joesantos Joe Santos

El famoso criminal conocido como Arsenal se encuentra en una misión para rescatar a unos humanos de una organizacion con fines macabros. Durante su misión, el joven se encontrará con elementos de su pasado que lo harán recordar quién fue. Un relato breve pero atrapante con un final que se quedará grabado en la mente de los lectores


Cuento Todo público.

#381 #futurista #misterio #postapocaliptico #tecnologia #drama #armas #239 #295
Cuento corto
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Los sentimientos de las tuercas

+ La habitación blanca se tornaba de un color rojizo cada vez que los rayos láser impactaban entre sí. Cubriéndose de los disparos tras una pared se hallaba el criminal más buscado del mundo, el conocido como Arsenal quien por culpa de que la aplicación de invisibilidad de su traje se detuviera había sido descubierto en su misión. La situación no era muy esperanzadora para el rebelde que veía como la computadora central cerraba todas las salidas y como los trajes de los soldados del gobierno absorbían la mayoría de los disparos de su arma. Al sentirse arrinconado Arsenal optó por utilizar su haz bajo la manga, mientras disparaba con su mano derecha, con la izquierda sacó de su bolsillo una pequeña esfera que sin pensárselo dos veces arrojo hacia sus enemigos. Como luces de navidad aquel artefacto comenzó a parpadear y esto fue la señal para que el sujeto apretara su pecho activando un campo de fuerza que lo protegería de una pequeña explosión que acabaría con sus problemas. La cabeza pálida de uno de los soldados salió despedida y termino por caer en el suelo junto al muchacho.

- ¿Por qué haces esto?- Preguntó la cabeza del hombre- Sabemos que eres un fallo pero aquí en esta organización se ha creado el mejor invento de la historia. La vejez ya es cosa del pasado, el tiempo de vida se ha extendido casi indefinidamente, no veo la razón por la cual alguien quisiera detener algo así.

Basto con un fuerte pisotón de arsenal para destruir a la maquina habladora. Avanzando lentamente su mente estaba concentrada al cien por ciento por si alguna amenaza se hacía presente. El lugar estaba desierto, hecho que sorprendió bastante al sujeto que no hacía nada más que avanzar, luego de varios minutos logro llegar a su destino: una puerta de una tecnología muy avanzada. Hackear era su habilidad así que luego de unos segundos Arsenal se hallaba del otro lado, encontrándose con un laboratorio gigantesco cuya característica principal eran dos mesas que se ubicaban enfrente de una gran computadora. Pese a todos los artefactos de una tecnología increíble lo que más llamaba la atención del hombre era una de las mesas, tanto así que no se pudo resistir a tocarla.

El dolor era insoportable, gruesos cables conectaban la torre de la computadora con la cabeza de aquel pobre muchacho el cual totalmente inmóvil tan solo podía escuchar los ruidos electrónicos de su entorno. La mente del joven había sido colocada dentro de una licuadora para dar vueltas y vueltas, al menos eso era lo que él creía. El tiempo parecía no existir entre todo ese alboroto, pero en un momento dado el muchacho logro escuchar una voz, más concretamente la voz de un anciano.

- El es Ezequiel. Una vez terminado nuestro trabajo, él será el primero en conseguir el nuevo avance. Una nueva etapa para la humanidad se acerca. Las necesidades que limitan a estos cuerpos de carne desaparecerán, la mente será lo único que sobrevivirá y más importante los sentimientos, principales responsables de los retrocesos de la humanidad, desaparecerán por completo.

Un fuerte impulso eléctrico permitió que el muchacho abriera los ojos para encontrarse cara a cara con el rostro inexpresivo de un robot.

El ruido burbujeante de las cámaras de preservación hizo que Arsenal volviera en sí y se dirigiera hacia estos dispositivos. El lugar estaba casi repleto de estos artefactos colocados en una larga fila. En su interior contenían un líquido amarillento, no había rastros de los humanos que alguna vez estuvieron allí dentro pero esto era algo obvio ya que Arsenal había sido el principal responsable de liberar a cada uno de ellos. Para su fortuna su misión no había sido en vano al encontrar en una de las últimas cámaras el cuerpo dormido de una niña rubia. Luego de insertar un código el artefacto se abrió permitiéndole a la chica salir. Su rostro era como el de una muñeca de porcelana con dos grandes ojos azules que utilizaba para examinar el lugar detenidamente. Al notar la presencia de Arsenal no pudo evitar alejarse un poco de él por la impresión que le causaba sus ojos pequeños y grises.

- Tranquila, yo estoy aquí para salvarte.

-¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú?

- Contestaré cada una de tus preguntas una vez estemos fuera de aquí- Dijo arsenal estirando su mano para que la niña la sostuviera.

Su mirada transmitía desconfianza, algo bastante normal debido a la situación tan traumática que debió de pasar en su corta vida. El sujeto entendió esto y se dispuso a salir de ahí pero en ese momento una notificación había llegado a su celular. Esta decía que las fotos estaban disponibles, era algo extraño ya que todas las veces que había ingresado a las instalaciones la computadora central bloqueaba el uso de esa aplicación, pero el hombre decidió aprovechar esa falla en el sistema y con su celular basto con sacarle una foto a la chica para que esta desapareciera. Colocando la cámara frontal y con su rostro inexpresivo Arsenal se saco una selfie.

Había llegado a su guarida subterránea, un sitio bastante desordenado en donde muebles, suelo, techo, todo era hecho de madera. La hora de darle explicaciones a la niña había llegado pero ella fue quien hablo primero.

-¡Muchas gracias señor! Lo último que recuerdo es que estaba huyendo junto a mi madre de los horribles soldados.

- No tienes que agradecerme.

- ¿Cuál es su nombre señor?

- ¿Mi nombre? Ezequiel.

La niña corrió a los brazos de su salvador mientras sonreía, ante el atónito sujeto que al sentir el contacto reconoció un leve y satisfactorio calor recorriendo su fría y metálica estructura…

La ira lo consumía, había sido engañado, esto lo logro descubrir luego de cercenar a la niña y no encontrar más que cables y tuercas. No había señales de un corazón el cual sería la pieza final de su rompecabezas. Sin ese órgano vital el cuerpo que sería el nuevo hogar de la mente de Arsenal jamás podía ser finalizado y por consiguiente el robot jamás podría volver a sentir, jamás podría volver a ser humano. El virus de la rabia afectaba todo su sistema impidiéndole percatarse que entre los restos de la maquina que lo había engañado se hallaba una pequeña esfera que había comenzado a parpadear.

17 de Septiembre de 2019 a las 22:08 0 Reporte Insertar Seguir historia
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