« Mi querida Selene, si pudiera describir cuan encantado estoy de tu belleza… Nací para mirar tus ojos y conocerme en ellos; tus labios son como la rosa en la mañana; tus ojos lunas que iluminan, y tu voz, más profunda y suave que el canto de los ruiseñores. ¿Podrías santa mía, perdonar a un necio que desfallece cuando no lo miras?. No te niegues a nuestro amor solo porque temes lo que suceda. Ese amor debe ser atendido por los dos, porque el amor negado destruye el alma que debemos a Dios.»

— Me gustaba el orden de las cosas cuando estaban mis padres. Intente mantener todo asi y no funcionó, todos se adaptaron muy rápido al caos Ethan y yo me quedé detrás viéndolos avanzar. — Solo se su hermana, no intentes ser más que eso porque no va a funcionar. El caos del que hablas es la vida siguiendo su curso y no puedes detenerlo. — ¿Tu que sabes de eso? Tu vida es perfecta.

Es bien sabido que todo mito, leyenda o cuento con algo sobrenatural viene de alguna parte. La historia puede ser alterada, la cosa más simple se vuelve grandiosa según el narrador de los hechos. Vkad un príncipe conocido por la forma despiadada de matar a sus enemigos en la guerra, se convierte en un Conde vampiro bajo la pluma de Bram Stoker, luego el tiempo pasa y es llamado héroe cuando la historia es contada desde la perspectiva de otros. ¿Héroe o villano? Depende de quien lo cuente.

Abigail vió por el rabillo del ojo que Velkan se había movido un poco, creyó que se iría pero fue sorprendida cuando sintió el roce de una pequeña flor en la punta de su nariz, levanto la mirada y luego se rio cuándo el puso la flor a un lado de su cabello. — ¿Qué sucede contigo? — Preguntó entre risas. — ¿Qué? ¿No puedo ser amable contigo?. — El tono en su voz dejó claro que tan dolido se sintió al darse cuenta de que ella dudaba de su amabilidad, pero no podía culparla, él lo merecía.

Es un lugar oscuro y frío, no hay nada a su alrededor excepto la luz cegadora que proviene de algún lugar. Se pregunta si es la luz que supuestamente se ve cuando mueres, así que la sigue sin cuestionarse sobre estar viva o muerta; querer vivir o morir. Cuando finalmente la alcanza, se decepciona un poco al ver que solo es el bosque frio abrazado por la espesa neblina e iluminado por la luna. Está cien por ciento segura de que no esta muerta, al menos no todavía.

Es la clase de chica que destaca aunque no es su meta y no todo es blanco o negro. Estaban las partes de su vida que ella ocultaba y que no le gustaban, veía cosas que no debía, sucedían cosas que no quería. Después de cumplir catorce años empezó a perder lapsos de tiempo en los que no sabía que pasaba, su abuela intentó explicarle que sus antepasados habían servido como recipientes para algunos espíritus en específico, a los que llamaban «Santos», su abuelo decía que era cosa del diablo.

Estaba completamente pálida, probablemente si hubiese estado de pie se habría desmayado con la noticia, Atlas en cambio estaba inquieto, caminaba de un lado a otro mientras escuchaba a Sarah. — Entonces si estoy muriendo. — Intervino, hablando más para sí misma que para el resto. — ¡No, no vas a morir!. — Sarah se apresuró a responder. — El tumor puede ser removido sin daños, por eso es importante que aceptes hacer la cirugía. — Continuó intentando calmarla y convencerla de que hay esperanza.