robertofaryttwitd Roberto Farytt

En un pequeño pueblo perdido en el mundo un terrible asesinato ha ocurrido, nadie sabe quién fue el culpable, y las putas son pocas y confusas, todo conectado por una curiosa serie de eventos.


Cuento No para niños menores de 13.

#256 #341 #terror #relato
Cuento corto
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Los presentes se mantenían alrededor del cuerpo, observando y preguntándose cómo era posible que no hubiera ningún daño colateral en aquel escenario, el entender que había sucedido era complicado, en los árboles alrededor presumían haber sido golpeados lo cuál permitía más o menos imaginar la ruta que el agresor había seguido junto con el cuerpo de la víctima, lo más probable era que fueran hechas mientras esta seguía viva pero resultaba un poco complicado pensar que una persona había golpeado a otra tan brutalmente contra cada uno de esos árboles, no parecía algo sensato; el rastro que se formaba en las marcas de los troncos de los árboles terminaba abruptamente y seguía a unos metros del último árbol marcado, esto con un pequeño rastro de tierra removida el cual terminaba en el cuerpo encontrado, era raro pues no había ni una sola marca de pisadas, simplemente este rastro de que la víctima había sido arrastrada pero esto aparecía de la nada lejos de los árboles, nadie se hacía a la idea de cómo es que había llegado hasta ahí sin que hubiera rastro de que en algún momento se hubiera cruzado aquel tramo entre el cadáver y todo aquel conjunto de árboles que con su tronco te relataban que tan violento fue aquel suceso. Todo aquel misterio terminaba en horror pues aquellas vagas pistas guiaban directo a un cuerpo sumamente maltratado, no porque se vieran en demasía las heridas sino porque estas eran indistinguibles en un cuerpo tan quemado como el presente, este se veía completamente negro de lo chamuscado que había terminado, completamente tieso, irreconocible, lo único que se podía notar si se revisaba a profundidad eran varios cortes algo profundos en la área del rostro y de los brazos y antebrazos. Ninguno de los presentes logró reconocer de quién se trataba el cuerpo.
En una pequeña cantina, la única del pueblo de hecho, un hombre de no gran altura esperaba a ser atendido en la barra, llevaba quizás unos quince minutos desde que se había movido de las mesas a la barra y aún nadie se acercaba a atenderlo, probablemente nadie lo notaba, era algo normal que a su clase nadie le pusiera interés en aquel pueblo pues ¿Quién era él aparte de un simple criado más? A pesar de ya estar acostumbrado a este tipo de tratos esta vez sí se estaba empezando a desesperar bastante, había tenido que bajar más rápido de lo que podía el cerro que cubría a la comunidad por el costado oriente de donde estaban establecidos, venía sumamente cansado y lo único que deseaba era algo para poder refrescarse y poder comer un poco, su tiempo de descanso se estaba acabando y nadie en aquel puto lugar tenía la decencia de tratarlo como a un cliente más, todos eran unos malditos engreídos, haciéndolo a un lado como si realmente fuera inferior, pero no, él era más que ellos y si por él fuera se levantaría y estrangularía a cada uno de ellos y golpearía a los estúpidos hasta que-
-¿Qué vas a querer? -Preguntó la hija del dueño, sacándolo de su trance de pensamientos, bastante irritada pues era la tercera vez que preguntaba.
-Un mezcal por favor, y unos cuantos chapulines -dijo algo pensativo aún regresando al mundo real- Por favor.
La chica se marchó enseguida, en un momento regresaría con lo que le habían pedido, él no pudo evitar seguirla con la mirada y observar fijamente los atributos que seguían de su espalda baja y pensar en qué haría si lo pudieran dejar a solas con ella, Marina era sin duda muy hermosa, y muchos hombres en el pueblo tenían el ojo en ella pero nadie la deseaba tanto como él, nadie pensaba tanto en ella como él, nadie estaba tan al pendiente de ella como él, y sabía que algún día sería suya, de una u otra forma.
En la entrada del pueblo la gente se reunía a ver qué sucedía, todos los asistentes del capitán escoltaban a un hombre, nadie le reconocía solamente algunos pocos sentían que aquel extraño les daba algún aire de conocido, tal vez lo habían visto hace mucho y al igual que muchos se marchó del pueblo, tal vez huía pero cometió el error de pensar que cualquiera que hubiera sido su crimen sería olvidado pero se equivocaba, las malas acciones nunca eran olvidadas, o no lo eran cuando eran algo que el pueblo estaba dispuesto a recordar. El extraño fue conducido hasta el ayuntamiento, ahí el capitán le esperaba y el alcalde Edmundo también, ambos querían hablar con él, algo malo había sucedido y creían que él podría ayudar a resolver el problema antes de que este se hiciera más grande, o al menos ayudar a ocultarlo para mantener la paz, a su entrada ambos trataron de portarse tan amables como si fueran amigos de toda la vida y se vieran a diario, él respondía con la misma amabilidad pero esto era solo por educación pues sabía que tras quince años fuera dos parásitos como ellos dos no lo tratarían así si no quisieran algo. No tardaron mucho en dejar las formalidades y empezar a explicarle qué era lo que les aquejaba, ellos querían que tomara a algunos cuantos de sus empleados y junto con ellos los acompañara a una búsqueda pues al parecer ahora había un asesino en el pueblo y debían encontrarlo antes de que el muy astuto se escapara o en peor caso decidiera quedarse y seguir clamando víctimas, el plan es simple, saben que tratará de huir en la madrugada pues nadie notaría su partida por lo tanto será cuando le den caza, lo apresarán y escoltarán solo que esta vez en lugar de llevarlo a juicio para decidir si deberá cumplir con encierro, con trabajos forzados, o si alguien decidía comprarlo y hacerlo un criado, no, esta vez sería llevado directamente a ejecutar, se le llevaría al cerro y ahí acabarían con él sin dejar rastro de que tal persona alguna vez pisó este mundo y evitando así que el secreto siquiera salga de los límites del pueblo.
El atardecer estaba llegando a su fin, la gente entraría a sus casas a descansar sin saber qué acontecimiento tan anormal les esperaría al día siguiente, todos los hogares cerrarían su puerta de forma tranquila, todos excepto el Doña Agustina, en este se estaba viviendo una fuerte tensión pues en él faltaba una persona y ella sabía que esta no regresaría, tras tantas veces que se marchaba y tardaba en volver esta vez sabía que era la última, ella podía sentirlo por aquella sombría y deprimente esencia en el ambiente que poco a poco iba adentrándose en su casa, por como el aire se sentía tan gélido para ella y por cómo el silencio se mantenía vivo a lo largo del pasar de las horas, lo hacía por todos esos avisos de que pronto estaría entrando en duelo, y que esté tardaría en terminar, que se alargaría con una serie de tragedias que vendrían sobre ella. No podía evitar sentir tanto arrepentimiento, si le hubiera dicho a Agustín que iba por mal camino tal vez todo esto se hubiera evitado; ella sabía que él llevaba meses viendo a Marina, que constantemente se escapaba durante el día para ir con ella y pasar horas con ella, sin embargo siempre salía en las mañanas a verla nunca en las noches cómo había sido el caso ayer, al anochecer Agustín escapó por la ventana de su habitación y fue con Marina, ambos se verían fuera del pueblo para que nadie los molestara así que huirían hacia el cerro pero nadie como Doña Agustina sabía que no era buena idea ir en las noches para allá, menos esa noche en específico, pensó que lo detendrían en el pueblo y lo enviarían de regreso pero lamentablemente no fue así, llegó al cerro y allá fue atrapado y juzgado por sus actos, y ella sabía que no regresaría después de tal hecho, que había perdido a un nieto para siempre.
El sol se ocultó y por al menos durante media hora todo se mantuvo en un total silencio hasta que el sonido de los caballos corriendo hacia el cerro apareció, y rápidamente como apareció desapareció dejando ante cualquiera que lo alcanzó a escuchar esa sensación de que algo importante estaba sucediendo allá arriba, de que era mejor quedarse encerrado y esperar a la mañana siguiente para enterarse de que había sucedido. Subieron en un grupo de nueve, los únicos cinco oficiales del pueblo y el capitán Ramírez, Víctor y sus dos criados de más confianza, todos iban armados para capturar al asesino del pueblo, cada uno iba armado con un rifle y una navaja por si era necesario pelear de cerca, se separaron en grupos de tres, Víctor aprovechó para escoger hacer vigilancia al lado del capitán pues sabía que en caso de que todo fuera mentira no tendría nada que temer pues el capitán no se arriesgaría a ser dañado por solo tenderle una redada, él sabía perfectamente que el capitán no había olvidado para nada la razón por la que se había marchado del pueblo y sabía que solo era cuestión de tiempo antes de que le recriminara el haber cometido adulterio con la mesera de la cantina del pueblo, una joven pequeña pero hermosa, curiosamente él no sentía culpabilidad por ello pues para él solo significó haber dejado atrás un matrimonio que no funcionó, uno que había surgido solo por el instinto y necesidades de la adolescencia pero cuando ella empezó a crecer y querer algo más serio él no pudo, los malos días de matrimonio lo llevaron a aquella cantina, a aquella jovencita y trás haber cometido varias veces faltas a sus votos de matrimonio sabía que eso no terminaría bien, puede que a veces el pueblo fuera un poco anticuado con sus leyes pero el ser infiel es malo en casi cualquier parte, mas cuando es alguien mucho menor, más cuando es casi a la fuerza para el tercero. Nadie sabe a dónde fue cuando se marchó antes de que lo aprendieran para fusilarlo, solo se rumoraba que huyó a algún lugar lejano y se volvió un hombre influyente, la verdad era que ya lo era cuando vivía en este lugar, alguien respetable, fuerte y con influencias, no sorprende que a pesar de lo que hizo se le hubiera llamado para ayudar el problema antes de recriminarle por lo que hizo en el pasado, al fin y al cabo podría ser útil, y una sociedad siempre debe mantener un poco de veneno para existir; lo más probable es que haya cometido algún acto criminal en su lugar de escondite y haya decidido regresar pensando en que en su lugar de origen todo había sido olvidado, o tal vez peces más grandes habían llegado orillando a esconderse de nuevo. Se podría decir que esa es la parte más trágica de su historia pero no, siempre hay algo más, los conflictos nunca dejan de venir, él nunca sospechó porque de pronto su esposa quería que empezarán a ser como una pareja de verdad, "cosas de la edad" pensaba él, pero no, cuatro meses después de su partida su antigua esposa dió a luz a un par de niños, lamentablemente de aquel parto solo sobrevivió un pequeño varón del cual su abuela se apiadaría y recogería, se veía reflejada en él pues por distintas circunstancias ella había quedado sola al cuidado de su abuela también, decidió llamarlo como ella y así decidió llevarse a su pequeño nieto con ella, quien después se volvió un hijo para ella, y procuró evitarle seguir los mismos pasos de su padre, principalmente mantenerlo alejado de la cantina donde nunca era bienvenido, de la chica que había por accidente sido el detonante de su tragedia.
Habían pasado alrededor de unas dos horas, el Capitán, Víctor y un criado de nombre Totzin estaban cubriendo la parte Oeste, el capitán había escogido llevar al criado en su grupo pues a diferencia de sus compañeros oficiales sabía que él no lo traicionaría, lo tenía lo suficientemente asustado y a la vez convencido de que era su amigo, como a un perro bien entrenado, lo ponía en su lugar cuando era necesario pero cuando encontraba algo bueno venía a él, pues él capitán le pagaba lo suficiente para que pudiera irse a la cantina y ahí tomar a placer y darle gusto a la vista, ese había sido el caso con el cuerpo encontrado esa misma mañana en el cerro, sabía que cualquier incidente primero debía venir al capitán pues solo él podía saber que era bueno para el conocimiento del pueblo y que debía quedarse enterrado, era un buen plan pues Víctor nunca sospecharía de la lealtad de Totzin incluso cuando el capitán le recomendó contratarlo, pues era tan pedante que su instinto de superioridad a los criados le hacía pensar que Totzin lo obedecería ante todo al ser su dueño, o que se liberaría fácil de él. El estar esperando tanto tiempo resultaba tedioso pues a esas horas todos podían ser víctimas del cansancio, el frío era algo difícil de soportar, el ambiente se ponía húmedo cerca del lado oeste pues por ahí había cerca un río, para acabar el hecho de tener que permanecer en silencio hacia aburrido todo está situación, lo cual era una tortura tomando en cuenta que hasta el amanecer todos se marcharían. Justo a la media noche la oscuridad había alcanzado su punto máximo, la luna estaba en lo más alto y la temperatura en lo más bajo posible, el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles había llegado repentinamente y resultaba solo opacado por el sonido de algunos cuantos grillos, el capitán y Víctor cómodamente le habían asignando a Totzin hacer la primera guardia, el sería el encargado de de despertarlos si algo sucedía y encarar al asesino si este llegaba por sorpresa a ellos, pasaron pocos minutos antes de que ambos se durmieran y Totzin fuera la única persona observando que sucedería en lo siguientes minutos; el viento venía desde el Este, dónde empezaba el río, Totzin podía escucharlo tranquilamente mientras tallaba la corteza de un árbol, el cerro solía ser su lugar favorito hasta hace unos días, desde que aquel cadáver había aparecido no se sentía más seguro ahí, sin embargo él conocía el lugar a la perfección y sabía que ante cualquier situación sí le era más sencillo huir aquel asesino jamás lo alcanzaría, tanto tiempo lo hacía pensar en cómo escaparía del asesino y en cómo se escondería de éste, tenía miedo de que fuera alguien demasiado grande, alguien con quien no pudiera lidiar el grupo y ser el primero de los tres en ser atrapado, no dudaba que aquellos dos lo abandonarían en cualquier momento.
Fue un resplandor algo anaranjado, algo amarillo, lo que lo distrajo de sus pensamientos se veía intensamente y venía del lado Este del cerro, pensó que era el asesino quién decidió prender fuego para guiarse en su huída pero prefirió esperar, rogando al cielo una señal que se lo confirmara a tiempo para actuar correctamente y para su suerte esta llegó, a lo lejos escuchó a los oficiales gritar "¡Oye tú, detente maldita!" y unos cuantos tiros después, automáticamente se volteó para avisarle al capitán y al Señor Víctor pero los balazos los habían alertando antes, estos sin acabar de despertar del todo lo estaban reprimiendo por tardar en avisarles que sucedía, luego lo hicieron explicar qué sucedía, tras esto todos fueron hacia el lado Este, en el camino podían escuchar a los oficiales disparando y gritando, todo era muy confuso, todo paró un momento y solo se escuchó a todo el grupo correr, a lo lejos el capitán visualizó al otro criado corriendo y todos fueron tras él, costó el esfuerzo de los tres para agarrarlo y que este se calmara.
-¡Señor por favor déjeme ir! -exclamó totalmente asustado
-Claro solo dime que sucedió -replicó Víctor
-¡Escuchamos los disparos y fuimos a ver qué sucedía! ¡Tres de los oficiales bajaron pues aseguraron verla ir de regreso al pueblo!
-¿Verla? ¿Me estás diciendo que es una mujer a quien seguimos?
-¡No lo se! ¡Yo sólo me separé un momento, escuche los gritos y encontré a mis compañeros muertos! ¡Yo me voy! -dijo y con un rápido golpe se libró de Víctor y echó a correr, Víctor lo detuvo pero el criado con un movimiento rápido le clavó el cuchillo en el hombro y corrió
Víctor no podía quedarse así, sacó su rifle y apuntó hacia él pero justo antes de disparar el capitán lo empujó.
-Arregla cuentas con él después, ahora vamos por aquella mujer y acabemos rápido con esto. -Victor lo miro con coraje unos momentos y se levantó
-Esta bien, nos separaremos, Totzin busca a los oficiales y el capitán y yo iremos por esa mujer -dijo mientras ajustaba su rifle- ¡Pero ve rápido!
Totzin corrió y subió a dónde estaban yaciendo los dos oficiales que habían muerto, y Víctor y el capitán siguieron en dirección al Este, toda la noche se había vuelto repentinamente callada, pero esto solo aumentaba la tensión para quienes seguían aún presentes en aquel cerro, el aire se sentía sumamente caliente, había pasado de ser una noche fría a una sumamente calurosa. En la cima Totzin encontró lo que se le había pedido, ambos cuerpos estaban en la cima pero él hubiera deseado no haberlos hallado, uno de ellos yacía en el piso completamente quemado, el otro había sido empalado contra el costado de un árbol por la cabeza y el estómago, ante tal acto decidió correr y alcanzar a sus compañeros, algo no andaba bien para nada, sabía que entre los tres sería más fácil defenderse pero no fue así, no estuvo ni cerca de ver a sus compañeros cuando de la nada un resplandor anaranjado llegó por un costado, su cuerpo voló unos metros y rodó colina abajo, con los huesos y órganos aplastados por el impacto y con graves raspones por su caída. Víctor y el Capitán Ramírez no tenían ni la menor idea de que había sucedió con su criado pero sabían que había tardado en subir y regresar con ellos, convencidos de que simplemente el muy torpe no podía con la tarea de subir y dar razón de dos cadáveres regresaron, al fin y al cabo en el lado Este no habían hallado nada, camino a la cima ambos notaron como el viento regresaba y otra vez tenían sólo el sonido de los árboles acompañándolos, ambos coincidieron en que está búsqueda había sido un fracaso y que la asesina había huido o que en dado caso de que los otros tres oficiales tuvieran razón, ella habría regresado al pueblo y pronto la encontrarían ahí, el capitán decidió subir para encontrar a Totzin y regresar mientras que Víctor, herido optó por bajar y volver a casa a descansar; el capitán ni siquiera acabó de subir cuando notó que en definitiva Totzin no estaba allá arriba, la luna, en su punto más alto le enseñó mediante sombras a sus dos compañeros, brutalmente asesinados y abandonados ahí cual basuras, era una imagen difícil de procesar pero sabía que no podía quedarse ahí por siempre contemplando como alguna loca había hecho pedazos a su equipo, se decidió ir hacia el lado Este confiado de que los habría ido a buscar asustado, y no tardaría en comprobar que tenía razón, unos pasos más adelante lograría ver en el suelo el cuerpo de quien antes era Totzin, totalmente destrozado, ante tal escena solo esperaba que el pobre hubiera muerto rápido, no por compasión sino porque consideraba que ningún humano debería vivir esos dolores ni por unos cuantos segundos; cayendo en cuenta de que aquella mujer seguía ahí y que ahora solo quedaban él y Víctor decidió correr para poder alcanzarlo y decirle que aquella mujer seguía ahí pero antes de empezar a bajar un ruido le detuvo, giró y la vio, detrás de él estaba ella, era muy hermosa, jóven, una linda piel morena y un hermoso cuerpo, un cabello que llegaba hasta su diminuta cintura, era la mujer más perfecta que había visto en su vida, le resultaba familiar pero no sabía de dónde, las sombras por la luz de la luna cubrían su cara pero se notaba sin duda que debía tener rasgos muy bellos, por un momento se consideró el huir, tener a tremenda mujer desnuda frente a él, en aquel lugar tan sólo por una noche, sin duda creyó que podría aprovechar la situación y satisfacerse con ella, al fin y al cabo se creía capaz de dominarla y después hacerla pagar por su crimen, se acercó a ella y la agarró, ella respondió, pero aquel momento que parecía ser el que daría inicio a una de sus mejores noches en su vida pasó a ser el que le mostraría que había cometido un gran error olvidando cuál era su objetivo y que había hecho esa mujer, unos cuantos besos y cuando la jaló para acostarla notó que esa no era quien aparentaba ser, quiso echar a correr pero se había petrificado y cuando lo logró no llegó muy lejos ella lo alcanzó rápidamente y destrozó aquel cuerpo como si no fuera nada, pensar que pudo haber pasado ese último instante de su vida sin terror si no la hubiera puesto a la luz de la luna, de la gran luna que había aquella noche.
Un gran grito de dolor, y de horror que fue apagado rápidamente llegó hasta la falda del cerro y ahí Víctor lo escuchó, sabía que ese había sido Ramírez y sin pensarlo regreso hacia arriba, se hacía a la idea de lo que le había pasado y harto de esa mala noche subió a ponerle fin a la situación, al fin y al cabo qué podía hacerle una simple mujer pensaba. Cerca de la cima empezó a notar un gran cansancio, una pesadez enorme y un gran calor, el viento golpeó con más fuerza y sacudía con un gran vigor las ramas de los árboles, sentía casi como si el ruido de estas dijera su nombre, alucinaciones suyas por la herida del hombro, cuando regresaré con aquella perra muerta arreglaría asuntos con ese criado también. Unos pasos sonaron unos metros atrás de él.
-Piensas muy mal de mi Víctor -dijo aquella mujer la cual con su presencia le hizo sentir un gran pánico-, y me sorprende que tras lo que hiciste tengas el descaro de llamarme perra.
-Martina -Fue lo único que atinó a decir con un tono de voz sumamente bajo y pasmado- ¡Déjame en paz! ¡Aléjate de mi!
Él empezó a retroceder pero no podía ni siquiera sostenerse de la impresión, ella caminaba hacia él lentamente disfrutando como el miedo le consumía pues sabía en el fondo que no iba a escapar, no tardó en alcanzarlo, él quiso defenderse pero solo sintió como era fuertemente tirado al piso, se empezó a arrastrar pero sus uñas se clavaban fuertemente en su espalda tirando de él atrás, en un intento de quitársela de encima se volteó para atacar pero lo único que sucedió fue que recibió varios rasguños en la cara y el pecho, en un intento desesperado uso la navaja y se la clavó en la mano, la lanzó lejos aunque esto le costó que cuando ella se aferraba a no soltarlo le cortará toda la pierna con la navaja que le había atravesado la palma, sacó rápidamente su rifle y en un tiro guiado por el instinto de supervivencia, rápido preciso le dió en la cabeza, aliviado decidió regresar, le faltaba el aire y los dolores que sentía eran muy fuertes pero valían la pena, sentía que había acabado por completo con tremendo peso en su espalda, decidió regresar a casa, su mano recibía raspones de las cortezas secas de los árboles de los que se apoyaba, pues no podía ni ver ni caminar bien por las heridas, probablemente habría perdido un ojo, ese sentimiento de adrenalina desvaneciendo que da paso a la calma y a la sensación de logro se interrumpió, un potente calor a sus espaldas había aparecido y este venía acompañado del sonido de brasas y un total paro en el viento, aquella enorme bola de fuego se estampó contra él y lo llevó estrellándose contra todos los árboles alrededor hasta sacarlo volando por lo aires y terminando a orillas del río, justo ahí comenzó a consumirlo en llamas y mientras trataba de gritar por el dolor de ser quemado vivo solo salía un pequeño chillido pues tan brutales golpes lo habían dejado incapaz de todo, con su último aliento se metió al río, solo para acabar de morir en él y apaciguar por un momento su dolor. A la mañana siguiente el rumor de los cadáveres en el cerro no tardó en correr, llegó a todos, y todos fueron a ver qué había sucedido, todos menos Doña Agustina, ella no planeaba volver allá, la última vez había sido por una tragedia y aquel lugar solo significaba dolor para ella, la última vez que había subido había sido hacía casi veinte años, a esparcir las cenizas de su nuera.


4 de Febrero de 2020 a las 00:00 0 Reporte Insertar Seguir historia
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