Y vi como de repente la luz y la oscuridad danzaban en un sutil y brillante escenario se juntaban las manos que más bien parecían centellantes luces desplegadas desde un circulo que giraba sin cesar. Las vi y sentí el calor y el frio a travesar mi corazón, fue como la entrada y salida de miles y estrepitosos pálpitos de sangre hacia este. La danza se disipo un instante y de repente en medio del escenario yacía yo: inerte, inmóvil y a la vez muy inquieta queriendo meterme de lleno en el fugaz y eterno movimiento, temiendo al fuerte dolor que recorría mi corazón y que a su vez buscaba la calma.
Me quede esperando, observe ese gran abismo oscuro desde mi punto de partida, incline mi rostro y sentí que me tragaba, que una fuerza desconocida jalaba de mí y me succionaba lentamente. Por primera vez no sentí miedo, el silencio volvió a mí, con su aire tibio y denso golpeo mis mejillas, entonces, deje caer el peso muerto de mi cuerpo inerte y caí en picada hacia el fondo.
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