khbaker K.H Baker

Después del fallecimiento de sus padres, seis hermanos vuelven a reunirse, dispuestos a luchar por una parte de la herencia. Pero el dinero no es lo único que les mantendrá unidos en la casa familiar, pues una noticia inesperada provocará que se pregunten si pueden confiar los unos en los otros.


Suspenso/Misterio Todo público.

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Prólogo

Todos sabíamos que lo que nos había llevado allí era lo único que teníamos en común, aún así, no podíamos dejar de mirarnos como si fuésemos unos extraños. Hacía cinco años que no nos veíamos, que no estábamos en aquella casa y que no compartíamos más que alguna postal por navidad, y hasta eso lo olvidábamos a veces.

Nos encontrábamos en el salón, ya habían retirado todos los muebles y habían colocado, en el centro, los ataúdes que mirábamos casi sin parpadear. Todo aquello podía resultar algo macabro, seis personas alrededor de dos cadáveres, mirando como si fuésemos perros de caza a punto de atrapar a su presa, pero no podíamos evitarlo. Queríamos asegurarnos de que todo aquello era real. Son palabras duras, ¿verdad? Solo aquellos que han tenido que vivir bajo el yugo de un padre déspota y una madre permisiva ante los actos de su marido, entenderán el porqué de mis palabras. A mi padre nunca le ha temblado la mano a la hora de alzárnosla, eso cuando no decidía que el cinturón era mejor objeto con el que azotarnos.

Apoyado en el marco de la puerta del salón, con una copa de whisky entre sus manos, estaba mi hermano Jeffrey, el mayor de todos nosotros. Él fue el primero en sufrir los maltratos de nuestro padre, tal vez fue eso lo que le llevó a ser el hombre retraído que es hoy. Siempre ha estado solo y apenas nos hablaba, aunque para cuando tuve la madurez suficiente como para darme cuenta de lo que le pasaba, él ya se había largado de casa. Ese fue el día que nuestro padre comenzó a pegarme, supongo que para recuperar el control que había perdido con Jeff.

Mi hermano Daniel, el segundo más mayor después de Jeff, estaba a un lado de los ataúdes, mirándoles como si no se creyese que hubieran pasado a mejor vida. Cuando cumplió dieciséis años, Daniel le plantó cara a John. Él nunca le ha llamado papá, ni padre, ni nada parecido, solo John. Estaba cansado de golpes e insultos, como todos nosotros, pero fue el único que tuvo el valor de ponerse frente a él y plantarle cara. Ese día, nuestro padre le azotó con la hebilla del cinturón, y le dejó una cicatriz en el labio superior. Tuvieron que darle cinco puntos pero Daniel nunca nos dijo la verdad sobre cómo se lo había hecho. Sin embargo, yo lo sabía, yo sabía muchas cosas acerca de la familia, porque nadie le presta atención a la más pequeña.

En el aire flotaba un nerviosismo impropio de nuestro carácter, nosotros nos caracterizábamos por nuestra serenidad e inteligencia, pero nadie podía culparnos en ese momento por estar realmente ansiosos.

Llorens, el mayordomo, apareció para traer los últimos arreglos de flores. No sabía exactamente la edad que podría tener. Cuando yo nací, él ya trabajaba para la familia, pero con seguridad debía rondar los sesenta años.

Martha era otra de las empleadas, ella se encargaba de la cocina y todo lo que esta conllevaba. Tenía a más personas a su cargo, quizá dos o tres más, pero ella era la única que salía de la cocina, como en aquel momento, cuando salió para rellenarle la copa a Jeff.

Peter se acercó a mí y me dijo que a él no le interesaba el dinero de la herencia, que lo aceptaba gustoso pero que no le hacía ninguna falta, le iba bien en su trabajo. Tan solo me lo dijo porque tenía miedo de que, al leer el testamento, John no le hubiese dejado nada a él. Tal vez pensara que, al decirme aquello, le dolería menos que no le hubiesen dejado nada. Después de mi hermano mellizo Joel, Peter es a quien más unida estaba, pero eso fue antes de que John me descubriese que clase de persona era. Aún así, él no dejó de recibir golpes que llevaban nuestros nombres, como si aquello me fuera a hacer olvidar lo que sabía.

Con Joel tenía una relación especial, sentía cuando le preocupaba algo y él sentía lo mismo si me pasaba algo a mí. Íbamos juntos a todas partes, vestíamos siempre del mismo color, incluso aquel día, después de tantos años sin vernos, ambos íbamos vestidos de color azul oscuro, cuando los demás vestían de negro.

James se encontraba sentado en el sillón de nuestro padre, con una amplia sonrisa en el rostro, tal vez fuese una especie de venganza hacia él. Un día, James se subió a su sillón para intentar coger su avión de papel que se había quedado enganchado en la lámpara y cuando nuestro padre lo vio, no le bastó con azotarle, sino que le empujó con fuerza del sillón y James se dislocó el hombro al caer.

Nuestros padres nunca nos prestaron demasiada atención, pagaban a una mujer para que cuidara de nosotros. Aquella mujer era Marie, una compañera de clase de Jeffrey pero, ¿una adolescente encargada de cuidar a cuatro niños? Alguno tenía que escapar a su control, y ese fue James. Pasaba desapercibido, todos pensábamos que era igual de retraído que Jeff, pero no se le parecía en nada. James tenía una visión más macabra del mundo, con siete años comenzó a matar pequeños animales. Esa fue la razón por la que pusieron cámaras en casa pero él siempre encontraba la forma de escapar de todo, cuando vio que no podía seguir haciendo aquello en los amplios jardines de la casa, comenzó a saltar la verja para hacerlo en el bosque.

Nuestra casa, considerada más bien una mansión, estaba situada en el límite de una pequeña ciudad llamada Crystal Lake y cercada por el espeso bosque al que James solía escapar. A decir verdad, después de estar al corriente de todo aquello, no me sorprendía que acabara como lo hizo. Nos dijo que le dieron la condicional poco antes de que nuestros padres muriesen; allanamiento de morada y homicidio en primer grado, con ensañamiento y alevosía. Todo un detalle por su parte ponernos al corriente de sus últimas andadas, aunque ya sabíamos el motivo de su encarcelamiento, en su momento llegó a salir en todos los telediarios. Desde su condicional, se le asignó un guardia que le acompañaba a todas partes, aquel hombre aseguraba que James ya estaba rehabilitado, pero eso me hacía preguntarme qué hacía aquel hombre armado allí si James ya no era un peligro.

En fin, todos habíamos cambiado mucho desde que nos fuimos de casa, incluso yo, Samantha, la niña que un día estuvo en boca de toda la ciudad.

—Buenos días, caballeros… y señorita —dijo el notario cuando entró en el salón, y todas las miradas se dirigieron en su dirección—. Me figuro que son los Harvey.

16 de Julio de 2019 a las 20:19 4 Reporte Insertar Seguir historia
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Muy interesante! Buena historia!
August 22, 2019, 04:23
MS María S
Buenas, quería hacer una pequeña crítica constructiva. Al principio tu historia me gustó mucho, pero considero que los finales posibles no están bien estructurados, ya que ninguno de ellos es un final en sí, si no un capítulo que encamina la historia hacia un punto de vista concreto pero que no cierra la historia si no que la deja abierta. Personalmente el capítulo 6 es el primero que leí, es decir, el que escogí, y de hecho el que más me gustó, ¡pero me dejó con ganas de más! Espero que no te tomes a mal el comentario y que sepas ver que lo hago ya que creo que en esta página todos queremos recibir críticas y mejorar, así que espero poder ayudar :)
August 02, 2019, 11:20
Lucia Silva Lucia Silva
¡Me encanta! Pendiente a tus publicaciones :D
July 16, 2019, 23:59
Tania A. S. Ferro Tania A. S. Ferro
¡Felicidades! Tu historia ha sido verificada.
July 16, 2019, 20:23
~

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