Cuento corto
2
4.5mil VISITAS
Completado
tiempo de lectura
AA Compartir

La fotografía

— Algunas veces, los seres humanos son partícipes de actos que resultan inhumanos, actos despreciables realizados con un propósito el cual yo no podría intuir, pues son tantas las posibilidades presentadas, que cada caso se vuelve una cosa espeluznante, o... Heroica — murmuró el joven que traía entre sus manos el periódico que apenas había sido impreso durante la mañana de ése mismo día, de hecho, aún se sentía el calor que el papel emanaba cuando era sacado de la imprenta, y sobre las yemas de sus dedos era posible apreciar una cálida y agradable sensación, yemas manchadas por los residuos de tinta que el papel dejaba a su paso, yemas pertenecientes a dedos largos y esqueléticos, dedos que complementaban a la perfección sus manos, manos poseedoras de esas mismas características. A primera vista, aquél hombre aparentaba unos 20 años, cuando en realidad su existencia ya superaba dicha cifra, y era tan absurda la juventud que sus rasgos reflejaban que nadie creería la cantidad de primaveras que ha vivido, superando por una década y poco más la edad que aparentaba. Su apariencia no dejaba a nadie indiferente, era un hombre alto, de aproximadamente un metro y ochenta y cinco centímetros, delgado, tan esbelto que al usar trajes los sacos le quedaban grandes, hasta cierto punto, recordaba a un niño usando la ropa de su padre, un niño terriblemente alto, de pómulos sobresalientes, una barbilla partida, cabello rizado y obscuro, con las hendiduras de sus ojos muy marcados, de labios delgados, cejas gruesas y con una forma ondulada, y, lo más impactante en los rasgos de éste hombre, sus ojos, de un azul claro y penetrante, era muy difícil que alguien lograse mantenerle la mirada por un buen rato, pues tarde o temprano, sus ojos intimidaban a cualquiera.

La nota que leía en ese momento, y la misma que ocasionó tal comentario, fue la noticia que durante la noche azotó al pueblo donde se encontraba, pues aproximadamente, a las dos de la madrugada una mujer llamada Elizabeth Rogers fue acusada de asesinar a su marido, la ahora viuda se encontraba en una escena turbulenta que la dejaba como única sospechosa, y poco después se declaró ser la culpable de los actos. Su vecina, cuyo nombre es irrelevante en este caso, hasta es omitido en las notas del periódico, escuchó un gran disturbio en la casa de los Rogers, cosa que era normal pues todo el mundo sabía que el señor Rogers abusaba constantemente de su mujer e hijos, sometiéndoles a maltratos físicos y psicológicos, hasta corría el rumor de que los niños que la señorita Elizabeth había perdido durante sus múltiples embarazos habían sido por culpa de su marido, los actos del hombre, si es que se le puede considerar un "hombre" llegaban a tal punto, aunque, eso aún no ha sido comprobado. El caso, es que después de escuchar tres estrepitosos sonidos que alteraron su corazón, la vecina decidió echar un ojo por la ventana de la casa donde había estallado el disturbio, encontrando frente a sí una escena que jamás podrá olvidar, un asesinato, donde la mujer de largos cabellos dorados y rizados sostenía una pistola, su cuerpo esbelto y pequeño temblaba mientras el humo del cañón aún era visible, donde el cuerpo del hombre sobre el piso tenía los pantalones caídos, y la hija de la pareja se encontraba tras su madre, con un blusón desgarrado que la joven de 10 años usaba al dormir, y cuyo llanto partiría el alma en dos de cualquier persona, por ser tan desgarrador el escucharlo, un llanto que reflejaba el terror mismo. Lo que llevó a Elizabeth a realizar la ya mencionada acción, dejaba ver que la mujer realmente no era tan abominable, cuando ella habló contó todo lo ocurrido sin saltarse ni un detalle, desde que el hombre entró a su casa, hasta el momento en que decidió sacar la pistola que guardaban en caso de emergencia para defender a su hija más grande. Sí, el hombre buscaba abusar de su hija, y la madre simplemente la defendió como pudo y en el momento logró hacerlo. ¿Había otra escapatoria para su hija y ella? Claro que sí, sin embargo, la situación que se presentaba en ese caso tenía que obtener una respuesta inmediata, o las consecuencias podrían hacer sido espeluznantes para la niña.

Era una desgracia que tal caso resultara así, no lo voy a negar, hasta cierto punto me siento un poco apenado por los sucesos. Pero el hombre que en estos momentos leía la nota del periódico no se sentía igual, su indiferencia hacia el tema era tan grande que daba escalofríos, a mí me causa pavor ver su expresión sin rastros de humanidad, ni un poco de pena, ni un poco de indignación, enojo, melancolía, ni siquiera mostró emoción alguna cuando miró la fotografía que se alzaba en la pared. Una fotografía que enmarcaba a su difunta hermana. La mujer del retrato era absurdamente hermosa, de cabello largo y lacio que caía sobre sus hombros como si fueran cascadas inundadas de la oscuridad más intensa que se podría apreciar, ojos claros, que gracias a la fotografía en blanco y negro era imposible notar el color, pero por lo que sé, sus ojos eran de un azul celeste igual de penetrante y maravilloso que el azul que su hermano reflejaba, de una nariz fina y respingada, párpados caídos, labios finos, figura delgada, su tez era clara, e iba vestida de una camisa y falda que resaltaban su pequeña cintura. Escuché que cuando vivía, ella era la más hermosa del pueblo, los pretendientes nunca le faltaron, y salió con varios hombres sin establecer ninguna relación amorosa con ellos, cosa que aún está muy mal vista, su hermano le juzgaba y regañaba constantemente por hacer eso, pero poco le importaba a ella, quizá le asesinaron por su manera de pensar, quizá fue por un amorío resentido que no aceptó la decisión que mi tía tomaba en cuánto a temas amorosos, claro, solamente puedo decir un "quizá" pues yo nunca sabré la respuesta ante tal duda, y el único que aparentemente conocía lo ocurrido era mi padre, el hombre que observaba la fotografía colgada en la pared de la sala de sin moverse ni un centímetro, sin expresar nada, sin hablar, apenas y se atrevía a parpadear. ¿Qué pasa, padre? ¿Acaso piensas en ella? Se dice que la querías mucho, tanto, que no aceptaste que fuese una mujer como la que era, la querías tanto que ahora ocultabas el diario donde alguna vez ella te maldijo con tanta euforia, la querías tanto que aún mantienes sus vestidos ocultos en la profundidad de tu armario, la querías tanto que guardas en el tocador de tu cuarto los mechones de cabello que cortaste de su cadáver, y la quieres tanto que aún ocultas su cuerpo sin vida detrás de la fotografía de la pared. Oh, padre, tú eres el único monstruo al cual he conocido en mi vida, cuyos actos detesto y detestaré tanto como el momento en el que me engendraste junto a tu sangre, sangre que después derramaste cuando quiso huir de tus detestables actos.



--- o ---

Buenas. Me presento, mi nickname es LittleBlueBird y escribo de vez en cuando para dejar fluir las historias que se me vienen a la cabeza.

Espero que les haya gustado este pequeño relato, sólo tendrá un capítulo, pero fue realizado con mucho cariño.

Besos.

Atte: #LittleBlueBird

19 de Abril de 2019 a las 06:36 1 Reporte Insertar Seguir historia
2
Fin

Conoce al autor

Comenta algo

Publica!
Tenebrae Tenebrae
¡Saludos! Una historia aterradora sin duda alguna. Me ha gustado mucho.
April 20, 2019, 03:10
~