El movimiento observado
es falsa percepción de algún sentido.
Nada puede moverse
a su libre albedrío.
Nos precipitamos
a través del espacio
impelidos por una fuerza
desconocida,
que nos arrastra
junto a todo lo existente,
a velocidad constante.
Caminamos, en suma,
sobre una cinta mecánica,
en tanto, bajo nuestros pies
y sobre nuestras cabezas,
se deslizan paisajes, ciudades,
océanos y universos.
El tiempo, asimismo, es ilusión,
trama de la materia,
en su proceso creativo.
Nada, por otra parte, perece,
sino que se renueva y transforma
yendo de lo material a lo inmaterial
del mundo físico al trascendente,
que es iluminación del espíritu,
la inteligencia, el "nous", que todo lo habita.
Entendemos, ahora, a Zenón,
que lo aprendió de Parménides, el eleata:
Aquiles nunca podrá alcanzar a la tortuga;
es, además de metafísicamente imposible,
científicamente demostrable,
dialécticamente apodíctico
y lógicamente matemático,
partiendo de la premisa inicial.
Concluyo, pues, como he empezado,
ni espacio, ni tiempo, ni movimiento,
ni vida, ni muerte.
Sueño, al fin, de Dios,
eternidad pura en suspensión,
el más perfecto estado
de agregación de la materia,
que incluye a todos los demás.
Gracias por leer!
Podemos mantener a Inkspired gratis al mostrar publicidad a nuestras visitas. Por favor, apóyanos poniendo en “lista blanca” o desactivando tu AdBlocker (bloqueador de publicidad).
Después de hacerlo, por favor recarga el sitio web para continuar utilizando Inkspired normalmente.