luis-miguel-gonzalez1551882400 Luis Miguel Gonzalez

En el camino de los infortunios un ser milenario pondrá en las manos de Marcus un don inigualable; pero la grandeza solo se paga con sangre.


Suspenso/Misterio Todo público.

#misterio #mitologia #terror #drama
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En el bosque turbio

El universo del hombre es todo lo que conoce; por ende, lo que desconoce, para el simplemente no existe.


Abril, Dominio Terranova

Luego de 30 minutos de caminata colina arriba por fin hemos llegamos. Colocamos todas las herramientas en el suelo esperando descansar, la humedad del clima nubla la visión, la brisa que golpea sin parar ensordece y obliga a pararse firmemente, un pie adelante y otro atrás, clavado en la tierra, postura que, a la larga, produce un extraño cansancio. El bosque turbio es el lugar que nadie quiere visitar, es frio y húmedo, cada paso colina arriba te hace más pesado, te roba el aliento, obligado a bajar y subir la mirada para caminar, el cuello se llena de tensión; convierte el final en una meta inalcanzable. La neblina es densa, al punto que fácilmente pierdes de vista cualquier objetivo, los arboles gigantes cubren por completo el cielo, no entra suficiente luz; tal vez lo más característico de este lugar sea el incesante ruido de la brisa en los oídos, acompañado de un sonido muy particular que emana de las profundidades del bosque, los habitantes de Terranova, queremos pensar que tal sonido proviene del viento que cruza los árboles. Aquí nadie caza, nadie camina, nadie pesca en estos ríos; de hecho, nadie viene a este lugar.


Cientos de historia cuentan los pueblerinos acerca bosque turbio, uno más aterrador que otro, intentan alejar a los habitantes de terranova; Sin embargo, aunque muchos crean que somos valiente, mi familia siempre ha sido escéptica, nos gusta alimentar el miedo de las personas, relatando sucesos extraños que asegún pasan aquí; siempre son mentiras pero nuestra habilidad para contarlas ha crecido con los años. Creo también lo hemos hecho siempre porque nos gusta que todos se alejen, de esta manera somos los únicos que entramos cada que queremos; parece hemos hecho del terror de los pueblerinos nuestro trabajo. Pero hoy Una la larga caminata será la paga para conseguir un buen árbol que cortar y ¡sí!, Efectivamente estamos muy cerca del risco como lo sugirió mi hermano.


-¿Bastián que piensas? ¿Es muy peligroso?- le pregunto a mi hermano

-Creo que es demasiado peligroso para talarlo, está muy cerca de risco, si tenemos mala suerte caerá del lado contrario y se ira por el risco – responde entre pausas, intentando recuperar el aliento. Bastián a diferencia de mí, es muy alto y pesado, puede que sea el motivo del porque le cueste tanto subir cuesta arriba.


- ¿y si lo atamos para asegurarnos que caiga de este lado? ya lo hemos hecho antes- puedo notar su cara de desconfianza, quiere seguir buscando, pero lo interrumpo de inmediato.


-Bastián no pienses que voy a seguir buscando un árbol luego de haber subido hasta esta puta montaña. Dame la soga yo lo voy amarrar como siempre-.


-no creo que sea buena idea- pero antes que termine la advertencia, tomo la soga del piso y me acerco al árbol.


-¡Nadie puede contigo hermano! Bastián lo dice con cierto reproche

Lentamente comienzo a subir hasta llegar al lugar indicado para sujetar. Estando en lo más alto, comienzo amarrar, Bastián sostiene el otro lado de la soga mirando hacia arriba asegurándose que yo haga bien mi trabajo. Escucho la voz de Bastián:


-Hey tonto ¿para qué subiste con el hacha? – con un tono burlón me grita desde el suelo. Realmente no me había percatado del hacha en mi cintura, muy útil para desmembrar las ramas de los pinos, es un tanto pequeña, muy cómoda al punto que a veces no recuerdo que la llevo conmigo.


-¡no se!- lo miro y levanto los hombros


Admito que soy muy olvidadizo y descuidado, he perdido tantas veces mi hacha que papa un día llego la feria al pueblo y entre todas las cosas que había, me regalo un sujetador, parecido a una funda de espada, no fue muy costosa, tal vez por ello la compro sin quejarse. Ese fue un obsequio de mis 17º cumpleaños. ¡Ese es mi padre!, el hombre que le regala a su hijo herramientas para trabajar, ¿qué clase de regalo es un hacha?, Igual lo recibí con gusto, no tiende a dar muchos obsequios, así que lo recibí sin quejarme demasiado. La fuerte brisa del bosque turbio se ve interrumpida, nos regala unos segundos de silencio para reposar los oídos; varios segundos después retoma la fuerte brisa de nuevo, este suceso ocurre con cierta continuidad; si bien desearía que ocurriera más frecuente.


Ya terminado mi trabajo en la cima del pino, comienzo a bajar y una vez estoy en el suelo Bastián da el primer leñazo de hacha. Golpe tras golpe la madera centenaria comienza a abrirse, entonces florece el divino olor que produce la madera quebrada. Así continua una y otra vez, hasta que empieza a agotarse sus fuerzas, es en ese momento donde sé que se aproxima mi turno de talar, Bastián deja el hacha clavada en el tronco, lo sujeto con fuerza, desclavándola de la madera y comienzo a talar. Cada hachazo deja ver de apoco del interior del tronco. Luego de varios minutos no resisto más, miro alrededor y mi compañero esta sentado en un pino más pequeño a unos cuantos metros de mí, me esfuerzo por seguir talando, pero mis brazos tiemblan y me falta el aliento. Mis hermanos y yo tenemos una lucha de egos, siempre discutimos quien corto más, quien duro más tiempo, quien dio el hachazo más fuerte, entre miles de tonterías más. Todos intentamos disimular el cansancio, aunque Bastián hoy no hace su mayor esfuerzo en disimularlo. En definitiva, este árbol tomara mucho tiempo y esfuerzo.


Con la respiración entre cortada, desisto, suelto el hacha de Bastián en el suelo e intento recuperar el aliento. Ya desde hace un buen rato sentía pequeñas gotas de agua que llegue a confundir con sudor; pero en realidad provienen del cielo, es una alerta de lluvia. Todos hablan del peligro de este bosque y las infinidades de historias del bosque turbio, muchas mentiras, pocas verdades, pero una verdad muy comprobada, es el peligro de la lluvia a esta altura, los relámpagos caen tan cerca que ruegas a la suerte que un trueno no te parta en dos, es muy común árboles con marcas que compruebas esto, igualmente, lloviendo es más fácil desorientarse, y nadie quiere perderse aquí. Cuando era un niño me extravié un par de horas en este lugar, no recuerdo como paso, aunque estaba con mi padre, en algún momento camine en dirección opuesta, ¡distraído como siempre!, paso casi un día entero antes de ser encontrado. Todos sabían que, si llegaba la noche y el niño de 7 años seguía desaparecido, estaría sentenciado a ser alimento de cualquier animal del bosque.


Descansando limpio mi frente; la brisa no reposa, mueve mi cabello, es bastante fresca y constante, como si un abanico gigante la impulsara desde la profundidad de la montaña, cierro los ojos para disfrutarla. Algunos momentos del día suelo concentrar toda mi atención al oído, solo a escuchar, nada en específico, solo quiero concentrarme en cualquier sonido que llegue de algún sitio. Respiro profundo y coloco toda mi atención, ¡puedo escucharlo todo! La brisa que corre desde lo lejos y se escurren en mis sentidos, extrañamente también puedo escuchar un sonido un tanto diferente, parece estar bastante lejos, tal vez estuvo ahí desde que llegamos pero no le hemos prestamos atención, es bastante oscuro, aunque incoherente parece un hombre cantando; pero, no es tan clara para ser una voz, no es nada fenomenal, es como el sonido que hace nuestra boca cuando está cerrada pero aún seguimos cantando. Trato de escuchar más afondo y ¡sí!, en definitiva, alguien está cantando, ¿acaso alguien vino al bosque? Abro los ojos para asegurarme que no sea Bastián, que realmente dudo que fuera el, comienzo a mirar a los lados a ver si es Sìmon que está cerca, pero no hay nadie aparte de mi hermano y yo. Lo más posible es que solo sea mi imaginación.


La curiosidad y la duda me consumen, debo acercarme, lenta y cuidadosamente me aproximo al risco, siempre cuidándome de no estar demasiado cerca, sin embargo, entre más me arrimo creo percibirlo mejor. Cerca del peñasco vuelvo a cerrar mis ojos, de apoco puedo sentir la llovizna un poco más fuerte, procuro poner todo mi esmero en buscar nuevamente el sonido. ¡Ahí esta! lejos lo escucho otra vez, es casi constante, muy sencillo y en definitiva, no puede ser el viento, tiene que ser alguien más.


-¡Marcus!, ¡Marcus!- los gritos de Bastián me hacen abrir rápidamente los ojos.


Por alguna razón estoy demasiado cerca del precipicio, un pie en el piso y otro puesto en el vacío, todo el aire sale de mi pecho, la única pierna que me sostiene me tiembla. Pongo nuevamente mi pie en tierra. Giro la mirada y veo a Bastián.


- ¡Marcus camina para acá! ¿Qué haces ahí? - a lo lejos me grita Bastián.


Sencillamente no puedo responderle, el nudo en la garganta me quita cualquier forma de hablar. Doy un paso atrás y me aferro fuertemente, lentamente giro en dirección a Bastián. El viento me sacude, intenta lanzarme al vacío. Entre la tierra mojada, la brisa y mi temor, provocan que mis piernas pierdan equilibrio. La corriente un poco más violenta que hace unos minutos me obliga a echar todo mi peso adelante, rebajo mi cuerpo esperando mantener el equilibrio; sin embargo, el esfuerzo es inútil, no puedo avanzar un solo centímetro.


Veo a Bastián, intenta caminar en mi ayuda, ¡tiene miedo!, lo noto en su mirada, clava una mano en la tierra e intenta estirarse para alcanzarme con la otra, poco a poco avanza, al mismo tiempo se sujeta enterrando sus pies, a ese paso pronto me alcanzara, sin embargo, ya es inútil; repentinamente un último jalón de aire me termina de arrancar de la tierra.


Ya mis pies no pueden sentir donde encontrar apoyo, mis manos se sacuden hundiendo los dedos en el vacío, buscando algo para sujetarme, un desperdicio de esfuerzo. Cada musculo de mi cuerpo esta tenso, quiero gritar, pero soy incapaz de soltar un solo sonido. Aun no sé qué está ocurriendo, o como paso esto, todo fue tan rápido, y ahora me siento muy lento, miles de pensamientos cruzan mi mente, aun no logro entender esta sensación. Mientras me agito nerviosamente abro los ojos y lo veo, ahí está Bastián, su rostro notoriamente me dice que estoy bajando hacia la muerte, a pesar de esto verlo me produce tranquilidad o tal vez algo de paz. Ahora solo me dejo caer, no puedo luchar en estos momentos, suelto cada musculo y solo descanso. Nunca me había detenido a mirar el cielo; de hecho, creo que nadie lo hace. He escuchado a gente decir que a la hora de morir vemos toda nuestra vida por nuestros ojos, pero quien ha regresado de la muerte para decir semejante cosa

7 de Marzo de 2019 a las 15:09 0 Reporte Insertar Seguir historia
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