teresa-cardenas1560815394 ESMERALDA C. GUTIERREZ (TERESA)

Un protagonista excepcional, conocido como el mejor amigo del hombre, su sufrimiento ante la irreparable perdida del ser al que más ama, y su posterior conexión sobrenatural con ella, aún más allá de la muerte.


Paranormal Lúcido No para niños menores de 13. © Todos los derechos de autor
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SIEMPRE FIEL


En una cierta noche, mientras todo el mundo dormía y el silencio de la obscuridad era absoluto, la acostumbrada calma fue interrumpida por los ladridos estruendosos y desesperados de Thor. El perro de raza pitbull blue que acostumbraba permanecer en la terraza de la casa de tres niveles en la que habitaban sus amos. Este había sido adoptado a una muy tierna edad, y se caracterizaba por su tranquilidad y nobleza, aun cuando su fiera apariencia, debido a su fuerte complexión y recia musculatura, infundía temor en quienes lo observaban, él siempre se mostraba solícito y atento. No obstante, lo único que alteraba sus nervios hasta la desesperación, eran sin duda el sonido de los truenos durante las tempestades, e igualmente el sonido de la pólvora que para nada le gustaba.

Pero aquella tranquila noche no estaba ni lloviendo, ni tampoco había ninguna celebración en el pueblo que requiriera la utilización de pólvora. Razón por la cual su excitación extrema, causaba extrañeza y preocupación en los vecinos. Lo que, por supuesto provocó, la alerta de los que se hallaban más cerca de la casa entre los cuales se encontraba Mirella, que exaltada por la voz angustiante de su madre se puso inmediatamente de pie. No sin antes haber escuchado con claridad además de los ladridos, las fuertes pisadas del animal que recorrían la terraza contigua de un lado para el otro totalmente aterrorizado.

Aún mayor fue su asombro, cuando al abrir la reja del tercer nivel de su casa, que se hallaba contigua a la del perro, pudo observar enormes llamaradas de fuego, que lamían el techo y las paredes y escuchaba con angustia la trepidación de los materiales al ser castigados por estas.

Es así como nuestro héroe de cuatro patas estaba anunciando que algo terrible ocurría, y que había que tomar cartas en el asunto rápidamente. Junto a él se hallaban dos mujeres jóvenes, descuidadas y poco agraciadas hermanas y propietarias de casa, y a la vez dueñas del can, que luchaban desesperadamente por apagar las furiosas llamas con baldados de agua que acarreaban desde el tanque ubicado en la parte trasera de la terraza.

Ambas en pijama, ya que eran como las dos de la madrugada, igual la madre de Mirella y su hija que ya estaban arriba mirando a través del pequeño muro de un metro que separaba ambas moradas. Las llamas amenazaban seriamente con pasar a su hogar, ante lo cual esta se vio en la necesidad de bajar rápidamente, al notar por supuesto que los esfuerzos de las hermanas por apagar el fuego eran infructuosos.

llamó a su marido y le puso al tanto de lo ocurrido, entonces tan rápido como todo había empezado, él se dirigió al garaje, tomó el extintor de emergencia, y se lo entregó a las mujeres para que apagaran el incendio. Luego que el fuego hubo cedido, se enteraron de que las atolondradas mujeres habían estado cocinando en la terraza utilizando carbón con algún tipo de combustible que habían dejado semi encendido luego de terminar sus tareas culinarias.

Al ser el espacio de arriba totalmente descubierto, y permitir la circulación del viento desde todas direcciones, el fuego se avivó y es así como este se encendió y se alimentaron las llamas.

Lo único que se le paso por la cabeza a Mirella en ese instante, fue “que estúpidas y torpes son, como pudieron ser tan irresponsables en su accionar”. Pero solo se limitó a recalcarles que gracias al perro se había evitado una desgracia mayor. Luego de lo cual, se despidió entre dientes y se encaminó al igual que su madre y su marido a conciliar el sueño, el cual se negó a volver durante el resto de la madrugada a causa del enojo y la preocupación.

Al siguiente día supo que la madre de las hermanas no se hallaba en casa, ya que estaba fuera del país desde hace algunos días. Entonces comprendió la situación, de haber estado ella, esto jamás hubiera ocurrido. Aunque Mirella no era muy amante de los animales, su gratitud y la de su familia hacia Thor creció y se fortaleció con los días,

La vecina, madre de las descuidadas hermanas, era una mujer mayor, pero de apariencia macilenta y suave, de hablar tranquilo y el aspecto noble y sabio que siempre ostentan las mujeres de su edad y condición. Puesto que además era una mujer religiosa y entregada por completo a su hogar.

En una que otra ocasión había tenido oportunidad de cruzar palabra con ella, y fue en esas breves conversaciones que supo Mirella que la llegada del pequeño cachorro pitbull, no le era muy grata, ya que ella estaba muy enferma y sabía de sobra que no contaba con la colaboración y disposición de sus hijas, para atender al animal, el cual por supuesto es un ser vivo que requiere de atenciones y afecto que ella no se sentía en condición de ofrecer.

Sin embargo, la intervención del padre, que nunca estaba en casa, puesto que trabajaba en el exterior, y sólo visitaba su familia una vez al año, fue la que permitió la llegada del cachorro al hogar. Esto debido a que las dos hermanas le habían pedido permiso para adoptarlo ante la negativa de la madre. El perro que había sido dejado al cuidado de la más joven por parte de un amigo suyo por unos días, mientras volvía de un viaje, y luego de regresar el joven, para llevarse al pequeño cachorro, este se negó a irse con su dueño original, porque se había encariñado de la joven que le había cuidado temporal mente.

Es por eso por lo que estaba allí, le comentó la vecina, pero lo que no previeron ni ella, ni su desinteresado marido, ni sus ingenuas hijas, era que los perros crecen y muy rápido, especialmente si son de esa raza. Y con ellos crecen las responsabilidades frente a sus necesidades.

Así que Thor aumentaba en tamaño, en fuerza, y también en apetito. Casi siempre se le veía correteando a la gata de la casa, la cual antes de su llegada era la ama y señora de ambas terrazas, pero su reinado terminó con la presencia del pitbull que en más de una ocasión la hiso saltar por los aires hacia los tejados huyendo iracunda.

Durante las noches tempestuosas, Thor se mostraba extremadamente excitado, respirando aceleradamente, descolgando su lengua anhelante, volteando de un lado a otro, nervioso solo de oler el aire y ver los relámpagos atravesar el cielo oscuro y nublado.

Al estallar los truenos, acompañados de las lluvias torrenciales, corría hacia la reja que llevaba a las escaleras del segundo nivel de la casa, y colocándose en dos patas, golpeaba con tal fuerza que resonaba por todo el vecindario, espantando el sueño de todos los que le escuchaban.

Era en esos momentos, en los que Mirella no sabía a quién aborrecer más, si al perro o a sus dueños, por su indiferencia frente al asunto. Ya que le dejaban hacer esto por un buen rato, hasta que hartos de sus quejidos le dejaban entrar a la casa para tranquilizarlo.

En más de una ocasión expresaron su descontento, pero ante la nobleza del animal siempre terminaban perdonándolo, ya que entendían que no era su culpa. además siempre venía a su memoria lo del incendio y si, ¡¡pensaban !!Por dios Thor gracias a ti estamos vivos¡¡

De ese modo fueron transcurriendo los días, y los meses, hasta que al cabo de un par de años la casa se llenó de adornos, ruido y muchos regalos. Pues una de las jóvenes más exactamente la mayor, contraería matrimonio.

La fiesta fue alegre y concurrida, seguida de la partida inmediata de la novia hacia su nuevo hogar, tres meses después, el hijo menor de la familia se marcharía hacia un país extranjero a estudiar, y un mes más tarde, le seguiría la otra hermana. Es así como la vecina de Mirella quedaría completamente sola, sus días siguientes fueron duros, luchando arduamente contra la enfermedad que la aquejaba, las constantes visitas al médico, la acostumbrada rutina de la iglesia a la que asistía, y de esa manera sus días se hicieron llenos de soledad y tristeza.

de joven había dejado su trabajo, con la promesa hecha por su marido de sostener el hogar y cubrir todas sus necesidades a cambio de que ella se quedara a tiempo completo al cuidado de sus hijos.

Ahora, estos se habían marchado al igual que su esposo, y la única compañía con la que ella contaba era con la de Thor. De manera que el joven canino de tres años de edad, había pasado de ser una molestia, a ser su compañero fiel e incondicional.

Y es así como Eugenia comenzó a tratarlo, convencida de que el jamás la abandonaría, se vio más unida emocionalmente a su mascota a quien ya consideraba un hijo más al que le permitía estar a su lado en las horas del día, y le hacía subir a dormir en la solitaria terraza en horas de la noche.

Thor aprendió a conocer bien a su ama, comprendía cuando esta se hallaba triste y pensativa, entonces se le acercaba y con su hocico olía sus manos emitiendo un silbido suave y cariñoso, haciéndole ver que estaba allí con ella.

Al ausentarse ella, se tornaba inquieto, y desde la terraza se paseaba vigilante esperando verla llegar, para estar de nuevo a su lado. Sabia con exactitud la hora habitual de su llegada, y se ponía en guardia listo al momento en que aquella reja se abriera y así dar la bienvenida a la cansada mujer.

!!!Thor está ahora muy solitario en esa terraza, y eso me pone muy triste¡¡¡, comento Mirella en una ocasión reunida con unas amigas suyas.

“ hace una semana, por el día domingo muy temprano en la mañana lo escuche muy inquieto y ruidoso, no paraba de aullar, quise hablar con Eugenia mi vecina acerca de eso, pero cuando subí para ver si la podía interpelar, note que se había ido desde temprano” al continuar escuchando su relato sentía como un escalofrío recorría mi espalda, y mi pecho se comprimía, pues yo estaba allí presente cuando Mirella compartió su preocupación, al igual que también estaba presente con ella, aquel domingo fatídico en el que una de nuestras compañeras de estudio de los domingos sobre filosofía y comunidades, recibía una llamada repentina, en la que le transmitían un doloroso mensaje que la petrificó en el asiento en tanto nosotras la observábamos.

Mariana, era amiga cercana de Eugenia la dueña del perro, más aún que Mirella casual mente, de manera que al colgar su teléfono celular, todas las presentes nos pusimos en pie y salimos del recinto en el que nos encontrábamos.

Yo camine al lado de Mirella en aquel instante, interrogando al mismo tiempo a Mariana sobre lo ocurrido, a lo que ella me respondió diciendo que algo trágico había acontecido.

“Ahora comprendo la inquietud y la angustia de Thor aquella mañana”, continuó diciendo Mirella, que al retornar a casa esa tarde exactamente a la 1 pm, se encontró con una multitud de personas en la casa de al lado. Así que preocupada por lo que pasaba subió a ver a su hija y a su esposo que aún estaban dentro, y al conversar con él de inmediato le puso al tanto de lo sucedido.

Eugenia se había puesto en pie, después de terminado el servicio religioso esa mañana en su iglesia, con la biblia en la mano y vestida muy pulcra mente con una falda de corte largo de delgada y suave tela, con su blusón color blanco y su cabello discretamente recogido, se despidió de manera afectuosa de sus amistades y se apresuró a tomar un transporte ligero que la esperaba fuera. Este consistía en una mototaxi que acostumbraba llevarla a su casa cada domingo después del servicio dominical.

Casualmente, aquel domingo había una fiesta infantil en la misma calle donde habitaba ella. De manera que al bajar del vehículo, Eugenia se percató de la presencia de muchos niños en el lugar. Asi que se apresuro a pagarle al conductor sus servicios, para luego ingresar a su solitaria vivienda.

Arriba de la terraza se hallaba Thor, completamente descontrolado, ladrando ansioso, ya rayando en la agresividad, mostraba sus filosos dientes con fiereza, mientras observaba por encima del enrejado de arriba, como desde la esquina de la calle, cercana al parque, un hombre de aspecto sombrío, mal vestido y con paso presuroso se acercaba vertiginoso a espaldas de su ama, la cual aún no acababa de despedir el taxi.

Entonces, sin mediar palabra alguna, y en lo que dura una exhalación, el extraño extrajo de los pliegues de su ropa, un revólver, y estando a casi un metro de distancia de ella, descargó de manera violenta cuatro disparos a quemarropa, sin darle tiempo a voltear y ver quien era su atacante.

De inmediato la sangre voló por los aires con parte de su rostro, su hombro y su mano derecha, la cual instintivamente colocó frente como escudo para cubrirse, yendo a dar a las paredes y puerta delantera de la casa, los gritos de los niños fueron pavorosos, en tanto que el asesino huía presuroso, ante los aterrados ojos de todos los presentes en el lugar.

El concierto de aullidos de Thor se hiso aún más frenético. Hasta el punto de convertirse en largos chillidos lastimeros que conmovieron a todos. Mientras observaba desconsolado el cuerpo de su ama sin vida tendido en el pavimento, pálido e inerme en medio de un charco de sangre.

“Ahora aquella casa está sola sin nadie que la habite, los hijos se niegan a regresar a ella, y ninguno quiere hacerse cargo del perro, a quien han dejado solitario a cargo de un familiar que día de por medio va a dejarle agua y comida y lo mantiene atado todo el tiempo en un mismo sitio, es como si lo castigaran a el por lo ocurrido con su ama”, comentaba Mirella entre sollozos. “ Es como si fuera el único que tiene que pagar por esa muerte tan atroz”.

“Ellos se lo llevaron por un tiempo” seguía diciendo,” "y como pensé que ya no regresaría, levante un muro alto entre esa casa y la mía, con una reja de hierro sólido en el extremo, ya que antes de marcharse Thor, lo veía en las noches sentado en la mitad de la terraza, chillando y mirando siempre hacia un mismo punto en el espacio. Como si viera o percibiera a alguna persona cerca. Paraba sus orejas e inclinaba su cabeza sentado sobre sus patas traseras como si escuchara órdenes de alguien más. A veces, creía estar viendo sombras moverse por toda la casa, así que aprendí a odiar ese lugar, y empecé a sentir mucha pena por el perro, al marcharse este senti un poco de paz.

Sin embargo, con los días regreso”. Es así como supo Mirella y supimos todos, que el perro había sido entregado en adopción a una familia propietaria de una hermosa granja, en la que precisaban de la presencia de un guardián como el. Empero curiosamente Thor actuaba con mucha agresividad, y muy a pesar de estar bien alimentado siempre, se lanzaba furioso contra todos los animales del lugar atacandolos hasta la muerte.

Fue así, como uno de los jóvenes de la familia, al ver la fuerza descomunal de Thor, empezó a sacarlo discretamente en las noche,s y a llevarlo a participar en peleas de perros. Ante el frenesí de los participantes de dichas faenas nocturnas clandestinas, este se enfurecía de tal manera que echaba espuma por el hocico, su cuerpo se contorsionaba a tal punto, que la jaula en la que lo encerraban temporalmente apenas si podía contenerlo.

A veces el joven que lo manejaba, lo golpeaba con saña para hacerlo enojar y le hacía pasar hambre, para que a la hora del enfrentamiento el can estuviera apropiadamente motivado, y diera una pelea sensacional. La mayoría de las veces sus oponentes caían ante su fiereza bajo la furia de sus colmillos. Pero hubo una ocasión en la que se enfrentó a otro pitbull aun mas fuerte y este le lesionó los músculos del cuello dejándole profundas heridas.

Al enterarse los nuevos amos del animal, y no pudiendo contener la furia amenazante de este, tomaron la decisión de regresárselo a sus antiguos dueños. Es por eso que Thor estaba de vuelta en su antiguo hogar.

Y una vez mas esta allí, solitario en una casa que nadie quiere habitar. A veces Mirella lo escucha rasguñar el piso y las paredes, y hay noches en las que se pasea agitado como cuando ocurrió el incendio, entonces sube y se asoma por la reja que separa ambas terrazas hablándole con calma para que este se tranquilice, a lo que el levanta su mirada, y con sus enormes ojos color miel, le expresa todo su dolor, recibiendo de una mano generosa un tazón de comida y una caricia en la cabeza para recordarle que no esta del todo solo, aun cuando le ha hablado en múltiples ocasiones a los familiares de Eugenia que aun quedan cerca, para que le permitan tenerlo o buscarle un hogar que lo quiera adoptar. Estos se niegan rotunda mente argumentando que es agresivo y que ellos se harán cargo.

Las razones que llevaron a aquel fatídico final a esta noble mujer, la dueña de Thor aun son un misterio que está por ser desentrañado, desenvolviéndose en una trama extraña y despiadada que dejaría en pañales hasta la mas oscura novela de suspenso y pasión jamás escrita, quizá termine de conocerla y la cuente en un capítulo posterior.

Por lo pronto, deberás saber querido lector que Thor es completamente real, y que su sufrimiento aún está presente mientras respira, lo único que el necesita es amar a alguien para volver a ser feliz, desde donde estás, no estaría mal que le enviaras de tu mejor energía y amor para que al menos así su memoria no se pierda y su dolor tenga algún sentido.

Continuara…..

POR TERESA CÁRDENAS

23 de Julio de 2019 a las 05:04 4 Reporte Insertar Seguir historia
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ESMERALDA C. GUTIERREZ (TERESA) ESMERALDA C. GUTIERREZ (TERESA)
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February 04, 2020, 21:05
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