El hombre se sentó sobre la silla, temeroso, frustrado y cansado. Su última empleada había renunciado. Se había quedado completamente solo. Caminó hacía la salida y en la puerta encontró un papel pegado. Lo leyó: "Te deshiciste de mí, pero la sombra de mi inocencia siempre te perseguirá" El hombre arrugó el papel, mientras temblaba de miedo. Su corazón latía con fuerza, como siempre retumban los corazones de los culpables y cobardes.
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