u15852649441585264944 Orlando Zaldívar Cervantes

¿Alguien sabe qué pasó Jesús en sus tres días en descenso al infierno?


Cuento Todo público.

#terror
Cuento corto
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Dream#9

"Cuando defiendes una idea como a ti mismo y el mundo está en contra de ella, puede ocurrir el momento más heroico y hermosos o el más decadentita y cruel de la historia. "

Sigo esperando esa llamada. Pero ¿Saben algo? No me gusta presentarme. Soy un Exiliadamente. Léeme en verdad, entenderás que esta no es mi historia. La princesa me la narró. Un cuento: una narración que escuché anoche. Ella ya no existe. No la maté. ¿Sabes? Buscó el ideal del amor, el tiempo perfecto. No lo alcanzó, pero corrió con suerte: Su amor se movió en el vacío, en sí mismo: lo real.

Es terrible pensar mi estado, hoy no me importa  nada. Todos desaparecieron  para no volver a nadie más. Me presento: soy un exiliado, estas son mis últimas palabras que se deslizarán en el olvido si no me lees.

“¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré?  ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará?¿Acaricié el pelo de mi hermosa chica? ¿Pensé en los días de apoteosis, de la divinidad? ¿Fue lo primero que vi? ¿El cielo me iluminaba con su azul?

Mi vida transcurrió en una pereza romántica inalcanzable. Me gustó jugar con mi locura, con una misantropía abstemia. Aún así, mis historias favoritas fueron de grandes viajes: el descubrimiento de lo desconocido, una mímica real y no abstracta, eliminando los ripios.

 La curiosidad mató al gato y esta se vuelve más pesada conforme avanza la vida. Crees que puedes conocerlo todo sin importar en qué momento el gato devoró al ratón sin darle su queso. No importa a donde me dirigiera, estoy construyendo un gran poema sin ripios, con la cara en blanco.

La salvaje libertad aumenta conforme se acerca la fecha de mi travesía: soy intolerable, impaciente, abstemio.

Jamás lo escucharán, estuve en una iglesia. Desconocerán          mi lugar de origen y más  si el primero sucede al segundo y el tercero al anterior  y el primero se sucedió a sí mismo para forjar este gran templo. Se superponen los viajes inesperados. De la nada, eso crees al menos, estás parado impaciente por él, pero el tiempo se ha perdido y solo resta comprender que la edificación pétrea surgió en un sonido después de lo que dicto la palabra.

*

¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré? ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará?

El avión despegó del suelo y me veía en una habitación. Junto  a mi está él, un bebé, que pedía a  papá dibujara un aeroplano que sople al viento un carro que surca las nubes que las contradice en aquel vapor para  ladearse hasta pararse en seco en el tope de la montaña. Se complace en lo prudente y el trazo es interrumpido con una pregunta.

-Papá ¿Y el abuelo?

-El espera en otro lado, a tu izquierda. Tranquilo, ya viene la señorita a medirte la temperatura (29011991 grados Celsius)

Debajo de aquel, los no tan bebés de siete u ocho años molestan al instinto por hambre o por la existencia que se debe estar. Cada niño perdió un brazo. Al primero se lo clavaron al cuerpo en un error; al segundo se lo cortaron por estar adherido a su espalda como una columna vertebral: ambos perdieron la movilidad en un disparate quirúrgico.

Habló dos siglos la derecha.  Un viejo vestido de traje elegante; sus piernas quedaron estancadas en la tierra y se le infectaron, crecieron tanto en pus que el doctor prefirió amputarlas.  El anciano escarba en su mente con el fin de platicar  anécdotas de política, de una vida, que  a mis oídos molesta. Como olvidar a una cuarentona que le cosieron la boca por golosa, sin predeterminación escucha paciente, sin adivinar que su viaje ya se realizo y sus lágrimas las guarda en la deriva por desplomarse en el diluvio que beberá en un interludio empeñado al juego: lo tocaré con un saxofón sarcástico de melodías, suponiendo que haya renuncia al opus  anterior.. El señor ciego de mi izquierda. ¿El señor ciego? Él no se imputa por nada, me ve de reojo: claro es ciego. Se vistieron y la ciudad los absorbe por una subnormal cronometría del descanso. Mientras, todos se tocan

Primero se largó el nene; luego los no tan bebés; el señor de traje negro; la cuarentona y finalmente el ciego con los ojos volteados al revés, hacia él.

 Me montaron en una camilla muy segura al criterio. Me condujo un regordete macizo que no empataba miradas con nadie.  Observo el recorrido, se me mostraron mamparas, una tras otra. --Cambio de cama--, anunciaba el camillero feliz de realizar una labor buena en silencio, si de por sí el hospital es un poema en propia voz lleno de silenciosos lectores.

Antes de entrar al quirófano me quitaron la túnica sudada para no permitir que los gérmenes, un poco idiotas, conectaran con la herida y el bisturí se mantuviera virgen mientras la buscan. Me preguntaron edad, sexo, no era tan obvio, y enfermedad. Respondí casi a todo, enfermedad: la ignoro. Contesto por mí una señorita inexistente hasta ese momento. Ya varado en otro cuarto había  más mamparas y aparatos extraños. Un brebaje extraño corrió por mis venas. Hizo el recorrido y desperté con un espejo ante ti.

¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertare? ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará? ¿El amanecer era gris? ¿El sol blanqueaba su mano? ¿El sol era aquel extraño que entra por la ventana? 

**

Es sólo de madrugada. La ciudad se muestra oscura o grisácea, cubierta por una niebla bastante rara. El dinero, por lo tanto,  el tiempo  escasean.  Decido no malgastarlos pagando un guía que me devele los arcanos de la región. Abordo ya de un taxi, me dirijo al río inmenso que parece no tener fin. Allí  se bañan bueyes/ personas, bastante extrañas.  Se deslizan en canoas un poco empíricas y feas. La gente, confundida con los peregrinos, fuma. El río se torna negro, mientras se realizan esculturas de suciedad cristalina, y los sumergidos en sus aguas quedan secos a consciencia con gestos golpeados. Empero,  algunas personas bebían su agua desde fuera y se alejaron bastante alegres; los quietos quedaron atrás como venaditos a bien amigos, comprendiendo  la idea de que no se volverán a mover hasta que los ajos se les unten en la sien.

 La imagen toca la repugnancia. Toda la pintura ante la que me detuve la deshago en menos de cinco minutos. Regreso al aeropuerto y adelanto el viaje. A veces nuestros héroes traicionan y decepcionan como era mi caso.

***

¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré? ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará?

Mi traslado no será complicado, no habrá aeropuerto en tal lugar. Me depositaran para montarme en caballos de carreras. No habrá mucha carga de mi parte, por fortuna para ellos. Dormiré. Despertaré en una habitación de adobe que no es un hotel, no obstante, finge como tal.  El sol no huirá, pero mi hambre fue voraz y aún la vida será agradable. Frente habrá un arcón de fruta. Devoraré el sol que se ocultara muy rápido, terminando mi apetito. Agotado  intentaré dormir. No lo lograre, sólo yaceré en una pequeña meditación.

Al día siguiente no aprenderé por adelantado.  Recorreré la Ciudad de los dioses. La noche hará su trabajo. De mi boca emitiré una pausa ahorcada: en todo el camino de la luna. Su sombra, en el acto, provocará que algo llame mi atención. En el monte se erigirá una iglesia en mi honor. Un santuario donde yo y los gritos resonaran en mi honor, en lo onírico de mi insomnio, un repique estridente. Un constante movimiento de las campanas invitará a los feligreses a soñar, a vivir: que les importa si yo todo lo puedo, nunca sueño sólo vigilo.

*

Por las horas en que resonare se intrigaran. Acudirán al llamado. Desplegarán los envoltorios que los entorpezcan. Saldrán tal cual a la calle. Los caminos de adobe matizarán con la luna esos tonos rojizos que le caracterizan. Seguirán con una fe ilusoria. No observarán a  ningún lado, lo negarán y caminarán. Ascenderán una escarpada y elevada montaña. Divisaran una serpiente en la cima-- Una mala jugada de la luna. Buenas noches y dulces sueños para todos. --dirán. Mantendrán el paso, fieles y sin miedo al estridente y celoso campaneo.

 Frente la iglesia observarán algo que no notarán a distancia. Un par de enormes torres armonizarán con la Gran Cúpula. Aquí el ruido cesara un leve. El mezclarse de los ojos expondrán su alrededor: enfrente un gran pasillo,  un par de escaleras; una dispuesta a su diestra y otra a la siniestra. La princesa narrará que los laberintos se iniciaran por lo siniestro. El recorrido se realizará no por la izquierda, no hacia enfrente, sino a la derecha.

¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré? ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará?

La escalera era en forma de espiral, conduciendo a distintos niveles. En el primer piso se mostraban imágenes de las caídas de Mundo, gran galería, llenas de expresiones de dolor, sacrificio, gusto y arrepentimiento. En el segundo, una gran librería llena de beatitud de ideas. ¿Cómo hilar la fe ante un credo? Rascando el cielo, estaba una puerta postrada a la fuerza. Sus rejas de oro exaltan el paraíso. Ahí se siente una creencia única, donde comprendo lo ocurrido, ahí nada se ha roto, las ideas se envuelven solas, nada es tan caro, empero aquí todo el tiempo es el día de la muerte. Ni tú lo entenderás: lo sabrás. Ya nada podrá importarte. Es directa y desgarradora aquella sensación.

*

  Entraré dando un paso nervioso y tembloroso, al tiempo que las campanadas reanudaron su curso. Aquí el son no es ruidoso: es apaciguador. Un par de pasos más y la puerta se cerró de forma inesperada. Con ofuscación intente abrirla. Rotundamente le di un par de embates que fueron insuficientes. La comunicación quedo deshecha, ahora estoy solo y dentro de mí. Una voz desgarradora gritó --¡Nunca saldrás!--
Negándola di varios golpes. Agotado repose en el suelo. Dormí confiado en que al alba siguiente, o en otras más, algún curioso como yo llegaría a abrirla. ¡Valla gran tesoro que encontré en mi libro de aventuras y viajes como los que tanto me inspiran!

***

¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré? ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará? ¿Sabrá que moriría? ¿Me conocerá? ¿Me clavó la daga? ¿Le clavé la daga? ¿Era tiempo de copular? ¿Copulé? ¿Copulo? ¿Copularé? ¿Era universal? ¿Llovía? ¿Movimientos oblicuos?

Despierto: una gran cama, donde duermen los hombres nunca las ideas. Una mesa roída y vieja, donde se come a la gente no a las ideas. ¿Y yo? En medio de este gran ripio. El cuarto, construido de un material distinto al templo, parece de forma singularmente redonda. ¿Mármol? ¿Adobe? ¿Un soliloquio? Lo ignoro, no lo he derribado. Un querubín mal trazado yace en el techo ¡Oh sorpresa! ¡Estoy en medio de la Gran Cúpula!
Escudriñar, no es tan efectivo cuando sientes tu bozo desgastado y picándote en lo superficial de la piel, es incomodo. Era como un pensamiento que no venía de mí:  se detenía en la cabeza. Culpaba al querubín por burlarse. Figura tan retrograda y mal parida. Nunca podría hablarme en eco como percibía los sonidos. De vez en cuando las campanas sonaban ¡DAN! ¡DAN! Ahora el estallido esta invertido, casi sin sonido, hasta convertirse en intolerables, como un consejo que no pides. No descifre nada, estoy en la juventud metafórica y hace daño.

Tras ignorar malas cavilaciones, no pude esquivar el recuerdo de mi amada visitándome en medio de una ducha reconfortante. Salía de la pared exhibiéndose tal cual es, un venado elegante por su timidez, elocuencia y agilidad..., ante mis misivas e intentos de cortejamiento. "No puedes estar enamorado de mí si no me conoces": "el amor no existe": "creas mundos alternos": “Tonterías del instinto impulsivo”.

****
¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré? ¿Despertó? ¿Despierta? ¿Despertará? ¿Sangré? ¿Sangro? ¿Sangramos? ¿Gritos? ¿Frenesí? ¿Control? ¿Amor? ¿Ilusión? ¿Sangre en su herida? ¿Sangre en mi herida? ¿Orgasmos? ¿Semen? ¿Esperé? ¿Espero? ¿Esperaré?

¿Esperó?  ¿Espera? ¿Esperará?

Dormí de nuevo, no en cama le tengo pavor.
Volví a evocar el campanilleo. Una voz en reverberación me gritaba: --"tienes hambre"--
Tenía razón, ¿Qué comer? Sólo me tengo a mí -- Buena respuesta--, gritó,
¿Comerme? ¿Estaré loco? Morir de inanición es de fracasados. 
Con las horas mis uñas, en conjunto con mi pelo, se mostraron deliciosas. Al fin volverían a crecer. Me sorprendió mi anestesia corporal. Me arrancaba pelos a mechones, el cuero cabelludo sangraba. Las uñas las arranqué con coraje, la cutícula se desprendió. Era más el miedo infundado en mi consciencia que nada. Gritos de desesperación y dolor sonaban en ecos trastocados.
 ¡Oh gran banquete ante mí! No comí, deglute como nunca. La sangre la bebí del suelo. Todo pasó sin problemas del esófago al estómago. No me llenó. Quede satisfecho. Nunca volveré a rascar nada, nunca volveré a acicalarme el pelo.
¿Dormir? ¿para qué dormir si me rescataran? Malditas campanas comenzaban a enojarme. No me dejan dormir. Maldito querubín, sólo nos vigila, nunca duerme, nuca despierta, siempre vence.

- ¡Oh voz! Disminuir por favor. No tengo más hambre, seré rescatado.

Por segunda vez fue certera.

--Deja de escupirme con tus voces querubín, sólo reposas en ¡la gran cúpula! ¿Qué comer? ¿Qué comer?--

No quería verme y escucharme más en esta situación, acabar falsas observaciones sobre como comer ojos, oídos es algo común en la vida.  

Deseando más de mí, como manos y pies. Al fin, no hay nada que tomar. Sacrificar un orgasmo corpóreo ¡Jamás! No fue necesario desmembrar  nada. Me visualicé tal cual como caníbal. Reminiscencias. Carne cruda y sangrienta, las venas revoloteaban, y mi sangre jugosa, eterna regresaba a su origen. Por algún momento creí que me crecería todo de nuevo, cuestión de tiempo imaginé.
Las voces no las escuchaba. Ya no tengo oídos. No pude verme. Ya no tengo ojos ¡Oh gran banquete! 
Atragantado, me deslicé hacia a la cama. Cobijándome con la mesa seguí escuchando el eco de mis pensamientos, en un sopor del falso querubín.

¿Tiempo? ¿Minuto? ¿Sombras del sol? ¿Desperté? ¿Despierto? ¿Despertaré? “

 La princesa tomó el libro y lo cerró. Sus ojos eran rojos: lloró. Me dio el beso de las buenas noches, apago las luces y se fue a soñar.

28 de Marzo de 2020 a las 19:14 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

Conoce al autor

Orlando Zaldívar Cervantes Me gusta explorarlo todo, leer mucho, creo q en la oscuridad hay luz, así q no importa, me gusta escribir sobre todos los temas, y mis dos únicas pasiones en la vida son: tocar la guitarra y escribir

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