hyehaneul Keyblade Wielder

Hola a todos!!! Bueno, soy nueva en esta plataforma, pero hoy les quiero traer un one shot Yaoi de Kingdom Hearts, mi juego favorito. Trata de mi OTP favorita, el Soriku! Aviso desde ya que este one shot es de carácter homosexual, por lo que si no te gusta este género de aconsejo que te vayas por donde has venido y no tires arena. Muchas gracias! Y nada más, espero que lo disfruten mucho, tanto como yo escribiéndolo, y que les guste mucho! Chachiabrazo~


LGBT+ Todo público.

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Drifting Boat

One-Shot Soriku

Riku’s POV:

Mi vida siempre se había desarrollado en el mar, desde muy pequeño me había criado entre muelles y cubiertas de hermosos y fascinantes barcos. Tal era mi amor por el océano que no identificaba la pequeña ciudad portuaria en la que vivía como mi hogar, sino simplemente como un sitio de paso, ya que el puesto de hogar lo ocupaban el mar y los barcos.

El día en el que cumplí mi mayoría de edad fue el más feliz de mi vida, ya que mis padres, con toda la pena del mundo, me dejaron zarpar solo en busca de nuevas aventuras. Durante dos años el mar fue mi refugio mientras que las olas fueron mis mejores amigas.

Mi madre, al verme después de dos largos años, me estrechó fuertemente entre sus brazos mientras lloraba. Por otra parte, mi padre se unió al familiar abrazo, preguntándome qué había visto y hasta dónde había llegado.

Les conté todo, desde el color del mar de cada puerto hasta la amabilidad y hospitalidad de los habitantes de las distintas ciudades que visité. Además, les di todo aquello que había comprado como recuerdo a modo de recompensa por haberme permitido zarpar solo.

Mas, a pesar de todo el cariño que notaba que mis padres me tenían, me sentía solo y a la deriva. Sentía que faltaba algo en mi vida, pero no sabía el qué. Fue entonces que pensé en el amor. Había conocido a muchas mujeres hermosas y amables durante mi travesía, pero ninguna nunca me hizo sentir de esa manera que las novelas decían.

Al recordar aquello me sentí confuso, quizá era simplemente porque ninguna logró en ningún momento llegar a calar del todo en mi corazón. Negando con la cabeza, alejé ese pensamiento de mi mente y salí de casa en dirección al bar que solía frecuentar con mi padre cuando era pequeño, necesitaba despejarme un poco.

Pedí como siempre un cubalibre y, tras terminar este, otro más, y así sucesivamente hasta que terminé acalorado y mareado. Por loco que parezca, ahogar las penas en alcohol ayuda bastante.

Tambaleándome como un niño pequeño que está dando sus primeros pasos me dirijo a los muelles con la vista fija en la luna llena que corona el hermoso cielo nocturno. Con un suspiro me siento en el borde de uno de los muelles con las piernas colgando, todavía con la vista fija en la luna.

Es entonces que un chapoteo en la lejanía llama mi atención, así que, de la mejor manera que puedo, fijo mi vista allí, viendo una figura mitad hombre mitad pez salir del agua para adentrarse en ella de nuevo.

Incrédulo y echándole la culpa al alcohol que ahora mismo tengo en sangre rasco mis ojos, mas la figura no vuelve a aparecer, dejándome realmente desconcertado y confuso. Es imposible que haya visto un tritón, se supone que no existen, ¿no?

—¡Oye! ¡Te he visto! ¡Ahora no te escondas! —Vocifero dando un paso al frente.

Es entonces que, antes incluso de que pueda plantar el pie, un mareo a causa de la borrachera asalta mi cuerpo, haciéndome perder el equilibrio. Sin poder hacer mucho caigo de espaldas dándome un golpe en la cabeza que nubla mi vista.

Lo último que siento antes de caer inconsciente es el mar envolviendo mi cuerpo en un gélido y húmedo abrazo.

Sora’s POV:

Mis diecinueve años de vida han sido siempre igual, ya que no hay mucho que hacer cuando se vive bajo el agua más que ir de aquí para allá hablando con la gente aparte de ir a clase. Y sí, he dicho cuando se vive bajo el agua. Quizá os suene extraño, pero soy una de esas “leyendas” del mundo humano: un tritón. Existimos, no somos un mero cuento de hadas o leyendas que los marineros relatan.

Para escapar de la rutina visito de vez en cuando la superficie ya que me fascina, tanto el mundo de fuera como las criaturas que viven en él. Lo malo es que tengo que hacerlo a escondidas de todos, ya que no está muy permitido subir debido a que los humanos son crueles con los de nuestra especie. Al menos eso es lo que me han dicho desde que era pequeño.

Esta noche es hermosa, el cielo está repleto de estrellas y una hermosa luna llena reina sobre todas ellas. Suspiro bajo el mar, vista desde aquí dentro la luna no se ve clara del todo, sino que se ve modificada y serpenteante.

Con mucha cautela saco la cabeza del agua, pero solo hasta que mis ojos quedan en la superficie. Tras mirar alrededor y cerciorarme de que no hay humanos cerca me sumerjo para saltar tal y como a mí me gusta.

Mas, parece que no miré bien, ya que escucho a un humano gritarme que me ha alcanzado a ver. El miedo asola mi cuerpo, haciéndome temblar. Pero todo rastro de miedo desaparece cuando escucho el atronador sonido de algo o alguien cayendo al mar cual peso muerto. ¿Será ese chico que me ha gritado hace un momento?

Alerta cuanto menos, nado raudo como la luz hasta el lugar en el que lo vi. Las burbujas que emergen de su nariz y boca captan mi atención, así que sin pensarlo dos veces me adentro en la oscuridad de esa zona, logrando agarrarle de la mano.

Con toda la fuerza que puedo hacer tiro del chico para agarrarle por debajo de los hombros, dispuesto a llevarlo a la superficie mientras rezo todo lo que sé para que logre sobrevivir. Una vez en la superficie llevo al chico a una cala cercana que conozco, tumbándole boca arriba y apartando de su rostro su largo y sedoso pelo plateado.

Temeroso de que haya perdido la vida, acerco mi mano a su cuello, colocando dos de mis dedos allí por donde se supone que tiene que pasar su sangre. Al no sentir nada tras varios instantes comienzo a ponerme nervioso, ¡no puede ser que esté muerto!

Sintiéndome culpable e impotente comienzo a hiperventilar mientras oprimo su pecho una y otra vez con las lágrimas recorriendo mis mejillas sin cesar

—¡Vamos! ¡Despierta! —Exclamo. —¡Eres muy joven, no puedes morir ahora! ¡Seguro que tienes una familia que te espera preocupada! ¡Vamos! —Grito de forma desgarradora.

Si muere será todo culpa mía, y me odiaré para siempre a mí mismo por ello. No soy como los demás de mi especie, a mí sí me importan las vidas humanas, ya que pienso que valen igual que las de mi especie. Cierto es que muchas veces los humanos han abusado de los de mi casta, pero yo tengo ese pensamiento, y nada ni nadie me hará cambiar de parecer.

Es entonces que, al no obtener respuesta por parte del chico, aúno todo el valor que hay en mí y acerco mis labios a los suyos, dispuesto a hacerle el boca a boca. Supongo que os preguntareis cómo es que tengo estos conocimientos, bueno, ¿recordáis lo de que me gusta salir a la superficie para despejarme? Muchas veces he visto a socorristas usar estas técnicas con bañistas ahogados.

—¡Venga, reacciona! —Le digo tras el segundo intento. —¡Por favor! —Suplico una vez más, al borde de la histeria.

Dicen que a la tercera va la vencida, veamos si es verdad. Con la poca esperanza que me queda vuelvo a poner mis labios sobre los suyos, que están fríos y ásperos a causa del agua. Seguidamente, y tras tapar la nariz del chico, introduzco aire en sus pulmones, rezando porque funcione y despierte.

Es entonces que comienza a toser violentamente, lo cual hace que en mi cara se dibuje una amplia sonrisa, aflorando así en mi ser miles de sentimientos positivos como emoción, alegría y, sobre todo, felicidad.

Le miro expectante, esperando a que me mire y me hable. Antes estaba asustado y sólo quería huir, pero ahora, al verlo tan indefenso, siento que no me hará daño, sino que incluso puede que se asuste cuando me vea bien.

Sinceramente tengo miedo a eso ya que no quiero que me mire como un bicho raro. A ver, que para él seguramente lo sea, pero... Simplemente no quiero que me mire con miedo o incluso asco.

Finalmente, cuando su tos cesa y logra expulsar toda el agua que se hallaba en su interior, me mira fijamente notablemente confuso, y quedo embelesado por sus preciosos ojos aguamarina.

—¿Quién eres? —Pregunta con voz ronca sin apartar sus ojos de los míos.

Debido a los nervios que en este mismo momento asolan mi cuerpo, no puedo ni encontrar mi voz para responder, simplemente me quedo mirando sus ojos, hipnotizado.

—¿Qué te pasa? ¿Se te ha comido la lengua el gato? Bueno, seas quién seas gracias por salvarme, te debo una.

Es entonces que aparta su mirada de mi cara, denotando en mi parte inferior.

—Dios... Debería dejar la bebida, los tritones solo sois una mera leyenda de marineros —se regaña a sí mismo.

Aquellas palabras me duelen más que si me hubiera tenido miedo. Mis ojos se cristalizan y pronto ruedan lágrimas por mis mejillas.

—¿Qué está mal contigo? Primero no dices ni pío, y ahora te pones a llorar.

Ofuscado completamente y sin decir nada me dirijo hacia la orilla, dispuesto a marcharme de allí y comprendiendo por qué los de mi especie suelen mantenerse alejados de los humanos.

—¡Eres un imbécil! —Exclamo dispuesto a sumergirme.

—¡Eh! ¡Espera! —Me dice él agarrando mi mano.

—¡Suéltame! —Exclamo forcejeando.

—Lo siento, ¿vale? Lo siento mucho... —Admite bajando su cabeza, todavía sin soltar mi mano. —Es sólo que no me lo creo, ¿vale? Por favor, no te vayas —suplica mirándome fijamente a los ojos.

Agacho la cabeza, confuso y sin saber qué hacer. Me ha hecho daño, sí, pero es comprensible que haya dicho algo como eso por el mero hecho de que no soy algo normal de ver.

—¿No te doy miedo? —Susurro.

—¿Miedo? ¿Cómo voy a tenerle miedo a una criatura tan fascinante como tú? —Dice él con voz suave mientras suelta mi mano poco a poco.

—La mayoría de los humanos, por no decir todos, soléis reaccionar mal ante los que son como yo —respondo encogiéndome de hombros.

—Pero yo no soy como la mayoría de los humanos, ¿sabes? —Responde él con una sonrisa en la cara.

—Ya veo... —Susurro. —Me llamo Sora.

¿En serio? ¿Es eso lo mejor que se me puede ocurrir para seguir hablando con él?

—Yo soy Riku —dice sonriendo.

Después de aquello Riku y yo seguimos charlando y, sin darnos cuenta siquiera, se hace de día.

—Vaya... Está amaneciendo... —Dice él mirando el Sol elevarse por el horizonte. —Debería volver a casa, mamá y papá deben estar preocupados.

—¿Podré volver a verte? —Pregunto mientras se pone en pie cogiendo su mano.

—Podemos vernos por las tardes si así lo deseas —responde sonriendo dulcemente mientras me toma en brazos para llevarme al agua. —No quiero que te arrastres hasta el mar —responde ante mi expresión confusa y mi notable sonrojo.

—Gracias... —Le digo una vez que me deja en una zona en la que me puedo desplazar sin problema alguno.

—No hay de qué, Sora. Bueno, nos vemos después, ¿no?

—¡Sí! —Exclamo deseoso porque caiga la tarde. —Ten cuidado al volver.

—Tranquilo, me he criado en el agua, es solo que ayer la bebida me pasó una mala factura.

Y sin más, ambos nos vamos a nuestro respectivo hogar.

Narrador Omnisciente’s POV:

Desde ese día el joven tritón y el joven humano se encontraron cada tarde, hablando hasta que el Sol aparecía por el horizonte. Durante las mañanas no podían dejar de pensar el uno en el otro, y Riku, quién hasta ese momento pensaba que era hetero, comenzó a dudar de su sexualidad.

Intentaba convencerse de que no era homosexual una y otra vez con justificaciones como que era un caso extraño ya que sólo Sora le hacía sentir de esa manera. De nuevo se sentía vacío, mas dicho vacío desaparecía cuando estaba con el tritón.

A su lado se sentía completo.

El panorama era mucho peor para el joven de cabello castaño, ya que en las profundidades la gente comenzaba a notar su ausencia a partir de las seis de cada tarde, mosqueando así a todo el personal.

Habían muchos rumores que envolvían a Sora, pero el que más le preocupaba a él era el que decía que se estaba viendo con un joven humano. ¿De dónde se sacaban los habitantes submarinos los fundamentos para decir eso?

Además de que no era muy legal subir a la superficie, en su mundo también estaba muy mal vista la homosexualidad.

Tenía que encontrar la forma de que todos los rumores cesaran, pero no sabía cómo ponerle fin al asunto. Era cierto que tenía diecinueve años, pero Sora seguía siendo un adolescente indeciso y confuso, bueno, más bien un niño pequeño que no sabe resolver por sí mismo sus propios problemas.

Fue entonces que un día, mientras volvía a casa después de estar con su querido Riku, se le ocurrió la idea de cambiar su cola por piernas, y así dejar el mundo submarino para vivir con Riku en la superficie.

Sabía de una chica llamada Xion que lo había hecho, pero la historia de esa chica le hacía apartar la idea del cambio de su cabeza ya que fue vilmente engañada por la bruja que le concedió su deseo.

De solo pensar en convertirse en burbujas la piel se le ponía de gallina.

Y por supuesto estaba el problema de la incertidumbre, ya que ni Riku ni él se habían declarado el uno al otro. ¿Y si cambiaba su cola en vano? ¿Y si después de hacerlo Riku no sentía lo mismo por él?

Confuso y con la cabeza a punto de estallar, se metió en su cama y durmió, al día siguiente tendría que hablar con Riku muy seriamente.

Riku’s POV:

Deseoso de reencontrarme con Sora, camino rumbo a la cala en la que él me salvó la vida, ya que es nuestro punto de encuentro.

Hablando de él, no puedo quitármelo de la cabeza ni un segundo. Ese pelo castaño y puntiagudo, los preciosos zafiros que tiene por ojos, su pequeña y frágil complexión, su hermosa cola de pez azul marino... Todo de él me gusta.

Espera, ¿qué estoy pensando? De nuevo esos malditos y confusos sentimientos...

—Seré gilipollas... —Susurro entrando a la cala, sentándome cerca del mar.

Es entonces que le veo: como siempre, realiza su habitual salto de delfín a modo de saludo, y es entonces que yo voy hacia el mar y lo llevo junto a mí.

—¿Cómo has estado, Sora? —Le pregunto mientras le dejo en la fina y blanca arena.

Mas no me contesta, y en su lugar se queda mirando al suelo, totalmente absorto en sus pensamientos.

—Sora, ¿estás bien? Te noto algo... Distante —insisto.

—Riku, yo... —Comienza dubitativo. —Es decir, tú... Nosotros...

Enarco una ceja, no comprendiendo muy bien qué le pasa.

—¿Sí?

—Tenemos que hablar —dice finalmente anclando su intensa mirada azul en la mía.

Aquello me deja en shock. ¿Hablar de qué?

—¿Ocurre algo, Sora? —Pregunto preocupado en medio del estupor.

—Es sobre... No sé cómo decirte esto, Riku —admite sonrojado. —Verás es sobre mis...

—¿Sobre tus...? Venga Sora, suéltalo —le animo.

—Mis sentimientos, Riku. Mis sentimientos —dice finalmente apartando la mirada, posándola en el mar.

—¿Qué con ellos? —Pregunto no sabiendo muy bien dónde quiere llegar.

—¡¿Es que no te das cuenta?! —Exclama dejándome anonadado.

Es entonces que en mi mente todo cuadra, así que le cojo de la barbilla e impulsivamente uno mis labios con los suyos en un cálido y dulce beso.

—Lo siento, Sora. No quería ver lo que realmente era —admito cuando, al cabo de unos instantes, nos separamos.

Él no media palabra, simplemente se me queda mirando fijamente.

—¿Lo que realmente eras?

—Sora, llevo mucho tiempo confundido con el tema de mi sexualidad, ¿vale? Me costaba aceptar que fuese homosexual —confieso mientras dirijo mi mirada al suelo con mi mano en mi nuca. —Sólo tú causas esto.

Acto seguido agarro su mano y la llevo a mi pecho, justo encima de mi corazón, el cual late rápido a causa de estar con Sora.

—Nadie nunca me había hecho sentir así.

—Riku...

Y sin darle opción a que diga nada más, junto mi frente con la suya y uno nuestros labios de nuevo.

—Te quiero mucho, Sora.

—Y yo a ti, Riku.

Tras aquella confesión rodeo a Sora por la cintura y me acuesto con él encima, permitiéndole que juguetee sin parar con mi pelo, el cual sé que le encanta.

—Riku, ¿vamos al agua? —Me dice al cabo de un rato.

—Como quieras, cariño —le digo sonriente.

—¡Pues venga!

Y así estuvimos hasta que la luna se asomó por el horizonte.

—La luna está como aquella noche... —Dice él mirando el astro embelesado.

—Sí... Está tal y como estaba la noche que nos conocimos.

—Oye Riku...

—¿Sí? —Le respondo.

—¿Qué me dirías si cambiara mi cola por unas piernas? Las cosas allí abajo se están poniendo algo feas, así que si me veo en una encerrona es probable que haga el pacto.

Ante aquello abro los ojos como platos. ¿Qué pasa allá abajo? ¿Y qué es eso de “el pacto”?

—Sora, cuéntamelo todo —le ordeno un poco alarmado.

—En las profundidades hay rumores de que me estoy viendo con un humano, y subir aquí no está demasiado permitido que digamos en mi mundo.

—¡¿Estás infringiendo la ley?! —Exclamo alarmado.

—Digamos que sí... —Admite apartando la mirada. —Pero Riku, ¡está justificado!

—Ya puedes estar dándome argumentos —le digo serio.

—La vida allá abajo es muy monótona y aburrida, y yo necesito despejarme, ¿sabes? Además, ¡gracias a ti me encuentro muchísimo mejor!

—Sora, no puedes saltarte las normas solo porque te aburras, ¿sabes? —Replico yo.

—¡Pero Riku!

—¿Qué es lo que te pueden hacer si te pillan? —Eso es lo que realmente me importa ahora mismo.

—Apresarme... —Susurra.

—¿Y aun sabiendo eso lo haces todos los días?

—Por ti haría eso y mucho más.

Aquella contestación sí que me deja en shock. Si antes Sora me ha dejado en jaque, ahora me ha hecho jaque mate.

—Pero Sora... No puedes exponerte de esa manera.

—Riku, ya te lo he dicho. Eso y mucho más, ¿entiendes?

—Bueno... Vale. Solo procura que no te pillen, ¿vale?

—Tranquilo —me dice con una sonrisa de oreja a oreja.

—Y dime... ¿Qué es eso de “el pacto”?

—Es un juramento que los de mi especie pueden hacer. Consiste en sacrificar tu cola para conseguir unas piernas humanas.

—Vamos, un sirenita 2.0, ¿no? —Le digo recordando esa vieja leyenda.

—¿Sirenita? —Pregunta confuso.

—Sí, ya sabes, esa leyenda en el que una sirena hace un pacto con una bruja del mar para tener piernas y poder estar con un príncipe —le explico.

—No es una leyenda, eso pasó de verdad, y le pasó a una sirena que yo conocía... —Me dice cabizbajo. —Pero todo acabó en tragedia.

Ante esas duras palabras me quedo mudo, ¿qué debería decirle?

—Pero Sora... ¿Ella no conocía el pacto? —Le pregunto algo confuso.

—El pacto se implantó después de aquellos acontecimientos, pero nadie lo ha realizado aún, por lo que no se sabe qué tan verdadero es —responde todavía cabizbajo.

Es entonces que, antes de que pueda decir algo más, dos tritones con yelmos y armaduras doradas emergen violentamente del agua, apuntándonos a Sora y a mí con sus lanzas. Totalmente alarmado, me pongo en pie delante de Sora.

—¡Aparta, humano! ¡No hay por qué dañarte! —Habla uno de ellos. —Sólo queremos al chico.

—¡No vais a llevároslo! ¡Por encima de cadáver!

—¡Riku! —Habla Sora. —¡No te enfrentes a ellos, por favor!

—Haré cualquier cosa para protegerte, Sora —le digo mirándole por encima del hombro.

Está temblando, y sus ojos están cristalizados.

—No llores, por favor —le pido.

En ese momento una tercera figura emerge del agua: se trata de otro tritón adulto, pero este no lleva armadura ni lanza. Tiene el cabello plateado y largo, y unos ojos ambarinos que echarían a temblar a cualquiera.

—¡Xemnas! —Exclama Sora. —¡No le hagas daño, me entregaré!

—Sora, Sora, Sora... —Dice, su voz es grave y seria. —¿No te das cuenta de que con entregarte no vale?

—¿Y qué quieres de él entonces? —Intervengo yo.

—Su vida —responde cínicamente con una sonrisa malévola en el rostro.

—¡Jamás! —Exclamo lanzándome hacia él, mas los dos tritones de antes me cierran el paso con sus lanzas.

—¡Riku! ¡No lo hagas! —Me grita Sora cuando estoy a punto de darle un puñetazo a uno de los custodios del tal Xemnas.

Es entonces que denoto en que Sora está llorando, no quiere que me hagan daño, y yo tampoco quiero que se lo hagan a él.

—Vaya, vaya... Las lágrimas de la perla le decían —vuelve a hablar Xemnas, riéndose de Sora.

De repente una cegadora luz emerge tras de mí. Preocupado, me giro a mirar a Sora, descubriendo que la luz nace de su cuello. Después del fogonazo me doy cuenta de que Sora porta ahora un collar con forma de concha de color blanco.

Pero no es hasta que miro hacia su cola que denoto en que ya no la tiene. Dos piernas humanas la reemplazan, y tanto Xemnas como todos los demás presentes nos quedamos mirándole con los ojos abiertos como platos y la boca de igual manera.

—Vaya, parece que alguien ha realizado el pacto por fin... No pensé que algo así ocurriría —habla Xemnas.

—¡No te acerques a él! —Le digo poniéndome delante de Sora de nuevo, no pienso dejar que se lo lleven, y mucho menos ahora que es humano. —¡Si lo llevas contigo morirá, deberías saberlo!

Noto que Sora me agarra fuertemente, poniéndose en pie. Las piernas le tiemblan como un flan. En vista de esto le agarro por la cintura firmemente. Por su parte, y muy decidido, dirige su mirada hacia Xemnas.

—No iré contigo. Me quedaré aquí, junto a Riku —sentencia con el ceño fruncido.

—Entonces me llevaré a tu querido humano.

Nada más sentenciar esas palabras el mar comienza a agitarse, y una gran y fuerte ola se dirige hacia nosotros, empujando a Sora lejos de mí, al fondo de la cala. La ola no tarda en atraparme, así que contengo la respiración.

Mantengo mi atención en todo momento en Xemnas y sus dos guardianes, atento a sus movimientos y rezando porque deje a Sora en paz. Los ojos comienzan a arderme debido a la salinidad del agua, pero no los cierro, sino que en su lugar los mantengo bien abiertos hasta que la cala se pierde de mi vista.

Varios minutos pasan, y yo ya no puedo contener más la respiración. ¿Es este mi final? ¿Qué será de Sora? Sólo espero que pueda vivir en paz en mi mundo.

Sora’s POV:

No, no, ¡no! ¡Se lo han llevado por mi culpa! ¡Tengo que hacer algo, o morirá! De nuevo tengo miedo de que muera, y de nuevo es por mi culpa.

Tambaleándome tal y como antes me acerco a la orilla, rezando porque mi cola aparezca cuando el agua toque mi cuerpo. Escuché que el pacto sirve para poder ser tanto tritón como humano, pero solo eran habladurías.

—Que funcione, por favor —Rezo metiéndome al agua.

Seguidamente me sumerjo y gracias al cielo logro respirar ¡era cierto! Sonriente y con mucha más esperanza que antes miro mi cola.

—Ya voy, Riku.

Acto seguido nado hacia el fondo, divisando mi “hogar” en la lejanía.

La gente al verme abre la boca asombrada, seguramente han visto a Xemnas con Riku y han atado cabos rápidamente. Ahora lo de mis escapadas ya no es un rumor, sino una verdad como un templo.

Me adentro en el castillo sin pensarlo dos veces, sé dónde está mi querido Riku, solo queda llegar hasta ahí y esperar lo mejor.

Afortunadamente no me cruzo con ningún guardia en todo el trayecto hacia las mazmorras, y es entonces que, en una de las celdas, le veo. Está despierto, deben de haberle dado una de esas algas mágicas que dejan respirar a los humanos bajo el agua.

—¡Riku! —Le llamo aferrado a los barrotes.

—¡Sora! —Grita intentando ponerse en pie, mas unas algas especiales que usan a modo de grilletes se lo impide. —Tienes que irte, Sora. No quiero que te hagan daño.

—¡No me iré sin ti! —Espeto firmemente.

—¡Eh, tú! ¿Qué haces ahí? —Es uno de los guardias de Xemnas el que me grita.

Ágilmente me deslizo hacia él y le quito la lanza sin que pueda hacer mucho.

—¡La llave de la celda! ¡Ahora! —Demando amenazándole con la lanza.

El guardia suelta una atronadora carcajada mientras me señala.

—¿Crees que un crío como tú me da miedo? ¿En serio? —Se burla.

—¡Debería! —Exclamo, no pienso achantarme. —¡No me voy a ir de este lugar sin el humano! ¡Dame la llave y nadie saldrá herido!

Con una sonrisa cínica en el rostro que me transmite desconfianza me extiende el aro que contiene las llaves.

—Adelante, sácalo. Otra cosa es que luego lleguéis a la superficie.

Con el ceño fruncido y totalmente indeciso agarro las llaves y me adentro en la celda, desatando a Riku y saliendo de allí de su mano.

—¿Hace cuánto que te dieron el alga para respirar? —Pregunto al salir de las mazmorras.

—No estoy seguro, quizá hace una media hora.

—Entonces tenemos tiempo de sobra para salir de aquí.

—¿Cuánto dura el efecto, Sora? —Pregunta él.

—Una hora.

Seguidamente salimos del castillo y, bajo la atenta mirada de las gentes de mi ciudad, conseguimos emerger del agua. La verdad es que el hecho de no habernos cruzado con ningún guardia hace que todo el asunto me huela a chamusquina.

Apartando ese pensamiento de mi mente, le digo a Riku que nademos hacia la playa y, una vez allí, vayamos lejos del mar.

Mas cuando estamos a punto de llegar a la costa, guardias nos rodean, apuntándonos con sus lanzas. Trago saliva fuertemente y, haciendo acopio de todas mis fuerzas, decido que es la hora de usar ese “extraño” don que se me concedió al nacer.

Un torbellino de agua enrabietada nos rodea a Riku y a mí, achantando a los guardias. Desesperado me giro hacia Riku con la mano extendida, su cara refleja una expresión de completa perplejidad.

—¿Confías en mí, Riku?

—Por supuesto —dice agarrando mi mano con firmeza.

Acto seguido me lanzo de cabeza hacia el torbellino, alzando a ambos hacia el cielo. Nunca en la vida me había sentido tan vivo, lo juro. Cuando mi cuerpo deja de tocar el agua mi cola desaparece, haciendo mis nuevas piernas humanas acto de presencia.

La caída que sufrimos es digna de mención, sobre todo porque Riku me agarra en el aire y me abraza para ponerme sobre él, cayendo de espaldas para amortiguar el golpe que estoy a punto de recibir.

Un quejido escapa de su boca al chocar contra el suelo, y su rostro refleja el más puro de los dolores. Alarmado cuanto menos, me quito en encima suya, mas contra todo pronóstico, Riku comienza a reír como un poseso.

—¡Eso ha sido flipante, Sora! —Exclama mirándome sonriente.

Me quedo descolocado completamente, ¿es que no se ha hecho daño?

—Riku, ¿estás bien?

—¡Por supuesto! ¡Jamás había estado mejor, Sora! ¡Por fin podremos estar juntos! —Dice levantándose del suelo para cogerme por la cintura y darme vueltas en el aire.

Una sonrisa aflora en mi rostro ante aquello, y sin pensarlo dos veces me lanzo a besar sus labios de manera dulce y tierna, pero sobre todo con muchísimo cariño.

—Te amo, Riku.

—Y yo a ti, Sora —susurra rozando sus labios con los míos.

Riku’s POV:

Han pasado dos años desde aquello, y a día de hoy Sora y yo vivimos felices junto al otro. Viajamos hacia el interior por miedo a que Xemnas volviera, pero a pesar de eso somos felices, y solo porque nos tenemos el uno al otro.

Al principio mis padres no se tomaron muy bien mi homosexualidad, pero con el paso del tiempo lo fueron aceptando hasta llegar al punto de pagar la mitad de nuestra residencia actual e incluso querer que Sora y yo contraigamos matrimonio.

Y en respecto a Sora, bueno... ¿Qué decir aparte de que le quiero tanto o incluso más que el primer día? Nuestra relación no ha hecho más que subir y subir, es como una escalera de constante subida, sin bajada alguna.

Cierto es que hemos tenido nuestros choques y nuestras discusiones, pero siempre se han solucionado al ceder alguno de los dos. Y ni hablar de los polvos de reconciliación, eso sí que eran buenos polvos.

Hoy es nuestro segundo aniversario, y pienso proponerle matrimonio. He comprado un anillo de oro con una perla en lugar de un diamante, ya que la perla es mucho más significativa para nosotros que una simple piedra brillante. He de admitir que estoy nervioso por la respuesta de Sora, pero hemos venido a jugar.

Hemos vuelto a mi ciudad natal para celebrar nuestro aniversario, y tras cenar en uno de los mejores restaurantes del lugar, llevo a Sora hasta el lugar donde todo comenzó, la cala en la que me salvó la vida.

—Sora, cariño —le digo cuando nos hayamos sentados en la fina arena, mirando la luna.

—¿Sí, Riku? —Responde él girándose para mirarme.

Con un hondo suspiro me pongo de pie, me coloco frente a él y, tomando su mano, me arrodillo mirándole a los ojos mientras saco del bolsillo de mi pantalón la pequeña caja de terciopelo granate.

En ese instante a Sora se le llenan los ojos de lágrimas, y su mano no tarda en tapar su boca.

—¿Quieres casarte conmigo, Sora? —Pregunto con una sonrisa de oreja a oreja al tiempo que abro la cajita, enseñándole a Sora lo que contiene.

—Riku... —Solloza él. —¡Sí, sí quiero!

Acto seguido una sonrisa aún más amplia se dibuja en mi rostro al tiempo en que le pongo el anillo a mi querido tritón. Una vez hecho esto, él se tira a mis brazos, dándome un profundo y dulce beso de amor.

Esa noche Sora y yo, tal y como en los viejos tiempos, no pegamos ojo. En lugar de dormir nos pasamos toda la noche celebrando nuestro reciente compromiso, con la luna llena, tal y como aquella noche, como testigo.


4 de Marzo de 2019 a las 14:29 1 Reporte Insertar Seguir historia
30
Fin

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Adriana Alvarez Adriana Alvarez
Excelente manera de entrelazar la historia de la sirenita con la tuya, la trama es interesante, pero tiene saltos muy evidentes y provoca que la lectura no sea apreciada del todo. También es demasiado inusual que dos personas tan rápido sienta amor, atracción sí, amor no. Si describieras un poco más la relación antes de tener algo los dos personas principales sería buenísimo, también tienes algunos errores ortográficos y de gramática que considero que debes corregir. ¡Por favor, no tomes a mal nada de lo que aquí te expongo! Si te lo digo es para que mejores como escritor y atraigas más lectores. La historia es buena, solo necesitas pulilar un poco más para que tenga más receptividad. Pero, aún así me gustó bastante. ¡Saludos!
March 05, 2019, 01:49
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