entrega atrasada

Está bien, no he escrito nada en los últimos... once días, pero tengo algo que a lo mejor les gusta. denme un segundo para encontrarlo entre mis archivos y se los pongo aquí...

¡AHÁ! ¡Aquí está!

No esperen mucho de esto. Es un cuento que escribí hace mucho con ayuda de un amigo. Está bien culero... y el cuento también. Sí, lo sé... no dio risa...

“El ataque a Berlín”

Cerca del año 1941, en el desierto del Sahara vivían tres judíos que habían logrado escapar de las masacres del tercer reich. Junto con ellos se llevaron uniformes de oficiales de la GESTAPO, armas y un vehículo militar, se estaban preparando para hacer un ataque al emperador de la alemania nazi. El líder, Addar Wahnon, estaba preparándose junto sus compañeros de celda, Litov Muntaet y Dvir Tahust.

Estaban en territorio libre de guerra. Al cruzar Arabia Saudita, Siria y Turquía fueron apoyados por los países aliados, organizaron una misión en la que participaron nueve judíos rescatados por los aliados, los armaron, los vistieron como judíos capturados y se encaminaron hacia la alemania nazi. Al entrar a Bulgaria, en territorio alemán, fueron aplaudidos por soldados y leales al tercer reich, ahí encadenaron a los judíos rescatados para no levantar sospechas, se juntaron con dos oficiales alemanes y cuatro judíos más y subieron a un camión más grande.

Después de rodear el mar Mediterráneo, en los límites de Ucrania, pararon a cargar combustible y provisiones. Cuando los oficiales se distrajeron, los judíos silenciosamente los mataron y escondieron sus cuerpos sin dejar rastro alguno. El camino por ucrania fue largo y lento, en él se encontraron con siete soldados alemanes y tuvieron que hacer una parada para revisión. Uno de los soldados era judío, y al ver que los suyos que estaban en tan buenas condiciones, no se veían golpeados ni sucios, habló con uno de los oficiales y empezaron a sospechar.

El oficial mandó a dos soldados razos, sin muha experiencia, a que revisaran a los sospechosos. Cuando los infiltrados se enteraron de las acciones tomadas por los soldados, tomaron acciones imaginativas para evitar que se les ejecutara en el acto. Cuando los dos novatos llegaron, judíos vestidos de soldados se detuvieron. Uno de los novatos nazis preguntó por qué los prisioneros no estaban lastimados ni desgastados, esto mientras se llevaba la mano al lado derecho de la cintura, donde tenía congada su pistola.

Inmediatamente, el judío infiltrado respodió, con un perfecto acento alemán, que estaban mejor cuidados porque eran quienes estaban los médicos que estaban cuidando de los oficiales nazi dentro de los guetos. Los novatos nazis dudaron un poco de la historia, pero los judíos utilizaron el rango superior de su uniforme para imponerse ante los novatos y largarlos de ahí sin dejarles replicar siquiera.

Tras burlar a aquellos pseudo guardias de seguridad, los judíos infiltrados se escabulleron, sin ser vistos, hasta la zona de oficinas del gueto, donde se toparon con la puerta del despacho del general a cargo del gueto. Los judíos vestidos de presos querían entrar de una vez y matar al general, puesto que si lo hacían, acabarían con el orden del gueto por el suficiente tiempo para extraer a la mayoría de los internos, si no era que a todos.

Por otra parte, los judíos vestidos de soldados se negaron, pues sabían que podía bien ser una trampa o que terminarían siendo descubiertos y ejecutados. Al final, decidieron esperar un poco más para llevar a cabo el asesinato. Esperaron durante medio día hasta que el general dejase su despacho para escabullirse dentro y esperar silenciosamente detrás de la puerta, armados con un abrecartas como arma del asesinato para no hacer ruido y llamar la atención de todas las instalaciones.

Tras un rato de espera, vieron que la puerta se abría. Uno de los judíos vestidos de preso tomo la iniciativa y, con el abrecartas en la mano, atacó a quien cruzó la puerta, que no era nada más y nada menos que la secretaria del general, que había entrado para dejar unos papeles en su escritorio.

Un golpe directo al cuello acabó velozmente con la vida de aquella joven mujer, pero ninguno de los demás le dio reprimenda, pues era una nazi, al igual que todos en ese lugar. El hombre arrastró el cuepo muerto de la joven hacia el otro lado de la puertapara que quien entrase no lo viese y volvió a su posición. Minutos de espera más tarde, la puerta volvió a abrirse, esta vez siendo el mismísimo general quein la había abierto.

El judío con el abrecartas cargó otro ataque, el cual fue acertado, directamente al cuello, pero lo que no sabía es que había arruinado todo. El error táctico de la misión consistió en que, detrás del general, venía una escolta armada con rifles de asalto y ametralladoras. Lo que los judíos tampoco sabían era que el general solamente había abierto la puerta para presumir su oficina a los soldados de menor rango para divertirse un poco con su inferioridad jerárquica.

Inmediatamente, los soldados alemanes cargaron sus armas, entraron en la oficina y abrieron fuego, matando al instante a los judíos, estubesen vestidos de presos o de oficiales. Lo que estos heroes nunca pudieron llegar a ver fue que, con todo el alboroto del tiroteo en la oficina, todos y cada uno de los soldados alemanes en el gueto acudió al lugar de los hechos, dando así oportunidad a los tres mil doscientos judíos internados de escapar de aquel infernal lugar.

Los tres mil doscientos prófugos lograron llegar corriendo a un tren de carga vacío no controlado por los nazis, logrndo así escapar del alcance del poder del reich.

Tres mil doscientas vidas salvadas aquel día marcaron un sucesi importante en la historia de la segunda guerra mundial, al igual que en la historia de todo el mundo.

En honor a esos heroes anónimos, se levantó una estatua de tres metros de alto de un hombre sin rostro vestido de soldado nazi, con la estrella de david de fondo, símbolo icónico del judaísmo. Hasta el día de hoy, el monumento sigue en pie, y es un lugar visitado por gente de todo el mundo, pero sobre todo por todos aquellos sobrevivientes de aquel gueto que fueron espectadores y participantes de la gran fuga de las tres mil doscientas almas.

Muchos dicen quelos cuerpos de los heroes fueron recuperados y enterrados bajo aquella estatua. Otros dicen que sus cuerpos fueron incinerados y plantados en los arbustos alrededor del monumento, pero solo una cosa se sabe con certeza sobre aquellos heroes: que, en efecto, fueron merecedores se ser llamados heroes del holocausto.

FYN.

Ya, pueden irse a casa. Váyanse a YouTube o algo así, no sé...