hyehaneul Keyblade Wielder

Hola a tod@s!!! Hoy les traigo un nuevo One-Shot, esta vez de Riku (Kingdom Hearts) por un personaje original mío (OC) ¡Espero que les guste mucho, y que lo disfruten tanto o incluso más que yo creándolo! Chachiabrazo~


Fanfiction Juegos Todo público.

#riku #KingdomHearts #romance #fanfic #videojuego #oc #OriginalCharacter #amor #drama #sora #Kairi
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United Destinies

Todo era normal en mi vida: tenía buenos amigos, una familia que me quería y una vida escolar como la de cualquier otra chica. Era verano, y mis padres nos propusieron a mi hermano y a mí un viaje a bordo de un crucero. La verdad era que siempre había querido surcar los mares, así que no me opuse ni un ápice a la propuesta.

Era de noche, y habíamos tenido la mala fortuna de toparnos con una tormenta horrible y feroz. Estaba asustada cuanto menos, mas mi esperanza se aferraba fuertemente al pensamiento de que nada malo ocurriría.

Pero me equivocaba, ya que una gran ola chocó contra el navío, haciendo un agujero en el casco del mismo como si de cristal se tratase, e inundándolo poco a poco. Minutos después de que esto ocurriera el barco terminó por romperse, y mi familia y yo nos quedamos a flote, agarrándonos con uñas y dientes a uno de los pedazos del casco. El mar estaba enfurecido, las olas eran bravas y la lluvia no daba ni una mísera décima de segundo de descanso.

Fue entonces que, de nuevo, otra ola devastadora se abalanzó sobre nosotros, y fue en ese preciso instante cuando el mar me separó de mi amada familia. Luché contra las olas y la corriente, pero esta última era demasiado fuerte y logró llevarme con ella. No sé cuánto tiempo pasó desde ese instante, tan solo sé que tras ese tiempo quedé inconsciente debido a la falta de aire en mis pulmones.

Sumida en el más oscuro de los abismos escuché una voz que me llamaba sin parar. Repetía una y otra vez la palabra “oye”, sin descanso alguno. Y, de repente, una luz me cegó. Mis oídos fueron inundados por el suave y reconfortante arrullo de las olas mientras que el Sol abrasaba con fuerza mi rostro. Y hablando de rostros, el de un chico se hizo presente en mi campo de visión: tenía los ojos de un azul aguamarina, y su pelo, largo y plateado, caía sobre ellos.

Me quedé embelesada por un instante al mirarle, la verdad era que, a pesar de parecer alguien serio e incluso antipático, pensé que esa apariencia no era más que una fachada.

—Oye, ¿estás bien? —Preguntó preocupado.

Fue entonces que, cuando me dispuse a contestar, una violenta tos me asaltó, haciendo que el agua que acumulaba en mi estómago saliese. En ese momento comencé a sentirme violenta por el chico, me daba algo de pena que hubiese tenido que ver aquello.

—¿Dónde estoy? —Inquirí algo desorientada

—Te encuentras en las Islas del Destino. Te encontré aquí tirada inconsciente hace un rato —explicó. —¿Te encuentras mejor?

—Sí, solo estoy un poco mareada —respondí sentándome en la suave arena.

De repente, un recuerdo apareció en mi mente, como si de un fogonazo de luz se tratase: la enorme ola que nos asoló a mi familia y a mí, separándonos. Los ojos se me llenaron de lágrimas, y aquel desconocido me preguntó qué era lo que ocurría.

—Recuerdo del pasado, nada más —respondí. Eran asuntos míos, y ningún desconocido tenía por qué saberlos.

Saltaba a la vista que el chico no estaba satisfecho con mi respuesta, pero agradecía que no me presionara con el tema. En lugar de hacerlo, cambió de tema y se presentó:

—Por cierto, me llamo Riku.

—Akali, Akali Smith —respondí de la manera más cordial posible.

Pocos instantes después de aquello la voz de un chico llamó nuestra atención. Este tenía el cabello castaño, con el pelo de punta y los ojos azules. Era un poco más alto que yo, pero no tanto como Riku. No venía solo, sino que una chica de pelo rojo, medio largo y de ojos tan azules como los del castaño le acompañaba.

Al llegar junto a nosotros se presentaron como Sora y Kairi. Tal y como ellos hicieron, yo también me presenté, y Riku les dijo que me había encontrado en la arena.

Nos pasamos el día en la isla, pero yo no estaba realmente con ellos, ya que mi mente no paraba de recordar la noche anterior. En varias ocasiones Kairi me preguntó si estaba bien, pero yo solo me limité a decirle que sí.

Al caer la noche Riku me dijo que podía quedarme en su casa, en la ciudad. Accedí, pero solo porque me aterraba dormir cerca del mar.

Los días pasaron, y yo sentía que cada vez me costaba más y más levantarme de la cama cada mañana. Riku notó esto, y no solo él, sino también su madre y mis otros dos nuevos amigos.

No sabía a ciencia cierta qué era lo que me pasaba, lo único que sabía era que no me apetecía hacer nada, absolutamente nada.

Narrador Omnisciente’s POV:

Sora, Riku y Kairi se encontraban en la isla una mañana de Domingo, algo extrañados porque Akali no estuviera con ellos.

—Oye Riku —llamó Sora al mayor, quién se giró a mirarle. —¿Y Akali?

Ante la pregunta, Riku suspiró pesadamente.

—No ha querido venir, así que se ha quedado en la cama... Otra vez. No sé qué le pasa, lleva así desde que llegó —respondió.

—¿Creéis que le pasa algo? —Preguntó el castaño al aire.

—Es obvio que algo le pasa —intervino Kairi. —Salta a la vista que está deprimida —los chicos se le quedaron mirando con los ojos como platos. —¿Sabéis algo de su pasado?

—No ha querido contarme nada, es demasiado reservada —explicó Riku cruzándose de brazos.

—Llegó tras una noche de tormenta, ¿no? —Preguntó entonces Sora.

—Sí, pero, ¿qué tendrá eso que ver? —Replicó el mayor.

—Que es muy posible que naufragara gracias a esa tormenta —esclareció la pelirroja. —Y estoy convencida de que no afrontó sola el naufragio.

—¿Creéis que ha perdido a alguien importante? —Planteó Sora cabizbajo.

—Lo más probable es que sí. Resuelve muchas incógnitas —aclaró Riku.

Akali’s POV:

El tiempo seguía pasando, y para cuando quise darme cuenta más de un mes y medio había pasado. Mi relación con Sora, Riku y Kairi no había avanzado mucho, solo un poco con Riku, y únicamente porque vivía en su casa.

Ya no intentaba ahondar en mi pasado, y lo agradecía profundamente. Mas después de un tiempo comencé a sentirme vacía. Ahora era yo la que quería contarle mi pasado. Necesitaba desahogarme, pero no sabía si Riku iba a querer escucharme después de haber evadido tantas veces el tema.

Fue así que terminé por guardarme las ganas de contarle, por miedo al rechazo. Por otro lado, y paralelo a este asunto, estaba el tema de mis sentimientos. Algo dentro de mí extrañaba a Riku siempre que se marchaba de mi lado. ¿Estaba enamorada de Riku? No me entendía ni yo misma, lo mismo estaba llorando que lo mismo me encontraba cavilando acerca de un futuro bonito junto a Riku.

Semanas después un temporal de viento y lluvia asoló la ciudad, y una de aquellas tormentosas noches me desperté gritando y llorando a causa de una pesadilla. Riku apareció en la puerta instantes después, preguntándome si estaba bien.

—He tenido una pesadilla —dije entre hipidos.

—Akali, ¿estás llorando? —Preguntó alarmado sentándose en el borde de mi cama.

No respondí, simplemente, y sin saber muy bien porqué, me lancé a sus brazos, llorando desconsolada. Echaba de menos a mi familia, necesitaba a alguien a mi lado que me apoyara y consolara.

Noté que Riku se quedó en shock, mas tras un par de instantes reaccionó finalmente, estrechándome entre sus brazos fuertemente.

—Ya está Akali, tranquila —Repetía sin parar pasando su mano por mi pelo.

—¡Les echo de menos Riku! —Exploté finalmente. —¡Ya no volverán a estar a mi lado! ¡Nunca! ¡Estoy sola, completamente sola! ¡No tengo a nadie! ¡No me queda nadie!

Después de decir aquello Riku agarró mi barbilla, alzó mi rostro y me obligó a mirarme. Su expresión era la más dura y seria que había visto jamás.

—No vuelvas a decir eso de nuevo, Akali. Me tienes a mí, a Sora y a Kairi. No estás sola, y nunca más lo estarás, ¿vale?

Muchas más lágrimas salieron de mis ojos al escuchar aquello, y Riku volvió a darme refugio en sus brazos. Nunca había escuchado algo tan dulce y bonito como aquello.

—Lo siento mucho, pequeña. No deberías haberte guardado algo así. No lo vuelvas a hacer, ¿de acuerdo? —Dijo pasando su mano por mi pelo, de nuevo.

Esa noche se había convertido en una muy especial para mí a pesar de haber comenzado por culpa de una pesadilla.

El tiempo pasó, y yo ya me encontraba mucho mejor, sobre todo porque la madre de Riku, al verme deprimida, comenzó a llevarme al psicólogo. En un principio me rehusé a ir, pero tras la primera sesión vi que no era tan malo tener un poco de ayuda externa.

Y como no, Riku siempre estaba ahí para mí. Solía llevarme en su moto a las sesiones, y se quedaba fuera de la consulta, esperándome para ir de vuelta a casa, y de ahí a la isla, junto con Sora y Kairi. Recuerdo que, una de esas tardes, Riku me contó aquella famosa leyenda que envolvía a la fruta autóctona de la isla, el paopu.

No tardé mucho en montarme una película en la que Riku y yo compartíamos dicho fruto. Era obvio que mi relación con él se había fortalecido, evolucionando a una de muy buenos amigos. Pero yo quería que la cosa fuese a más, y no solo por mí, sino porque notaba en Riku ciertos atisbos de querer llegar a ser algo más.

Sin darme cuenta siquiera, un año pasó desde mi llegada y, de manera sorpresa, los chicos montaron una fiesta en la isla en mi honor. No podía creer que hubieran hecho algo así, y mucho menos que lo hubiesen hecho por mí.

La fiesta se desarrolló de manera amena, agradable y, para mi gusto, rápida. La noche cayó, y Riku y yo, al irse Sora y Kairi con una excusa algo tonta a mis ojos, nos quedamos a solas.

Nos encontrábamos en el islote de la palmera, sentados en ella, en pleno silencio. No era un silencio incómodo, sino uno de esos que no es necesario romper.

—¿No es increíble que haya pasado ya un año? —Preguntó mi acompañante. —Parece que fue ayer cuando te encontré allí, tirada en la arena —dijo sonriente, con la voz bañada en melancolía.

—Sí... La verdad es que a mí también se me ha pasado volando —respondí con la vista fija en el agua, en el reflejo de la luna. —¿Sabes Riku? No retrocedería para cambiar el pasado —Riku me miró algo confuso. —Me refiero, cierto es que aquella noche perdí a personas muy importantes, pero gané otras igual de importantes.

—¿No hay mal que por bien no venga? —Preguntó.

—Exacto.

Y, de nuevo, silencio. Pero esta vez sí era uno incómodo. Notaba a Riku algo nervioso, como si quisiera decirme algo y no supiera como empezar la conversación.

Finalmente, y tras carraspear un poco, habló decidido:

—Oye Akali —llamó para captar mi atención. —Verás, había estado pensando en regalarte algo por la ocasión, pero si te soy sincero no sabía a ciencia cierta qué darte. Así que pensé que quizá el mejor regalo sería pedirte que fueras mi novia.

En ese instante me quedé completamente en shock, con las palabras de Riku rebotando en mi cabeza sin parar.

—¿Akali? —Llamó Riku, no sabía muy bien cuánto tiempo había pasado. —Oye, si no quieres no pasa nada, es solo que pensé que yo... Ya sabes... —Vaciló un poco, no sabiendo si decir aquellas dos simples palabras. —Te gustaba.

Al verle algo decaído decidí reaccionar, el estupor me iba a hacer perder la oportunidad con Riku.

—Y me gustas... —Riku levantó la mirada, y un destello de esperanza apareció en sus ojos. —Sí quiero, Riku. Es lo mejor que podrías darme, de verdad —le dije sonriente, con la mirada fija en sus hermosos ojos.

Todo pasó muy rápido a partir de ese instante, y para cuando quise darme cuenta, Riku y yo estábamos inmiscuidos en un beso de puro amor, cariño y afecto. Ambos nos separamos jadeantes y con los labios rojos e hinchados.

Riku se separó de mí, es estiró un poco y arrancó de la palmera uno de los estrellados frutos que la planta daba.

—¿Quieres? Recuerdo que cuando te conté la leyenda dijiste que querías compartirlo con alguien algún día —dijo ofreciéndome el paopu.

—¿Cómo sabes que ese alguien eras tú? —Pregunté enarcando una ceja.

—Pura intuición, querida Akali —dijo medio riendo. —Bueno, ¿qué dices?

—Que quiero que nuestros destinos se unan, Riku.

Acto seguido Riku partió el fruto, entregándome una de las mitades.

—Nunca el uno sin el otro, ¿de acuerdo? —Dijo él.

—Nunca el uno sin el otro —pacté.

Y tras aquella promesa, y con la luna como testigo, Riku y yo compartimos aquel mágico fruto, uniendo nuestros destinos para siempre.


20 de Marzo de 2019 a las 14:35 0 Reporte Insertar Seguir historia
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Fin

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