La ebriedad es algo que te deja en otro lugar. Ja, ja, ja, simplismo existencial en el privarte de todo lo que pasa. Me encuentro en una casa de la que no conozco nada. Sentado en la sala sin saber cómo me voy a sentir a lo que vuelva a mí casa. No importa, ella ya no está, yo soy un ser que no tiene un lugar fijo y al que la existencia le ha escupido en la cara. Ebriedad que destila del alma el dolor para solventarlo en una bebida que no lleva a nada y que prefieres a la realidad como una cachetada de la vida. Ja, ja, ja, la vida es un chiste mal contado en un stand up amateur. El revolotear sin sentido, el reír de la nada y estar a las expensas de gente que apenas conoces en tu facultad y que ahora llamas amigos; eso gente es la esencia de la ebriedad en la universidad: el estar como una alimaña alejándote de tu percepción sensorial para así obstar de tu vida ¡Hez de la existencia! Presentándose como aquel “que se torció” aquel sinvergüenza que busca acallar sensaciones buscando la nulidad de ellas en el alcohol. Es gracioso el ver como tu personalidad rutinaria va cambiando incluso hacia una mutación que te es difícil reconocer, en mi caso de aburrido aficionado histórico me convierto en un aspirante a cómico de los años noventa, lo único que me falta claro está son las risas enlatadas.
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