francisco-rivera1553811071 Francisco Rivera

Hechos extraños en la vida del personaje


Cuento No para niños menores de 13.
Cuento corto
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Frics 1

Cuando me encontraba situado sobre la parte alta de la casa de alquiler que acababa de ocupar, dispuse, hasta entonces, del suficiente tiempo individual para recorrerla.

Al observar el actual estado de mantenimiento que me había expresado el arrendatario con su machacón sentido de interés compuesto, me atiborre de su perorata sin evitar la indebida atención, de mí parte a su discurso de trasiego contable mientras recorría la vivienda, anticipando mí instalación definitiva como siguiente inquilino "en turno".

Absorto del espacio desplegado a mi vista, fui advertido de dónde me movía y con quién me encontraba; escuchaba "retazos" de palabrería concreta y al grano (“…lugar impecable y en completo orden…”) mientras celebraba la oportunidad de recorrer, una vez concluido ese nefasto protocolo, las habitaciones del enorme espacio de alquiler acabado de conseguir.

Lo que más me excitó, por ejemplo, fue la intención de llegar hasta la azotea y descubrir sus dimensiones ajustadas y distribuidas en un perfecto rectángulo que arrebató mí vista: al fin me congratulaba de regresar al propósito primario de mi felicidad individual en medio de mis más recónditas excentricidades existenciales...


Esforzado en conservar una sonrisa dubitativa ante el arrendador de marras, me imaginaba ya degustando toda esa soledad posible con mis más preciadas y recurrentes inferencias; y también la de no tolerar interferencias mundanas, ni sufrimientos innecesarios una vez concluida la entrega de llaves de ese gran piso.


Haciendo otro esfuerzo de concentración personal, necesario para mis cavilaciones inmediatas, buscaba al unísono repeler mentalmente lo que el casero argumentaba a tan sólo unos pasos de mi espalda (“…espacio de dos por dos, para tender la ropa…”); e interpuse, como pude, una resistencia a no entregarme a pensamientos fútiles al sopesar, por una parte, las excelentes condiciones que ese lugar y esa hora se cargaban a mi favor; pero por otra parte, el padecer la infausta compañía ocurrida en ese recorrido lineal e impersonal que desequilibró mi karma...

Ahora, la insistente vehemencia del “rentista", me atosigaba por mi costado derecho; provocaba en mí otro pasmo individual dada la inmediatez revulsiva que no me permitía establecer una distancia alterna, prudente y paralela a él.

Éste, sin miramiento alguno, ponderaba situaciones de relación arrendador-arrendatario, al comparar, un tanto fuera de lugar, a los habitantes anteriores, que, dicho sea de paso, excedió mi paciencia por cuanto revelaba una contrariedad que chocaba con el más mínimo sentido común, mientras mencionaba de manera destemplada su siguiente comentario (“…como puede darse cuenta, sin niños jugando, el piso exterior de la azotea luce perfectamente impermeabilizado...”)


En tan consabido charlo avanzaba de modo práctico, exponiendo el pago riguroso al estado de cuenta bancario en su remate de rentista lógico ("...so pena de aplicar modestos intereses por mora tácita…").


Adivinando que así sería, en un impulso excéntrico de mí parte resolví de manera correspondiente acabar de una vez por todas y firmar los papeles relacionados con sus inmediatos deseos comerciales.

Procedí, entonces, en el acto, y sin mayores miramientos formalizamos el estampado de mi rubrica en ese contrato diablesco.

Al entregar el documento, hizo una alusión a "leerlo"pero sin lectura comentada; en cuestión de segundos dábamos por concluido el protocolo respectivo con el consabido apretón de manos entre ambas partes.

Lejos de detenerse un instante, prosiguió su cantinela habitual otorgando un pretendido aserto específico en el hecho contumaz de haber colocado un nuevo recipiente de plástico (o "cisterna") que contenía la reserva de agua potable para usos diversos, y su colocación física en la parte más alta de esa vivienda; razón por la cual hizo necesario levantar una sólida base de soporte, de cemento translúcido, para colocar el surtidor de agua potable del departamento con gran seguridad.


En ese instante inefable, me dispensé ante él como mejor me fue posible, pues ahora asociaba otro pensamiento excéntrico, reservado a la lectura de mi propio silencio, un tanto aquiescente, pero sin renunciar a su naturaleza impersonal…


Su monserga práctica ahora, hacía redondear mis abundantes pensamientos de todo tipo; no obstante, y de manera subsecuente, me distrajo algo extraño...ocurrido a plena luz del día...


Se trataba de la sucesión de un momento inusual: al parecer y sólo para mí, había observado la sombra de un animal posado junto a un lavadero de piedra...

Esta distracción personal me llevó, sin evitarlo en menor medida, a no escuchar con atenta cortesía una andanada de razonamientos prácticos que ese administrador de bienes raíces profería a cielo abierto (“…base...cemento fuerte y ...cimentada...cisterna, cuyo contenedor...sustituyó ...nocivo asbesto...efectos cancerígenos…eso sí, cuenta con cubierta de tapa de rosca, en buen estado…lo mismo...tubo...pvc...aireación, completo…”) en tanto dirigía continuas miradas a ese mueble casero para lavar la ropa...


Minuciosamente observaba con el rabillo de mi ojo derecho, ese objeto utilitario, y creí, por un instante, que un animal, semejante a un gato se encontraría agazapado a un costado de los enseres de aseo (baldes vacíos, jergas, trapeadores, escobas de cerdas plásticas y bolsas de plástico para colecta de basura orgánica e inorgánica) colocado todo a un costado derecho de este.

En un súbito instante, separado de momento del arrendador, decidí revisar el interior del lavadero, en el contenedor de depósito de la pileta de agua...pero la encontré cubierta con una tapa de lámina, lo que hacía imposible la introducción de cualquier animal en ese espacio.

Volví mis pasos atrás y me planté en el costado izquierdo del casero tratando de hilar sus comentarios.

Éste, con cansina voz, me franqueaba nuevamente el paso para hacer de mí conocimiento una construcción más pequeña, levantada para la guarda y conservación de enseres del hogar y otras chucherías por el estilo (“…una reciente construcción de aproximadamente tres por cuatro metros cuadrados…”); y al escuchar su comentario, inmediatamente apareció la forma de un gato, si bien no pequeño, su inusual tamaño me hizo creer que se trataba de un minino.

En ese instante, justo cuando el arrendador introducía la llave en la chapa de la puerta con el fin de exponer las dimensiones de la pequeña habitación expuesta a mi vista, el animal deambulaba sobre un costado derecho de la superficie abierta, paseándose sigiloso sobre una parte de la azotea; y entonces fue que pude establecer, sin duda alguna, la forma de ese extraño ser...

Cabe decir, que la perorata continuada por parte del dispensador de bienes raíces afirmaba, con cierta autoridad insustancial, y sin debido provecho para mi propio interés de arrendador, el poder discernir qué era “aquello”, que hasta el momento último se había mostrado de manera fugaz, sin ser advertido por ese negociante de bien terrenal inmobiliario.

El esfuerzo de convencimiento de aquél rentista de departamentos proseguía sin empacho y para nada tomaba en cuenta de cuanto atendía (“…sus muros de contención de metro y medio de altura, en buen acabado y en perfectas condiciones de conservación y mantenimiento, pero sin pintura…Señor ¿Mendala? ¿...Está usted de acuerdo?... ¿No es así?…”).


Y como para concluir con la muestra de ese espacio digno de una atalaya pero sin torreones, concluí su cortesía haciendo gala de condescendencia para pasar, en cuanto lo despidiera, yendo a descubrir de inmediato a lo que ya me tenía extrañado...

Debo confesar que, dentro de ese estado circunspecto, se cruzaba en mi mente lo que recién había recibido en el teléfono móvil, a contestación de Elena, mi amante en turno:

- “…gusto por la recreación, libre de todo gozo, estricto y envolvente ante las corrientes ancestrales del viento sobre los cuerpos aireados: desordenando cabellos y ofreciendo oportunidades de respiraciones hondas, hasta un punto tal, de que, todas las exhalaciones hechas sean soltadas en comunión libre y feliz…en medio de nuestra desnudez primigenia, ancestral, partenogénica…”-.


Tales pensamientos, cruzados en la líbido resultaban, de modo inevitable, una excepción con lo último que me expresaba el casero en el descenso de las escaleras que lo conducían a la planta baja.

De manera rauda, yendo en pos de él, todavía alcanzaba a escuchar la continuación de sus razonamientos (“…guarda de sobrantes del menaje familiar; juguetes, libros, mobiliario plegable para atender comensales ocasionales; utensilios de limpieza y peluches de todo tipo, tamaños y colores, contenidos dentro de bolsas de plástico transparentes…”) decía así, incluso, cuando se encontraba caminando por el patio interior donde se localizaban los demás departamentos.

Tras ese inventario, se detuvo en el zaguán que resguardaba la propiedad común y de manera cortés se despojó del saco; luego, se encaminó a su auto.

Alcanzándolo, me despedí de él con otro fuerte apretón de manos y lo vi partir...


Ahora me quedaba tiempo de sobra para subir hasta ese sitio y buscar en sus alrededores la silueta agazapada, quizá detrás de los macetones; quizá a un lado del bote contenedor de basura orgánica o aún, de ser necesario, donde fuera que fuese...


En rápido desplazamiento, permitido por mis piernas, llegué a la parte superior...

Realice una minuciosa inspección de todo el rectángulo que conforma la gran azotea...

Al rodear el objeto práctico de lavado a mano, encontré, con desparpajo, lo que dejó de ser sólo una imagen extraña.

La figura o criatura dejó de presentarse imprecisa ante mí vista.

Su aparente y envolvente oscuridad mostraba una forma compuesta: ya un tanto humana; ya un tanto, felina y en posición ovillada.

Ésta, sin mostrar sorpresa alguna de mí presencia, se desperezó e irguió lentamente.
Esperé a verla completamente incorporada y pude observar la cautela desplegada al quedar firmemente plantada frente a mí persona.

Respiraba suave, con ronroneos semejantes a los de un felino pero siendo al mismo tiempo una fémina asociada con un incierto animal ancestral que, luego en un tris, mostraba su cuerpo completo de mujer.

Me mostró un suave desplazamiento circundante y una convincente elasticidad.
Aproximada a mi pecho, sentí el brote rumoroso del cabello.

Su entidad no definida de modo aparente le confería una silueta sobrenatural: en parte humana y en parte animal.

En otro breve instante y en medio de mi azoro, empezó a tener rápidas transformaciones corporales hasta alcanzar una silueta de beldad a joven moza. En su proceso corpóreo me asumí testigo de cómo, a determinados intervalos de segundos, introducía las manos en la densa cabellera.

Los finos y largos dedos los disponía como si fueran peinetas.

Extraía y volvía a introducir las manos en los cabellos hurgados, ritmando sus movimientos circulares de manera sensual, como para provocar un ajustado desorden y re distribución caprichosa de su capilaridad personal.

De esa manera conseguía mayor volumen y mejor acomodo de la melena con inocultable coquetería recóndita.

La mirada extrañada de la mujer, recientemente transformada, acrecentaba una sugestiva sonrisa, y como un complemento audible, dejaba escapar nuevamente un intermitente ronroneo gatuno y erotizado…

Su mirada, fija en mí, circundaba los siguientes minutos donde se atrapaban mis sentidos; y entonces y sin más, dejé de guardar distancia prudente...

Sin mediar algún sonido gutural o palabra alguna, se sentó sobre la dura superficie y transformó las torneadas piernas y pude observar también los admirables muslos convertidos en cuartos traseros de gata: ahora, en momento dado, limpiaba sus pies pequeños; y lo que yo supuse extremidades inferiores humanas…en verdad eran sendas patas delanteras terminadas en bordes afelpados...donde se escondían unas bien afiladas garras.

Ella o el animal felino semi humano, se encontraba en un perfecto estado de parsimonia.

En ese lapso, constaté mi transformación en un nervioso ratón a punto de ser cazado.

En tal circunstancia, me percaté del recelo de sus vanidades exponiéndose a su agradable sonrisa, proyectando mi imagen en su antiguo espejo de mano, y entonces...¡Vi un rico bocado, siendo yo, en consecuencia, su motivo provocado!...


18 de Mayo de 2019 a las 02:31 2 Reporte Insertar Seguir historia
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Francisco Rivera Francisco Rivera
Amigos y amigas, llegamos a proponer la narración de esta historia de cinco capítulos, esperando haya sido del agrado de ustedes. Con esta publicación virtual ofrecimos una perspectiva temática de un personaje que desea alcanzar mayor difusión en el link de Inkspired. Un hasta pronto, en caso de contar con su deferencia. Atentamente: Francisco Javier Rivera Marín Comentarios u opiniones, en el siguiente link https://getinkspired.com/es/register/?ref=Francisco604141808
September 25, 2019, 00:02
Francisco Javier Francisco Javier
Cuando el pago de las excentricidades personales nos juega un reto con final incierto, nuestra vida gira sin que podamos seguir su inexplicable juego. Espero te guste este relato y me permitas conocer tu opinión. Gracias.
September 01, 2019, 21:54
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