrió ante su pensamiento inconscientemente, y apretó los labios, poniéndose serio al notar el cambio en la expresión del contrario.
—¿Por qué sonríes? —Preguntó, pero TaeHyung no quiso mirarlo, de hecho, la única vez que lo había mirado directamente a los ojos fue la vez que chocaron fuera de los vestidores y alguna vez en su entrenamiento con las porristas.
—No, nada, sólo recordé algo. —Dijo tragando saliva, ya no quería estar ahí, miraba el reloj de la pared cada tanto, esperando porque las manecillas se pusieran en dónde debían para poder salir corriendo de ahí.
Comenzó a sudar cuando se dio cuenta de que el otro estaba cada vez más y más cerca de él, sólo necesitaba un pequeño movimiento, el más pequeño para que sus rodillas chocaran juntas, a TaeHyung se le enchinó la piel… y no de una buena manera.
Se estaba arrepintiendo tanto de haberse puesto un short tan corto ese día, por lo que jalaba de su suéter para cubrir sus muslos disimuladamente, al menos todo lo que podía. Pero eso sólo provocó que el contrario les prestara más atención.
Mordió la punta superior de su bolígrafo, un mal hábito que tenía cuando estaba en clase y la ansiedad de irse lo estaba carcomiendo. Había podido respirar un poco, puesto que JeongGuk ya había dejado de mirarlo y ahora estaba respondiendo las preguntas en el libro por él, con… una sonrisa en su cara.
Joder, era tan raro, y TaeHyung no lo entendía. Y si lo analizaba, quizá era porque JeongGuk siempre había sido callado y escalofriante, sumando su extraña actitud huraña y su particular apariencia. Era muy alto y delgado, siempre vistiendo de negro, caminaba sin mover los brazos y se encorvaba, su cabello negro, largo y revuelto, a veces brillaba como si llevara días que no lo lavase, o quizá se debía a otra cosa. También era pálido como la mierda, ojeras violáceas y enormes bajo sus profundos ojos negros y opacos. Sin mencionar los dientes completamente rectos con colmillos de plata. A veces TaeHyung se sentía mal por él, el chico lucía descuidado y no parecía importarle, pero tal vez, si lo hiciera, dejarían de molestarlo tanto.
Aunque nada de eso quitaba el hecho de que evidentemente, era un acosador.
Jeon JeongGuk había estado detrás de él desde el primer día que entró a esa Universidad, hasta la fecha, siempre silencioso e intenso. Al principio no quiso darle mucha importancia, nunca se acercaba ni hacia nada extraño, hasta que conoció a NamJoon un par de años atrás y comenzaron una relación. JeongGuk lo seguía más, y entendió que no era coincidencia el toparse “accidentalmente” con él por todos lados. Creyó que en algún momento se cansaría y todo quedaría ahí, pero… no fue así.
DaHyun, Dong y NamJoon se preocupaban por él, ellos tenían consciente el nivel de obsesión que Jeon alcanzaba a tener, y el único que parecía no darse cuenta de ello era el mismo TaeHyung, quien nunca se percataba de los repentinos flashes a sus espaldas cuando conversaba con alguien, o los pasos extraños que escuchaban detrás de ellos caminando tarde por las calles algunas noches, las miradas fijas en los entrenamientos que deberían ser únicamente con las porristas, o las notas incoherentes que dejaba en su casillero y NamJoon se encargaba de quitar antes de que TaeHyung las pudiera ver.
TaeHyung pensaba que JeongGuk era un acosador, sí, pensaba que JeongGuk estaba loco, sí, pero él no tenía ni una idea de que nada acerca de ese hombre era inofensivo…
Sólo era cuestión de tiempo.
Faltaban sólo quince minutos para que la clase terminara, así que TaeHyung sacó de su boca el bolígrafo, poniéndolo en la mesa, nuevamente perdido en sus pensamientos.
—Iré al baño, no tardo. —Dijo cuidadosamente con una sonrisa incómoda, levantándose de la silla y corriendo a la salida.
Llamó a NamJoon por tercera vez pero este no contestaba, entonces, ya preocupado, decidió llamar a su madre.
La mujer contestó al segundo timbre.
—Señora Kim... —pero fue interrumpido.
—Oh TaeHyung, gracias a Dios que llamas, no encontraba tu número. ¿Estás en clase? —La voz de HanSol sonaba agitada, y a TaeHyung eso no le dio buena espina.
—Sí, pero salí para llamarla, ¿Pasó algo con NamJoon? No me devuelve las llamadas y no vino a la primera clase.
—De eso quería hablarte, cariño. NamJoon está en el hospital, ayer tuvo un accidente, resbaló en el baño y se golpeó la cabeza, ahora está estable, pero no ha despertado. —TaeHyung corrió de regreso al aula y en ese momento la clase había terminado. Recogió sus cosas tan rápido como pudo y… ¿Su bolígrafo? Había jurado que lo había dejado sobre la mesa.
Miró a JeongGuk, y este le sonrió mostrando sus colmillos plateados.
—¿Tienes prisa?
—Uhm, sí, l-lo siento, terminaremos el trabajo después, ¿Ok? Tengo que irme. —Y sin esperar respuesta salió disparado a la salida.
JeongGuk observó a TaeHyung correr, mientras apretaba el bolígrafo dentro la bolsa de su pantalón. Riendo para sí mismo.
El camino al hospital se le había hecho eterno, corrió por los pasillos en cuanto la enfermera de la recepción le informó dónde estaba su novio. Rápidamente divisó a los señores Kim y corrió a abrazar a HanSol.
—¿Puedo verlo? —Cuestionó, alterado. La señora Kim negó con la cabeza.
—Aún no es el horario de visitas, Tae... y NamJoon sigue inconsciente, tuvo una fuerte contusión. —Dijo la mujer, con las cejas fruncidas en preocupación.
TaeHyung no tuvo más remedio que ceder y rogó al cielo porque su chico despertara pronto y todo fuera bien. Se sentó junto a sus suegros, sosteniendo la mano de HanSol.
—¿Comieron algo? Puedo traerles algo, seguro llevan aquí mucho tiempo —se ofreció el peliazul.
—No Tae, estamos bien, igual no podemos comer nada sin que se nos revuelva el estómago —TaeHyung asintió con una mueca.
El peliazul se recargó en sus rodillas y escondió el rostro entre sus manos, a la espera de poder entrar a ver a su novio para comprobar que todo estaba y que iría bien. Pero, mientras TaeHyung estaba metido en sus propias preocupaciones, los señores Kim compartieron una mirada cargada de algo más que sólo angustia por su hijo. HanSol acarició la espalda del muchacho, haciéndole muecas a su esposo.
—Tae, ¿Has estado bien? —El chico levantó la mirada y asintió con la cabeza —¿qué tal la universidad? ¿tus padres?
TaeHyung frunció el ceño, pero aun así contestó, supuso que la madre de NamJoon sólo buscaba cambiar el tema a algo más ameno mientras esperaban.
—Bien, todo en orden señora Kim. Igual con mi familia, gracias por preguntar… —contestó con sinceridad. HanSol asintió con media sonrisa.
Pero nadie dijo nada más, hasta que el tiempo pasó volando y un par de horas después los padres de NamJoon pudieron entrar primero a verlo, a petición del peliazul, diciendo que eran sus padres y ellos debían saber de su hijo primero, antes que él. Así que no le molestó esperar un poco más.
—Cariño, ¿cómo te sientes? —preguntó su madre al entrar. El moreno parpadeó despacio, todavía soñoliento, pero sonrió.
—Perdido. —HanSol se sentó a su lado y le pasó un vaso con agua— Mamá, ¿TaeHyung?...
—Tranquilo, Tae está afuera esperando, llamó en la mañana para preguntar por ti y al decirle dónde estabas corrió a verte. —NamJoon sintió un peso menos en su pecho y suspiró— Hijo, ¿puedes decirme qué pasó en la casa?
NamJoon se removió incómodo, su espina sintiendo aquellos escalofríos recorrerlo. La herida en su cabeza punzó. Recordaba todo y a la vez deseaba que no fuera así, consideró que pudo haber sido un sueño, que quizá era por el malestar que llegó a sentir, pero no, todo fue muy vivido, todo fue real.
—Yo... regresé a casa y empecé a sentirme mal, después tomé un baño y me resbalé al salir, supongo, no lo tengo muy claro. —una pequeña mentirilla, pensó.
Pero, ¿cómo iba a decirle a su madre todo lo que había pasado y cómo había pasado? No le creerían y no tenía ganas de repetir las imágenes en su cabeza al pensarlo.
Vio a su madre asentir y le acarició el cabello que salía de la venda.
—Joon... vimos unas cartas en tu cama que nos dejaron un poco, muy preocupados. —Joder, las cartas. NamJoon se quedó muy quieto— ¿Por qué tenías eso? ¿Son de TaeHyung? ¿Él lo sabe?
Las preguntas llovieron de su boca sin reparo, pues era bastante desconcertante para la mujer, ya que ella tenía una pequeña y vaga idea de lo que podía tratarse, lo cual empeoraba la situación.
—Mamá...
—Hijo, las cartas estaban firmadas con sangre y el nombre de TaeHyung. Necesitas decirme por qué tienes eso. —NamJoon tragó saliva, sus manos sudando.
—Las estaba escondiendo de él, yo no quiero que vea eso. Las saqué de mi mochila para leerlas y después tirarlas, pero supongo que sólo debí tirarlas. —confesó.
—¿Entonces él no sabe nada? —repitió.
—Al principio leyó un par, pero eran simples cartas con palabrería ridícula, como poemas y cosas así, y me las mostró, pero después empezamos a esconderlas de él porque hubo una en particular que lo asustó. Él cree que ya no recibe ninguna.
—¿Quién lo hace, NamJoon? —El moreno no sabía si estaba haciendo lo correcto al estarles diciendo todo eso, pero era TaeHyung. Sus amigos y él estaban preocupados por el acoso que recibía y el peliazul era parte de su familia, sus padres también querían y procuraban a TaeHyung como su hijo desde años atrás, y ese cariño aumentó cuando se enteraron de la relación romántica que iniciaron. Así que era obvio que su madre estuviera así.
—Mamá, ¿qué hiciste con las cartas? —intentó enderezarse, pero su cabeza dolió, devolviéndolo a su lugar con una mueca de dolor.
—Las guardé, como evidencia en caso de...
—¿De qué?
—Nam, sé que TaeHyung está siendo acosado, me quedó claro al leer todas esas cartas. Pero hijo, no es normal, lo que dice la mayoría no se entiende porque están en un dialecto diferente. —NamJoon frunció las cejas.
—Sí, pensé en eso, pero no entiendo qué significa, tú... mamá, ¿sabes qué dicen? —HanSol le dirigió una mirada a su esposo y el moreno empezó a sentirse mal de nuevo, esta vez sintiendo los nervios pasar por su pecho.
—Iré con TaeHyung, sigue esperando afuera. —Su padre murmuró y salió de la habitación.
Entonces supo que algo andaba realmente mal, y que su madre sabía más de lo que él pensaba, y que esas cartas no eran tan inofensivas cómo creyó al principio.
—¿Quién las escribió?
—¿Por qué? Mamá, ya deja de jugar, me estás asustando.
—Lo que dicen las cartas son viejos proverbios en simbología japonesa, se usaban en libros de brujería para atraer el mal para un beneficio propio hace siglos atrás. No es ninguna broma, cariño, incluso había otros que no pude reconocer, además del latín, pero esas cartas están cubiertas de maldiciones, NamJoon. Alguien está intentando algo con TaeHyung, hijo.
No podía creérselo, pero a la vez, tenía sentido, pues su madre siempre había estado metida en mierdas raras como esa, ella sabía cosas, pero nunca hablaba de nada de eso por razones obvias. ¿La gente podía maldecir así de fácil? No entendía cómo funcionaba y ahora estaba más que aterrado.
—Las leíste en voz alta. —eso no había sido una pregunta y el moreno asintió lentamente— Entonces no sólo te sentiste mal, cariño. Leíste algo que no era para ti y pagaste las consecuencias. No dejes que Tae lea esas cartas.
NamJoon quiso decir algo, pero la puerta fue abierta y la cabecita azul entró corriendo a la habitación, lanzándose a sus brazos, antes de que pudiera procesarlo. TaeHyung fue cuidadoso, y se dejó abrazar por el moreno, repitiéndole que estaba bien. La conversación terminó con NamJoon y HanSol viéndose con preocupación.
—Lo siento, no pude detenerlo —bromeó su papá, entrando también y TaeHyung se rio bajito en su pecho—. Los dejaremos solos.
HanSol le acarició el dorso de la mano y ambos adultos salieron.
Mientras tranquilizaba al peliazul contándole lo que había sucedido, no pudo sacarse de la cabeza todo aquello, pues la respuesta la tenía y ahora no sabía qué haría con la información.
Debía proteger a TaeHyung y tenía que pensar en cómo alejar al loco de Jeon JeongGuk de él...
NamJoon había salido del hospital esa misma noche, y a la mañana siguiente, en el pasillo de la Universidad, TaeHyung esperaba junto a DaHyun a que su novio llegara, escondiéndole la sorpresa que le tenía tras la espalda.
El moreno apareció un minuto después, con un cubre bocas negro y una gorra del mismo color, tapándole la venda que cubría su cabeza todavía y se acercó con los brazos abiertos a su novio, quién vestía su uniforme junto a DaHyun.
—¿Practicarán hoy? —preguntó una vez Tae se separó de él y le plantó un besó en la cabeza. Su espalda picó. Alguien le miraba.
Se mantuvo serio, pues sabía de quién se trataba. Se aferró a TaeHyung con posesión, por primera vez en nunca. El peliazul notó el fuerte agarre, sin embargo, no le había molestado, pensando inocentemente en que NamJoon sólo lo había extrañado mucho.
Ajeno a los ojos que los miraban entre la gente.
—Así es, TaeHyung hizo una nueva rutina para el partido del viernes, ¿irás al entrenamiento? —La chica dijo con una sonrisa, levantándole las cejas sin que TaeHyung lo notara, para que él sonriera también.
Lo intentó.
—Te traje algo. —repuso el menor, extendiéndole un tupper con muffins de chocolate a NamJoon. Eso sí lo hizo sonreír realmente.
—¿Los hiciste? —preguntó, TaeHyung asintió emocionado— Gracias bebé, seguro están deliciosos.
Besó la mejilla de su novio, y por el rabillo del ojo pudo ver la silueta encorvada y oscura de Jeon pasar a su lado. Riendo entre dientes.
—Sobre el entrenamiento... no podré quedarme, de hecho, sólo vine para la clase de Ciencias, el doctor dijo que debía tomar reposo al menos unos días hasta que puedan quitarme los puntos. —respondió con una mueca, TaeHyung frunció las cejas decepcionado.
No podía estar ahí ni siquiera para la clase de Ciencias como había dicho, pero se obligó a sí mismo, pues él le había prometido al peliazul que no lo abandonaría en esa clase en específico con el enfermo de Jeon rondando, y ahora mucho menos que sabía lo que intentaba y el peligro que corría. Anoche, antes de su alta, había llamado a DaHyun para contarle la situación, y ambos habían llegado a un acuerdo, en el que por nada del mundo dejarían andar a TaeHyung solo en la Universidad, y en ningún lado en realidad, hasta que pudieran buscar una solución o algo de ayuda para tratar la situación.
Se quedaba tranquilo con que, cuando se fuera después de la clase, DaHyun y Dong se quedarían con TaeHyung y seguirían escondiendo las cartas. Hasta donde pudieran.
Encontrarían la forma de alejar a ese tipo, o bien, meterlo a un maldito manicomio lejos de ahí por el bien de todos.
—¿Y qué haré yo sin ti el resto de la semana? —puchereó el peliazul y la campana sonó.
—Estoy seguro de que podrás visitarme en casa, ¿verdad? —dijo NamJoon con una sonrisa, caminando al aula. TaeHyung asintió feliz.
Al entrar, lo primero que sus ojos divisaron fue a JeongGuk en su asiento, con las manos entrelazadas en la mesa detrás de la suya. Le dedicó una mirada llena de repudio y JeongGuk le respondió con una sonrisa de colmillos plateados. Forzada como la mierda.
«¿A ese bastardo le habrá gustado mi regalito?» —pensó el pelinegro en su cabeza, riéndose bajito después, al notar la venda debajo de la gorra que llevaba.
NamJoon se sacó la chaqueta de cuero y la puso sobre las piernas de TaeHyung, cubriéndolas cuando notó la mirada de Jeon en ellas.
TaeHyung se volteó con las cejas levantadas. —¿Joon?
—Oh, pensé que tendrías frío, ¿no? Deberías decirle al entrenador que te consiga un pantalón para el frío durante las rutinas. —TaeHyung río divertido.
—¿Y a ti qué mosquito te picó? Nunca te has quejado de mi uniforme, todo lo contrario. —Sí, era cierto, su uniforme de porrista le quedaba increíble, y le encantaba, pero en estos momentos, lo que menos quería era que usara ese short frente a Jeon.
El profesor entró y NamJoon ya no tuvo que responder. Pero aun así, TaeHyung lo miró como si le hubieran salido dos cabezas.
—Bien, la clase de hoy será igual que la pasada, así que por favor júntense con sus parejas y terminen el trabajo. —TaeHyung abrió los ojos y volteó sobre su hombro discretamente, encontrándose con los ojos de Jeon. Volteó rápidamente, juntándose a NamJoon.
—Lo había olvidado... —se maldijo en voz baja y NamJoon lo observó con duda—, El trabajo en parejas. Cuando estabas en el hospital, me distraje y no pude conseguir un compañero y el profesor me puso con Jeon...
NamJoon rodó los ojos. Lo que le faltaba.
—Hablaré con el profesor —se levantó, pero el menor lo tomó del brazo.
—¿Qué le dirás? —preguntó con ojos de ciervo asustado.
—Pues que se supone que debo ser yo tu compañero, que trabajaste con Jeon sólo porque no estuve, y ya está. —bufó, su tono bastante golpeado.
—Joonie, ¿pasa algo? —preguntó bajito el peliazul, soltando su brazo.
—¿Eh? No, no pasa nada, perdón por mi actitud amor, parece que no es mi día. —suspiró, sentándose de nuevo, tomando la mano de TaeHyung, pues lo miraba con una mueca extraña— no me veas así...
—¿Estás enojado por algo en especial? —Taehyung lo conocía demasiado bien, y estaba dispuesto a decirle cualquier cosa para calmarlo, pero un banco fue arrastrado con un sonido chirriante y molesto por el piso hasta donde ellos estaban.
JeongGuk se había acercado hasta estar a un lado de su novio. Por inercia jaló de la mano de TaeHyung hacia sí mismo.
La mano huesuda de JeongGuk se extendió con timidez hacía el peliazul, un bolígrafo de color celeste.
—Lo dejaste aquí la última vez. —dijo con voz rasposa y baja, con la cabeza agachada y una sonrisa estúpida que hizo rabiar a NamJoon.
TaeHyung frunció un poco el ceño, pues era verdad, había perdido su bolígrafo, pero él seguía recordando que lo había dejado en la mesa, supuso que se habría caído y JeongGuk lo encontró. Quiso tomar el bolígrafo y agradecer el gesto, pero antes de que eso sucediera, NamJoon lo arrebató de las manos de JeongGuk.
TaeHyung volteó hacia NamJoon con una mueca de sorpresa y molestia. ¿Por qué estaba comportándose tan extraño? Él no es así de grosero.
Él mismo arrebató el bolígrafo de las manos del moreno y le dedicó una mirada dura, volviendo a JeongGuk con una sonrisa avergonzada.
—Gracias por devolverla, había estado buscándola. —Pudo ver cómo el otro se tornaba colorado y agachó la cabeza sin el valor de mirarlo a los ojos.
NamJoon seguía perforándolo con la mirada desde su lugar, los nervios aplastándole el cerebro, queriendo golpear a ese hijo de puta loco de la cabeza. No podía creer que TaeHyung no se diera cuenta que no estaba siendo amable sólo porque sí.
Al final, tuvieron que trabajar junto a Jeon, o al menos intentarlo, pues los únicos que estaban haciendo algo era el raro de JeongGuk y TaeHyung, él estaba apretando la mandíbula mientras lo miraba sin reparo, pensando en las mil y un maneras que había ideado para ahorcarlo.
Esa mañana se sentía especialmente diferente, y no de una muy buena manera. Se sentía irritado y furioso... como algo parecido al veneno escurriéndose por la boca de su estómago y ardiéndole en la garganta. No había razón, y pensó que podría tratarse de la situación o el golpe en su cabeza.
TaeHyung también lo había notado y no quería que el peliazul y él tuvieran problemas por su actitud, así que respiró hondo e intentó concentrarse en otra cosa que no fuera la cara de muerto de Jeon.
No pasaron ni dos minutos en paz cuando miró a su lado, y sin descaro, JeongGuk rozó sus dedos discretamente en el muslo desnudo de TaeHyung, donde la chaqueta no le tapaba, rozándolo, haciéndose el tonto. Su última vena de la frente saltando y punzando con rabia. No sabía de dónde había salido y poco le importó, pero se levantó de su lugar y empujó al chico, provocando que se cayera del banco metálico. TaeHyung también se levantó, perplejo. Toda la clase se quedó en un tipo de shock, pues la mayoría conocía a NamJoon y él no tenía ni la más mínima pinta de ser así de intenso.
—¡Kim! ¿Qué está pasando ahí? —escuchó la potente voz del profesor y él se mantuvo perforando con la mirada al idiota que se burlaba de él en el suelo.
Una ceja se levantó, provocándolo mientras le regresaba la mirada, desafiante. A su alrededor sólo escuchó el barullo de la gente gritando “pelea” y los tirones que daba TaeHyung en su ropa con el propósito de que le mirara. Pero se sintió en una especie de trance, donde todo alrededor se difuminaba, como las voces y otros sonidos, sólo podía escuchar el eco de una aguda y burlona risa en su oído, no, en el ambiente, pero nadie estaba riendo, ni siquiera JeongGuk quien había borrado su torcida sonrisa y ahora una expresión en blanco le llenaba. Sintió escalofríos y parpadeó confundido cuando sintió algo frío resbalar con cuidado por su sien.
—¡NamJoon!
El grito de TaeHyung dispersó la nube extraña de alucinación a su alrededor, el sonido volvió a él, ensordeciéndolo un momento, y enfocó la vista en el ceño fruncido de TaeHyung, quien lo zarandeaba. Tocó su mejilla y el líquido que había sentido antes era sangre. Estaba sangrando.
La cabeza le dolió como nunca y se sostuvo del escritorio, cerrando los ojos con fuerza.
—Kim, saque a su compañero de aquí y llévelo a la enfermería. —El profesor Choi dictó a TaeHyung, apresurado, TaeHyung lo llevó a cuestas, sin reparar en tomar sus cosas antes.
—Joon, no puedo cargarte, por favor ponte de pie... —rogó TaeHyung desesperado, intentando no dejar caer a su novio al suelo. Era considerablemente más alto y pesado, no podía con su peso en los hombros.
Un muchacho que iba pasando por el pasillo le ayudó y el peliazul se lo agradeció infinitamente, llegando a la enfermería un minuto después. NamJoon casi cayendo inconsciente.
—¿Qué sucedió? —preguntó la enfermera, revisándole las pupilas al moreno.
—S-sangre —balbuceó, su voz rota y temblorosa, destellos blancos paseaban por su vista, mareándolo.
—¿Sangre? ¿Dónde, Joon? —alarmado, TaeHyung preguntó, pero no divisó nada a simple vista mientras la enfermera lo atendía, recostándolo en la camilla —No hay sangre, NamJoon...
—¿Tienes el número de sus padres? —preguntó la mujer, TaeHyung asintió y de inmediato marcó el número de HanSol. Salió un momento de la habitación mientras revisaban a NamJoon, aún con HanSol al teléfono.
—Le dije que se quedara en casa, voy para allá TaeHyung. —le dijo la mujer, y el peliazul escuchó el tintinear de sus llaves—. Por favor, querido, tú tampoco te muevas de donde estás, quédate en la enfermería.
El tono de la mujer le hizo dudar, pero asintió de todas formas, no iba a dejar a su novio solo.
—Me quedaré aquí, está...
—¿TaeHyung? —La ronca voz le interrumpió y levantó su vista a la figura encorvada sobre él de JeongGuk, por inercia TaeHyung dio un paso hacia atrás. Un escalofrío le recorrió la columna.
—JeongGuk, ¿Qué haces afuera? La clase aún no termina... —casi que tartamudeó y apretó el celular a su oreja.
—Tae, ¿quién es? —HanSol aceleró, pues aunque el peliazul no lo supiera, ella sabía quién era JeongGuk, y temió.
El muchacho no le respondió, intercambio unas cuantas palabras con el otro y HanSol entendió lo que estaba sucediendo.
—Él está bien, no te p-preocupes, seguro lamenta lo ocurrido, él no es así. —Por alguna razón, necesitó disculparse por el moreno, y su corazón latía a ritmos desesperados, la presencia de ese chico sintiéndose pesada e incómoda como nunca antes. En sus ojos una llama extraña haciéndolos brillar con morbo.
Seguía la llamada con HanSol y rogaba al cielo que ella no colgara, pues era la excusa perfecta para dar a entender a JeongGuk que estaba ocupado y se fuera.
—TaeHyung... eso no me importa, ¿tú has leído mis cartas? Es un poco triste que no respondieras ni una... —su voz se arrastró con lentitud, sus ojos fijos en él, las manos detrás de su espalda.
¿Cartas?
HanSol escuchó eso y palideció. Llamó a TaeHyung nuevamente, pero él no le respondía, y supuso por qué. Maldijo cuando la detuvo el semáforo en rojo.
—TaeHyung, entra a la enfermería, ahora.
—¿De qué cartas hablas? —musitó, confundido. Un tic en el ojo de Jeon.
—¿Te haces el desentendido? Eso es un poco grosero, ¿no crees? Me esforcé mucho en ellas. —la voz le cambió repentinamente y TaeHyung dio otro paso atrás.
—No, JeongGuk, seguro te estás confundiendo, no sé de qué me estás hablando. Si me explicaras... —Vio como la nuez en su cuello se movió, mientras pasaba dificultosamente saliva. TaeHyung se recargó contra la pared, una extraña sensación recorriéndolo.
—Olvida eso, estoy harto de que no lo notes, siempre las dejo en tu casillero... —TaeHyung quiso gritar cuando el azabache se acercó en dos zancadas a él, la mano queriendo sacar algo del bolsillo de su gabardina negra. Y la puerta de la enfermería se abrió, salvándolo.
Corrió dentro, cerrando la puerta, casi empujando a la enfermera.
La mujer preguntó qué es lo que pasaba y la puerta fue tocada dos veces. Se alejó de ahí, la respiración acelerada.
—¡No abras! —rogó, temblando. La enfermera lo miró extraño y aun así abrió la puerta.
HanSol entró rápidamente y en cuanto vio a TaeHyung le abrazó con fuerza. El peliazul, sin comprender lo que sucedía se aferró a ella, mientras la mujer preguntaba por su hijo inconsciente en la camilla y hablaba con la enfermera.
¿Por qué sentía tanto miedo recorrerlo?
Se quedó prendado de ella hasta que la enfermera los dejó solos.
—No te hizo nada, ¿verdad? —TaeHyung levantó la mirada, más confundido que antes, al borde de un colapso mental.
Negó con la cabeza, pero antes de preguntar cualquier cosa, NamJoon estaba quejándose, despertando del sueño.
—Mamá, ¿qué haces aquí? ¿qué pasó? —intentó levantarse, sosteniéndose la venda en la frente.
—Pasó que te dije que te quedaras en casa, y mira lo que sucede. Acabas de salir del hospital, NamJoon.
—Necesitaba acompañar a TaeHyung... —se quejó adolorido, el peliazul se soltó de HanSol, acercándose a él en la camilla.
—No era necesario.
—Sí lo era... —respondió, más tosco de lo que le gustaría. TaeHyung abrió la boca, pero se quedó callado, HanSol se levantó.
—Te espero en el auto, NamJoon. —dijo seria, viendo a TaeHyung después—. Espero puedas venir a cenar hoy, Tae.
El peliazul asintió, viéndola salir.
—¿Qué fue todo eso, Joon? —espetó, de la misma manera en la que NamJoon le habló hace un momento.
—¿Vas en serio? ¡¿Qué no sentiste cómo te estaba tocando la pierna?! —gritó, gimiendo otra vez por la presión de esfuerzo en la herida.
Ciertamente, TaeHyung sí lo había hecho, pero antes de que pudiera reaccionar de alguna forma, fue que el moreno perdió los estribos y empujó a JeongGuk del banco.
—¡Sí lo hice! Y pude haberme defendido solo sino hubieras actuado como neandertal y querer casi golpearlo.
—Exacto, casi. Iba a molerle su estúpida sonrisa enferma de un golpe.
—¿Qué diablos te sucede hoy? El golpe te volvió más agresivo, ¿o qué? Tú nunca habías actuado de esa manera. —dijo, ya bastante molesto con la actitud del contrario.
NamJoon no dijo nada más, sabía que sí lo hacía, nada bueno saldría y prefirió tragarse su coraje. Él y TaeHyung no peleaban, al menos no seguido, y si lo hacían eran por estupideces pequeñas que se arreglaban al instante, pero sabía que, si una pelea salía de eso, no sería pequeña ni insignificante, mucho más cuando el peliazul no se daba cuenta del peligro que corría. Un peligro real y más allá que un simple imbécil acosándolo.
—Será mejor que no hagas esperar más a tu madre, te veo en la noche. —dijo el más chico sin mirarlo, después de un largo silencio incómodo.
Se levantó y dejó un frío beso en su cabeza antes de salir. NamJoon se quedó muy quieto, queriendo lanzar la mesa que había allí por la ventana.
Había llegado el momento del entrenamiento y ya se encontraba estirando junto a sus compañeras, y como siempre, un par de ojos intrusos lo observaban a lo lejos en las gradas.
—Tae, escuché que hubo un incidente en la clase de Ciencias con NamJoon y Jeon, ¿de verdad lo golpeó? —Madi se acercó a él, balanceando su coleta de un lado al otro en busca de amarrarla en un moño alto. TaeHyung hizo una mueca y se levantó del suelo, sacudiéndose los shorts de su uniforme.
—Claro que no lo golpeó... pero ganas no le faltaron.
—Pero, ¿por qué? NamJoon es muy tranquilo, ese loco hizo algo, ¿no? —La castaña era amiga suya también, y muchas veces se encontraban chismoseando acerca de todo y de todos, en especial, el acosador del peliazul.
—Bueno, en la clase, uhm... sentí cómo me rozaba la pierna con la mano, al principio pensé que había sido accidental y ni siquiera lo miré, pero continuó haciéndolo, y pues... NamJoon no venía de muy buen humor hoy.
Le dieron escalofríos de tan sólo pensarlo. Jeon siempre había mantenido su distancia, a pesar de las circunstancias, nunca se había atrevido a invadir su espacio, ni mucho menos... tocarlo. Madi jadeó sorprendida y ofendida.
—¿Cómo que te tocó? Oh mierda, ahora deseo que NamJoon sí lo hubiera golpeado. —gruñó con los dientes apretados, TaeHyung le restó importancia.
—Yo no, no es como que me guste que se pueda meter en problemas por mi culpa. —estiró la pierna por un lado de su cabeza y la bajó al recordar que lo estaban mirando. Pronto sintiéndose harto de tener que medir sus pasos y acciones sólo porque había alguien detrás, perforando su ser con los ojos.
—Es que no está bien, TaeHyung, ese tipo está enfermo de la cabeza, y no es como si se la pasara acosando a todos aquí, sólo a ti. Además, la forma en la que te mira es... asqueroso. —murmuró, pegándose a su brazo, volteando apenas a mirar al mencionado sentado por allá, a lo lejos—. Deberíamos hablar con el director, o la policía.
—Es lo mismo que yo le dije ya. —DaHyun se unió a la conversación pronto, con los brazos cruzados.
—Ok, le decimos a la policía, y luego, ¿qué? No es como si JeongGuk haya hecho alguna cosa lo suficientemente grave como para culparlo de algo, decir que me acosa no les va a bastar para hacer una mierda, siempre piden estúpidas pruebas. —Gruñó, pateando la colchoneta frente a él.
Pudo sentir la tensión en el aire y miró de reojo a DaHyun, quien apretó los labios como si aguantara el decir algo al respecto.
—¿Qué pruebas necesitas para ir a decirle a la policía?
—¡No lo sé! Él sólo está detrás de mí como mi sombra, buscando mi atención, nunca ha hecho nada fuera de eso, hasta hoy… igual no es prueba suficiente —comenzaba a desesperarse.
Como un flasheo ante sus palabras, llegó a su mente el encuentro que tuvieron hoy en el pasillo fuera de la enfermería, el cómo se le acercó y cómo le habló... lo que había dicho. Miró a ambas chicas, pensativo.
—Hoy... me habló de ¿cartas? Balbuceó cosas acerca de que yo no le daba una respuesta, pero no tenía idea de lo que estaba hablando, después se puso tan intenso, como si le hubiera ofendido o algo así. —DaHyun se puso pálida— ¿Qué? ¿Qué te pasa?
La rubia negó con la cabeza, esquivando su mirada, TaeHyung la jaló del brazo.
—Habla ya.
—¿Recuerdas la primera vez que encontraste una nota en tu casillero? Esa que te escribió Jeon en primer año, la que tiraste a la basura después. —Comenzó, rendida pero reacia a contarle aún.
—Espera, ¿vas a decir lo que creo que vas a decir? —dijo TaeHyung con una mueca fastidiada.
—Tae, no podía dejar que tú...
—¿Entonces hubo más? ¿De eso estaba hablando Jeon? ¿De todas las cartas que seguro dejó y yo nunca me enteré? —escupió con ironía, sintiéndose molesto por el simple hecho de que lo trataran como un niño al hacer cosas a sus espaldas para “protegerlo”
—¿Y qué esperabas? Tú estabas tan asustado después de darte cuenta de que te acosaba, que no pude dejar que vieras las demás, créeme cuando te digo que no te perdiste de nada, ese chico está loco. —Madi se quedó ahí, escuchando como discutían por algo que no alcanzaba a comprender del todo, y desvió su mirada a otro lado, justo a donde se supone Jeon seguía sentado, pero ya no era así, se había esfumado, y era raro que se fuera durante un entrenamiento.
—Yo sé que está loco ¡y por eso debiste decirme! Hoy casi se me lanza encima porque creyó que estaba haciéndome el desentendido. Estamos hablando de pruebas para acusarlo y tú tienes, al parecer, demasiadas. —TaeHyung tenía los nervios de punta, no quería pelear tampoco con su mejor amiga, pero era increíble que le estuviera ocultando algo como eso—. No necesito que me cuiden como a un niño, no soy una niñita débil como todos ustedes creen que soy.
—Nunca he pensado eso de ti, no digas estupideces. No tienes idea lo que dicen esas cosas, ¡te hicimos un maldito favor, Tae! —la rubia, por segunda vez, se había puesto pálida, cuando pudo procesar lo que había dicho. TaeHyung se quedó quieto, sonrió con sorna después.
—¿Hicimos? —Inquirió con una ceja levantada y brazos cruzados.
—Bien, ya no tiene caso seguirlo ocultando, ya que eres muy valiente —El sonido de un flash de alguna cámara llamó la atención de Madi, quien miró a todos lados, los otros dos tan inmersos en su discusión como para darse cuenta—. NamJoon y Dong también las han visto, y siguen ahí… porque, precisamente, buscábamos tener pruebas en contra de ese tipo en caso de que pudiera suceder algo.
TaeHyung sintió una presión en su pecho y una decepción que le hizo pensar en que NamJoon nunca le había ocultado nada antes y que todo este tiempo sólo vivía con una estúpida venda en los ojos.
—Eh... chicos. —Madi dijo, cuando otro flash se escuchó de cerca, pero no veía nada. Una mala espina incrustándose en sus sentidos. TaeHyung y DaHyun levantaron la voz.
—¿¡Los tres estuvieron actuando a mis espaldas con algo tan delicado?!
—¡Hicimos todo lo contrario a algo malo TaeHyung! ¡Por culpa de esas malditas cartas NamJoon tuvo ese accidente! —TaeHyung frunció el ceño, pero antes de poder procesar lo que dijo y contestar, el equipo de americano entró al campo, al igual que los demás estudiantes que mirarían el partido.
—Vamos, hay que empezar. —Madi murmuró a ambos, dejando de lado su mala sensación y los flashes extraños.
Ambos se miraron con fuego saliendo de los ojos y no dijeron nada más, se acercaron a la banca a tomar sus cosas para apartarlas del campo de juego. TaeHyung levantó su maleta y la dejó junto a la de Madi debajo de las primeras bancas.
El partido fluyó con normalidad, tanto como a TaeHyung como a DaHyun les fue difícil ejecutar la rutina con la tensión de por medio, demasiado molestos entre ellos como para tan siquiera mirarse a los ojos durante el partido y los intermedios.
Tan concentrado en las palabras de DaHyun que no se estaba dando cuenta de que algo, o más bien, alguien, faltaba entre la gente.
El partido concluyó y tomó sus cosas para ir directo a cambiarse al baño, no tenía ganas de esperar a que el equipo terminara para entrar a los vestidores, quería irse a casa lo más pronto posible.
Se encerró en un cubículo y se sacó el uniforme, y la puerta de entrada fue tocada.
—Tae, el entrenador se ha ido, así que ven a cambiarte con nosotras, ¿no vas a ducharte? —La voz de Madi afuera del baño de hombres. TaeHyung se lo pensó un poco, y la verdad es que, si quería tomar un baño, odiaba estar pegajoso de sudor luego de un juego—. Vamos, DaHyun ya se fue.
Eso fue suficiente para que volviera a ponerse la camiseta y siguiera a Madi hasta el vestidor de las chicas, y dio gracias al cielo, el vestidor de hombres siempre olía a... no olía muy bonito.
Sólo quedaba Madi y un par de compañeras suyas más ahí, dejó sus cosas en el casillero de su amiga y fue a las duchas. Cerró la cortina una vez que se había quitado la ropa y dejó caer el agua. Podía escuchar las risas de las chicas a unos metros y se tranquilizó un poco.
¿Qué había querido decir DaHyun con que esas cartas habían sido la causa del accidente de NamJoon? ¿Y qué decían en primer lugar?
—¿Tae? Hemos terminado, dejé el casillero abierto con tus cosas, te esperaremos afuera para que puedas vestirte, ¿está bien? —Madi le llamó al otro lado de la cortina y él asintió, escuchando los pasos de las chicas alejarse y la puerta del lugar cerrarse. Ahora sólo quedaba el ruido del agua caer.
Se pasó la toalla por la cintura y salió para vestirse, encontrando su maleta justo donde la dejó. Sacó sus jeans, su camiseta y...
Hurgó por segunda vez hasta el fondo de la maleta, sin encontrarlo, y él estaba seguro de que había metido su ropa interior limpia esa mañana. Pero estaba todo, menos eso.
—Maldición, ¿ahora qué?
Bufó, sentándose en la banca y quitándose las hebras azules de la cara poder ver. No tuvo de otra más que vestirse sin la ropa interior debajo. Y mierda que era extraño, la tela de mezclilla rozándole de manera incómoda.
Peinó sin mucho cuidado su cabello y salió, encontrándose ahí a las chicas.
—Tae, ¿Quieres ir a comer algo? Pensábamos ir al centro. —Madi le sonrió entusiasmada y TaeHyung no se lo pensó mucho, sabía que ir al centro para Madi significaba hacer muchas cosas allá, la principal, ir de compras.
—Claro, pero me hubieras dicho antes, así no me ponía esto. —Dijo con un mohín, jalando de su chaqueta de mezclilla azul claro con disgusto.
—¿De qué hablas? Tú siempre te vistes bien, incluso lo que traes ahora, yo nunca he intentando usar mezclilla con mezclilla. —se puso una mano en la barbilla y lo escaneó de arriba abajo, entrecerrando los ojos.
Y mientras parloteaban, a la vuelta de ese mismo pasillo, estaba JeongGuk, con una sonrisa en la cara, apretando la fina tela entre sus manos.
Y sí, la había llevado a su nariz después.
[…]
Estaba tocando la puerta de la casa de NamJoon en el momento en que Madi y las chicas le habían dejado en el auto. Se despidió de ellas a lo lejos y pronto HanSol estaba recibiéndolo.
—Pasa cariño, deberías ir con NamJoon en lo que está lista la cena, anda de un humor de perros. —TaeHyung alzó sus gruesas cejas. De acuerdo.
«Y que lo digas… — pensó.
Subió casi corriendo las escaleras y ni se molestó en tocar la puerta cerrada antes de entrar, encontrando a NamJoon tirado en su cama pasando aburrido los canales en la televisión.
TaeHyung fue rápido hasta él y se le puso encima, sacándole el aire al moreno, pero aún así sonrió y le apretó hacia sí mismo. Aún esa tensión molesta en el aire.
—Creí que no vendrías. —dijo, mirando al vacío.
—¿Cómo te sientes? —murmuró con la mejilla aplastada en el duro pecho.
—Mejor. Ya no me duele la cabeza, al menos.
—Bien. —se sumergieron un momento en el silencio, NamJoon acariciándole la espalda mientras veía el programa en el que se había quedado antes de que llegara.
No prestándole mucha atención realmente.
—Oye… creo que debemos hablar. —NamJoon cortó la tranquilidad. TaeHyung asintió desde su lugar.
—Es justo lo que iba a decir. —El peliazul se sentó sobre su vientre y cruzó los brazos. NamJoon acomodó las almohadas detrás de su cabeza para quedar más a la altura.
—Lamento mi comportamiento de hoy, es sólo que… joder, ni siquiera yo sé qué me pasa. —Suspiró, cerrando los ojos y poniéndose el antebrazo sobre ellos.
TaeHyung hizo una mueca.
—Olvida lo que pasó en la clase, y en la enfermería también… ya no importa. —dijo en serio.
—No puedo creer que te haya tocado. —murmuró con la voz baja, poniendo su mano en el muslo del peliazul.
—Yo también quería golpearlo, créeme. —Era verdad, y lo hubiese hecho si NamJoon no se le hubiera adelantado. Sonrió con ironía, encontrando, quizá… un poco sexy que su novio haya querido defenderlo de esa forma. Cuando nunca antes había tenido que hacerlo—. Eres un salvaje, no te conocía ese lado.
NamJoon rio con gracia, quitándose el brazo de la cara para mirarlo. Le apretó la cintura y TaeHyung se inclinó para un beso.
—¿Quieres conocerlo ahora? —dijo sobre sus labios, y ok… TaeHyung conocía ese tono.
Le sonrió coqueto y comenzaron un beso, las manos del moreno rápidamente amoldando su trasero. TaeHyung bajó sus caderas. NamJoon metió las manos dentro de los jeans y se quedó quieto, rompiendo el beso un momento.
—Hey, ¿Por qué no llevas ropa interior? —TaeHyung sintió sus mejillas calentarse y bufó.
—Creí haberla metido en la mañana a mi maleta junto a mi ropa, pero no fue así, y pues…
Entonces recordó lo incómodo que había estado toda la tarde, la rasposa tela irritando su piel en lugares bastante sensibles.
Seguía jurando que había metido la prenda color celeste a la maleta, joder que lo había hecho, ¿Se habrá confundido? ¿se le habrá caído cuando estaba abierta? Ay no, entró en una especie de pánico vergonzoso al pensar que alguien pudo haberla hallado en el suelo por algún pasillo de la universidad, seguro pensarían que pertenecía a una chica.
Se sacudió ante la idea y NamJoon rió.
—Mejor para mí, esto agiliza el trabajo. —bromeó, bajando el zipper de su pantalón.
—Espera, tus padres están abajo y pronto van a llamarnos para cenar. —TaeHyung lo detuvo, o medio lo detuvo, pues la mano del contrario ya estaba dentro de sus pantalones. Siseó.
—Seré rápido, ¿no te excita que puedan descubrirnos? Además, no son tontos, siempre que vienes nos encerramos aquí. —murmuró NamJoon mordiéndole suavemente el lóbulo de la oreja.
TaeHyung ya no dijo nada, sólo alcanzó el control remoto y subió el volumen de la televisión mientras NamJoon intentaba bajarle los pantalones por completo.
Mientras, TaeHyung le sacó la camiseta al contrario, una vez sus jeans quedaron atascados a mitad de una de sus piernas.
TaeHyung desabrochó los pantalones de NamJoon con ansiedad de por medio y su diversión se vio interrumpida.
El peliazul saltó asustado, al igual que el moreno. Y ambos miraron a la ventana, el cristal roto.
—¿Qué mierda fue eso? —exhaló TaeHyung, saliendo de encima de su novio para ponerse bien el pantalón. NamJoon también se vistió en tiempo récord cuando escucharon los pasos por las escaleras.
—¿Qué pasó? —HanSol entró corriendo, pues el estruendo del cristal rompiéndose había sonado en la planta baja también.
Una roca de tamaño considerable había atravesado la ventana, y la ventisca fría de la noche se coló por sus huesos.
HanSol se asomó por el agujero, viendo que no había nada en la calle además del sonido del viento soplar.
TaeHyung se sostuvo del brazo de NamJoon y paseó su vista a la roca en medio de la alfombra de la habitación. Su ceja se elevó, pues parecía tener algo pintado en rojo.
La madre de NamJoon tomó la roca y leyó lo que decía en su cabeza, se giró sobre sus talones y TaeHyung jadeó sorprendido cuando HanSol había lanzado la roca con fuerza por el mismo hoyo de la ventana.
—¡Mamá! —dijo NamJoon sorprendido, y el peliazul se tapó la boca con las manos para evitar reír.
—¿Qué? Rompieron la ventana, pueden meterse su roca por el trasero. —Y salió dando zancadas de la habitación.
—Oye, pero... ¿qué fue eso? —NamJoon parpadeó, mirando de la ventana a la puerta, justo por donde había salido su madre.
—No tengo idea, pero eso fue muy gracioso. —Carcajeó TaeHyung y NamJoon le siguió.
Abajo, HanSol tomó su abrigo y abrió la puerta de la casa, el señor Kim la detuvo.
—¿A dónde vas?
—A ver quién está molestando mi casa.
—¿Qué fue ahora?
—Siguen molestando a TaeHyung, y al parecer, ahora a NamJoon. Ese chico ha de estar rondando por aquí todavía, voy a buscarlo. —SeoHo se levantó del sillón, deteniéndola.
—¿Y qué vas a hacer? Él ni siquiera te conoce y puede que ni siquiera esté aquí ya. Llamaré a la policía. —HanSol le apretó la muñeca.
—Aún no, TaeHyung no lo sabe y NamJoon tampoco sabe que ahora lo está molestando a él, seguro volvió a leer alguna de esas cartas o tocó lo que no debió tocar.
—Debemos hablar con los padres de TaeHyung, y con él, HanSol, ¿qué estamos esperando? Tú ya has lidiado con este tipo de cosas antes y sabes lo que conlleva, no es ningún juego que estén maldiciendo a nuestros hijos. NamJoon ya salió herido, no vamos a esperar a que TaeHyung también lo haga. —La mujer hizo una mueca, era verdad, el tiempo corría y sus muchachos no estaban a salvo.
—Le diré a NamJoon que hable con él después de esta noche, ¿bien? Y luego lo haré yo con sus padres, pero cenemos en paz hoy, ¿de acuerdo? —SeoHo exhaló aliviado, HanSol cerró la puerta y se dejó abrazar por su esposo.
La cena había concluido ya, luego de que taparon con plástico el hoyo en la ventana de la habitación.
—¿Crees que hayan sido niños? Hay muchos en esta calle. —preguntó TaeHyung, sentado en la cama del moreno.
—Supongo que sí... pero alguien tendrá que pagar por ese cristal, de eso estoy seguro. —NamJoon volvió la vista a su computadora, sentado en el escritorio junto a la puerta.
Gracias a todo el asunto de la ventana y la cena, ni siquiera había concluido lo que habían empezado y ahora las cosas se encontraban en creciente tensión, pues el ánimo del peliazul se fue a algún lado muy lejos, y NamJoon había vuelto a su actitud arisca de la mañana.
—¿De verdad quieres que me quede esta noche? —NamJoon giró en la silla para mirarlo.
—Claro que sí —TaeHyung rodó los ojos.
—Sí, se nota... —bufó, acostándose en la cama, dándole la espalda al mayor.
Escuchó que NamJoon se levantó de la silla, y la cama se hundió a su lado. Pronto los fuertes y largos brazos le abrazaron por la espalda.
—No sé qué les pasa a todos hoy, pero yo no tengo la culpa de su mal genio. —espetó TaeHyung con las cejas juntas, recordando también su pelea con DaHyun por la mañana.
—Tae, quiero decirte algo —El peliazul se giró, con la expresión seria.
—Espero que sea sobre todas esas cartas que tú y DaHyun han estado escondiendo de mí. —NamJoon se puso pálido y se enderezó.
—¿DaHyun te lo dijo? —TaeHyung imitó su acción, cruzándose de brazos.
—No puedo creer que me ocultaran algo así. Jeon se me acercó hoy quejándose del por qué ignoraba sus cartas y yo no tenía ni la más puta idea de lo que hablaba, hubieras visto cómo se puso, casi me meo en los pantalones, creí que se me tiraría encima o algo.
—¿Qué? ¿Qué te hizo? ¡¿Te tocó?! —NamJoon le sacudió, TaeHyung se zafó de su agarre.
—No me hizo nada, al menos no alcanzó a hacerlo, pero se veía furioso. ¿Por qué me escondiste todo eso? Creí que nos contábamos todo. —TaeHyung estaba realmente decepcionado, NamJoon miró a otro lado.
—Es justo lo que quería decirte ahora. No era mi intención ocultártelo tanto tiempo, creo que ninguno de nosotros pensamos que llegaríamos hasta acá. Pero Tae, necesito que me creas cuando digo que lo hicimos por una buena razón. —El peliazul estaba escéptico, a la espera de su explicación.
—¿Dónde están esas cartas? ¿Las tiraste?
—No te dejaré leerlas.
—¿Por qué no? —exclamó el menor, alterándose.
—¡Porque ni siquiera yo sé lo que dicen! La mitad son estupideces diciéndote lo mucho que te ama y mierda cursi que me retuerce los intestinos, y la otra mitad ni siquiera está en nuestro idioma, hay símbolos y sangre, insectos muer... —NamJoon se calló al sopesar sus palabras, él no quería decir nada de eso de esa forma.
—Espera... ¿dijiste sangre? ¿insectos muertos? ¡Qué mierda NamJoon! ¡Déjame ver eso!
—¿¡Por qué quieres verlo?! ¿Te interesa tanto lo que ese bastardo tenga para decirte? No me digas que ahora te gusta ese enfermo mental. —NamJoon escupió con la cara enrojecida, esa sensación como veneno liquido subiendo por su garganta, dándole una horrible sensación, su boca no podía quedarse cerrada, él no quería decir nada de eso. Como si estuviera peleando con su cerebro por controlar las palabras que decía sin reparo. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué se sentía tan furioso? ¿Por qué su vientre burbujeaba de rabia? Él no es así, él nunca le hablaría así a TaeHyung.
—¿Qué acabas de decir? —murmuró bajo el peliazul, levantándose de la cama.
—No voy a dejarte leer nada de eso, ¡yo lo hice y casi me mata en mi propio baño! ¡¿Sabes lo que realmente pasó esa noche?! —NamJoon gritó exasperado, levantándose también.
TaeHyung apretó los puños a cada lado de su cuerpo y esas palabras le recordaron lo mismo que su mejor amiga le había dicho esa mañana; «¡Por culpa de esas malditas cartas NamJoon tuvo ese accidente!» ¿De qué mierda están hablando?
—DaHyun dijo lo mismo... ¿de qué diablos están hablando? —observó cómo las fosas nasales de la nariz del moreno se abrían y cerraban con rapidez.
—Leí todas, cada una de ellas, yo quería saber qué tanto te escribía y por qué. Cuando bien sabe que no estás solo. Al leerlas, me sentí mal, muy mal y pasaron cosas extrañas, tuve un tipo de alucinación o algo, y entonces resbalé.
—¿Y se supone que eso fue por lo que leíste? Qué tontería. —dijo TaeHyung, tomando sus cosas—. Me voy a casa.
—¡Estoy diciéndote la verdad! ¡Las cartas están llenas de maldiciones, TaeHyung! ¡Tú eras el que debió leer eso, no yo! Por eso pasó lo que pasó... Quiere tenerte, ¿no lo entiendes? Y si no es por las buenas, lo hará por las malas. —TaeHyung se quedó quieto con su maleta en la mano, mirando la alfombra y sopesando la información, pero, aun así, no le cabía en la cabeza tal cosa.
—Esas cosas no existen, ya sé que Jeon es extraño y da miedo, sí, ¿pero inventar que intenta maldecirme y que fue el culpable de tu accidente? ¿no te parece demasiado? —NamJoon casi que se jala de los cabellos.
—No puedo creer que pienses que estoy mintiendo.
—¡No dije eso! Es sólo que... —NamJoon negó con la cabeza.
—Olvídalo, pero no voy a mostrarte esas cartas, es lo último que voy a decir. —NamJoon se encerró en el baño.
TaeHyung suspiró, derrotado, dejando caer su maleta y yendo nuevamente a sentarse a la cama. Escuchó el agua de la ducha caer y apretó los labios. El corazón latiéndole con fuerza.
Nunca se hubiese atrevido a hurgar entre las cosas de su novio, ni siquiera por curiosidad, pero ahora quería encontrar esas malditas cartas. Quería saber por qué decía algo tan grave como que estaban malditas ¿eso siquiera era posible?
Buscó debajo de la cama, entre sus cajones, en el armario, debajo del colchón, en su mochila... No había nada. Seguro las había escondido en otro lado de la casa. Dudó un segundo, pero salió de la habitación, mirando a ambos lados del pasillo, asegurándose de que sus padres no estuvieran arriba. Pero podía escuchar el sonido de la televisión venir de la sala, así que se dio prisa.
No sabía por dónde buscar primero, sólo estaba seguro de que no entraría a la habitación de sus padres, ya había sido suficiente con invadir la privacidad de su novio y la del resto de su casa. Se sentía terrible, pero... lo necesitaba.
Entró a la habitación de huéspedes, donde normalmente guardaban cosas extras en el armario vacío. Quizá podría encontrar algo ahí. A lo lejos todavía se podía oír el agua caer, pero sabía que NamJoon no demoraba demasiado, así que se apuró. Rebuscó entre los abrigos y las cajas que ahí había, pero no encontró nada. Empezaba a desesperarse, no sabía dónde más buscar y que le diera tiempo.
Y por el rabillo del ojo, una bolsa negra brilló al fondo del armario.
Rápido tomó la bolsa y la abrió, jadeando cuando los sobres amarillos estuvieron frente a sus ojos, y sintió vértigo, sus manos temblaron y un escalofrío recorrió su espina. ¿De verdad quería leerlas?
Inhaló profundo, pero su respiración se atascó cuando el agua se detuvo, y sin pensarlo, tomó dos sobres y los metió a la bolsa de su pantalón, aventó la bolsa al fondo otra vez y acomodó todo en tiempo récord, para correr a la habitación de NamJoon antes de que saliera del baño.
Apenas puso su trasero en la silla del escritorio, la puerta se abrió. Aguantó la respiración y fingió estar mirando la pantalla bloqueada del ordenador, con expresión aburrida.
NamJoon llevaba la toalla a la cintura mientras acomodaba la nueva gasa que se estaba poniendo en la herida de la frente.
—Oye... ¿podemos olvidar todo este lío? Sabes que no me gusta pelear contigo. —NamJoon se había calmado considerablemente y esperaba que el peliazul también lo hiciera, aunque no estuviera notando lo acelerado que se encontraba.
TaeHyung asintió con la cabeza, sin decir nada, pues seguía respirando pesado por la carrera que se aventó en el pasillo, además de la adrenalina de ser descubierto y estar haciendo algo que no debía.
«Lo siento Joonie, tengo que saber que dicen esas cartas»
Se disculpó mentalmente y el resto de la noche se dedicaron a hacer las paces.
Y eso mismo hizo con DaHyun al día siguiente en la Universidad, siempre manteniendo su actitud serena, pues no quería parecer sospechoso. Terminando el día se encerraría en su habitación a leer el par que alcanzó a robar, para ver qué tanto alboroto se traían. En su cabeza estaba imaginándose lo que podrían decir, quizá algunas cursilerías como decía NamJoon, o tal vez algunas guarradas disfrazadas de romanticismo. No estaba seguro, JeongGuk era en definitiva extraño e impredecible.
El timbre sonó.
—Bien, debo irme, ¿te espero al almuerzo? —Dijo DaHyun, despidiéndose. Él asintió con una sonrisa, feliz de haber terminado bien con su mejor amiga.
—Sí, obvio.
Caminaron a lados opuestos y TaeHyung corrió por el ya vacío pasillo para llegar al baño antes de que no pudiera salir en la clase, calculó que todavía tenía cinco minutos, antes de que su impuntual profesor de Estadística llegara.
Al doblar la esquina, chocó con alguien, asustado se disculpó, pero los colores en su cara desaparecieron al ver a JeongGuk ahí parado. Un extraño olor emanaba de su ropa, y no estaba muy seguro, pero se percibía como... azufre.
—JeongGuk... lo siento, iba corriendo y no te vi. —se disculpó, tragando saliva, intentando evadir los oscuros ojos.
—No es nada. —dijo y se quedó ahí, quieto, tétricamente sonriente y encorvado como siempre. TaeHyung sólo hizo una mueca e intentó pasar de largo. Se le heló la sangre cuando lo tomó de la muñeca con algo de fuerza.
Intentó soltarse con disimulo, pero el agarre siguió ahí. No había nadie en el pasillo.
—T-te... ¿te puedo ayudar en algo? —tartamudeó.
—Sólo quería que supieras que lamento haberte hablado así la otra vez, me encontraba un poco alterado. —habló y TaeHyung asintió repetidas veces, intentando soltarse.
—S-sí, no hay problema... ¿puedes soltarme? ¿por favor? —casi rogó, y el pelinegro no lo hizo.
—Déjame pagártelo. —TaeHyung entró en pánico, mirando sobre su hombro para ver si de casualidad alguna persona pasaba por ahí. Nada.
—¿Eh? No, no... déjalo, está bien, no fue nada, en serio... —insistió, y el agarre se apretó, provocando que se quejara— JeongGuk suéltame, me estás lastimando...
A pesar de no llevar ninguna expresión al hablar, la torcida sonrisa ladina en sus labios no se borraba, y los ojos ensombrecidos estaban haciéndolo sentir nervioso. Pudo sentir sus largas uñas enterrarse de a poco en la piel de su muñeca. Jaló su brazo con fuerza esta vez.
—¡JeongGuk, suéltame ya! —exclamó, retorciéndose.
El tipo fue jalándolo de vuelta hacia él y su pánico se incrementó. En el momento en que chocó contra su cuerpo, TaeHyung actuó por inercia, y su otra mano fue a parar en la cara del otro con fuerza en una cachetada. Pero JeongGuk no lo soltó. Sólo se sostuvo la cara sin decir nada, y TaeHyung comenzó a gritar, ahí fue que lo dejó ir.
Corrió por el pasillo y se encerró en el baño, llamando por teléfono a su madre para que pasara a recogerlo.
Una vez en la parte trasera del auto, se puso a llorar. Un sentimiento oscuro y pesado rodeó el ambiente. El día incluso estaba nublado.
—Cariño, ¿estás seguro de que sólo es un dolor de estómago? —su madre habló mientras lo veía llorar por el espejo retrovisor. Ni siquiera había querido sentarse en el asiento del copiloto— ¿Peleaste con NamJoon?
TaeHyung negó con la cabeza—. No es nada más, sólo me duele mucho.
Su madre no era tonta, y sabía que no existía el tal dolor de estómago, pero decidió dejarlo así, sabiendo lo necio que era su hijo. Después investigaría.
Corrió escaleras arriba hacia su habitación y sacó las cartas de su cajón, sacando el papel del sobre que ya estaba rasgado antes. NamJoon de verdad ya las había leído todas, pensó.
Aún con las lágrimas nublando sus ojos, y con esa sensación de miedo invadirlo, desdobló la primera.
El papel estaba arrugado y repleto de una plana que decía una, y otra, y otra vez su nombre en tinta roja, sin nada más que sólo eso.
—¿Esta es toda la mierda que me quieren ocultar? ¡¿Es todo?! —exclamó desesperado, haciendo bolita el papel y lanzándolo a la basura. Desdobló la siguiente. Su expresión cambió.
Leyó un par de veces lo que decía en su cabeza, apenas entendiendo la mitad, entonces repitió todo, en voz alta...
— «Intra somnia, ego invadendi, te in altum timore et solitudini. Cumque intraveris in flammis de inferno, tu facti sunt omnia i somniasse umquam. Sed ego odi te amo te... [*]
Leyó hasta el final con el ceño fruncido, su nombre en la parte inferior como firma, en tinta roja también, y siguió sin entender.
—¿Qué diablos es esto? —exclamó con lágrimas en los ojos y gritó asustado cuando el foco sobre su cabeza reventó. Algún vidrió calló en su brazo, cortándole, soltó el papel para revisarse la herida, una pequeña gota de sangre cayendo.
El papel recibió aquella gota y fue suficiente, TaeHyung salió corriendo al baño a lavarse, mientras las letras en sangre con su nombre brillaban en el papel, sellando el trato.
La pesadilla comenzó por fin.
[*]» Entra en tus sueños, y te invade, estás en profundo miedo y soledad. Cuando entres a las llamas de mi infierno, te convertirás en todo lo que alguna vez he soñado. Te odio, pero te amo...
[…]
Una semana después, TaeHyung llegó a casa, dejando sus cosas en la mesa, llamando a su mascota.
—¿Kira? Bsh bsh bsh… —llamó, mirando debajo de la mesa y el sofá, pensando que su gata estaría reposando ahí, como siempre. Pero no.
Buscó por la cocina, agitando un sobre de comida para gato, con el propósito de que el minino llegara corriendo una vez identificado el sonido, maullando como loca. Pero no pasó.
TaeHyung bajó el sobre, con un mohín en sus labios. Tal vez estaba en su habitación o en la de sus padres, pero tampoco fue así, y él empezó a buscarla nuevamente por toda la casa, preocupándose porque su gatita no salía a la calle, simplemente no la habían acostumbrado, así que temía porque se hubiera perdido o la hubieran robado una vez fuera.
Se quejó en un pequeño berrinche, buscando hasta por debajo de los cojines del sofá. Nada de nada.
—No, no... Kira, ¿dónde estás?...
.
.
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—¿Dónde estás, gato pulguiento? —exclamó JeongGuk riendo, yendo al baño a asomarse— ¿Dónde te metiste?
Se arrastró por el suelo de madera, mirando debajo de los muebles. Con unos clavos en la mano y algunos en la boca.
—Gatito, gatito... ven, sólo tomará un segundo. Quiero enseñarle a tu dueño una pequeñita lección... —tarareó, riéndose después. Esa risita aguda y malévola que le representaba. Esa risa que se podía identificar fácilmente como alguien que había perdido la cabeza.
La cola esponjosa del felino pasó rápidamente por el rabillo de su ojo, y se levantó tan rápido como pudo, persiguiendo al animal hasta que lo tuvo entre sus manos. El gato de pelaje blanco como la nieve, y ojos azules como un bonito cristal, se retorció, buscando escapar de las garras del hombre.
—Ven conmigo, voy a darte un bocadillo. —Sonrió, abrazando contra su pecho a la bola de pelos, quien gruñía y arañaba sus brazos.
Una vez dentro de su habitación, la puerta fue cerrada con una patada detrás de sí. Metiendo luego al gato dentro de una jaula que sacó fácilmente debajo de su cama. Compacta y oxidada como la mierda.
La gata se encogió sobre sí misma, gruñendo y aullando con miedo. Mostrando los colmillos y arañando al aire. JeongGuk volvió a reír y corrió a su escritorio por un frasco que no contenía nada lindo.
Se sentó en el suelo frente a la jaula y sacó un escarabajo muerto, muerto recién. Lo ató a un hilo por un extremo y por el otro lo ató a un palito, moviéndolo frente al gato con la intención de hacerlo jugar. Al principio mostrándose reacio, pero al final, de un zarpazo, le quitó el escarabajo a JeongGuk y le dio un mordisco.
JeongGuk carcajeó complacido, tocándose el abdomen y balanceándose en su lugar con regocijo.
—Maldito, maldito, maldito estás... —Canturreó como un mantra, abrazándose a sí mismo.
Entonces, liberó al minino.
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—¿Preguntaste a los vecinos? —La voz suave de NamJoon al teléfono sólo agravó su llanto, sintiéndose completamente sensible.
—Lo hice. Nadie la ha visto... —Sollozó otra vez, encorvándose en su cama, jugando con el cable del teléfono mientras escuchaba a su novio arrullarlo al otro lado.
—Ya aparecerá, mi amor, deja de llorar. Los gatos son así, a veces pueden salir por días y no regresar a casa hasta que se les antoja. —TaeHyung bufó.
—No, Joon, tú sabes que Kira no sale a la calle, ella debe estar hambrienta y asustada... —Volvió a derramar sus lágrimas agrias, desconsolado.
—¿Quieres que vaya contigo?
—No, no... tú debes estar descansando, el Doctor lo dijo claramente. —repuso el peliazul, sorbiendo la nariz.
—¿Entonces puedes hacer algo por mí y dejar de llorar? Si para mañana no aparece, te prometo que saldré de esta cama y te ayudaré a buscarla hasta por debajo de las piedras, ¿está bien?
—Pero Joon...
—Nada. No me quedaré en cama más tiempo del necesario mientras me necesites. —TaeHyung suspiró.
—Eres necio.
—Lo sé. —Ambos rieron después de eso— Todo saldrá bien, bebé, ella volverá.
TaeHyung asintió, aunque NamJoon no le viera, intentando convencerse a sí mismo de que volvería a ver a su mascota.
—Te amo.
La pareja compartió un poco más de palabrería cursi y TaeHyung terminó la llamada más tarde, sintiéndose un poco más confiado y tranquilo.
Se acurrucó a sí mismo debajo de las mantas y apagó la luz de su lámpara, dispuesto a dejar de pensar y dormir. Pero un par de minutos después, en lo que conciliaba el sueño, escuchó un maullido bastante conocido que venía de afuera. Saltó fuera de la cama como alma que lleva el diablo y abrió la ventana, asomándose.
—¡Kira! —Gritó, la gatita mirando hacia su ventana, aullando y temblando de frío.
TaeHyung corrió escaleras abajo, tropezando en el camino, pero aun así llegó afuera, tomando al animal entre sus brazos con lágrimas de felicidad corriendo por sus mejillas.
—Creí que no volvería a verte —exclamó, besando su cabeza y llevándola adentro.
—TaeHyung, ¿Qué pasa? —Sus padres bajaron las escaleras alterados, pues el peliazul había hecho un escándalo. Entonces observaron al gato— Oh Tae, te dije que volvería.
Su madre se acercó a él, acariciando a Kira, quien no tardó en ronronear.
—Estás toda sucia, ¿dónde te metiste? No vuelvas a asustarme así.
El muchacho y su familia estaban felices de que su mascota haya regresado sana y salva a casa. Sin tener una idea de que lo que seguía... no acontecía nada bueno.
Una canción, siendo tarareada a la lejanía.
«Malditos, malditos, malditos están...»
[…]
Unos días más tarde, DaHyun abrazó a TaeHyung por la cintura cuando el peliazul llegó con un desanimo inusual. Se aferró a su amiga bajita y se quejó preocupado.
—Ya no sé qué hacer con Kira, sigue comportándose muy extraño...
—¿Sigue trayendo ratas a la casa?
—Ya no son ratas, la semana pasada llevó una serpiente y la destripó en la sala, fue asqueroso, mi mamá casi se desmaya. El lunes llevó un pajarito muerto, y ayer... un cien pies, pero era extraño... era demasiado enorme, jamás había visto uno tan grande. —TaeHyung musitó con una mueca, DaHyun pensó.
—¿Pero no es normal? Es decir, los gatos suelen salir y cazar esas cosas, he escuchado que cuando los llevan a tu casa es como si te estuvieran dando una ofrenda como agradecimiento. —Las cejas delgadas de su amiga se levantaron, explicándole. TaeHyung se rehusó.
—No, no entiendes, Kira no es así, ella nunca había salido antes a la calle, ni siquiera se movía del sillón, era muy tranquila, pero ahora no me deja ni tocarla y sale por la ventana del baño cada que puede. He intentado cerrar las ventanas y puertas para que no lo haga más, pero por alguna razón siempre encuentra un lugar por el cual salir. Esta mañana casi me araña la cara por intentar acariciarla.
—Quizá sea su instinto. —dijo, ya sin opciones.
—No lo sé D, desde que regresó no es la misma. —Su conversación terminó cuando NamJoon llegó hasta ellos, TaeHyung lanzándose a sus brazos con emoción.
—Ah bebé, te extrañé tanto... —Murmuró NamJoon besando la cabecita azul, DaHyun hizo una mueca y se metió el dedo a la boca, fingiendo una arcada.
—Puaj... ustedes son ridículos, se vieron ayer. —exclamó, entonces se separaron con una sonrisa.
—¿Qué? ¿Te peleaste con Dong? —burló el moreno, abrazando por el cuello a su novio.
—Eso no te importa, idiota. —se cruzó de brazos y dio la vuelta, los dos chicos la siguieron con una sonrisa tonta en sus caras, rumbo al salón de clases.
Las risas se acabaron cuando, a su lado, JeongGuk pasó rozando el hombro de TaeHyung con el suyo, a propósito. NamJoon lo acercó a sí mismo y se dispuso a decir algo, pero DaHyun lo tomó de la muñeca.
—Déjalo Nam... —dijo, mirando como el tipo pasaba sin siquiera mirarlos de vuelta—. Joder, me dieron escalofríos sólo de verlo, no sé cómo puede andar entre la gente como si nada.
—¿Ahora te odia o de qué me perdí? —preguntó NamJoon realmente confundido.
—No de mucho, supongo. Lo rechacé la última vez y pareció no gustarle para nada. —murmuró con una mueca de pena, se sentía un poco mal, pues no quería decirle a NamJoon la verdad. Si se enteraba de que se había mal pasado con él, el moreno también querría causar problemas. Igual le dejó marcada la mano en la cara, esperaba que con eso fuera suficiente para mantenerlo alejado.
—Ten cuidado con él, si te vuelve a molestar debes decirnos, ¿ok? —TaeHyung asintió con una mueca angustiada.
DaHyun y Dong acompañaron a TaeHyung a casa esa tarde, y al entrar, el grito que pegó la chica ensordeció a medio vecindario.
—¡¿Qué mierda es eso?!
TaeHyung se tapó la boca con la mano, aterrado.
Kira venía de la cocina, con algo en el hocico que ninguno de los tres chicos en la sala pudo identificar. Era un insecto del tamaño de… no, era simplemente una masa amorfa, tenía patas largas y gruesas como si de una araña se tratase, moviéndose fuera del hocico de la gata, y tenía ojos... tenía ojos por todas partes del cuerpo. Ojos saltones que colgaban sin soporte.
TaeHyung quiso llorar del miedo, y quedándose estático en su lugar, Kira gruñó desde lo profundo de su garganta y corrió por el pasillo, saliendo por la ventana.
—¡¿TaeHyung, viste eso?! ¡Esto no es normal! —DaHyun exclamó, zarandeándolo del brazo. El peliazul seguía en medio de la sala, sin moverse ni parpadear.
—Voy a llamar a la policía. —exclamó TaeHyung sacando el celular de su bolsillo. Dong estaba callado, pálido como el papel.
—¡No! ¡¿Y qué se supone que les dirás?! ¡¿Que tu gato trajo un qué, a tu casa!? ¡Ni siquiera sabemos qué era esa cosa! —DaHyun gritó histérica, temblando.
TaeHyung se desvaneció en el sofá y se echó a llorar. Algo andaba mal con su mascota, algo realmente mal y cada vez las cosas se ponían peor.
—¡¿Entonces qué hacemos?! —Dong se unió al desastre, yendo a cerrar las ventanas, por si al gato se le ocurría volver.
—No lo sé, no lo sé... algo está mal con ella, esa no es Kira, no es... —dijo tallándose los ojos con frustración.
Escucharon algo caer en el piso de arriba y todos se pusieron alerta.
—¿Cerraste la ventana de mi habitación? —TaeHyung preguntó lentamente, esperando que Dong le diera una respuesta afirmativa. Pero no.
Los tres corrieron escaleras arriba, a la habitación del peliazul.
No podía ser real, simplemente no podía ser algo así... TaeHyung abrió la puerta de golpe y al instante los tres comenzaron a toser en descontrol mientras se cubrían. La habitación estaba repleta de pelo, y repleta era poco, los pelos de color blanco del animal estaban cubriendo las paredes, el techo, los muebles, incluso volaban alrededor de la habitación, pues ya no tenían más dónde posarse.
No podían abrir bien lo ojos, pero escucharon los gruñidos de la gata muy cerca de ellos, sintió a DaHyun abrazarse a él, jalándole de la ropa para que salieran tan pronto de ahí como pudieran.
—¡Kira! —Gritó TaeHyung, cuando el animal se le abalanzó encima. Dong tomó la lámpara de la mesa a un lado de la puerta y golpeó al gato para que soltara a TaeHyung. El animal se quejó y corrió de vuelta a la ventana. Perdiéndose finalmente.
—¡Ya vámonos de aquí! —Dong gritó, levantando a su amigo del suelo. Los tres salieron de la casa.
TaeHyung estaba en shock, mirando la puerta de su casa fijamente, a pesar de que sus amigos a su costado estaban haciendo un barullo que alertó a los vecinos. Lo sacudieron, pero él no reaccionaba.
—Pero ¡¿qué está pasando aquí?! —Volvió a tomar aire, sin darse cuenta de que estaba aguantando la respiración y sus oídos se destaparon, el eco del sonido de afuera llegándole de lleno, junto a los gritos de su madre.
—¡Señora Kim, no entre! —DaHyun advirtió, cuando la madre del peliazul, que apenas llegaba, observaba el alboroto en la calle, fuera de su casa.
TaeHyung siguió ahí, pegado al asfalto, mientras veía a sus amigos y a su madre entrar de nuevo a la casa. No supo cuánto tiempo pasó, pero debieron ser unos cuantos minutos, hasta que escuchó la voz de DaHyun saliendo otra vez.
—¡Le juro que ahí estaba! ¡Volaban por todas partes! ¡Lo vimos nosotros!
¿Qué?
TaeHyung reaccionó y se echó a correr dentro de la casa. Al llegar a su habitación, frunció el ceño.
No había nada, todo estaba como normalmente, no había pelos, estaba todo limpio, como si nada hubiera sucedido.
Se jaló de los cabellos con desesperación.
—No… no, no, lo vi, ¡juro que lo vi! —¿estaba perdiendo la cabeza de verdad?
No era el primer suceso que ocurría, y que al final, cuando terminaba contándoselo a alguien, nada estaba pasando, haciéndole creer que en serio todo estaba dentro de su cabeza. ¿Y si lo estaba? ¿Qué estaba mal con él?
¿Qué diablos estaba pasando?
[…]
JeongGuk preparó lo último que necesitaba, poniéndose su gabardina, listo para salir. Le echó un vistazo a la tarántula, la cual se posaba encima del muñeco de trapo de cabello de lana azul. Sonrió.
—Delilah... cuida todo mientras no estoy, esto sólo tomará un segundo.
.
.
.
Comenzaron a discutir. No… a gritarse. NamJoon lo empujó lejos y él lo hizo de vuelta.
—Deja de lloriquear por todo, joder, ¡odio que te comportes como un marica! —Había una rabia inusual que TaeHyung no pudo asimilar en él. Se quedó muy quieto, sin habla, sus ojos picaron.
—¿Qué?... —murmuró con la voz temblorosa, casi inaudible.
La cara de NamJoon estaba roja de coraje, las cejas fruncidas, la mandíbula apretada, y TaeHyung, por primera vez desde que lo conoce, y como nunca había sucedido, sintió miedo. Le tuvo miedo.
Se arrinconó en la pared cuando el moreno se le acercó, sus ojos inyectados en sangre. Ahogó un grito cuando las manos contrarias rodearon su cuello con fuerza... mucha fuerza. Se retorció, golpeando a NamJoon para que lo soltase, le arañó la cara e intentó mover sus pies, pero éstos ya no estaban tocando el suelo. El aire se terminaba y su cara estaba tornándose purpura, sus ojos desenfocados y la saliva cayendo de su boca. Había sangre corriendo por las sienes de NamJoon, las pupilas dilatas, como hoyos con profundidad. Y cerró los ojos.
Se levantó de golpe, gritando. Las lágrimas bañando su cara, como el sudor que recorría su frente y espalda, tan frío que se puso a temblar. Se tocó el cuello sollozando, meciéndose en su cama. Sintió miedo, y rogó porque sus padres llegaran pronto de esa fiesta. El reloj marcaba las tres de la mañana.
Aguantó en su cama unos minutos, mientras el terror de su pesadilla pasaba, pero seguía llorando desconsoladamente, sus extremidades temblaban. Se levantó con cuidado al baño y abrió el grifo del agua para mojarse la cara, una vez viendo su reflejo en el espejo, un nudo se instaló en su garganta, las marcas rojas, casi purpuras de dedos rodeaban su cuello. Sollozó más fuerte y se dejó caer al suelo de rodillas. No sabía qué es lo que estaba pasando y estaba harto de que cosas así le sucedieran, estaba aterrado y se sentía completamente desamparado.
La puerta de entrada se escuchó y se levantó con rapidez, gritando el nombre de su madre. Bajó las escaleras a tropezones y paró en seco. La puerta abierta en su totalidad, pero su madre no había entrado por ella. Seguía estando solo.
—¡Ya basta! —corrió a cerrarla otra vez, poniéndole todos los pestillos que tenía y otro ruido vino de la cocina, como platos chocando entre sí. Se quedó helado contra la puerta, a la espera de cualquier otro sonido.
Y lo hubo, el vidrio estrellándose contra el suelo de madera. Corrió escaleras arriba, y se encerró en su habitación, tomando su celular. Gritó más fuerte, la puerta siendo tocada con brusquedad.
Desbloqueó el aparato con las manos temblorosas, marcando apenas el número de emergencias, al mismo tiempo que se metía debajo de la cama.
La puerta fue abierta de un golpe, y aseguró que la madera fue rota. Se tapaba la boca para no emitir ningún sonido, pero era estúpido, ese alguien sabía que estaba ahí. Los pitidos constantes en el teléfono estaban llenándolo de ansiedad.
—Por favor, ayúdenme… —susurró lo más bajo que pudo cuando contestaron, las lágrimas nublándole la vista, aferrándose al aparato, pues en esta ocasión, su vida dependía de ello.
Gritó sus pulmones fuera cuando le tomaron de los tobillos y le sacaron de debajo de la cama, TaeHyung rogó, cerrando los ojos con fuerza. Jalaron de su cabello, y la oscuridad no le permitió ver nada cuando abrió los ojos. Le soltaron, pero antes de poderse girar, lo próximo que sintió fue un golpe seco y cayó al suelo inconsciente, cuando el bate dio de lleno en su cabeza.
El sábado llegó al día siguiente, y NamJoon estaba esperando porque TaeHyung le devolviera las llamadas para poder salir, pero el chico no lo hacía, supuso que estaría metido en sus pinturas o quizá en alguna práctica de sus rutinas. Es por eso que, cayendo la noche, DaHyun y él fueron a verlo a casa.
No les gustó para nada lo que encontraron.
Milla, la madre del peliazul, abrió la puerta con lágrimas en los ojos, el celular a su oído y una expresión hundida de pura angustia.
—¡NamJoon! ¡Dime que vienes con TaeHyung!
—¿Qué? ¿No está aquí? Vinimos a buscarlo porque no contesta nuestras llamadas.
—No ha llegado a casa, ni siquiera nos avisó si salió o algo. Anoche salimos a una reunión del trabajo y volvimos muy tarde, pero nos dimos cuenta que Tae no estaba hasta hoy en la mañana. —Apenas Milla pronunció aquello, NamJoon corrió de vuelta al auto, con DaHyun pisándole los talones— ¡NamJoon! ¡¿A dónde van?!
[…]
Un olor ácido se coló por su nariz entre su sueño, despertándolo de a poco, arrugando la nariz. Le tomó un par de segundos sentir lo que había a su alrededor, porque en realidad, era todo oscuridad. Se exaltó cuando sintió la tela dentro de su boca y se retorció. Sus manos fuertemente atadas a su espalda, al igual que sus tobillos.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a entrar en desesperación, un pánico que le hundió el pecho tan pronto como se dio cuenta lo que podría estar sucediendo. Al moverse, su cara rozó el suelo y algo mojado se pegó a ella. Intentó gritar, pero su voz era ensordecida por la mordaza improvisada que llevaba en la boca. Intentó gritar tan fuerte que su cara se tornó púrpura y sus ojos se inundaron en amargo llanto.
TaeHyung no sabía que estaba recostado sobre su propia sangre, aquella que salía de la parte posterior de su cabeza. Siendo ese líquido el que había percibido. La adrenalina y el shock no le permitían sentir el dolor que podría estar sintiendo por las heridas en sus muñecas, producto de la cuerda, y sus bruscos movimientos en un intento por zafarse. Y el de su cabeza, producto del golpe que pudo haberlo matado, sin embargo, la persona que le reventó la cabeza supo muy bien dónde, cómo y con qué fuerza hacerlo, para evitar el incidente.
No lo querían muerto, eso estaba más que claro.
Rezó en su cabeza, temblando incontrolablemente, creyendo que en cualquier momento mojaría sus pantalones. La tela en su boca se humedeció con su saliva, en todos sus intentos por gritar, lo cual había dejado estragos en sus cuerdas vocales y le estaba ardiendo la garganta.
Pensó que iba a morir, después de ser cruelmente torturado, y por su cabeza no podía pasar nada más que no fuera su vida entera y todo lo que no pudo haber hecho, y todo lo que hizo.
¿Era su destino morir así?
Se detuvo en seco cuando escuchó una puerta abrirse, y un halo de luz amarilla le cegó los ojos por un momento. No podía dejar de temblar, no podía dejar de llorar.
Divisó entonces unas botas militares de cuero negro adentrarse por la puerta. El corazón se le salió del pecho, gimiendo desesperado al mirar hacia arriba y encontrarse al culpable de todo esto.
A quien tuvo razón para temerle todo este tiempo.
Jeon JeongGuk se acuclilló a su lado, y se le quedó mirando con una mueca de despreciable fascinación. Como si estuviera orgulloso de su trabajo, como si hubiera triunfado en algo.
—Gracias a Dios no te maté, estaba tan preocupado, sentí que todo mi esfuerzo pudo haberse resbalado de entre mis dedos, pero no fue así… —Habló con una sonrisa aliviada, acercando su huesuda mano para sacarle el pelo de la cara, y TaeHyung gritó, removiéndose con violencia para que no lo tocara—. No te pongas de esa manera, cariño. Hagas lo que hagas no tienes a dónde ir y hacerme enojar sólo te afectará a ti.
Habló con la mandíbula apretada y su semblante apacible había pasado a segundo plano, sus ojos negros como el abismo, tan opacos que lucían sin vida, como si ese despreciable hombre no tuviera alma.
Y probablemente no la tenía.
JeongGuk pareció pensar lo que dijo y frunció el ceño en angustia, frotándose la cara con las manos.
—No… no, ¿Qué estoy haciendo? No debo hablarte así, si te quedaras aquí conmigo debo ser amable. —chilló el pelinegro, provocando que los vellos de TaeHyung se pusieran en punta. Como si estuviese hablando consigo mismo y no con él.
Tenía la esperanza de que ya debían estarlo buscando, sus padres, sus amigos, su novio… alguien debía estarlo buscando ya. Y darían con ese idiota, no dudaba que se les pasara algo como eso. Era obvio.
—Oye, ¿No te duele la cabeza? Te di algo fuerte, pero no te preocupes, dejó de sangrar hace rato, ya te cosí la herida. —dijo con una sonrisa, y a TaeHyung se le revolvió el estómago… dijo ¿Coser?
¿Le había cosido el maldito cráneo mientras estaba inconsciente? Entonces estuvo al tanto, más que nunca, de que el líquido en el suelo debajo de él era su propia sangre.
—Oh cierto, no puedes hablar —la estúpida sonrisa en su demacrado rostro le hizo rabiar. Jeon se acercó a sacarle el pedazo de tela de la boca, TaeHyung movió la mandíbula, acalambrada, de quién sabe cuánto tiempo que había estado ahí, amordazado. Sin embargo, no gritó, su primera reacción fue escupirle directo en la cara.
JeongGuk sólo cerró los ojos, y se limpió lentamente la saliva que había caído en su ojo izquierdo.
—Bienvenido TaeHyung, ponte cómodo. —TaeHyung se sacudió, gritándole, pidiéndole que lo desatara, que no lo dejara ahí, pero claro que no sería escuchado. JeongGuk salió azotando la puerta, dejándolo en completa oscuridad después.
Sollozó ya sin lágrimas, el nudo en su garganta cortándole el aire. Y aunque siguiera gritando, sabía que no tenía sentido alguno, nadie iba a oírlo y probablemente sólo logre que lo amordacen otra vez. La herida de su cabeza comenzó a doler, haciéndose presente cada vez más la molestia conforme el tiempo pasaba, y entraba en razón de su propia presencia, de su propia realidad y lo que estaba sucediendo.
¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No tenía una puta idea, y estaba tan oscuro que no tenía certeza si era el día siguiente, o la noche siguiente, o los días siguientes, sólo tenía el último recuerdo en su casa antes de quedar inconsciente. Ese bastardo fue el que se había metido a su casa, ese bastardo fue el que estuvo molestándolo todo este tiempo, metiéndole ideas, orillándolo a la locura. Pero no estaba loco, estaba convencido de que todo había sido su culpa, todo había sido culpa de ese fenómeno.
Con dificultad, intentó sentarse, la piel de sus muñecas ardía, y temió que la cuerda estuviera cortándole la circulación, sintiendo los dedos fríos. Cuando logró enderezarse, su espalda logró recargarse en algo suave. Una cama. La vista pronto acostumbrándose a la densa oscuridad, divisando como sombras algunos muebles, además de la cama y una ventana pequeña. ¿Estaba en casa de Jeon? Oh, seguro que sí.
Intentó ponerse de pie a pesar de sus tobillos atados y cayó sentado en la cama. No era incómoda y parecía estar tendida por la suave superficie de una colcha. Una idea se le vino a la mente, aunque dudó que realmente esa podría ser su habitación. La habitación de JeongGuk.
Tenía hambre, el estómago le rugía a horrores y tenía ganas de ir al baño, ¿ahora qué? ¿cuánto tardaría JeongGuk en volver? ¿Pensaba dejarlo ahí? No, sabía que no sería sólo así, sabía que tenía planes para él, sabía que quería hacerle algo, quería algo de él y por esa razón estaba ahí. Temió por su vida, realmente lo hizo.
Se dejó caer en la cama, cerrando los ojos, el dolor de cabeza estaba matándolo. Y se quedó ahí.
El chorro de agua le despertó de golpe, tosiendo cuando ésta entró a su nariz, ahogándolo.
—Te traje comida. Espero estés más tranquilo, no voy a pasarte otra falta de respeto, quiero que lo tengas claro. —JeongGuk le miró con la expresión neutra, señalándole la bandeja con un sándwich que no se veía nada mal y un vaso con lo que parecía ser jugo de manzana.
Parpadeó otro par de veces, y se dio cuenta que las luces ahora estaban encendidas. Paseó la mirada por toda la habitación. La luz igualmente no era demasiado brillante así que se notaba la vibra sombría del lugar. Estaba seguro de que era un sótano por la forma del techo y las paredes, además que lo angosto que era. Igual vio la cama en la que estaba postrado y los muebles, un par en las esquinas, con cajones y un escritorio al otro lado del cuarto, con una pecera que no tenía más que tierra y un foco dentro. Rodeado de frascos con líquido extraño dentro, muchos otros llevaban insectos. Un escalofrío.
Había clavos en las paredes, mal clavados, demasiado peligroso. No había cuadros y la pequeña ventana que había estaba sellada con maderas.
—Creo que empezamos con el pie izquierdo, TaeHyung. No te traje aquí para tratarte mal, pero eres tan necio y grosero que me es difícil no querer controlarte... —TaeHyung lo miró sin expresión, viendo cómo el tipo se jalaba de los cabellos con una mueca de angustia.
«Está demente —pensó en su cabeza, queriendo escupirle la cara otra vez.
—¿Qué es lo que quieres, JeongGuk? Sabes que no tienes que hacer esto... —habló despacio, tanteando el terreno. La expresión compungida había cambiado a una más seria.
—¿Hacer qué? —preguntó, y TaeHyung notó que realmente no sabía a lo que se refería.
—JeongGuk, escucha... si me dejas ir ahora, te prometo que... —una risa seca le interrumpió.
—¿De qué estás hablando, dulzura? No puedes negociar conmigo. Te quedarás aquí.
JeongGuk le acercó el sándwich, poniéndoselo contra los labios, a la espera de que abriera la boca. TaeHyung lo miró severo desde abajo, aun así, le dio un bocado.
—Buen chico. —susurró.
Terminó el sándwich bastante rápido, su estómago dándole las gracias. Aunque de cualquier forma siguió apretando las piernas, sin soportar las ganas que tenía de orinar. JeongGuk pareció darse cuenta y sorpresivamente, le desató el nudo de los tobillos. Dándole un empujón en el hombro.
—Hay un baño ahí, es todo para ti. Anda... —TaeHyung se levantó con cuidado, estirando los dedos acalambrados de sus pies, y caminó balanceándose a la puerta roída de madera, que, por alguna razón, no había notado en la habitación.
—Espera, seguro que querrás tomar una ducha también. —mencionó caminando hasta él, TaeHyung cerró los ojos, encogiéndose en su lugar, pensado que querría hacerle algo, pero él sólo le tomó de las manos y cortó el nudo de ahí también—, Hay ropa en los cajones. Te recomendaría que pensaras muy bien cada uno de tus movimientos a partir de ahora, ¿sí?
Eso último lo dijo a su oído, raspándole la oreja con los labios, TaeHyung sintió horribles escalofríos recorrerlo. Y se quedó muy quieto cuando dejó un casto beso en el mismo lugar.
Entonces salió de la habitación, escuchando un click al otro lado de la puerta.
Se quedó observando sus manos, sin embargo, el miedo no le permitió moverse. Quedándose así, varios minutos, debatiendo internamente qué es lo que debía hacer ahora que estaba desatado. La puerta estaba trabada, obvio, no podría salir, pero ¿entonces? Debía haber una alternativa.
Finalmente entró al baño, creyendo que podría encontrar una ventana abierta, pero nada, era un baño demasiado pequeño con sólo el retrete, la regadera y un muy pequeño lavabo con cajones. Normal, simple. No le servía.
Igual lo dejó de lado un momento, estaba casi orinándose encima y se bajó los pantalones. Se sostuvo de la pared mientras orinaba, exhalando de alivio. Pero únicamente por eso, pues el nudo en su garganta seguía cortándole el aire. Sus ojos se aguaron.
Alguien debía estar buscándolo ya, ¿no? Alguien debía hacerlo. Alguien...
Sus lágrimas cayeron, y terminó por sostenerse del lavabo, desesperado por encontrar algo que lo sacara de ahí. Abrió los cajones, sólo encontrando un shampoo, un jabón y un cepillo de dientes, y en el otro, prendas de ropa que conocía perfectamente. Jadeó, tomando las prendas entre sus manos.
Había camisetas y shorts, pantalones, ropa interior. Todo suyo. Era su ropa. Una prenda de color azul celeste captó su vista por el rabillo del ojo, tomándola también.
Era la ropa interior que perdió el día del entrenamiento.
Dejó todo en el suelo y salió del baño, abriendo los cajones de los muebles en la habitación, a ver qué se encontraba. No había nada, estaban vacíos. Cada uno de ellos. La ansiedad le revolvió el estómago y las lágrimas no dejaban de caer, estaba perdiendo los estribos, no podía respirar.
No podía...
[…]
—NamJoon, cálmate.
DaHyun le llamó bajito, mientras el moreno estaba casi arrancándose los cabellos del cráneo. No encontraron a TaeHyung por ningún lado, en todo el día. No respondía las llamadas, no nada, no había ni un rastro.
—¿Calmarme? —espetó, mirándola de muy mala manera— TaeHyung desapareció, ¡y todos aquí sabemos por qué!
Ese mismo día se dedicaron a buscarlo hasta por debajo de las piedras, preguntaron en la universidad, en los restaurantes a los que concurrían, las cafeterías, el gimnasio. Con la esperanza de que estuviera en otro lado y no en dónde pensaban.
Pero sabía que era así.
Volvieron a la casa del peliazul, preguntando si había vuelto a casa, pero nada. Subió él mismo a la habitación de su novio para intentar encontrar algo que le dijera en dónde podría estar. Y fue que encontró el cajón.
—¡¿Por qué tuvo que leerlas?! ¡Le dije que no lo hiciera! ¡Mierda que se lo dije! —gruñó NamJoon en el sofá.
—He llamado a la policía, pusieron una alerta, están buscando ya. —HanSol entró a la sala con el teléfono en mano, yéndose a sentar junto a DaHyun— ¿De verdad nadie sabe dónde vive? ¿La universidad no tiene sus datos?
—Los tiene, y son falsos, la dirección da a una casa sin habitar desde hace tiempo. El hijo de perra nunca dio información personal real e hizo idiotas a todos. No tengo idea de a dónde se llevó a TaeHyung.
—Lo encontraremos. Las dos cartas que TaeHyung alcanzó a leer no eran más que maldiciones básicas para la mala suerte. Gracias al cielo que no leyó otras...
—¿Es por eso que le estuvieron pasando todas esas cosas? ¿Todo era real? ¿También lo tuyo? —preguntó DaHyun, aterrada. NamJoon asintió.
—Lo fue. Y por eso nadie debió leer eso en primer lugar, no sé cómo no las quemé antes... —se lamentó la mujer.
—Porque aún necesitamos pruebas, mamá. —gruñó NamJoon.
—Igual debiste mantener la distancia, te advertí sobre eso y aún así volviste a leerlas. —regañó a su hijo, pues NamJoon sólo había querido releer para intentar encontrar una explicación, un sentido, y fue cuando todo comenzó a salir mal. Desde su cambio de actitud, hasta su suerte, todo estaba mal.
—Hiciste ¿qué?—DaHyun parpadeó, mirándolo acusatoriamente.
—Tuve qué, necesitaba entender lo que decían, una vez supe el idioma que utilizaba. —explicó, irritado.
—¿Y qué decían?
—Eso no importa ahora, primero necesito encontrarlo —NamJoon se levantó—, alguien debe saber dónde vive ese bastardo, y si no, al menos hacia dónde va todos los días después de la universidad.
—Iré contigo —la rubia también se levantó.
—No, tú quédate, necesito que estés aquí, estaré enviándote mensajes con mi ubicación, por cualquier cosa.
—Sabes que ese hombre no está bien, NamJoon, y estás yendo directo a él. Te odia con su existencia. —DaHyun tenía razón, pero no iba a quedarse de brazos cruzados sólo por eso.
—¿Y dejar que le haga cualquier cosa a TaeHyung? Está enfermo, y cada segundo que estoy perdiendo aquí es un segundo en el que podría estarle haciendo algo. —fue lo último que dijo y salió azotando la puerta.
[…]
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí, quizá no era demasiado y aun así él sentía el tiempo correr tan lento. El miedo no le había permitido intentar nada hasta ahora, y simplemente no quería moverse de su lugar, pues JeongGuk tenía cambios de humor extremos. A veces lo trataba bien, y le dejaba en paz durante horas, pero muchas otras veces no corrió con la misma suerte, y le golpeaba, le golpeaba hasta quedar cansado, para luego tirarse a su lado y rogarle por su perdón.
Ahora mismo estaba mirando hacia la puerta, recostado en la cama con la sangre de su nariz secándose conforme el tiempo pasaba. Pensando, sólo pensando en cuánto faltaba para que JeongGuk por fin lo matara en algún arranque o algo. Y luego estaba el terrible dolor de estómago que sentía, estaba mareado, nauseabundo, el sudor frío le recorría la espalda y estaba seguro de que si sentía ganas de vomitar, no tendría las fuerzas para levantarse a unos pasos al baño.
Lo vio un par de veces.
Vio al muñeco de trapo con cabello azul un par de veces, sobre el escritorio, mientras Jeon pensaba que él no estaba mirando. Al principio había sido absurdo, había sido estúpido pensar en eso, pero el malestar persistió luego de que lo descubriera pincharle el estómago al muñeco con un alfiler. Automáticamente se sintió mal, se retorció de dolor, y JeongGuk fingió sentirse preocupado, ocultando la torcida sonrisa detrás de un ceño fruncido en falsa angustia.
Antes pensaba que JeongGuk sólo era un chico extraño, oscuro y retraído, demasiado creepy, y cuando comenzó a pensar que estaba loco de alguna forma, jamás creyó que llegara a tales límites. ¿Voodoo? ¿Qué tanta mierda más sabía?
Aguantó la respiración, encogiéndose en su lugar cuando el candado se escuchó al otro lado. JeongGuk entró después con la usual bandeja de comida.
No quería comer, si comía probablemente devolvería todo. Y JeongGuk lo sabía.
—Te ves horrible. —dijo.
«Bastardo— maldijo en su cabeza. Quiso darse la vuelta para no tener que verlo pero no había sido posible, como siempre.
—Levántate, vamos a ducharte, no has querido pararte en dos días. —por supuesto que sacrificaría algo como tomar un baño a cambio de que ese enfermo no lo tocara. Los días pasados había podido hacerlo sólo, pero desde que empezó a usar ese muñeco como castigo le era imposible mantenerse de pie.
No respondió, simplemente negó con la cabeza. Claro que JeongGuk no tomaría una negativa como respuesta. Se quejó cuando fue tomado del cabello bruscamente, sacándolo de la cama. Sus piernas temblaron de lo débiles que estaban, y se mareó todavía más.
Lo arrastró hasta el baño y le quitó la ropa sin cuidado. Tenía muy consciente que el día de hoy no podía hacer enojar a JeongGuk o le iría particularmente mal. Sino es que ya le estaba yendo.
Sintió el chorro de agua helada caerle encima y fue en todo en lo que pudo concentrarse mientras tiritaba y se abrazaba a sí mismo. Un minuto después se calentó lo suficiente, y la espuma del shampoo que JeongGuk hacía en su cabeza caía por sus ojos, cerrándolos fuertemente.
—Deja de llorar, es agua, no ácido. —escuchó a su lado y arrugó la nariz de pura molestia. Queriendo romperle la maldita cara.
—¿¡Por qué haces esto?! ¿¡Todo este tiempo para eso me querías?! ¿¡Para tenerme aquí y golpearme, maltratarme?! ¡Creí que estabas enamorado de mí! —TaeHyung sollozó, mirando fijamente a Jeon, temblando.
JeongGuk se quedó quieto, con el jabón en la mano, y algo en su rostro se deformó, como si hubiera dado en el clavo con aquello, logrando hacer que se cuestionara a sí mismo.
—Lo estoy. —respondió secamente, aún sin expresión.
—¡¿Y entonces qué es todo esto?! ¡ya estoy aquí! —exclamó, la vena en su frente pulsando—. Si me voy a quedar aquí contigo al menos deberías tratarme mejor…
TaeHyung bajó la voz, los nervios carcomiéndole por dentro. No sabía si algo así podría funcionar.
JungKook no dijo nada, terminó de quitarle el jabón de todos lados y cerró la llave, envolviéndolo en una toalla. TaeHyung creyó que sí había resultado, cuando dejó de jalonearlo y lo dejó nuevamente en la cama, lanzándole a un lado la ropa limpia.
—Asegúrate de comer, vendré más tarde a verte. Ya no te preocupes más por los dolores de estómago. —TaeHyung se quedó muy quieto mientras el azabache se daba la vuelta y salía de la habitación sin mirarlo. Y espero los usuales clicks en la cerradura cada que salía. Para así poder echarse a llorar y seguir pensando en alguna alternativa para salir de ahí.
Pero no hubo más que uno. Y sólo había sido el de la puerta al cerrarse, no se escucharon los candados. Ninguno de ellos.
Su corazón comenzó a latir en descontrol, la ansiedad incrementándose en su garganta…
Se levantó aún con la toalla a su alrededor, después de escuchar los pasos de JeongGuk alejarse lo suficiente. Y giró la perilla, con la mano temblándole.
Ese click le devolvió el alma al cuerpo. ¿Realmente podría hacerlo?
Tomó aire, mirando una vez hacia atrás, pensando dos veces que era lo que tenía que hacer ahora, y si podría lograrlo. Pero… era ahora o nunca, no sabía cuándo podría haber otra oportunidad como esa para escapar.
Y lo hizo.
Se aferró fuerte a la toalla y empujó la puerta suavemente, la luz del angosto pasillo con escaleras permitiéndole ver hacia donde iba. Y como supuso al principio, estaba en un sótano.
Sosteniéndose de la pared, subió. Podía sentir su corazón latir en sus oídos y en su garganta. La adrenalina recorriendo su sistema.
Al llegar al último escalón, se detuvo un momento, respirando pesado, sin saber qué hacer después, ¿Y si JeongGuk estaba cerca? Se asomó por el pasillo y se dio cuenta de que era una casa enorme, vieja y muy anticuada, por los cuadros en la pared y los muebles desgastados. No había casas como esas en dónde vivía, y supo que seguramente estaba muy lejos de la ciudad, el miedo volvió a invadirlo.
Pero tenía que seguir, tenía que intentarlo, porque no podría estar aquí toda su vida, a la espera de que JeongGuk se vuelva aún más loco, lo asesine o algo peor que eso… y sabía que había muchas cosas peores que la muerte.
Caminó unos cuantos pasos fuera de las escaleras, cuidadoso de no hacer ruido y estar bien alerta, en caso de que Jeon se aproximara.
Se asomó cuando llegó a otro pasillo y todo pasó muy rápido entonces...
Sintió el tirón en sus cabellos, y fue arrastrado por el suelo de vuelta al sótano. El peliazul gritaba y lloraba para que lo soltase, pero el contrario no dijo nada. TaeHyung se golpeó las costillas y demás cuando fue arrastrado por las escaleras. JeongGuk cerró la puerta con candado y llave una vez dentro otra vez y lo lanzó sin cuidado a la cama.
—JeongGuk... JeongGuk por favor perdóname, perdóname, no tienes que hacer esto, ¡lo lamento! —sollozó, haciéndose un ovillo en la cama, pegado a la pared.
El pelinegro llevaba una expresión que jamás había visto antes en él, una que no era para nada usual. Una expresión vacía, completamente vacía. No había signos de ceños fruncidos en molestia, no está tenso, no parecía que perdiera la cabeza por haber intentado escapar. El rostro pálido de JeongGuk estaba sereno, sin embargo, no le miraba. TaeHyung tembló, ahogando sus sollozos, sin saber qué pasaría ahora, pues el tipo caminó hasta el escritorio roído y rebuscó debajo de él. TaeHyung no había notado ese lugar antes.
—JeongGuk... —susurró con la voz rota, rogándole.
—Si no cierras la boca voy a cosértela.
Hubo un eco en su voz que no había creído posible escuchar antes, y estaba seguro de que esa no era su voz, ese no había sido su tono. Como si otra persona estuviera hablando por él.
TaeHyung apretó los labios.
—No importa cuánto me esfuerce en mantenerte cómodo, en darte de comer, ducharte, cuidarte como una maldita muñeca de aparador. No importa qué tan bien te trate, que te deje dormir en mi propia cama, en mi propia habitación. Tú seguirás viéndome la cara de imbécil. ¿Crees que tu actuación en el baño me causaría lástima? ¿De verdad me crees tan estúpido? Sólo quería probar cuánto podía confiar en ti... —TaeHyung negó repetidas veces con la cabeza, en su esfuerzo porque le creyera que nada de eso era así—. Me estás cansado TaeHyung. Has estado portándote mal, y... ¿sabes qué les sucede a los niños que se portan mal?
JeongGuk sacó un tubo de metal, arrastrándolo por el suelo, jugando con él. TaeHyung estaba tan inmerso en sus palabras que no se había podido percatar del arma.
—Exacto. —dijo, aun cuando TaeHyung no había contestado su pregunta—. Son castigados.
Entonces se dio la vuelta, y tan rápido como un parpadeo, su expresión serena había cambiado, convirtiéndose en una llena de un tipo de furia que no podía asimilar, el rostro ardiente, como si estuviera en llamas. Llamas de rabia.
Le jaló de las muñecas y le ató a la orilla sobresaliente de la cama, retorciéndose para que no lo tocara, gritando.
—¡Por favor!
JeongGuk tomó el tubo metálico una vez más y agarró vuelo, levantándolo sobre su cabeza antes de dejarlo caer con todas sus fuerzas sobre las manos atadas.
[…]
NamJoon no paró de conducir en toda la noche, y realmente todo el día. El dinero para la gasolina se le estaba terminando y llevaba alrededor de una semana o más buscando por toda la ciudad y fuera de ella. Había logrado estar cargando su teléfono en alguna tienda de veinticuatro horas y sólo así pudo estarse comunicando con DaHyun y su madre mientras tanto, así como los padres de TaeHyung, quien también hacían de todo por encontrarlo. La desesperación ya no cabía en él, y simplemente estaba perdiendo la cabeza.
Ahora mismo se dirigía a una dirección en específico, una que le había proporcionado un chico en la universidad que tomaba la mayoría de las clases junto a Jeon. Él había dicho que normalmente lo veía en la parada de autobuses fuera de la universidad, y siempre tomaba la misma ruta, esa que te llevaba al límite sur de Seúl, y todos sabían que eso quedaba lejos. Y ahí estaba, buscando sin otra pista más que eso, a ciegas, a tientas, rogándole a lo que sea porque una señal le dijera donde estaba TaeHyung.
Una hora más tarde, merodeó cerca de un vecindario de casas enormes, y se notaba que había dinero ahí. No había muchas, y entre ellas había una gran separación pues estaban rodeadas de terrenos.
Era el último lugar que le quedaba por buscar, ya había recorrido todo y ya había preguntado a todo el mundo, y un presentimiento le decía que era por ahí. En alguna de esas casas.
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TaeHyung observó como JeongGuk sacaba algo de su cajón, donde metía su ropa, hurgaba a propósito entre las cosas para hacerse el gracioso, aun cuando él estaba seguro de que ya había encontrado lo que buscaba.
Su cara se coloreó furiosamente cuando el tipo meneó el objeto de plástico rígido en su mano, frente a él, una maldita sonrisa en su cara.
—¿Qué? ¿No se te hace familiar? —TaeHyung sintió sus palabras atascadas en su garganta... No debió sorprenderle, pero lo hizo.
—¡D-dame eso! ¡De dónde lo sacaste! —TaeHyung exclamó, tan avergonzado que sentía que le daría fiebre por lo caliente que se sentía.
—No estaba muy bien escondido, a la próxima deberías guardar este tipo de cosas bajo llave, o alguien podría encontrarlas. —Él empezó a reír, observando detenidamente el objeto y luego a TaeHyung—. ¿Lo usas mucho?
TaeHyung evitó su mirada y no dijo nada. Quería que la tierra se lo tragara.
—Hey, ¿Por qué te avergüenzas? Yo creo que es caliente. —El peliazul se sobresaltó cuando sintió el aliento de JeongGuk a su oreja—. Ya puedo imaginarte usándolo.
Un escalofrío recorrió su espina y JeongGuk dejó un beso en su sien, alejándose.
JeongGuk lanzó el dildo de color rosa a su cama, y una idea pasó por su cabeza. Ese era su día de suerte.
—Oye, ¿Por qué no vienes aquí? Ya no estás atado, dulzura. —Comentó, sentándose a la orilla de la cama, esperando a que el muchacho se moviera.
TaeHyung seguía perdido en sus pensamientos, temblando de vergüenza y miedo.
—Ven aquí, siéntate conmigo. —Pidió JeongGuk, palmeando el lugar vacío junto a él, esperando—. Sólo recuerda lo que puede suceder si intentas alguna tontería.
TaeHyung observó por inercia sus manos, de color púrpura, aún hinchadas y adoloridas, realmente no se atrevía a moverlas, pues al mover los dedos le causaba un dolor insoportable. No estaban rotos, pero estuvieron cerca. Aún cuando había pasado un tiempo del incidente.
Después de unos segundos, TaeHyung respiró hondo, y mirando al suelo caminó hacia el otro, sentándose rígido.
—No estés así, creí que había quedado claro que no voy a hacerte más daño, muñeco. Siempre y cuando te sigas comportando. —TaeHyung pegó un saltito cuando JeongGuk tocó repentinamente el mechón de su cabello que caía por su frente y lo llevó detrás de su oreja, descubriendo su rostro.
—¿Por qué me tratas así? —Se atrevió a preguntar TaeHyung.
—Porque te amo, TaeHyung, ¿No te das cuenta?
—¿Sabes lo que es amor, JeongGuk? —preguntó con cuidado, mirando la maldad en sus ojos, un agujero vacío a su oscura alma. Sintió pena.
El azabache no respondió al instante, pero tomó aire.
—Lo sabré cuando me ames de vuelta, porque eso harás, así que eso será muy pronto.
—¿Y si no es así? ¿Qué piensas hacer? ¿Estarás atormentándome el resto de mi vida? —murmuró sin expresión, sintiendo el vacío contagiarle.
Saltó asustado cuando JeongGuk le tomó de las mejillas de un segundo a otro, fuerte. Se quejó, queriendo hacerse hacia atrás. Jeon apretó los dientes y habló arrastrando las palabras.
—Quítate la ropa.
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NamJoon no tenía idea de cómo entraría a la maldita casa, las ventanas estaban demasiado altas y la construcción por fuera no se veía estable, probablemente la madera se desprendería, y no era un problema que él pudiera caerse, el problema era que Jeon podría escucharlo y no se imaginaba lo que podría suceder.
—Maldición... —miró si el árbol que estaba al costado de la casa estaba lo suficientemente cerca como para poder trepar y saltar desde ahí a la ventana del segundo piso. Y pensó que era una casa enorme para una sola persona, aunque dudaba mucho que ese bastardo viviera con alguien.
No había auto afuera y las luces estaban todas apagadas, así como las cortinas oscuras que tapaban las ventanas, a excepción de aquella en la planta baja donde pudo verlo cerrar las cortinas. Si no fuera por esa coincidencia, aún estaría buscando entre las casas. La única iluminación venía de los faroles de la misma calle, y si no fuera por eso, no tendría idea cómo se podría ver ahí entre tanta oscuridad, simplemente con la luz que la luna podría darle.
Sacó su celular y envió un último mensaje a DaHyun, avisándole que estaba por entrar, y que, si al amanecer él no la llamaba, que enviara a la policía.
Intentó trepar el gran árbol, tropezando o resbalándose constantemente, ya se había raspado las manos y las rodillas, pero insistió. Debía haber alguna manera de entrar.
Estaba al menos a un par de metros lejos de la ventana, estaba seguro de que podía alcanzar la cornisa si saltaba lo suficiente.
Muchos intentos después, logró trepar el árbol hasta el lugar correcto, inhaló y exhaló un par de veces, armándose de valor. Se puso de pie sobre el tronco, y sosteniéndose de la rama de arriba caminó hasta la orilla.
—Voy a partirme mi puta madre si caigo. —se dio ánimos a sí mismo y se impulsó.
Logró sostenerse con los brazos de la cornisa, con el corazón saliéndose de su boca cuando sus piernas colgaron, sin poder llegar por completo. Con toda la fuerza que pudo reunir se sostuvo sobre sus codos y se impulsó a sí mismo hacia arriba con su propio peso, logrando subir la rodilla. Ya está.
Se quedó tirado de estómago sobre la cornisa, esperando porque no haya provocado tanto ruido. Menos de un minuto fue suficiente, así que se arrastró por la ventana, e intentó abrirla. ¡Estaba abierta! Ahora sólo tenía que entrar sin quedar atorado.
Era algo pequeña, tal vez era la ventana de un baño, levantó la cortina lentamente, las luces estaban apagadas y había un olor a azufre que le acidificó el gusto y la nariz.
«Puede que quepa— se pensó, mirando las dimensiones del marco, y luego midiéndolas mentalmente con las de su cuerpo.
Metió una pierna primero, luego la otra, y la mitad de su cuerpo ya estaba dentro. Aguantó la respiración por alguna razón y terminó por adentrarse por completo, sosteniéndose del frío azulejo de la pared. Sí era un baño.
Se movió a tientas, y despacio, tocando a su alrededor lo que le permitiera saber hacia donde estaba el interruptor de la luz, pero lo pensó mejor y se sintió idiota, pues traía la linterna de su celular, la cual estaba seguro, llamaría menos la atención.
Miró a su alrededor, el baño era bastante grande pero parecía descuidado, se preguntó si Jeon había rentado esta casa específicamente para algo más que vivir en ella. Pues no había signos de mantenimiento, tanto por fuera como por dentro. Y eso que sólo había visto el baño por ahora.
Se pegó a la puerta para escuchar algún movimiento fuera, pero nada.
Apagó la linterna y abrió la puerta lo más lento que pudo, apenas mirando por el pequeño espacio que dejó. No había ruido alguno, así que rápidamente salió de ahí y se metió al primer pasillo que encontró.
La casa en serio era grande y había muchos pasillos con habitaciones, no sabía cómo podría revisar cada una de ellas sin ser visto antes.
Escuchó un golpe seco en alguna parte, y apresuró el paso, asomándose por todos lados. Entonces lo escuchó, al doblar una esquina de la parte trasera de la casa. Ese había sido TaeHyung, estaba seguro.
Dio con un angosto pasillo con escaleras que daban hacia abajo, y le dieron escalofríos el pensar que había estado ahí todo ese tiempo. En un sótano de una vieja casa.
Bajó, y había murmullos inteligibles. No lo pensó más cuando escuchó a TaeHyung gritar y pateó la puerta, sin importar si estaba abierta o no.
La rabia le subió a la cabeza al instante, JeongGuk estaba en el suelo, con TaeHyung retorciéndose debajo de él. Forcejeando.
JeongGuk volteó al momento en el que escuchó la puerta romperse y el moreno se le tiró encima, golpeándole en la nariz. TaeHyung se arrastró hasta el otro lado de la habitación, sin creer lo que estaba pasando.
—¡NamJoon! —le gritó cuando JeongGuk se recompuso de los golpes y atacó a NamJoon de vuelta.
El pelinegro lo azotó contra el suelo y le molió a golpes en la cara. TaeHyung intentó hacer algo, intentó ponerse de pie, intentó moverse, pero estaba atado, JungKook le había amarrado cuando se negó a sacarse la ropa. Y no pudo hacer más que gritar que se detuviera. Con la cara roja de desesperación.
NamJoon le arañó la cara y le dio un rodillazo en la entrepierna que logró sacarle el aire, para que lo soltara y pudiera regresarle el golpe.
No le duró mucho tiempo, pues JeongGuk consiguió la fuerza suficiente para mantenerlo en el suelo debajo de él y no paró de golpearlo entonces, NamJoon ya no pudo hacer más, el golpe directo a su nariz le había noqueado. Y en el halo de dolor e inconsciencia, JeongGuk se rompió los nudillos sólo por golpearle una y otra vez. Y aún con eso, no se detuvo ni un segundo, como si no le doliera.
La expresión deformada en ira, las pupilas completamente dilatadas. Las venas brincando en su frente y cuello.
Escuchó el grito de TaeHyung detrás.
—¡Ya basta! ¡Detente ya! ¡Está bien, joder, me acostaré contigo! Pero por favor déjalo en paz… por favor. —TaeHyung sollozó, sin el valor de mirar a otro lado que no fuera el rostro deformado en golpes de NamJoon, un poco más, sólo un poco más y estaba seguro de que lo mata.
JeongGuk se detuvo, una mueca de sorpresa en su cara y anhelo puro en sus ojos. Soltó a NamJoon, el ruido sordo de su cuerpo inmóvil golpeando el suelo cuando lo azotó contra él por última vez.
TaeHyung se arrodilló en su lugar. La única forma de tenerlo en paz sería aceptando lo que lo estaba a punto de forzar hace unos momentos antes del desastre. Ya no importaba, si con eso salvaba sus vidas.
—¿Lo harás? ¿De verdad lo harás? —JeongGuk corrió hacia él, sacudiéndolo por los hombros, pero su felicidad duró poco, su expresión cambiando drásticamente—. O es sólo porque te doy lástima.
La fría voz le hizo temblar, y entonces lo miró, preso del pánico, forzó una sonrisa que le revolvió el estómago.
—¡No! ¡Por supuesto que no! Q-quiero hacerlo… v-vamos a hacerlo, ¿Ok? —TaeHyung titubeó, se estaba cagando del miedo, él no quería ni siquiera mirarlo.
El sudor escurrió por su frente y JeongGuk limpió la gota con su pulgar, llevándosela a la boca después, TaeHyung reprimió su mueca de asco, intentando mantener la sonrisa torcida en su rostro.
—Uhm, ¿O es que te da lástima el bastardo de allá? —JeongGuk murmuró, volteando hacia donde NamJoon yacía inconsciente en el piso—. Es un asco, yo también le tengo lástima, ¿Ya viste cómo le quedó la cara? Pareciera que la mismísima mierda lo cagó. Y lo peor… ¡Tuvo los huevos de venir a hacerse el héroe! ¿¡Puedes creerlo?! ¡El hijo de perra se siente valiente!
Y carcajeó, escupiéndole desde donde estaba. La sangre de TaeHyung hirvió, su cuerpo entero temblando de rabia y miedo.
—Bien, entonces ¿Por qué no comenzamos? ¿Te gusta la mierda romántica o prefieres que simplemente te parta contra el colchón? —JeongGuk se levantó, y frente a su rostro bajó el zipper de su pantalón—. Tengo una mejor idea.
TaeHyung comenzó a llorar, JeongGuk lo tomó con fuerza de los cabellos y lo obligó a mirarlo, tenía el miembro duro de JeongGuk golpeando su mentón.
—Abre la boca, y más te vale que seas bueno, hoy no estoy de humor, TaeHyung. —TaeHyung sintió la primera arcada cuando su cabeza fue empujada contra su erección, ésta golpeaba su garganta una y otra vez, provocándole espasmos y ganas de vomitar. No podía ver gracias a las lágrimas, así que sólo apretó los ojos y rogó a Dios porque esto acabara pronto.
Los sonidos desagradables aumentaban sus náuseas, llegó el punto en el que no lo soportó y cuando JeongGuk lo soltó, vomitó su estómago vacío.
—¡Joder! ¡qué te pasa! —JeongGuk gritó, jalando de sus cabellos nuevamente. Pero no pudo escuchar más, y no supo que pasó después, desmayándose en ese momento.
Despertó en el mismo cuarto unos minutos después, en la misma posición en la que había caído, y algo mojado le golpeó el rostro. Era el trapeador que usaba JeongGuk para limpiar su vómito, justo a su lado.
TaeHyung rodó al lado contrario con una mueca, y vio a NamJoon al otro lado de la habitación, todavía inconsciente, amarrado al tubo de la calefacción. Su cara estaba hecha mierda, probablemente, si es que estaba despierto, no podría ver sus ojos abiertos por lo hinchados que estaban, sangre seca en su boca y nariz, y en la ropa... sus ojos se aguaron. Todo esto estaba pasando por su culpa.
—¿Seguirás en el maldito piso o ya vas a levantarte? —JeongGuk le llamó, dejando la cubeta cerca de la puerta.
Se enderezó, levantándose con lentitud para sentarse en la cama cuando notó sus tobillos desatados. Miró a todos lados, la puerta seguía abierta, justo como había quedado, colgando de las bisagras gracias a la patada de NamJoon.
Lo que no sabía, es que NamJoon no estaba inconsciente, estaba despierto, intentando deshacer el nudo de la cuerda en sus muñecas. Buscando el momento perfecto.
—Todos ustedes son una maldita plaga, bola de bastardos caprichosos que lo tiene todo y creen poder conseguir más. No sé por qué no los he matado. —Miró a TaeHyung con una sonrisa. Irónica y torcida—, Yo nunca quise lastimarte a ti, siempre quise tenerte como mi trofeo en una caja de cristal donde pudiera verte, pero no tenía idea de que serías tan difícil, ni siquiera maldiciendo lo que amas y maldiciéndote a ti, conseguí lo que quería. Yo sólo quería ser bueno para ti, quería que fueras mío y ya.
TaeHyung paseó su vista de JeongGuk al suelo, y por el rabillo del ojo, vio el pie de NamJoon moverse suavemente, llamando su atención. Se quedó quieto, entendiendo que no debía mirarlo todavía, y volteó a los ojos de JeongGuk otra vez, con el ceño fruncido.
—Eres un enfermo de mierda. —TaeHyung le escupió, armándose de valor. JeongGuk se rió en su cara.
—Tienes la boca muy sucia, ¿No crees? —comentó con gracia, acercándose. Y miró a NamJoon sin voltear la cabeza, viendo cómo se movía.
—Vete al infierno. —musitó con los dientes apretados, escupiéndole en el ojo y pateándole las bolas con fuerza. JeongGuk se retorció, cegado y adolorido, entonces actuó.
NamJoon abrió los ojos y le gritó que corriera. TaeHyung tiró con el pie el vaso de vidrio del mueble donde le dejaba la comida y lo estrelló en el suelo, pateando los cristales hasta donde NamJoon estaba, para después salir corriendo.
—¡Voy a matarte! ¿¡Me oíste Kim TaeHyung?! ¡Voy a partirte en pedazos! —JeongGuk gritó componiéndose del golpe, yendo a zancadas tras él.
TaeHyung corrió aún con las manos atadas, bajando las infinitas escaleras hasta la planta baja, en busca de un escondite. Los pasos furiosos de JeongGuk y las maldiciones que tiraba al aire le indicaban que estaba pisándole los talones y estaría ahí en cualquier momento.
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Arriba, NamJoon actuó lo más rápido que pudo, acercando con su pie un pedazo de vidrio hasta que sus manos pudieron tomarlo y comenzar a cortar la cuerda, sin importarle que también hiriera sus manos. La adrenalina no le permitió sentir dolor por el momento.
Le tomó alrededor de un minuto.
—¡Mierda, vamos!... —gruñó, acelerando el movimiento tanto como la posición incómoda se lo permitió, y con fuerza intentó separar los brazos, reventando el pedazo de cuerda que no alcanzó a cortar, liberándose.
Se levantó aún con el vidrio lleno de sangre en la mano y corrió fuera de ahí.
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TaeHyung corrió tanto como sus piernas se lo permitieron, intentaba retener las lágrimas, pues éstas estaban nublándole la vista y dificultándole el paso. No escuchaba nada detrás suyo, tal vez lo había perdido, necesitaba a NamJoon para poder salir de ahí. Ninguna de las puertas del pasillo estaban abiertas y estaba desesperándose, cuando escuchó un ruido en la habitación contigua.
Se escondió detrás del sillón al oír los pasos y JeongGuk ya estaba en la sala, gritándole.
TaeHyung no tenía a dónde ir ya.
Con los dientes jaló de la cuerda, intentando deshacer el apretado nudo, haciendo fuerza para sacarlo de sus muñecas, y la sangre en las heridas de su muñeca ayudó a que resbalaran. No importa si se llevó su propia piel en el proceso por la fricción de la cuerda, pero quedó libre, ignorando el insoportable dolor en sus dedos también.
No pudo hacer nada más, fue tomado bruscamente de los cabellos y tirado al suelo. Pronto ya tenía a JeongGuk encima de él, inmovilizándolo.
Las manos se aferraron con fuerza a su cuello, apretándolo con una rabia y fuerza descomunal, el rostro de TaeHyung estaba poniéndose púrpura y pataleó tanto como pudo, golpeándole la cara para que lo soltase. Un dèjavú.
Su mano tanteó con dificultad a su costado, esperando aferrarse inútilmente de algo que pudiera ayudarlo, el tiempo corría y sus ojos querían cerrarse. Iba a morir en manos de un psicópata, estaba seguro. Era su final.
—Muérete ya… es lo que mereces…
Como en cámara lenta, sus ojos sólo enfocaban en sombras el rostro deformado en ira de su verdugo, listo para quitarle el último aliento, dejó de forcejear, ya no podía moverse más.
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NamJoon intentó correr lo más rápido que podía, sosteniéndose de las paredes, pues no veía muy bien. Su ceja y boca estaban sangrando, incluso la sangre comenzaba a secarse. Tomó impulso cuando llegó donde los ruidos provenían, voces ahogadas y golpes. Ya en la planta baja, divisó a JeongGuk. El aire escapó de sus pulmones tan rápido como lo vio ahorcando a TaeHyung, la adrenalina no le permitió pensar dos veces antes de actuar, y olvidó que estaba herido, soltó el pedazo de vidrio para tomar la escultura de mármol horrenda que se posaba sobre el mueble. Y simplemente pasó.
El cuerpo de JeongGuk cayó sobre el de TaeHyung como peso muerto, logrando que le soltase el cuello y TaeHyung recuperara con desesperación el aire, jalándolo por su boca y nariz con violencia, tosiendo en descontrol, sintiendo como la sangre volvía a calentar su cara y recuperaba claramente la visión.
El cuerpo fue arrastrado fuera de sí y pudo ver a NamJoon sostener la figura pesada en sus manos, levantándola en el aire para dejarla caer en la cabeza de JeongGuk.
Una, dos... El moreno ahora estaba a horcajas del cuerpo inmóvil de Jeon, golpeándole duro en la cabeza múltiples veces, la sangre salpicándole la cara, la ropa. Y TaeHyung no dijo nada, hasta que se detuvo.
La habitación se sumió en un sepulcral silencio, hasta que los colores de las patrullas de la policía llenaban la habitación desde afuera y las sirenas les destapaban los aturdidos oídos. TaeHyung se levantó con dificultad y se lanzó contra NamJoon, sosteniéndose de él, llorando como nunca en su vida, mientras el moreno miraba fijamente el cadáver de Jeon JeongGuk.
[…]
—Ya terminó, todo ha terminado... —consoló el moreno, abrazándolo ya en la ambulancia cuando los paramédicos habían terminado de revisar sus heridas y la policía estaba esperándolos fuera de ella.
—¿Irás a la cárcel?
—No. Me quedaré aquí contigo.
—Pero lo mataste —susurró despacio.
—Lo hice.
El cristal de la puerta de la ambulancia fue tocado, y pronto un oficial estaba asomándose por ella.
—¿Kim NamJoon? ¿Kim TaeHyung? —ambos asintieron—. Necesito tomar sus declaraciones de los hechos.
—Les he contado todo a otros oficiales, y él también lo hizo. —TaeHyung repuso, sin expresión alguna.
—Si, es verdad, es sólo que... creí que el señor Kim NamJoon declaró a mi compañero que el cuerpo de Jeon JeongGuk estaba en la casa. —Ambos se miraron sin entender.
—Sí... es así, ¿qué hay con eso? —El oficial abrió la boca, dudoso.
—El problema está en que no hay nadie en esa casa.
—¿Qué?
El tiempo de TaeHyung se había detenido, helado en su lugar mientras recordaba vívidamente cómo NamJoon le había roto el cráneo hasta la muerte. Su cuerpo estaba ahí, él vio la sangre, el vio el pecho de ese tipo dejar de moverse.
Mientras las voces se difuminaban a su alrededor, a unos metros, entre los pies de la gente, pudo ver claramente...
A una tarántula perderse debajo de alguna patrulla.
Hubo una risa dentro de su cabeza, y supo que algo no estaba bien aún.
—Señor Kim, esta es la reciente declaración por escrito —el hombre sacó un papel de su bolsillo—, podría por favor, ¿leer esto para mí?... —Dijo el policía extendiéndole el papel, con la mirada fija y la voz fría, distinta. Como si no fuera… suya.
TaeHyung quiso tomar el sobre amarillo, y la mano de NamJoon le tomó fuerte de la muñeca vendada. El hombre les sonrió, ladeando la cabeza con el rostro ensombrecido. NamJoon miró fijamente al hombre con la mandíbula apretada, y gruñó… arrastrando las palabras.
—No leas esa maldita carta.
Nota de la autora y referencias:
Después de mucho bloqueo y demás dificultades por al menos dos meses, he podido concluir la primera parte de la trilogía, y wow, me siento muy feliz, estoy conforme con el resultado, y de verdad espero que les haya causado alguna de las sensaciones que intenté plasmar en este pequeño proyecto, ya que, el terror psicológico y el Thriller son géneros nuevos para mí, así que quise probarlo por primera vez. Espero les haya gustado tanto como a mí escribirlo. ¡Y sobre todo que no se hayan aburrido! ¡Jamás pensé que quedaría tan largo! Pero mi mente no dejaba de arrojar nuevas ideas conforme escribía.
Bien, aquí les dejo un par de links por si gustan saber sobre los mangas en los que me inspiré y el autor. Haré lo mismo con las próximas dos partes, las cuales serán de colecciones diferentes. Cabe aclarar rápidamente que la trilogía está inspirada, más no adaptada, quiere decir que quise crear un universo distinto, pero con la misma esencia y escenas similares.
(No es necesario descargar nada, puedes leerlo desde el navegador, está todo en español)
1. Colección: Souichi, Diario de maldiciones.
Me inspiré principalmente de:
Souichi’s selfish curse. (Diario de maldiciones de Souichi o Las maldiciones egoístas de Souichi)
https://mega.nz/folder/dlhQSAbL#31oMTER2HHiLoHWmGEicjw
2. Colección: Nuevas voces en la oscuridad.
Me inspiré de:
Souichi's Beloved Pet (La mascota de Souichi)
https://mega.nz/folder/QwZiTSyS#8f6ODh1DrSWnxyMORDEWMw
Y es todo, nos leemos en la siguiente historia. Sería genial que me dejaras tu reseña o tu comentario! Al igual si tienes dudas, respondo todos los comentarios.
¡Cambio y fuera! ¡Cuídense!
–Wonder.
Merci pour la lecture!
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