daikiaki Daiki Aki

Yuuri es un pequeño incomprendido, nadie entendería que un niño de seis años se había enamorado de un adolescente. Nadie tomaría en serio sus sentimientos solo por ser pequeño, pero aun así no se daría por vencido porque él sabía muy bien por quien su corazón se aceleraba tanto. *Los personajes no me pertenecen. *La historias es mía. Daiki★Aki Esta historia fue creada y publicada por primera vez en Wattpad el: 10/11/2018 **Recuerden que pueden unirse al grupo de Facebook "Daiki no sekai" en caso de que quieran notificaciones sobre actualizaciones o nuevas historias**


Fanfiction Anime/Manga Sólo para mayores de 21 (adultos).

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¿Qué hacer cuando eres un niño enamorado de alguien mayor? Por supuesto que tus sentimientos serán tomados en consideración, pero jamás seriamente porque ¿Cómo un niño podría saber sobre el amor romántico? Los adultos solo piensan que un infante puede amar a alguien de la misma manera que a un familiar, pero nunca como algo que perduraría en el tiempo como para obtener una relación formal.

Yuuri Katsuki era un niño de seis años, quien estaba enamorado de su lindo vecino quien era un joven rubio de dieciséis años. En ese instante la diferencia de edad entre ellos se veía enorme pero en el futuro no se notaría tanto. solo eran diez años de diferencia, diez años que para la mente inocente de un niño no significaban nada puesto que en su imaginación él podía ver claramente como con el pasar del tiempo crecería y el chico rubio seguiría siendo de la misma edad, logrando así que ambos tuvieran la misma estatura. Porque así son los niños, algo egocéntricos y piensan que mientras ellos avanzan, el mundo se detiene.

Hace un año Yuri Plisetsky había llegado a vivir a su nuevo hogar, a su padre lo habían trasladado debido a su trabajo por lo cual él, su abuelo y padre se habían mudado de ciudad. Para el rubio de ojos verdes había sido un total fastidio, no porque dejaría amigos atrás sino porque el empacar cosas era una molestia, además de tener que aprender nuevamente como ir a la escuela y que transporte usar. Nikolai, su abuelo, siempre decía que todo era para mejor y que las cosas pasaban por algo así que Yuri intentaba no quejarse tanto.

La casa era bastante amplia y tenía jardín, donde vivía antes era un departamento por lo que el espacio era un poco reducido. El rubio pensó que tal vez su abuelo tenía razón y no sería tan malo después de todo, así que llevó sus cajas a la que sería su habitación y comenzó a desempacar, los de la mudanza habían dejado las camas armadas por lo que solo quedaba organizar las cosas lo cual haría rápido para tener tiempo de ayudar a su abuelo.

Yuri podía recordar el primer día como si fuera ayer ya que al terminar sus labores y salir al jardín delantero pudo escuchar a niños pequeños. Al principio pensó que jugaban, pero luego se dio cuenta de que estaban discutiendo. Se asomó por sobre la cerca observando que había tres pequeños, aunque uno de ellos era menor que los demás. Pudo notar que un chico grande estaba molestando al más pequeño, mientras una niña regañaba al abusivo por ser así. No pudo evitar meterse en medio, si bien no era de su incumbencia, era molesto escuchar una discusión de enanos.

¡Hey tú! Descerebrado… deja al cerdito en paz —no sabía su nombre por lo que únicamente pudo ponerles apodos. Los niños se quedaron callados al notar que alguien mayor había venido a verlos, como siempre los chicos que hacen bullying se ven indefensos cuando se saben descubiertos por lo que el abusivo le saco la lengua al más pequeño y entro en la casa— tsk. Cobarde.

—Esto… ¿Gracias? —le dijo la niña, algo sonrojada y con una sonrisa tímida en los labios— soy Yuuko ¿Tu eres el nuevo vecino? —Preguntó con curiosidad— ¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes?

Los niños solían ser muy curiosos y por lo tanto molestos— no te importa mi nombre y soy mayor que tu niña, ahora dejen de hacer alboroto —les exigió ya que no quería escuchar a mocosos escandalosos. Observó al niño menor quien permanecía en silencio y con los ojos llorosos— oye ¿Estas bien? —no pudo evitar preocuparse un poco, la expresión del pequeño era tierna de algún modo y eso lograba que mantuviera su interés y no se retirara de inmediato.

La niña se acercó y abrazó al menor— ya Yuuri, sabes que Takeshi es así —le dijo calmándolo. El rubio se sorprendió por como llamó al chico ya que compartían nombre. Lo que le faltaba… compartir nombre con un niño llorón.


↢✭↣

El primer año Yuri aprendió mucho de sus vecinos ya que los veía todos los días. La señora Hiroko era muy amable y siempre le regalaba algún postre a él o a su abuelo para que pudieran disfrutar, ella tenía dos hijos: Yuuri de cinco años y Mari de doce. Al parecer aquella mujer también cuidaba a los hijos de unos amigos, todos provenían de Japón por lo que Hiroko siempre decía que debían apoyarse unos a otros y como ella no trabajaba, aprovechaba de cuidar a los niños mientras sus padres estaban ocupados.

Los niños que vió la primera vez eran Takeshi y Yuuko, ambos de siete años, aunque el chico parecía mayor al tener un cuerpo un poco más grande de lo común.

Cuando Yuuri cumplió seis fue el primer acercamiento real que tuvo con la familia Katsuki, entrando por primera vez a su casa puesto que el menor lo había invitado a su fiesta de cumpleaños. Aunque a Yuri le parecía molesto, pensaba que de alguna manera le debía bastante a Hiroko puesto que ella siempre se preocupaba por él.

El pequeño japonés siempre parecía bastante retraído, aunque al parecer le gustaba la danza y dibujar por lo que contaba su madre, así que le regaló un set de crayones y libros de colorear. Nikolai también había ido ya que se llevaba muy bien con los señores Katsuki, pero como siempre su padre no podía estar ahí debido al trabajo.

Ese día se dio el tiempo de compartir con Yuuri, pinto con él y le enseño a hacer aviones de papel con los dibujos que había coloreado mal y que al verlos hacían que el menor pusiera un rostro triste— si algo resulta mal, transfórmalo en algo mejor. Eso dice mi abuelo —le comentaba a Yuuri mientras doblaba las esquinas del papel. Nikolai le había enseñado muchas cosas, pero era la primera vez que él intentaba utilizarlas con alguien más.

A partir de aquel día Yuuri comenzó a hablarle más cada vez que lo veía, tanto que terminaba aburriéndolo, pero de todos modos lo aguantaba. En ocasiones llevaba sus cuadernos de la escuela para que el rubio le enseñara cosas que no entendía bien ya que a veces se ponía nervioso en clase y no lograba prestar la suficiente atención.

Oye, aprovechador. No soy tu tutor —le decía cada vez que lo veía llegar con la mochila a su habitación. Nikolai dejaba que Yuuri viniera cuando quisiera y Yuri reclamaba, pero no hacía nada para impedir que el menor entrara a su habitación.

Pero si preguntaba en clase… me regañarían —explicaba siempre cabizbajo irritando al rubio.

¿Regañarte? ¡¿Y quien se cree que es ese maestro?! Le pagan por enseñarte ¿Sabes? —se quejaba en voz alta mientras palmeaba el colchón para que Yuuri subiera a la cama y se sentara a su lado— estúpida gente, siempre haciendo las cosas que les da la gana.

El pequeño japonés sonreía al verlo tan enojado por algo como eso, para él Yuri era como un defensor, alguien en quien podía confiar y que sentía que lo protegería de cualquier cosa. Aunque en ocasiones este tirara de sus mejillas cuando no le prestaba atención por perderse en sus hermosos ojos verdes o aunque a veces le hiciera cosquillas para que dejara de estar triste por no tener amigos.

Yura… ¿Somos amigos? —preguntó con algo de timidez llamando la atención del mayor.

Yuri se sorprendió por aquella pregunta, realmente jamás había pensado en eso ya que era costumbre para él pasar tiempo juntos, ayudarlo con sus tareas y escucharlo hablar sobre su día aunque él no contara mucho ¿Qué podría decirle a alguien tan pequeño? Sus problemas de adolescente no tenían cabida en una cabecita tan inocente.

¿Quieres que seamos amigos? —preguntó de vuelta viendo como el azabache asentía enérgicamente con la cabeza lo cual lo hico reír— ah, pero los humanos y los cerditos no pueden ser amigos —respondió haciéndolo sonrojar. El menor estaba un poco gordito ,pero era normal para un niño de su edad.

Hay una película donde lo son, la vi en la televisión el otro día —respondió de inmediato y Yuri volvió a reír por eso. Al parecer estaba dispuesto a ser un cerdito con tal de ser su amigo.

Somos amigos, cerdo. Ahora ponme atención —le dijo revolviéndole el cabello y volviendo a la lección.

Yuri no sabía que para el menor él era algo más que un amigo, solo que no lo entendía en ese momento. El rubio era para Yuuri alguien demasiado importante, alguien que lograba que su corazón se acelerara, alguien a quien quería hacer feliz porque sabía que Yuri extrañaba que su padre pasara tiempo en casa, aún si este no le contaba las cosas, los niños oían a los adultos hablar cuando estos creían no ser escuchados.

Yuuri quería ser quien le diera felicidad a Yuri.


Continuará...

12 de Enero de 2020 a las 21:44 0 Reporte Insertar Seguir historia
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