mokkachin mokka chin

Parte 1; 𝒃𝒂𝒃𝒚'𝒔 𝒐𝒏 𝒇𝒊𝒓𝒆 Yuri es el hermano menor de Viktor, Viktor es el amigo de Otabek, Otabek es el protagonista de los sueños húmedos de Yuri. {R18, insinuaciones sexuales, palabras malsonantes}


Fanfiction Anime/Manga Interdit aux moins de 18 ans.

#otayuri #yurionice #yoi
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Sexy yeah

El hogar de Yuri era una enorme confusión de apariencias, apellidos y apodos. En su casa, el ruso vivía junto a su madre, su padre y el primer hijo de su madre. Era una confusión que Víctor fuera Nikiforov y él Plisetsky, y su hermano mayor era el vivo reflejo de Nikiforov padre, el primer esposo de Lilia. Con el cabello gris y los ojos azules, Yuri a veces bromeaba diciendo que Víctor en verdad era hijo de Yakov -padre de Yuri y actual esposo de Lilia- pues ambos eran calvos.

A nadie excepto Yuri le gustaba esa broma.

Con dieciséis años llevaba toda una vida en Moscú, con su hermano de dieciocho y sus padres, la estricta Lilia y el severo Yakov Plisetsky. A Yuri le gustaba decir que Víctor era adoptado.

Llevarse por solo dos años hacía las cosas complicadas, cuando niños Lilia jalaba las orejas de ambos, o Yakov los dejaba juntos en la habitación hasta que arreglaran las cosas. Y aunque pensaron que las cosas cambiarían con el tiempo, lo cierto es que a veces seguían discutiendo. Últimamente habían mantenido las cosas en paz, Víctor estaba madurando -más o menos- y ahora Yuri no era más que su gatito, su pequeño hermano que él debía proteger bajo cualquier cosa. Por su parte, Yuri estaba demasiado metido en su vida adolescente como para irritar más a su hermano; aunque, claro, aún tenía tiempo para molestarlo y quizás humillarlo frente a sus amigos.

Justamente planeaba hacer eso, Víctor había traído un amigo a casa, algo bastante normal, y tentador como para que Yuri quisiera jugar con su hermano. Se deslizó de su cama en cuanto escuchó la puerta principal cerrarse, Víctor había anunciado su llegada y su madre fue a recibirlo. Apenas y vio su cuarto de reojo, era un desastre lleno de leopardo, con la música demasiado fuerte y la ropa regada en todas partes. Pudo oír como su hermano subía las escaleras, sonrió con diversión, ¿Qué debería hacer hoy? Quizás podría humillar a Víctor con bromas pesadas, mencionar algo vergonzoso...

Cada vez los pasos se hacían más sonoros, su hermano venía conversado animado con otro tipo, y Yuri fue aún más feliz al saber que debían pasar por su habitación para ir a la de Víctor. Fijó sus ojos en el par de adolescentes que venían hacia él, y sus pulmones decidieron dejar de funcionar al ver quien venía con el idiota de su hermano.

Mierda, quizás haya visto a Otabek un par de veces en la escuela, pero nadie podía culparle. Ese tipo era para mirarlo por horas, tenía una piel tostada poco común en Rusia; era tan malditamente genial que si no fuera porque tiene un crush en él, Yuri podría sentirse ofendido. Con su maldita y ruidosa motocicleta, casi ni puede creer que sea amigo de su hermano, el bobalicón con sonrisa de corazón y obsesión con los perros. Joder, eran como agua y aceite, Víctor y su ropa tan correcta y de anciano, Otabek y sus chaquetas de cuero.

¡Y ahora estaba en su casa, a segundos de pasar en frente de su habitación! Y él estaba ahí con su jodida camiseta de gatitos, que alguien se apiade de su alma y lo mate.

Antes de poder huir, el par ya estaba frente a ellos, Víctor efusivo como siempre ya le sonreía de oreja a oreja, mientras recibía una mirada serena por parte de Otabek.

— ¡Yuuuuri! Te extrañé mucho, gatito, ¿Cómo te portaste? Otabek, te presento a Yuri, mi hermanito. —Mierda, ahora era él el humillado, con Víctor siendo el hermano mayor amoroso y Otabek viéndole curioso. Las mejillas de Yuri ardían de vergüenza y algo más, porque lo cierto es que Otabek Altin era un maldito espectáculo.

— Es un placer, Yuri.—Otabek le ofreció su mano, y el pequeño ruso se sintió aún más acalorado.

— El placer es mío, Otabek.—El placer es mío, mierda, claro que sí.

No dudó en tomar su mano, dejando sus nervios de lado y sonriendo con confianza, buscando su mejor pose. Recibió una sonrisa por parte del moreno, el estrechón de manos duró un poco más de lo acostumbrado, y Yuri se atrevió a rozar sus dedos cuando se separaron. Víctor miró ceñudo como su amigo le sonreía a su hermanito, no tardó en tomar los hombros de Otabek y sacarlo de ahí, con su sonrisa de siempre.

— Suficientes presentaciones, estoy seguro de que mamá te llamó, gatito.

Yuri miró a su hermano con el ceño fruncido, mientras Otabek era empujado hasta el fondo del pasillo, donde estaba la habitación de Víctor. Se cruzó de brazos al ver como alejaban al kazajo, y no dudó en seguirlos hasta la puerta de su hermano mayor, parándose ahí sin siquiera importarle el hecho de que andaba sin zapatos.

— Estoy seguro de que mamá no me llamó, calvo, la vejez te está afectando.—Víctor le pudo sonreír con dulzura, algo cínico que en la mayoría de los casos era el inicio de sus peleas.

— Estoy seguro de que deberías ordenar tu habitación.

Touché.

Yuri no hizo más que inflar las mejillas antes de irse molesto, dando grandes zancadas con sus calcetines. Una vez en su habitación cerró la puerta con fuerza, escuchando como Lilia le regañaba desde el primer piso. Gruñó en silencio, tratando de ordenar el desastre que era su habitación, aunque poco podía hacer sabiendo que Otabek Altin estaba a menos de diez metros de él. No es como que tenga una especie de enamoramiento en el kazajo, al menos no tan serio, pero en verdad había algo... quizás lo cierto es que estaba caliente. Caliente como lo era Otabek, porque el moreno era capaz de revolucionar sus juveniles hormonas con solo un gesto, podía imaginar su piel bajo las capas de cuero, y con ese único pensamiento era capaz de retorcerse en su cama y pasar un buen rato.

Bueno, pero no de una manera extraña. Es decir, Yuri no era un psicópata.

Apenas le había visto unas veces en la escuela, una práctica amistosa con el resto de sus amigotes y él ya estaba jadeando en búsqueda de aire, con las mejillas sonrojadas al ver como esa camiseta negra deportiva hacía tan bien su trabajo, marcando cada parte de su torso. Tampoco es como si Yuri fuera una especie de acosador, porque la verdad es que él, Sara y Mila no tenían nada mejor que ver a un montón de chicos revoluciona hormonas.

Yuri Plisetsky tenía una lista, y Otabek era el número uno.

Hasta Mila tenía una lista, y era asqueroso porque Víctor era el número cinco, Yuri prefería ni preguntar por el resto.

Pero el caso es que el tipo que hierve sus bóxers estaba a unos metros de distancia y él no sabía si debía cambiarse ropa o sería muy obvio. Entre su crisis existencial, pudo escuchar como Víctor y Otabek pasaban por el pasillo, hablando unas cuantas bobadas sin relevancia, bajando las escaleras luego. Yuri se apresuró a buscar sus zapatillas negras, calzándoselas en un parpadeo, a la vez que arreglaba su cabello lo mejor posible, y se quitaba la jodida camiseta de gatitos por algo un poco más maduro.

Maduro y casual, claro, ¿La camiseta abierta en la espalda era mucho? Mierda, sí. Sacó otras cinco opciones, hasta que se decidió por una ajustada negra, simple, casual, apretada.

Bajó las escaleras casualmente, deslizándose por cada peldaño como si estuviese posando para Vogue. Vio a Víctor y Otabek jugando videojuegos en la sala, y no tardó en ir hasta la cocina para buscar algo. Su madre le vio con una de sus perfectas cejas alzadas, estaba en su estudio, en el pasillo que daba a la cocina. Yuri le sonrió como si nada, dejando unas botanas en un tazón y yendo como si nada hasta el salón, con una sonrisa.

— Hey.

Se dejó caer en el sofá restante como si nada, recibiendo la mirada ceñuda de Víctor y la semi sonrisa por parte de Otabek. De la manera más casual posible, había cruzado sus piernas en un movimiento lento que mantuvo entretenido al kazajo por apenas unos segundos, para luego seguir prestándole atención a la televisión. Víctor, por su parte, no pudo hacer más que ver como su amigo observaba a Yuri, pensando en todo tipo de ideas locas que los hermanos sobreprotectores tienen.

Y se imaginó lo peor.

No, eso sí que no.

Gracias a Dios llegó Yakov, saludando a los jóvenes que estaban en su sala, yendo luego hasta su esposa. Compartieron un beso que provocó una mueca en sus hijos, Víctor encantado y Yuri asqueado. Lilia, como la anfitriona elegante, fue hasta el amigo de su hijo mayor, con una sonrisa casi amigable surcando sus labios.

— ¿Te quedas a cenar, Otabek?

— Sí.

— No.

Antes de que el mencionado pudiese responder, los hermanos Plisetsky -Nikiforov- ya lo habían hecho por él. Yuri veía con furia a su hermano por haber negado la invitación de su madre, mientras el mayor trataba de aguantar las ganas de sacar a su amigo a patadas, por tener la osadía de mirar a su hermanito. Ya se encargaría de él. Lilia mantuvo los labios en una línea recta, mientras Otabek se levantaba con pena, listo para salir huyendo.

— Gracias por la invitación, quizás otro día.

Lilia asintió con una sonrisa diminuta, mientras Yakov desaparecía por la casa, seguramente camino a la cocina para comenzar con la cena. El par de hermanos fue a despedir a Otabek, y Yuri tuvo que aguantar el suspiro que quiso soltar cuando vio como Altin se ponía su casco y se acomodaba sobre su motocicleta; así como Víctor tuvo que aguantar las ganas de golpear a Otabek cuando este le regaló otra semi sonrisa a su hermanito.

Semi sonrisa tipo, una línea recta un poco elevada, pero a Víctor no le importaba eso. Una sonrisa era un sonrisa, y Altin no podía andar por ahí sonriéndole a su pequeño hermanito.

Cuando el kazajo desapareció de su vista, Yuri estuvo a punto de volver a su hogar, sin embargo Víctor le detuvo, tomando su mano. Plisetsky se soltó y cruzó sus brazos, retándolo.

— Sé lo que piensas, Yuri, te lo advierto desde ahora: ni se te ocurra.

— ¿De qué mierda hablas, Víctor?

— No creas que no noté esa mirada, ni se te ocurra, Yuri Plisetsky. —Yuri infló sus mejillas molesto, con un leve sonrojo.

— Deja de ser un imbécil, solo quiero ser su amigo.

— Diablos, no. Yuri, los chicos tienen solo una cosa en mente, y Otabek Altin y tú no serán amigos, joder no.

Víctor se cruzó de brazos, haciendo especial énfasis en la palabra "una". Yuri le miró enojado una vez más, hasta que se dio media vuelta e hizo su camino hasta su casa, iniciando así el berrinche. Dio unas zancadas furiosas y ruidosas hasta el segundo piso y así a su habitación, cerrando la puerta.

Ya ahí en la tranquilidad y suciedad de su cuarto pudo reflexionar, y si Víctor creía que los jóvenes tienen solo una cosa en mente, pues está en lo cierto; y en la mente de Yuri, Otabek era el protagonista.

17 Juin 2020 03:30 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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Sol Rodriguez Sol Rodriguez
AAA te amo yo lei esta historia en wattpad y estaba con bad liar cuando de repente busque y no las encontre a ninguna y me super deprimi, le escribi a un monton de escritoras otayuri que seguia y ninguna sabia nada de tus historias y si sabian no recordaban tu nombre de usuario y luego de tanto buscar una por fin me dio tu nombre y me dijo que habian sido eliminadas por el contenido(pense que tu las habias eliminado) y ahora despues de tanto buscar por fin te encuentro aqui y a tus historias y estoy emocionada jajaja nunca dejes de escribir eres buenisima
August 16, 2020, 19:36
~

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