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EL SORDOMUDO

Paso todo el día pensando, ¿por qué la gente se reúne al centro del salón en las fiestas y se mueve de lado a lado y se ve que lo disfrutan?, creo que bailan, y creo que los hacen al ritmo de la música, ¿cómo será el sonido de eso?, solo escucho las vibraciones en mis oídos, pero no logro sentir nada más. Nada, nada, nadita.

En la escuela, en el poco tiempo que estuve, porque mis padres me sacaron, ya que todos me atacaban, me golpeaban y golpeaban, caras de odio hacía mí, con bocas bien abiertas gesticulando exageradamente para que yo entendiera lo que querían decir y yo sin poder decirles nada, en una ocasión, quería decir ya basta, quise decirle a todos que me dejarán de juzgar y me aceptar como era pero lo único que salía de mis labios eran balbuceos, no sé como habla la gente, no sé como suena la “A” la “B”, solo balbuceo, “bababa”, “tatatata”, teniendo respuestas de la gente, de una cabeza que asentía y hacían que entendía lo que decía, u otras que ni siquiera me prestaba atención y me tomaba a loco, y resultaba que ellos había rápidamente adquirido sordera y no podían oírme, pobres sordos, falsos.

Las drogas y el alcohol, fueron por mucho tiempo su refugio ante semejantes atrocidades, sus amigos, o los que consideraban en ese entonces sus amigos, le invitaba siempre a sus casas y ahí tomaban hasta que amaneciera, todos los días tenía que ir sacar a mi hijo de la casa de esos mal olientes, en donde lo encontraba a veces tirado en un sillón medio inconsciente, que al llegar solo se enojaba y a punta de jalones y pataleos me lo llevaba de esa pocilga, aunque a veces, sucedía que no lo encontraba en ese sillón si no en medio de la calle, desnudo, moviéndose de lado a lado sin ningún sentido, ¡qué amigos!, ¿qué amigos te dejan que hagas el ridículo?, ¿qué amigos te dejan solo? Afortunadamente mi hijito se compuso, un día los Testigos llegaron a casa y lo cambiaron, ¡ay religión!, para algo sirves.

Mi tío se asomaba en el marco de la puerta de mi cuarto y me saluda y pasa, estoy terminado de escribir una tarea de ciencias, mientras él toma asiento intuitivamente en mi cama que esta a unos metros detrás de mí y sin que le diga nada, empieza a balbucear y me preguntó que tanto dice, siempre viene a mi cuarto y aunque no le preste atención o haga como que lo hago siempre balbucea, mueve sus manos y su cara se vuelve muy expresiva.

¿Qué haces nieto? que tanto escribes en esa cosa, desearía escuchar como tú, desearía escuchar por un segundo, escuchar el sonido de las teclas que tocas, tu voz, ¿será aguda o gruesa?, la de mi mamá como será, quisiera decirle a mi madre lo tanto que la amo, lo tanto que le agradezco por sacarme y salvarme, quisiera saber a que suena las olas del mar, ¿son tan relajantes como las cuentan?, quisiera oír la lluvia y evitar que mi ropa se moje siempre, quisiera regresar el tiempo y decirle a esa chica de cuarto que era hermosa y que me gustaba, cómo será besar o tener sexo realmente con alguien sin que el dinero no esté implícito. ¿Cómo sonaría ese beso?, ¿cómo sería ese orgasmo?, y ese lloriqueo de la niña del parque al que fui ayer sería tan fuerte para que la madre le pegará, ese sonido de piel con piel golpeando como será, y ese pájaro que pasó por encima de ellas estaría cantando o callado juzgando la situación. No sé, no sé y cada noche que salgo y paso por los restaurante y veo a gente a través de los cristales, sentados riendo tan grandiosamente y alegres que hasta casi pierden el equilibrio de su silla y caen al suelo, que les habrá dicho la otra persona para hacerla reír, paso de ellos, veo a una chica guapa, bonita y la veo con tanta lujuria, no sé si eso este bien, mi nieto siempre me dice con las manos que no lo haga, parece que solo puedo comunicarme con las señas que me enseñaron en la iglesia, pero casi nadie las entiende ni las puede interpretar, solo mis compañeros del templo la entienden bien. Actualmente no sé qué siga siendo de mi vida, a mis 50 años he sobrevivido todo tipo de insultos, de caras raras como si yo fuera un bicho raro, como si no debiera existir en esta vida ni en esta sociedad, salvajadas y horrores pude vivir y sobreviví, ahora soy hombre de casa, cuido de mi madre y mi nieto, ayudo a lavar los platos, ¿qué sonido tendrán los platos al tocarse?, ¿o cuando se rompen?, el sonido de las bocas masticando o la cuchara tocando el plato, también, limpio el piso y ayudo a mi señora madre a traer su mandado y en todo lo que necesite estoy para ella, y para mi perro, o más bien el perro de mi nieto, que hace tiempo, lo descuido y se convirtió en mi perrito que tanto quiero y siempre esta conmigo y que procuro que este limpio y bien comido.

Pobre, nunca conoció el amor, nunca se enamoro y nunca fue correspondido, nadie estuvo junto a él con amor, nadie lo beso en sus labios carnosos y húmedos, nadie lo hizo con amor, ni lo cuido en la enfermedad ni en la salud, nadie lo entendió, recuerdo escucharlo todas las noches balbuceando, tomando un celular viejo de teclas que le había regalado uno de sus hermanos, hacía como que hablaba con alguien, tal vez con él mismo, con su interior.

El féretro baja lentamente, las cuerdas que lo sostienen y a la vez son sostenidas por los sepulteros bajan y dejan de sostener hasta sentir que esté llego a lo profundo de la fosa. Después uno de ellos baja a la fosa para desatar los nudos unidos al féretro, los otros jalan las cuerdas y momento después, el chico que desató las cuerdas esta afuera con una pala dejando caer tierra encima del féretro, no hay nada que hacer, todos alrededor de esa fosa lloran, su nieto, sus hermanos que un día lo rechazaron y lo consideraron loco, su amigo que lo acompaño toda su vida en sus locuras, y haya arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, su perro y su madre lo esperan con los brazos abierto, nunca escuchó el sonido del motor de carro que venía a toda velocidad mientras él estaba manejaba su bicicleta, nunca escuchó el claxon del carro ni los gritos hilarantes del conductor pidiendo que se quitara, ni pudo escuchar el choque, sus huesos romperse, las sirenas de la ambulancia, ni a los paramédicos pidiendo que no se moviera, que guardara la calma y que todo iba estar bien, mientras lo subían a la camilla y lo llevaban en la ambulancia al hospital, no podía escuchar el pitido del electrocardiograma de la pantalla “pit, pit, pit, piiiiiiit”. Su corazón dejaba de latir, los paramédicos iniciaba maniobras de reanimación “1, 2, 3… 28, 29, 1”, “pulso”, “muy bajo”, “paletas”, “1, 2, 3, despejen”, no respondía, la cara de los paramédicos frustrados lo decía todo, había muerto, estaba muerto, “hora de muerte”, “00:00 hrs” y después de eso un silencio aterrador se escuchó y lo único que pudo escuchar y hasta ahora en su entierro fue ese silencio, que lo vio nacer y vio morir. Escuchó el silencio de una sociedad que le decía sordomudo, bueno para nada, estúpido, ¿por qué no escucha?, ¿es sordo?, caras desencajadas o confusas por su manera de actuar; pero también muchos otros que le decía que lo amaban y que siempre estaría con él, que le mostraban su amor, que celebraban su cumpleaños, se despedía de él y lo trataban como lo que somos, humanos, humanos…

6 de Julio de 2019 a las 23:04 0 Reporte Insertar Seguir historia
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