nick-flores1584387413 Nick Flores

historia de polizontes en los trenes hay miles, pero lo que le ocurrió aquella noche fué como vivir diez vidas en una vida.


Cuento No para niños menores de 13.

#cuento #erotismo
Cuento corto
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UN ANDÉN A LA DERIVA

-”Boletos por favor !!” pidió el guardia, y ahí nomás, con la adrenalina que despierta una presa perseguida por una escopeta, se incorporó del asiento huyendo al vagón opuesto de dónde había escuchado la voz, “¿ahora qué hago? “ pensó, y se sentó en el primer asiento que encontró, sentado de frente había un hombre entrado en años que avispado por la situación le dijo- “escóndete allí abajo entre los asientos, qué pena siempre viajo con un boleto de más pero ahora no tengo”; el jóven calculó su físico y su peso y no, no iba a caber en ese escondite improvisado, sonrió tímidamente tratando de agradecer el gesto cómplice y siguió rumbo al otro vagón ya que la voz que lo perturbaba mostraba cercanía; el vagón siguiente estaba destinado a los baños y allí la gente acostumbraba a fumar esperando su turno; se topó de golpe con dos mujeres y un hombre quien se le acercó y le preguntó -“flaco, ¿vos tampoco tenés boleto?, a lo que asintió con un movimiento de cabeza, la tonada le resultó familiar, eran del mismo pago y eso le reconfortó de alguna manera, sintiéndose acompañado tomó coraje y le dijo -“¿qué vamos a hacer ahora?”, y recibió como respuesta -”esperá que se vayan las chicas”, por fortuna las dos que estaban afuera esperaban nada más a una de adentro que salió casi al instante, instante aprovechado por los dos polizontes para introducirse en el baño...de las damas, entraron con lo justo porque ya no sólo era una voz pidiendo pasajes sino dos y casi al unísono, voces que se agigantaban en el pasillo tapando el oscuro sonido que producía el vaivén del tren sobre la vía; y allí encerrados se sintieron a salvo, ningún hombre se atrevería a molestar a “ una dama en apuros” pensaron, cuando de repente contra la puerta sintieron el golpe seco de un metal, casi igual como cuando cae al piso un espejo viejo, luego fueron dos y una voz imperativa que pidió a los gritos boletos, uno de ellos se tiró al piso del baño y sobre la hendidura por debajo de la puerta divisó dos pares de zapatos negros, el corazón pareció estallarle, le hizo señas al otro que con voz algo afeminada contestó - “ocupado”, pero la suerte estaba hechada cuando vieron el tambor girar de la puerta, hicieron fuerza oponiendo resistencia pero el tren ya tenía sus mañas para pasajeros inexpertos.

los sentaron uno al lado del otro, con dos oficiales de custodio entre ellos y a su manera casi a susurros se mofaban de estas pobres almas, cuando de repente uno pidió ir al baño y para ahorrar trabajo también llevaron al otro; nunca supo qué controló el cadete que miró de reojo el lugar que le asignaron, la cuestión es que cuando le hizo señas de pasar, el jóven aventurero se topó de golpe con una billetera roja en el suelo, -”no puede ser verdad “ pensó, jamás había encontrado dinero, la abrió y en su interior había un billete de diez pesos, ninguna otra cosa más, se guardó de prisa el billete y el resto lo dejó dónde estaba, “la cena ya está salvada” se dijo e imaginariamente las manos se frotaba.

los bajaron en la siguiente estación y los condujeron a una oficina con las preguntas de rigor, el sargento tenía en sus manos los documentos que antes les habían retenido ni bien fueron apresados, pero al cabo de varios minutos que parecieron eternos el tren avisó de nuevo que salía, los condujeron afuera, y mientras el tren arrancaba el sargento tenía en lo alto de su mano como haciendo burla las identificaciones jugando con la necesidad y el tiempo, pero en un descuido o porque quizás fué más rápido que sus ojos, el polizón más veterano le arrancó de su mano los papeles y empezaron a correr a un tren que ya llevaba mucho trecho; le tiró en la huída su identificación que el más jóven atrapó al vuelo, se trepó primero el mayor y le pidió que le tirara el bolso tratando de alivianar su peso, pero el tren cada vez más rápido hizo que jamás pudiera alcanzarlo por más que ambos estiraron los brazos, y así lo vió alejarse rompiendo en sollozos y a la deriva, pensó que esas cosas sólo pasaban en las películas, estuvo largo rato de rodillas en ese confesionario improvisado de metal y madera con forma de vías, un universo de cosas pasaron por su cabeza, pero volvió sobre sus pasos sentándose a llorar en la puerta de una oficina desierta; ”¿qué te pasa pibe?” le dijo una voz ni bien se abrió la puerta, al silencio que siguió arremetió de nuevo -”vení pasá”, y con una mezcla de resignación y amargura sintió que justo fué a llorar y descansar en la puerta equivocada, -” bajate el pantalón, subite la remera “, le ordenó la voz, y al estar detrás de un escritorio sintió que hacer caso era la única opción, por alguna razón había aprendido que las voces detrás de los escritorios tienen de algún modo cierta autoridad, -”¿tenés algún tatuaje?” le preguntó, a lo que el jóven dijo-” no”, bueno, vestite, -”¿a quién podemos llamar para que te vengan a buscar?”, pensó en su tío Carlos, con suerte viviría aún en la casa de su abuela, pero eran las 3,30 de la madrugada, había muchos kilómetros de por medio y otras tantas explicaciones que dar para álguien que alguna vez se fué a escondidas saltando una noche el umbral de la puerta , -”a nadie” dijo, disimulando adultez, -”bueno, no te quedes acá que si te vé de nuevo la policía te meten preso”, -” pero necesito volver a mi provincia”, acotó, “¿cuándo pasa el siguiente tren?”, -” el próximo viene recién tipo 3 de la tarde, salí mejor por la calle de enfrente, tomate el B6 que te lleva a un cruce por dónde pasan los camiones”- y así salió cabizbajo jugándole otra partida al destino, cuando a los pocos pasos un par de piernas y un prominente escote vino a pedirle la hora, sintió excitación, algo dentro suyo se paralizó, lo más cercano a una mujer de edad y extraña que había estado habían sido los posters en la pared, que alucinado miraba cada vez que acompañaba a su tío mientras le arreglaban el coche, podría estar horas y horas contemplando aquellos almanaques, no entendiendo aún eso del despertar natural del sexo, sólo se imaginaba besando y acariciando esos cuerpos desnudos,tocando quizás de manera torpe esos senos, recorriendo con paciencia de artesano sus figuras, demorando sus manos en los muslos, soñando habitar el monte de Venus; y aún confundido por lo ocurrido dudó y no pronunció palabra a lo que la mujer como quién sabe que tiene el as bajo la manga insistió -”¿venís conmigo?”y lo tomó de la mano como demostrando el poder de su sexo; todo en un segundo pasó por su cabeza : el extraño del tren, el dinero en el baño, la soledad en las vías, y si bien muchas veces se le olvida, otras cada tanto se pregunta si aquella vez en el andén no fué quizás en realidad el punto de partida.

20 de Marzo de 2020 a las 11:20 0 Reporte Insertar Seguir historia
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