alberto-suarez-villamizar3721 Alberto Suarez Villamizar

EN LA VIDA TODO TIENE SU TIEMPO. LAS COSAS SE PRESENTAN ASÍ : NI ANTES NI DESPUES


Historias de vida Todo público.
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CUANDO MUERE LA TARDE



AUTOR: Alberto Suárez Villamizar




Ahora se encontraba ahí, cumpliendo con el que sería el último turno de trabajo en su larga vida laboral, pues justamente este día cumpliría la edad de retiro, cerrando así una vasta trayectoria como trabajador. Por eso cuando la estridente sirena se dejara oír al marcar el reloj las 18:00 horas todo quedará atrás para él, convirtiéndose solo en un imborrable recuerdo, que quedaría plasmado en un extenso currículo, como fiel reflejo de los años de luchas y esfuerzos. Recordaba la forma como empezó todo, poco tiempo después de haber abandonado sus estudios universitarios con la idea de trabajar y poder ayudar a su madre, quien corría con toda la obligación del hogar, y se embarcaría en este tipo de trabajo que lo llevaría a los más diversos lugares.



A su mente vino la mañana aquella, cuando hallándose en busca de un empleo, tomó en sus manos el periódico de la ciudad para buscar en su interior, más exactamente en las páginas de los avisos clasificados, alguna posibilidad de trabajo en las ofertas de empleo que aparecían publicadas por las empresas en busca de personal para cubrir las vacantes en sus plantas de personal. Estaba a punto de abandonar la búsqueda luego de recorrer de manera infructuosa las solicitudes de personal en las páginas interiores, cuando alcanzó a leer un aviso que aparecía en la portada, en el cual una empresa de la ciudad solicitaba personal para ocupar las vacantes que en ese momento disponía. El anuncio era breve y estaba publicado en letra pequeña:


“Empresa solicita personal para cubrir vacantes varias. Enviar hoja de vida al anunciador # …”


Leyó lentamente varias veces el clasificado y dudando si respondía a esa solicitud, apuntó en un pequeño papel el número del anunciador, y lo guardó en el interior de su billetera, vacía tras varios meses de desempleo, y salió a la calle en busca de alguna posibilidad laboral con la cual pudiera aliviar su situación, cosa no muy fácil para una persona joven y sin experiencia.


Al regresar a casa en horas de la noche, con su espíritu un poco maltrecho por los negativos resultados en sus gestiones en varias empresas de la ciudad, y con algunos conocidos suyos. Luego de tomar una refrescante ducha, se dedicó a analizar las búsquedas adelantadas en ese día y pensó que la única posibilidad pendiente era responder al clasificado que había encontrado en el periódico esa mañana. Aunque el aviso no daba mayores pistas sobre las características de la vacante que estaban ofreciendo, pensó que era la última opción que le quedaba por explorar en ese día. Lo analizó muchas veces, llegando a la conclusión que debía responder requerimiento, después de todo como decía su madre, “la peor diligencia es aquella que no se hace", por lo tanto haría el envío y esperaría a ver los resultados.



Sentado en el pequeño escritorio de color gris, donde se encontraba la vieja máquina de escribir marca Olivetti, sin mucha convicción se dispuso a rellenar el formato de Hoja de Vida con la que respondería al aviso clasificado, el cual fue muy breve al no contar con experiencia laboral; limitándose a completar la información personal requerida. Una vez diligenciado el formulario redactó una misiva que acompañaría la comunicación, y en la cual expuso su falta de experiencia, pidiendo se le brindara la oportunidad de hacer parte de esa Empresa. Marcó el sobre con los datos del anunciante, y lo cerró depositando en él tanto la Hoja de vida como la misiva, y lo guardó en la agenda donde acostumbraba anotar los nombres y números telefónicos de las empresas con las cuales había sostenido alguna entrevista, o por lo menos había enviado un currículo suyo.


Al día siguiente en horas de la mañana se dirigió a la oficina de correos para hacer el envío respectivo, convirtiéndose éste en uno más en su ya larga lista de solicitudes de empleo dirigidas a las empresas que publicaban las ofertas laborales en los avisos clasificados de los periódicos tanto locales como nacionales.


Pasaron varios días hasta que recibió respuesta escrita donde se le citaba a una entrevista en horas de la tarde dos días después, para cubrir la vacante ofrecida a través del breve mensaje del anuncio del periódico local. Se alistó con la ilusión de poder causar una buena impresión, y mantenerse sereno en el momento que se enfrentara con quien sería el entrevistador aquella tarde


Marchó a la sede de la empresa superando su timidez y controlando su nerviosismo, dispuesto a encarar la situación de la mejor manera posible. Llegó con suficiente anticipación de la hora señalada y en la oficina de recepción debió esperar su turno junto a otros aspirantes, algunos mayores y otros de su misma edad que también fueron convocados. Estando allí en medio de aquellos “competidores” por una vacante, pensó que sería ahora o nunca.


Fue invitado a pasar, y guiado por una empleada que se desempeñaba como auxiliar de Recursos Humanos se presentó ante el jefe de la oficina. Contestó en forma clara y segura las diferentes preguntas de su entrevistador, sosteniendo un breve, pero ameno dialogo durante unos veinte minutos, luego de lo cual el funcionario dio por terminada la corta reunión, y dirigiéndose por teléfono a su auxiliar solicitó dar por terminadas las entrevistas, pues según él, en ese momento había encontrado a la persona que reunía los requisitos para llenar la vacante ofrecida por la Empresa, así mismo le pedía que le informara sobre los diferentes exámenes médicos que se debía efectuar para su vinculación laboral.


Recibió la indicación sobre los exámenes que procedió a tomarse a partir del día siguiente, para hacer su ingreso lo más pronto posible, ocupando un cargo como auxiliar en un proyecto de construcción que se ejecutaba en una zona rural distante unas tres horas de la ciudad, donde debía habitar durante el desempeño de las labores.


De esta manera, sería también la primera vez que saldría del hogar, alejándose de sus seres queridos, razón por la cual no pudo evitar sentirse un poco triste al pensar en esta separación. Alistó su maleta con la ropa y los elementos necesarios para vivir fuera de casa durante su permanencia en el trabajo. Depositó también allí sus ilusiones de juventud. Debía aprender a vivir la vida, y había llegado el momento de empezar a hacerlo. Se mezclaron en su corazón dos fuertes sentimientos: la alegría por iniciar un trabajo y la tristeza por el distanciamiento de su familia. Al despedirse se unió en un fuerte abrazo con su madre, y por siempre recordaría sus palabras: “ve tranquilo hijo, es tu vida y tienes que vivírla”.


Desde el primer día demostró interés en el trabajo y buscó aprender todo lo relacionado con el tipo de proyectos que empezaba a conocer. Se exigió al máximo y logró destacarse por su progreso y el aprendizaje de las diferentes actividades que se desarrollaban en estas obras; fue así como al terminar el proyecto para el cual había sido contratado, lograba emplearse en otra obra en un cargo de mayor responsabilidad, pero mejores beneficios económicos.


En esta oportunidad el reto era más grande, pues significaba un ascenso en su carrera laboral, con unos compromisos mayores, como consecuencia del mayor nivel alcanzado. Así mismo la distancia a que se encontraría de su familia sería mayor, pues ahora iría a un lugar más lejano. Inicialmente sentía una gran inquietud por la etapa que se alistaba a iniciar, pensando en las dificultades que el nuevo cargo le depararía, pero le animaba saber que el lugar a donde iba era una isla de gran belleza natural y a donde concurrían turistas de distintas partes del mundo. Se enfrentaría a esta nueva situación y por mal que le fuera al menos tendría la oportunidad de estar en aquel paradisíaco lugar, a donde muchas personas anhelaban ir, y que a él ahora se le ofrecía como lugar de trabajo. Fue así como encaró este reto del cual logró salir airoso.


Luego de una larga permanencia en aquel lugar, y tras la suspensión de los trabajos fue traslado a otra región del centro del país conocida por su historia y por su arquitectura de tipo colonial. Seguía siendo muy joven para la posición que ocupaba, pero esto no era obstáculo para avanzar en su formación profesional. No desaprovechaba cada oportunidad que se presentaba, y no solo alcanzaba nuevos conocimientos técnicos, sino que maduraba en su equilibrio emocional, pasando a convertirse en un hábil encargado del manejo de grupos de trabajo. Por aquel tiempo conoció a la mujer con quien en adelante compartiría el resto de sus días al establecer un hogar, que se convirtió en una razón más para seguir escalando posiciones y obtener el reconocimiento por parte de las empresas donde laboraba, y los jefes que daban fe de sus logros como trabajador.


Enfrentó muchas situaciones difíciles en sus nuevos trabajos, pero logró salir triunfante, no solo por sus conocimientos, sino también por su capacidad para resolver situaciones de alta complejidad, ya que los trabajos se adelantaban en regiones donde se presentaban conflictos armados.


Pero en su vida no todo fue color de rosa, hubo épocas en que estuvo desempleado, durante las cuales en su hogar tuvieron que vivir con ciertas restricciones, debido a la falta de un ingreso para solventar las necesidades propias de la familia. Fueron tiempos de búsqueda angustiosa de un empleo para responder a los gastos del hogar; de elaboración y presentación de hojas de vida a la espera de una respuesta positiva.


Hoy cuando todos esos lugares recorridos en el transcurso de su vida son solo recuerdos lejanos, así como la cantidad de personas con quienes alguna vez se cruzara en el camino o compartiera su labor, la nostalgia viene a su corazón: su cumple una meta, un plazo, y quedaran solo recuerdos que se plasman en una extensa hoja de vida.


El reloj ha señalado las 18:00 horas y el final de la jornada ha llegado, como lo indica el grave sonido de una sirena. Se pone de pie y dirige una última mirada al escritorio que hasta ese momento le sirviera de sitio de trabajo. Allí, recuerda al muchacho que muchos años atrás llegó a un lugar así, en un proyecto diferente, para iniciar una larga vida laboral, luego que una noche le robara unos minutos al sueño para responder a un anunciante, llenando un formato de hoja de vida y redactando una sencilla carta de presentación, aspirando a una vacante ofrecida por una empresa.


Se dirige a la puerta pasando por un gran espejo donde observa la imagen de un hombre golpeado por el tiempo, cuyas huellas se muestran en su rostro marchito por los años. Esta vez no se detiene a arreglar sus cabellos antes de salir como hiciera en otras épocas, pues el tiempo los ha arrebatado quedando en su cabeza a cambio unos pocos hilos plateados. Toma la maleta que ha sido su compañera por muchos años, y con ella en la mano sale a la calle.


La tarde también ha llegado a su fin.



FIN

9 de Febrero de 2020 a las 16:22 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Conoce al autor

Alberto Suarez Villamizar Nací el 27 de enero de 1958 en la ciudad de Bucaramanga, Santander, Colombia. Cursé estudios de enseñanza media hasta finalizar en 1976, en Bucaramanga. Laboralmente estuve vinculado con empresas de ingeniería civil en construcción de vías, lo que me permitió conocer varias regiones del país. Escribo por hobby, y mi mayor satisfacción es que mis escritos lleguen a todas aquellas personas amantes de la lectura

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