Ojos fugases, pensamientos malamente graciosos, intenciones juguetonas y locura a flor de piel. Desde pequeño inquieto, con hábitos de curiosidad, intentando estar donde aún no correspondía, sin miedo al ridículo, esa era la técnica, con esa infalible técnica ganaste el cariño de muchos siendo el centro de atención de las carcajadas.
Agradezco haber sido testigo de tus etapas, el pequeño inquieto y entrometido, en quien no podías confiar algún secreto, a excepción del gran secreto, soportar esos llantos sin razón que conseguían mucho. Luego el posterior joven enamoradizo que no seguía los tantos consejos que recibía referente a ello, esos amores cortos e intensos que más de una lagrima sacaron de esos ojos oscuros y profundos. Entregando todo hasta al final en todas tus facetas, sacando de quicio a muchos, pero compensando todo con ese positivismo que no he visto en nadie más hasta el día de hoy.
No sabes cuánto daría por no recordarte ni mucho menos imaginar momentos contigo, desearía aun siguieras con nosotros, tan solo escribir de ti es complicado, el nudo en la garganta es inevitable, pero te lo debo, por cada una de las sonrisas que sacas, sacaste y sacaras por siempre al recordarte.
Constantemente me pregunto cómo es allá, creyendo que existe un más allá, me niego a imaginar que tan solo duermes porque tu dicha es mucho para mantenerse congelada en el tiempo, en algún lugar debes de seguir haciendo de las tuyas. Con el poco paso terrenal tocaste a cada uno de manera distinta, enseñándome personalmente que es necesario vivir a concho, que esta vida debe ser vivida haciendo lo que más nos guste, sin tanto plan, porque jamás sabremos qué ocurrirá mañana. Solo se siente tranquilidad y plenitud teniendo las esperanzas en que algún día volveré a verte y tirar ese mechón de pelo por tus boberías, no son quienes se van sino los que se quedan, porque debemos vivir con tan solo tu recuerdo y el cómo sería si estuvieses aquí. Te extraño.
Gracias por leer!
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