Sí, lo sé. Esta no es la típica historia que empieza con una frase cliché, como "en un mundo donde...", o "hace mucho tiempo...", aunque supongo que usar un estilo casual y "espontaneo" como este tampoco está fuera de la zona cliché.
Esta historia, más bien, empieza con un muchacho de diecisiete años, a punto de cumplir la mayoría de edad. Como me da pereza escribir toda la historia de fondo, lo resumo: de la nada, un demonio se le presentó en la noche de su cumpleaños y le ofreció poderes, poderes con los que los humanos solo pueden soñar.
¿Que qué poderes le dio? Bueno, le dio uno solo: el poder controlar el tiempo unidireccionalmente; la habilidad de congelar, ralentizar y adelantar el flujo temporal; hacia adelante, nunca hacia atrás. Es el poder demoníaco más estúpido del universo, lo sé, pero bueno, ese era el don que el demonio le ofreció. El muchacho aceptó, y entonces el demonio marcó, con un extraño y estrambótico avambrazo de metal al rojo vivo, un patrón de cadenas por todo su brazo, terminando en un preciso y detallado reloj análogo.
La cicatriz sanó al instamte, y las marcas de quemadura se quedaron, pero las agujas del reloj se movían conforme el tiempo pasaba.
"Haz lo que quieras con el reloj. Solo te advierto que, si le dices a alguien sobre esto, yo mismo te arrancaré el brazo. Obviamente no te mataré. Yo soy un demonio, no un monstruo."
Y se preguntarán cómo sé qué fue lo que el demonio le dijo al muchacho, si este tenía prohibido decirlo. Bien, pues eso es porque el muchacho soy yo.
Mi nombre es Lucio Fernando Hernandez, y soy aquel a quien en el inframundo conocen como el Atemporal.
Recibí mis poderes, ciertamente, de un demonio, curiosamente llamado Diablo, que dice él que es el más poderoso y temido de todos los demonios. Yo lo dudo mucho. He He estado ahí, y doy fe y legalidad de que él es como el típico niño al que todos molestan en la escuela. Yo lo entendí cuando lo vi por primera vez en esas circunstancias, porque yo también fui víctima de bravucones hasta la preparatoria, cuando recibí su poder.
Ahora... ahora tengo treinta años, y llevo una relación basntante estrecha con mi demonio desde hace ya mucho tiempo. Durante mis primeros años siendo el elegido por Diablo, viví en la Ciudad de México, con el mencionado demonio y mi mejor amigo, JuanPa. Este, como muchos imaginaron, no pudo ver a mi amigo hasta que este se apareció frente a él, puesto que él no tenía relación directa alguna con el mundo de los demonios, debido a que ningúno lo había llamado ni se había aparecido frente a él. Creo que solo a unos pocos en el mundo nos ha pasado. Había al menos cuatro en México, en mi misma ciudad hace algunos años.
No nos llevamos muy bien que digamos. Uno fue dotado por su demonio, con el poder de controlar mentes débiles; a otro su demonio le dio el poder de abrir portales entre su mundo y el nuestro para moverse más rápido; al tercero su compañero del inframundo lo dotó con la habilidad de materializar objetos de la nada, siempre y cuando el usuario ya los haya tocado antes y sepa dónde están, y por último, yo; el chico humano qué recibió el poder demoníaco más extraño e inesperado de todos.
Sí, sería el más genial si pudiera RETROCEDER en el tiempo, pero parece que a Diablo le dio miedo darme ese poder, así que lo omitió. Básicamente dijo que estaba demasiado pendejo para tener un poder tan grande.
En fin, la historia empieza cuando yo era un joven en sus tempranos veintes, recién graduado de la universidad y en busca de un empleo. Lo que me habían ofrecido era un puesto de medio tiempo en un OXXO(para los gringos, es como un 7 Eleven pero en rojo y amarillo).
Cabe mencionar que todo lo siguiente fue escrito por mi yo actual desde la perspectiva de mi yo entre mis veinte y veintitrés. Es para darle sabor a la narración.
Ahora sí, viene la parte contada en primera persona en pasado, narrativa más común de una historia donde el narrador es el uno de los personajes principales.
Comenzamos:
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