—Feliz cumpleaños a ti... Feliz cumpleaños Taehyungie, cumpleaños a ti~
Ríe antes de abrazar a quien se le echa encima con torpeza. Lo apretuja con fuerza antes de girar en la cama y quedar encima. Sonríe cuadrado, con el cabello desordenado cayéndole en la cara, la habitación a oscuras exceptuando una pequeña y precaria luz en una lámpara de aceite a un lado de la puerta. La gran cama hecha un desastre por el montón de sábanas revueltas.
Recibe un cariñoso beso en la mandíbula y palmadas en el brazo para hallar liberación. Ambos se sientan en la cama y juntas sus frentes. Un profundo respiro antes de recibir palmadas en ambas mejillas como gesto afectuoso.
—feliz cumpleaños dormilón ¿Vas a seguir durmiendo?
—No creo, ya me quitaste el sueño. —frunce los labios con una disimulada sonrisa. Recibe un suave golpe en el brazo por ello.
—Ingrato. —bufa levantándose de la cama—, te hice el desayuno, ya me tengo que ir así que te veo más tarde.
—Deja la lámpara aquí.
—Es más fácil que vayas a-
—Que no quiero dormir a oscuritas.
— ¡TAEHYUNG!
—Jimiiinnnnn ¿No decías que soy tu bebé? Me da miedo la oscuridad.
—Ay por...—Reprocha—. Vale, como sea, agradece que es tu cumpleaños, sino no te cumpliera esto.
—Por eso te lo pido—Ríe—. ¿vas a venir temprano?
—aja, tienes día libre. Mi regalo está en la sala también. Te veo luego.
Poco después escucha la puerta de la entrada y el silencio absoluto. Vuelve a tomar las sábanas y se envuelve en estas. Da un profundo respiro y dormita por largas horas con la tenue iluminación pintando la habitación. Rara vez hay luz en este lugar. Es la única razón por la que pidió que la dejara.
Le gusta la luz. Ojalá la tuvieran dentro de casa. Levanta y aparta la cortina. Hay pequeños destellos fuera, nada muy considerable. Todo lo demás es tan oscuro y deprimente. Sale de la cama para ir a comer lo que sea que Jimin haya preparado y se lleva una mano al pecho al encontrar un montón de hotcakes con un montón de savia encima.
Huele el agua del vaso, limpia y fresca aun con el pasar de las horas. Se sienta a comer en total soledad, con un entorno casi igual de sombrío y deprimente que la habitación. Saborea a más no poder todo lo que hay en el plato, llegando a lamerlo para que la savia no se desperdicie.
¿De dónde sacó savia? Es un misterio que quizá es mejor no saber. Limpia lo que estaba sucio y se encamina a la sala, encontrando una caja pintada de forma perfecta. Asume que le costó muchísimo decorarla. La abre con cuidado para guardarla junto a otras y lo sorprende lo que consigue.
Un collar excesivamente rustico, pero en el centro hay un esfuerzo tremendo por hacerlo lucir bonito. Pequeñas ramas negras y fueres sujetando estéticamente una piedra púrpura. Niega con la cabeza ¿Acaso está loco? Como se le ocurre robar algo así.
Lo pone alrededor de su cuello y lo sostiene para verlo mejor.Qué bonito detalle.Lástima que Jimin no esté aquí para poder agradecerle. Gira la cabeza hacia un florero pequeño y lo señala con un dedo, subiendo este en la silueta que este da.
La flor moribunda lentamente retoma la vida y al mismo tiempo, florece otra de color púrpura. Rosa y púrpura. La combinación más bonita. Sonrisa oliendo la que acaba de revitalizarse. Huele como Jimin y bien ¿Cómo va a ser extraño? A final de cuentas la hizo crecer directamente de él.
Siendo dríadas, es lo normal. Al menos hasta donde tienen entendido. No saben mucho de ellos mismos. Es imposible en la situación que tienen. La que han vivido desde su nacimiento. Sale de la vivienda, sin importarle demasiado estar en ropa de dormir. Es la misma de ir a trabajar a veces.
Se desliza por los túneles calientes, otros más fríos, piedras brillantes y luminiscentes saliendo de la roca negra, carente nutrientes o mínima vida. Llega hasta un puente de un tronco viejo y ancho y toma asiento en este, con vista al enorme vacío bajos sus pies descalzos, sucios y un tanto rasguñados por caminar en roca irregular. Suspira alzando la cabeza.
Ser una dríada y ser tirado a una mina. Menuda combinación más fenomenal.
Él y Jimin fueron traídos aquí desde bebés, cuidados por otros trabajadores hasta que tuvieron la edad para valerse por sí mismos. A partir de ese momento supieron que la vida es una perfecta mierda. Andar con zapatos es cosa de unos minutos, pues el terreno es tan duro que se rompen pronto, los pies se abren de forma terrible y que haya rastros de sangre seca por doquier es lo típico.
Las herramientas te vuelven callosas las manos, a veces hay tanto calor qué si no te desnudas, te desmayas ahí mismo; si te desmayas corres el riesgo de que te aplaste alguna roca por desprendimiento o un carro cargado.
Abre los ojos negros y aparta el cabello del mismo color. Son las únicas dríadas de la mina que se extiende kilómetros hacia abajo y hacia cualquier lado. Son una especie extraña de conseguir, también útil. Son un trabajador estándar y un carpintero al mismo tiempo.
Hacer crecer plantas es lo suyo. Muchos de los troncos que hay son suyos. Más fuertes. Los de Jimin tienden a quebrarse fácil ¿Cómo culparlo? Es más pequeño, está siempre débil por la falta de sol y de nutrientes que necesitan. Es un milagro que sigan vivos. Ni siquiera sabe cómo él mismo es capaz de hacer nada.
— ¡EL CAMPEÓN CUMPLEAÑERO! —Hace signo de V y lo pone en su ojo, sonriendo abajo a quienes lo felicitan—. ¡Armamos la tarima para ti en el núcleo! ¡Ven más tarde!
— ¡Va~Le~! —Esas quince apersonas entran en un túnel y ya no son visibles. Exhala antes de volver a levantar la cabeza con brillo aguamarina dándole de lleno. Es lo más cercano que hay al sol aquí abajo.
¿Cómo se siente el sol? ¿Cómo se siente estar fuera?
Cómo se siente tener vida propia.
Balancea más las piernas, tarareando sin ritmo alguno y pensando en que debería ir a por Jimin para estar juntos cuando armen la tarima en el núcleo. Es raro celebrar nada, pero tienen un espacio para relajarse. Beber, bailar, hablar, tener luz acumulada en torno a ellos. Es un lindo lugar.
Además, a él y a Jimin les encanta bailar. También les encanta beber. Imposible un buen cumpleaños sin ir ahí. Algunos mineros pasan, le dan palmadas en la espalda y lo felicitan. Veinte años de estar aquí metido. Muchos no llegan a esa edad y quienes la sobrepasan lo lamentan.
Silba al tiempo que ve como tiran un cuerpo por el foso. Ahí va otro. Quizá de quince. Quién sabe. Hay menos ahora. Los típicos, él y Jimin y algún que otro nuevo de hace un par de años. Dentro de poco seguro que traen a más para torturarlos.
¿Pagan? Sí, si les pagan, una miseria, pero les pagan. A veces dejan cargamentos de ropa, grandes cargamentos de comida que deben usar de a pico para después no morir de hambre o sed ¿Por qué no dejarlos salir de la mina a tener que buscar eso ellos solos? La mina estangrande que no se puede recorrer fácilmente, menos con gente durmiendo y dejando el trabajo. Hay turnos y al mismo tiempo, sería perder el tiempo dejar que se vayan
Así que simplemente los tiene aquí encerrados.
Mira sus manos ennegrecidas y se pregunta si en algún momento verá su verdadero color. Ya no las recuerda. Tampoco en sus pies. Masca algo invisible al mismo tiempo que hace florecer una débil y pequeña flor.Si tuviera más fuerza no serías una flor, sino un árbol. Acaricia los pequeños pétalos y siente un beso en la cabeza.
—Vamos al núcleo.
—Pensé que tendría que buscarte.
—Me ofendes ¿Crees que no quería salir de ahí rápido?
Sonríe a Jimin, quien está sudado a raudales con un gancho sosteniendo precariamente su cabello. Fuerza un poco el gesto.No le gusta verlo así. Las manos pequeñas negras por tanto picar piedra, algunos dedos sin uña, la cara sucia, ropa sudada. Podría estar peor si hubiese dado su turno completo.
Y seguro que por no darlo ahora tendrán menos pagalos dos.
Se ve incapaz de quejarse de todos modos.
—Vamos a cambiarnos de ropa, quiero verme moderadamente decente para mis veinte años.
—Te ves decente hasta sudado y todo lleno de hollín.
—Más presentable que eso. Entiende Jimin, hay que dar una imagen.
—Vale, vale. —Ríe enternecido por la insistencia en el tema. Caminan de regreso a la pequeña casa que no es más que un hoyo de mina donde no encontraron nada. Jimin le da un beso en la mejilla antes de ir a vestirse.
Celebrar un rato fuera de su cueva.
Festejar otro año de vida en la oscuridad.
Merci pour la lecture!
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