Las personas seguían diciendo que era raro, y esa era una de las tantas cosas que no comprendía.
Preguntas para Emma.
¿Puedo confiar en ti?
Leyó en su libreta. Esa pregunta lo venia molestado desde hace un tiempo. Cuando conoció a Emma se sorprendió genuinamente, pues ambos compartían intereses y tenían una agilidad mental tan parecida que se encontraba disfrutando de los momentos que pasaban juntos.
Pero últimamente, había una fuerza invisible abriéndose paso entre ellos y el no tenía idea de qué era. Emma estaba más tranquila y distante. Normalmente era alegre y podía navegar con facilidad en cualquier conversación.
Las últimas semanas, sin embargo, Joseph había notado un cambio en su comportamiento. Y eso lo asustó. Todavía era la dulce y paciente Emma... pero las cosas no estaban bien.
¿Había hecho algo para molestarla? ¿O quizá dicho algo insensible? No podía pensar en ningún ejemplo a menos que...
Joseph sintió una oleada de náuseas.
¿Se había cansado Emma de él?
El descenso a la locura había comenzado. Oficialmente.
Se quedó mirando fijamente la pared, tratando de calmar a su corazón que amenazaba con reventar en su pecho. Era concebible que estuviera perdiendo la razón. Durante semanas, Joseph había tenido dificultad para terminar su investigación, yendo de un lado a otro entre admitir que estaba atorado en un callejón sin salida o continuar buscando respuestas... y la situación se estaba haciendo insoportable. Nunca había experimentado tanta frustración y eso lo aterraba.
¿Por qué no podía concentrarse? ¿Por qué el universo se empeñaba en dificultar tanto las cosas para las que había nacido?
Y también estaba Emma, por supuesto.
Siempre Emma.
Aunque cordial y amable, Joseph notó que parecía más fría y eso le trajo una sensación de que algo andaba muy mal. Intentó ignorarlo; pero a medida que pasaban las semanas sabía que ya no podía enterrar la cabeza en la arena.
La ciudad dormía. Era demasiado tarde para seguir despierto, y aún así el sueño lo eludía.
Decidiendo que quizá una taza de te podría ayudarlo, se levantó y se dirigió a la cocina. Después de verter agua en una tetera y poner un saquito de té en su taza favorita, miró por la ventana; envidiando a los afortunados que ya disfrutaban de un pacífico sueño.
Un ping en su teléfono lo alertó de una notificación. Lo sacó de su bolsillo, sorprendido al ver que era Emma. Era de Twitter .
No puedo dormir. El insomnio es lo peor.
Joseph se quedó mirando unos segundos, aturdido. No era de Emma estar despierta a altas horas de la madrugada y mucho menos en las redes sociales. Con el corazón en la garganta, le escribió una respuesta.
Ciertamente. Prueba con un poco de te.
Una notificación llegó de inmediato, en forma de mensaje privado.
_Joe, ¿Que haces despierto? Es tarde.
Joseph respiró profundo. ¿Se animaría a confesar que lo tenía en vela? No. No podía hacerlo. Decidió evitar su pregunta y volverla sobre ella.
_La pregunta es ¿Estás bien tu, Em? No es normal que sigas despierta.
La ventana estuvo en blanco unos momentos. Joseph se preocupo de haberla molestado.
_Pesadilla.
Sus ojos se agrandaron. No lo pensó dos veces antes de levantar el teléfono y marcar su número. Sonó tres veces antes de que respondiera tentativamente.
_ ¿Hola?_ Joseph dejó escapar un suspiro de alivio, feliz de escuchar su voz.
_Em_ dijo, poniendo una mano en su pecho._ ¿Estás bien? ¿Necesitas que vaya?
Emma sintió que su pecho se estrujaba.
_Estoy bien, gracias. No es necesario que vengas.
Joseph sintió que algo estaba mal en su tono... sonaba lejos; como si la línea estuviera amortiguada.
_¿Estás segura de que estás bien?_ Un áspero suspiro salió de su boca._ ¿Em?_volvió a preguntar alarmado. Los segundos se hicieron eternos hasta que, finalmente, ella se aclaró la garganta.
_Estoy bien... de verdad. Sólo fue un mal sueño. Pero ¿qué haces tú despierto?._ preguntó, tratando de desviar la conversación.
_También una pesadilla._ mintió.
_Gracias por llamarme.
_Si. Yo... de nada Em. Espero que puedas dormir.
_Gracias. Tú también. Descansa.
La línea se cortó y Joseph se sentó allí por al menos otro minuto.
Ella se fue.
Se fue.
No seas tonto, razonó. No se ha ido realmente.
Cerró los ojos con fuerza, ahuyentando los fantasmas en su cabeza.
Sería una larga noche.
Gracias por leer!
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