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Amelia Nickelson es una chica con sueños muy grandes para una ciudad tan pequeña. Tras terminar su carrera en periodismo, se muda a New York para formar parte del equipo editorial de su revista favorita y demostrar sus dotes como escritora. Pero su oportunidad de llegar a la cima se ve amenazada cuando la revista Love Magazine está por ser vendida a la compañía adversaria. Nuevos amigos, nuevos rivales, un nuevo hogar y nuevos amores se cruzaran en su camino volviendo su vida de patas arriba.


Drama Todo público.

#New-York #Love-Magazine #drama #new-life #aventura
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Conociendo New York

El sonido de las bocinas provenían de cientos de coches a su alrededor y se extendían por encima de la música que el taxista hacia sonar en su propio auto.

Alguna canción del top 40 más reciente según contaba el locutor de radio.

—La ciudad donde los sueños se cumplen—dijo para sí misma en un susurro.

Desde niña siempre anheló tener experiencias únicas y grandes. Así cuando se hallara envejecida tener mil anécdotas para contar a sus nietos. Sin arrepentimientos de no haberse arriesgado. Esa era la clase de vida que esperaba.

Si algo tenía por seguro es que nunca había visto tanto movimiento en un solo sitio. No importaba la ruta que tomara el taxista para llegar al destino, cada esquina era un mundo repleto de personas.

No provenía de un campo o mucho menos. El sitio que había sido su hogar apenas alcanzaba la cantidad suficiente de habitantes para ser llamada ciudad y ni en sueños tenía la cantidad de edificios que ahora miraba ante ella.

Sin embargo, tenía que admitir que la pequeña ciudad que dejó atrás se inclinaba más a ser un pueblo. Incluso el comportamiento de las personas era diferente. Antes de aventurarse al mundo adulto, su vida estaba sumida en una tranquilidad que a veces le hartaba.
No era un misterio para ella ni para sus padres que ese no era el tipo de vida que imaginaba para sí. Amelia tenía planeado luchar por la emoción, un nuevo comienzo, arriesgarse y tomar sus propias decisiones.

¿Y por qué no? Volverse un poco loca también.

Es por eso que tras terminar sus estudios en la facultad de publicidad, sus padres apenas objetaron cuando les dijo que se iría de la ciudad.

Lo primordial ya estaba resuelto. Antes de incluso pensar en mudarse, sabía que más importante eran las incógnitas de hogar y trabajo, de modo que semanas atrás alquiló un apartamento en central Park. Por la localización resultaba un tanto costoso, pero el hecho de que tuviera que compartirlo con alguien más aligeraba el peso en sus bolsillos.

Esperaba que fuera una buena compañera. Tal vez con un auto en el que se ofreciera llevarla al trabajo. O simplemente alguien divertido que no temiera en ir a darse unos tragos incluso si al día siguiente hubiese que laborar.
Alguien que viviera el momento y la arrastrara a ella también.

Si tiene a la suerte de su lado, puede que sea un chico apuesto. Aplicaría la regla de los amigos con derechos sí la cosa fluía.

Lo cierto es que no le importaba cual fuera el sexo de su compañero de piso si la diversión jugaba un papel en ello.

Pero la incertidumbre de no conocer con quién próximamente iba a vivir no es algo que puedas mencionar en tus planes, de hecho es todo lo contrario.

Un pequeño detalle para omitir.

Lo segundo más importante era conseguir un trabajo. Y también estaba cubierto. Una tarde pegó el grito al cielo cuando hojeaba su revista favorita y vio un artículo donde la directora solicitaba una nueva asistente.
Al día siguiente de instalarse en su nuevo apartamento, empezaría a trabajar de asistente para Leah Maxwell, la directora de la revista Love Magazine.

Una revista icónica entre los jóvenes y muy famosa en diversos países. Dedicada para un público adolescente y de hecho, era la revista favorita de Amelia.

Altos edificios se extendían sobre su cabeza. Tan altos que la ventanilla del taxi en el que estaba, no le dejaba ver el tope de ellos.

—Gracias —dijo al taxista apenas llegaron. Este respondió asintiendo y esperó a que tomara las maletas del baúl antes de arrancar nuevamente el coche.

Pero no bien había puesto sus pertenencias en el asfalto, otro auto aceleró de manera brusca arrasando con una de sus maletas.

Amelia observó en cámara lenta como la tapa de su valija resultó abollada por el impacto, desparramando la ropa dentro de ella.

—¡Me estás jodiendo!—gritó enojada pasando la mano por su cabello y mirando atónita la escena. Sin embargo no podía mirar al conductor tras los cristales negros del auto.

Tras unos segundos un chico rubio bajó del coche mirando el desastre que había causado.

Oh.

Llevaba un mortal traje azul que marcaba a la perfección la rudeza de sus hombros, bíceps y espalda. Era evidente que el chico trabajaba en su persona. Su cabello estaba recogido hacia atrás y estaban ligeramente más recortados hacia los lados.
Sus labios estaban ligeramente separados dejando ver que bajos ellos, habían unos dientes brillantes como perlas.

Amelia rodó los ojos. Ya se imaginaba lo que venía. Otro niño rico que no le importa humillar a los demás con tal de conseguir lo que quiere o quizás un player.

Y no es que culpe ese tipo de gente, prácticamente lo tienen todo en bandeja de plata. Una interferencia en sus planes es sinónimo de berrinches.

—Me equivoqué de palanca. Lo lamento—dijo el chico aún desde la puerta de su coche.

¿Era todo lo que tenía para decir?

''Hice mierda tú maleta, me disculpo. Ten bonito día''.

Amelia miró hacia los lados buscando una piedra o algo que lanzar al perfecto auto cuando vio que el chico volvía a entrar en el.

No iba a salirse con la suya así de fácil.

Pero entonces lo vio bajar de nuevo con las llaves en mano. El muchacho se dirigió hacia la maleta e inclinándose sobre esta, organizaba rápidamente toda la ropa. Los ojos de Amelia se abrieron alarmados cuando vio que empezaba a recojer su ropa interior.

—¡Hey, Hey! Ya hiciste suficiente—dijo apilando su ropa íntima fuera de las manos del desconocido.

—Perdón no quería...—entre ambos trataron de cerrar la maleta pero la tapa seguía hecha un desastre inservible—. Creo que vas a necesitar una nueva.

Tiene que ser una broma.

El enojo se extendió en el rostro de Amelia. Es muy irritante cuando en vista de una situación así, la gente se empeña en mencionar lo obvio.

—¿Sabes? Es una observación muy inteligente de tu parte. Teniendo en cuenta que casi me atropellas—le obsequió una falsa sonrisa pero él ignoró aquello.

—En casa tengo una igual, si gustas podemos recogerla—tras incorporarse, tendió una mano para ayudar a Amelia.

Dudó en tomarla. Esa maleta la había comprado hace poco y ahora ni servía. Intencional o no, estaba molesta por ello pero realmente el muchacho estaba ayudándola así que probablemente no debía ser tan dura.

—No hace falta—dijo tomando la mano que le ofrecía—. Quizás pueda arreglarla.

—Insisto. Soy Julian Hastings—dijo con voz profunda y aún sin soltar su mano—. Sólo esta a unas pocas cuadras, vamos.

—Amelia Nickleson y dime, ¿Estás seguro de que tienes licencia para conducir el coche?

La broma hizo romper el hielo y ahora se encontraban riendo en plena calle.

Tenía razón, eran unos dientes perfectos acompañados de una sonrisa hermosa y que labios...

—¡Julian!—la voz aguda de una chica hizo que él se apartara bruscamente—. ¿Quién es ella?

La chica era tan alta como Amelia. Las raíces negras de su cabello se extendían sobre sus hombros a medida que cambiaban a una tonalidad más rubia. Sus ojos azules la escurriñaban de arriba a abajo, sin dar crédito a la escena. Los labios de color carmesí permanecían en una línea recta a la espera de la respuesta.

—Skyler, ella es Amelia. Arruiné su maleta con el coche—miró con ocurrencia a esta última—. Se la compensaré con la mía.

—Soy su novia, para que quede claro—respondió Skyler de brazos cruzados aún mirándola con desdén. Amelia no supo que decir.

—¿Nos acompañas?—preguntó Julian claramente tratando de que se calmara.
Tras una rápida mirada hacia Amelia, Skyler respondió.

—No gracias, te veo en 30 minutos. No más de 30 Julian—besando elocuentemente al chico, se marchó sin ni siquiera despedirse de la otra.

—Esa no fue una cálida bienvenida. Me disculpo en su nombre—parecía estar apenado por el comportamiento de su chica—. Métete en el auto, yo recogeré esto.

Amelia lo pensó dos veces.

Apenas llegar a New York y ya estaba violando dos de las reglas más importantes que los padres suelen dar incluso si sales a la esquina:

1. No hablar con desconocidos.

2. No meterte a un auto con desconocidos.

Probablemente debería estar repitiendo la segunda regla como una plegaria pero vamos, su maleta era nueva y ahora estaba hecha un desastre.

Sin mencionar que apostaría a que Skyler llamaría a la policía si su novio no aparecía en media hora y eso que sólo acababa de conocerla.

Se metió en el auto.

—¿Entonces eres una nueva New Yorker?—dijo abrochando su cinturón.

—Acabo de llegar, si—Amelia tenía casi toda su atención en el camino, tratando de recordar las calles de vuelta a su apartamento mientras avanzaban.

—¿Y ya hiciste algo de turismo?—Julian paró un momento bajo un semáforo, aprovechando para mirarla. Ella hizo lo mismo.

Los ojos del chico eran del color de la miel que se esparcen en los pancakes, adorable.

—Sólo fotos de momento—Amelia volvió la vista a la ventana, con un picor en sus mejillas.

—¿Quieres que te lleve hacia algunos de los lugares famosos?

Bruscamente giró su cabeza para mirarlo de nuevo aunque él ya tenía la vista en el camino, echando a andar el carro. Podría ser un chico muy sexy, amable incluso a diferencia de lo que se esperaba pero aquello era demasiado.

—No hoy al menos, pero gracias.

El chico asintió, hubo unos momentos en silencio hasta que decidió agregar:

—Sólo haremos una parada en uno de mis sitios favoritos en New York, es un buen lugar con buenas personas—estacionaron frente a un local llamado Ben's Lobby.

Era un pequeño bar.

Luces tenues y amarillas adornaban el sitio con aspecto de taberna.
También habían mesas de billar, máquinas de juegos, puntos para jugar a los dardos, una rockola y un pequeño escenario. El bar tenía un buen espacio a diferencia de lo que se pensaría desde la entrada.

El suelo era de madera y las paredes tenían ladrillos pero en algunas partes la pared era lisa y pintada de un tono verde oscuro. Increíbles pinturas adornaban puntos claves de las paredes.

Era espectacular.

—El mejor bar de New York.

—Este lugar es increíble—dijo maravillada observando los detalles del local.

—Es lo que dicen—otra voz femenina se les unió. Pero esta vez no era tan aguda—. ¿Qué nos traes por aquí roomie?

—Ella es Amelia, recién se mudó a New York. Literalmente hoy mismo—bromeó.

La nueva chica tenía una piel muy bronceada, de labios carnosos pintados de una tonalidad oscura. Amelia dió cuenta del gran tatuaje que tenía en su brazo izquierdo, como un arreglo de flores. Su pelo teñido de color fantasía, realmente destacaba incluso allí.

—Soy Nora por cierto—se inclinó dejando un beso en su mejilla—. Parece ser que Julian es malo con las presentaciones.

—Ya me estoy dando cuenta—dio una rápida mirada al chico antes de volverse hacia Nora—. ¿También comparten un sitio?

—Nosotros y varios más, somos amigos cercanos. ¿Dónde encontraste a este fenómeno, Amelia?

—De hecho, es una historia muy interesante—Julian se acercó a Nora, sacándola de allí mientras la rodeaba con su brazo. Se giró un momento—. Iremos por tu maleta Amelia. Siéntate y toma algo.

Ahora estaba allí sola, sin nadie aparentemente conocido. Miró nuevamente el lugar pero no había señal de Julian o Nora. En su lugar dirigió su vista hacia las personas que estaban allí.

Observó que se agrupaban de manera diferente atendiendo a la actividad que quisieran realizar. Había un grupo jugando a los dados, mientras otros se reunían en la mesa de billar jugando y haciendo apuestas.
Otros simplemente ocupaban una mesa charlando o con una bebida en la mano. Le llamó la atención que las personas eran más o menos de su edad, en su mayoría.

¿A dónde fueron esos dos?

—Dime cielo, ¿gustas tomar algo?—un hombre desde el otro lado de la barra, llamó su atención.

Dando media vuelta para ver de quién se trataba, lo primero que notó fue la estantería llena de botellas de licores que se extendía hasta el techo, justo detrás del hombre.

Claramente le llevaba unos cuantos años.

—Tomaré sólo una cerveza—dijo un tanto apenada.

—Entonces te encontraste con Julian justo en tu primer día ¿Eh?—dijo mientras tomaba una cerveza y cortaba un limón en rodajas.

—De hecho, arrolló una de mis maletas con el auto. Dijo que me compensaría con la suya.

Luego de su versión corta de la historia, el hombre tras la barra soltó una fuerte carcajada.

—Solo ve una chica bonita y se le olvida como conducir. Seguro que te sobornó con unas bebidas gratis a cambio de tú perdón, ¿No es así?—ahora la risa provenía de ella—. Soy Benjamín. El dueño.

—Tienes un gran lugar aquí, ya veo porque Julian dice que es uno de los mejores sitios—Amelia dio un buen trago a su cerveza—. ¿Siempre quisiste tener tú propio bar?

—Se supone que iba a ser pintor—Benjamín se encogió de hombros, pero no había remordimiento en sus ojos—. No me quejo, esto tampoco está nada mal. Aquí vienen los roomies.

Habían vuelto, Julian le guiñó el ojo mientras llevaba una maleta en la mano. Una exactamente igual a la atrofiada.

—Ya me contó la historia de su entrada dramática—dijo Nora en tono de burla.

—Le dije que no mencionara nada—Julian rodó sus ojos. En ese momento su teléfono sonó. Rápidamente lo tomó del bolsillo—. Debo contestar esto.

—¿Otra ronda Amelia?—dijo Benjamín con otra cerveza en la mano.

—No, no. También tengo un roomie a quien debo conocer justo ahora—contestó dándole el último trago a su botella.

—Oh, compartirás un piso. Tampoco hay prisa, quédate un rato más—trató Nora de convencerla.

—Estoy bastante segura de que no quiero emborracharme en mi primer día, pero prometo pasar esta noche, ¿De acuerdo?

—Trato—respondieron Nora y Benjamín al unísono.

Ambas chicas intercambiaron de número para no perder el contacto. Una vez que Julian estuvo de regreso, Amelia le contó sus planes de ir a conocer a su roomie.

—¿Te veo luego?—concluyó Nora como despedida—. Ben, prepara esa cerveza para mí.

—Son increíbles chicos, y el lugar es alucinante—buscó en su bolsillo algunas monedas para pagar la cerveza pero Benjamín no lo permitió.

—Va por la casa, cuídate cielo.

Una vez afuera, Julian bajó las maletas del auto.

—Me gustaría llevarte pero ya me llamaron del trabajo—no parecía muy contento con la idea—. Negocios.

—Lo digo en serio, hiciste suficiente por hoy. Estoy feliz de que casi me arrollaras con tu auto y me trajeras aquí.

El chico negó con la cabeza mientras traía una sonrisa en sus labios.

—Es imposible que no te gustara. Si vienes, dile a Ben que me avise y pasaré un momento—rozó ligeramente su pulgar contra la mejilla de ella antes de desaparecer en el auto.

¿Estaba coqueteando con ella o simplemente siendo amable?

Sea lo que fuese, la aventura estaba terminada por hoy. Nunca pensó que solo en su primer día las cosas fueran así de rápido.

Debí mudarme desde hace tiempo, sin duda.

De camino a su nuevo apartamento casi tenía los dedos cruzados deseando tener algún compañero tan genial como Nora o Julian. Definitivamente esa era la clase de roomie que quería.

Pero su realidad estaba muy lejos de ello.

Una vez frente a la puerta de su bonito piso en Central Park, tocó con timidez a la puerta. Entonces ésta se abrió dejando ver la identidad de aquella persona. Quiso sacarse los ojos, limpiarlos como si fuesen gafas y volver a colocárselos porque lo que estaba viendo, no podía ser.

—¿Tú eres mi compañera?—Amelia soltó las palabras antes de pensar en no hacerlo o de tener la capacidad de controlar la facción de su rostro.

Desastre.

—¿Qué eres, una stalker?—Skyler desde el otro lado de la puerta también parecía sorprendida—. ¿Qué hiciste con mi novio?

—Fuimos al bar de Benjamín y...

—¿¡Al bar!?—una risa amarga le advirtió que no estaba cómoda con la idea—. Consigue tu propio novio, ¿Me oyes? Y también tú propio apartamento.

La puerta se cerró justo en su cara. Ni siquiera la invitó a pasar. Pensó que aquello debía de ser una broma, que Skyler lo pensaría mejor. Se compadecería de ella y le ofrecería el techo que antes le prometió. Después de todo, no puedes dejar a alguien en la calle tan solo en su primer día de llegar a la ciudad pero ella hablaba muy en serio porque la puerta nunca volvió a abrirse.

Se pasó una mano por el cabello, totalmente frustrada. No podía insistir, el contrato de inquilino tampoco estaba hecho así que su derecho a reclamar era nulo.

¿Pero quién se cree para tratarla de esa manera?

Estúpida plástica.

Gran parte de sus ahorros se irían al suelo si pasaba la noche en un hotel y su trabajo no empezaba hasta el día de mañana.

¿Dónde se supone que pasaría la noche?

—¡Espero que te pudras en el infierno!—gritó Amelia hacia la puerta mientras sacaba el celular de su bolsillo.

*****

— Lo cierto es que no esperaba que me llamaras tan pronto—dijo Nora alardeando mientras ayudaba a llevar una de las maletas de Amelia—. Pero, ¿Qué puedo decir? Soy muy cautivadora.

—No sabía a quién llamar y no iba a molestar nuevamente a Julian—dijo apenada, tal vez estaba causando ya varios problemas.

Fue todo un dilema decidir si la llamaba. Tras su encuentro con Skyler, pasó por un café cerca del apartamento para analizar todo. Un motel parecía lo más certero. Una sola noche y barato, con eso ganaría algo de tiempo mientras lidiaba con su situación.

Fue entonces cuando vio el número de Nora en su teléfono.

No quería causar molestias y después de todo era una desconocida pero una mirada al ventanal de la cafetería le advirtió que su tiempo se estaba acabando, el sol ya se había puesto.

No tuvo de otra.

—Siento comprometerte de esta forma.

—Ni hablar, después de todo nos falta un roomie, estás de suerte—las luces de las farolas alumbraban con intensidad mostrándoles el camino—. Así que ya conociste a Skyler, ¿No es una dulzura?

Amelia no podría creer que estuviera hablando en serio. Skyler es la persona más desconcertante que había conocido apenas llegar a Nueva York. Aunque tampoco le extrañaría que tuviera engatusado a las personas cercanas a ella, tal cual como tenía a Julian.

Ni siquiera fueron necesarios días para que diera cuenta de que era una intensa. De una loca y desesperada forma.
Pero una mirada rápida a su rescatante le hizo dar cuenta de que había diversión en sus ojos.

—Estás de broma—Amelia dio un ligero golpe en el hombro de Nora mientras reía—. Me asusté. Pensé que también te tenía bajo un embrujo o algo.

—Julian es quien lleva tiempo bajo sus garras—de pronto se detuvo frente a Ben' Lobby—. Llegamos.

Amelia nuevamente buscó en el rostro de su nueva compañera algún indicio de que estaba bromeando. No tenía humor para fiesta, de lo único que tenía ganas era de ver una cama y morir hasta el día siguiente.

—Nora, ¿Por qué volvimos aquí?—no quería ser borde con la persona que estaba tratando de ayudarla pero aquello no tenía sentido—. No quiero más tragos para ser sincera.

Nora la miró como si no comprendiera lo que estaba diciendo.

—Aquí es donde pasarás la noche.

Ya era una maldita indigente en su primer día.

¿Quién sabe? Quizás mañana cuando fuera a la editorial de la revista, la directora se disculparía diciendo que su solicitud no era la que ella quería aceptar y que se equivocó al llamarla.

Aún le queda dinero para tomar un avión de vuelta a casa después de todo.

—Quita esa cara Amelia, no me refiero al bar—Nora estalló en risas que le dificultaban volver a hablar—. En serio ni siquiera notaste los pisos de arriba.

Tenía razón. Justo encima del bar, unos 3 pisos más se extendían a lo algo. Incluso la diferencia de colores era muy notable. Mientras el bar estaba pintado con diferentes tonos de color madera, los ladrillos se hacían notar en el resto del edificio.
¿Cómo no se dio cuenta antes de que eso estaba ahí?

—Parece ser que no es solamente Skyler quien tiene poderes hechizantes —concluyó Nora.

El piso era casi tan increíble como el que estaba debajo con el bar. En su interior las paredes estaban pintadas de blanco con el mismo aspecto de ladrillo que se veía desde fuera pero en el cuartillo inferior, la pared era lisa y estaba pintada de un verde muy claro y naturalista.

El suelo por igual era de madera pero la decoración, era sin duda llevaba a cabo por una chica. Tenía una pinta muy fresca. Alfombras de colores, pequeños cuadros y varias plantas adornaban la sala del apartamento. No bien había llegado y estaba ansiosa por ver mucho más.

—Seguro que no es como lo que viste en Central Park. Los pisos de este lado son más pequeños—le advirtió Nora—. Pero creo que está bien a lo que encuentras que hacer.

—Te juro que si muero pronto, te dejo todo lo que tengo, ¡Esto es asombroso! ¿Lo decoraste tú?

Nora negó con la cabeza mientras avanzaba por el departamento indicándole a la otra que la siguiera.

—Yo no, Gabriella lo hizo. Te mostraré tu cuarto.

Otra chica. Esto ya empezaba a parecer una especie de club y era fascinante.

—No tengo idea de quién es pero mientras no sea Skyler, amo todo lo que esté frente a mis ojos.

—¿No te parece que tiene unos ojos de loca?—Nora abrió la puerta que daba lugar a la habitación que ocuparía la allegada—. No estoy segura de si debe andar por ahí suelta sin su camisa.

Ambas rieron hasta faltarle el aire en los pulmones. Parece ser que es muy divertido cuando a dos personas no les agrada alguien en cuestión. Es un tema de conversación grandioso y mucho más entre dos chicas, si saben a lo que me refiero.

—Estoy segura de que están hablando de la venenosa y tengo algunas bromas en su nombre—una pequeña risita escapó de sus labios.

—Gabriella ven aquí, ella es Amelia. Pasará unas noches aquí.

Las palabras de Nora la tomaron por sorpresa. Tenía la idea de pasar una noche allí hasta encontrar otro piso que alquilar, pero no días como ella acababa de mencionar y estaba casi segura de que era un invitación. Si pudiera poner pausa a su vida como a una novela, seguro aprovecharía para dar saltos de alegría.

—¿Nueva roomie? ¡Girl power!—exclamó Gabriella dando aplausos muy por encima de su cabeza.

Gabriella era la más bajita de las presentes y tenía un cabello negro tejido en una trenza que rozaba su diminuta cintura. Sus ojos cafés parecían un tanto almendrados, sin duda debía de tener ascendencia tailandesa.

—Es un placer Gabriella. Y si me permiten decir—dirigió fascinada su vista a lo largo de toda la habitación—. Wow, ¿Cómo es que este cuarto no tiene dueño?

La habitación era oscura, y solo constaba de una cama, un gabinete y una lámpara que Nora encendió al entrar. Aunque en el cuarto había espacio para instalar más cosas. Lo impresionante sin embargo, era el gran ventanal que había junto a la cama.
A pesar de la luz tenue de la lámpara, el cuarto aún seguía luciendo como una extensión del bar. Puesto que todo estaba decorado con tonalidades marrones, muy distinta al resto del apartamento. Así que Gabriella se acercó a las cortinas del ventanal diciendo que la habitación parecía más bien una cueva. Sólo deslizó unas cortinas pero aquello hizo la diferencia. El puente estaba lleno de luces para alumbrar el camino, al igual que los autos que transitaban a lo lejos. Era una vista grandiosa.

—Es de Noah pero actualmente está fuera de la cuidad por el trabajo—aclaró Gabriella.

—¿Y está de acuerdo con que tome su cama?

—Enojado no va a estar de encontrar una chica en su cama—intervino Nora aunque eso provocó en Amelia un picor en sus mejillas.

Espero que tengas razón.

Mientras le explicaba que no tenía de qué preocuparse, Gabriella se acercó al gabinete dándole un vistazo a las fotos que ese tal Noah tenía sobre éste.

—Mira, ahí estamos todos—dijo pasándole una fotografía.

Eran seis personas las que aparecían en la foto y Amelia reconoció tres de ellas. Nora, Julian y Gabriella. Aunque esta última se mostraba abrazada por un chico.

—El de la izquierda es Noah—concluyó Gabriella.

Noah también tenía una piel tan bronceada como la de Nora y unos ojos grises cautivadores. Su cabello era ondulado y le caía hacia los hombros. Junto a él estaba Julian con un aspecto más juvenil y playero.

¡Julian! Él también duerme aquí..

Solo era cuestión de tiempo para que volviese a verlo.

En la foto parecían estar en algún parque y estaban todos sentados sobre unas mantas, como si tuvieran un picnic. Pero Amelia seguía sin reconocer el rostro ni el nombre de la sexta persona, el chico que abrazaba a Gabriella.

—¿Y él también vive aquí?—preguntó casi segura de saber la respuesta.

—No, él es Joseph—ahora era Gabriella quien tenía la foto en sus manos y con una mirada algo apagada.

—Vamos Gabriella, ¿aún sigues pensando en ese idiota?—dijo Nora quitándole la foto de la mano.

—Es tú novio—concluyó Amelia.

—Mi novio—dijo en un susurro la de ojos almendrados.

—Ex-novio—corrigió Nora—. El tipo era un patán—explicó dirigiéndose a Amelia.

—Fue una relación muy intensa—dijo Gabriella cruzándose de brazos y no hablándole a nadie en particular.

—Sólo porque haya sido intensa no quiere decir que haya sido buena—le reclamó Nora—. Si pudiera darte otra patada en las pelotas, lo haría con gusto.

—¡No puedo creer que Skyler haya hecho eso! Ya quiero ver la cara de Julian cuando se entere.

Amelia se atrevió a contarles cómo fue el ligero cambio de planes sobre dónde iba a quedarse esta noche. La sala del apartamento era increíblemente fresca, todo el rato el fresco de la noche se hacía notar a través del pequeño balcón.

—No tengo pensado decírselo, es... raro, ¿Sabes? ¿Qué tiempo llevan juntos?

—Casi tienen un año pero no me preguntes como porque ni yo lo entiendo—dijo Gabriella haciendo un movimiento despectivo con la mano—. Y eso que voy a favor del romance.

En aquel momento empezaron a sonar pasos que se dirigían hacia donde estaban, acompañados de un movimiento de llaves.

—Creo que Julian ya llegó. ¿Seguro que no quieres contarle que Skyler te echó?

Amelia miró alarmada a Nora haciéndole seña para que se callara. Por menos de nada, Julian podría escuchar. El estómago se le revolvió en su sitio. Era demasiado por un día, ¿Que tal si no estaba de acuerdo con que pasara la noche allí? Claro que parecía un buen chico pero creyó estar abusando de la confianza de todos. La manilla por fin cedió dejando ver al chico rubio con unas fundas que desprendían un olor exquisito.

—Nenas, he vuelto con la.. ¿cena?—dijo fijando su mirada en la inesperada invitada.

Recogió nerviosa su cabello tras la oreja mientras las chicas daban las explicaciones por ella. Gabriella inventó alguna historia sobre que el acuerdo del apartamento era una completa estafa y que no tenía a donde ir. Amelia pensó que era afortunada de haberse topado con estas personas.

—En ese caso, bienvenida Amelia espero que te guste la comida japonesa.

3 de Marzo de 2019 a las 14:17 6 Reporte Insertar Seguir historia
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Tenebrae Tenebrae
Pobre Amelia, se topa accidentalmente con justamente la persona que había quedado para hospedarse en el apartamento, pero, gracias a Nora no ocurrió que durmiese en algún sitio más caro o en la calle incluso. La importancia de socializar xDD Me ha gustado mucho el ritmo de la historia.
November 07, 2019, 20:45

  • Galénica Stories Galénica Stories
    Estoy de acuerdo contigo! Hahahaha hay que socializar con todo el mundo, nunca sabes quién podría hecharte una mano. November 13, 2019, 20:46
Chiara Bottino Chiara Bottino
¡Muy buen comienzo! Me encanta el espacio del bar y departamento juntos, pienso que puede dar lugar a muchos momentos interesantes. El principio esta bien como el resto pero quizás lo acortaría un poco para que, en vez de presentar todo y después empezar a contar, podamos ir descubriendo como es y su vida a lo largo de la historia. De cualquier forma es una idea. Me gusta que la protagonista quiera salir y divertirse ademas de trabajar, la hace mas real y menos La típica o es un “desastre” o “nunca salió en su vida”. Y al mismo tiempo me pregunto (tendré que seguir leyendo) si todos los personajes ven a intentar salir un poco del molde de los clichés o si Skyler va a ser simplemente, “la mala”. Hay algunas frases que me sonaron un poco raras pero eso puede ser por los distintos españoles (ej. “Que tiempo llevan juntos” pondría “cuanto tiempo llevan juntos”) Casi al final, después de que hablan de la foto se vuelve un poco confuso de que están discutiendo. Y creo qué hay una persona en la foto que aun no sabemos quién es ¿puede ser? Último comentario. Me hizo un poco de ruido que como la decoración es linda Amelia asume que la hizo una mujer. (Es super personal igual pero no se si está muy bueno categorizar determinadas acciones a ciertos géneros) Espero no haberme excedido, te felicito por empezar una historia nueva, estaré leyendo. Saludos.☺️☺️
May 05, 2019, 14:55

  • Galénica Stories Galénica Stories
    Wow si alguien habla de críticas constructivas, tu comentario es el perfecto ejemplo. Antes que nasa muchísimas gracias por leerme y dejarme saber tu opinión. Me gusta crear ambiente para que el lector pueda ir imaginando la escena pero si es cierto que también es bueno ir detallando de a poco. Antes me habían dicho que debía acortar un poco los capítulos y en el cap. siguiente intenté no detallar tantas cosas, ahora lo tomaré más en cuenta y por igual revisaré las frases para que no sean tan incongruentes porque en mi español está bien dicho pero debe ser entendible para todos así que estaré pendiente. Estoy tratando de no hacer la historia tan cliché y tengo pensado algunos giros interesantes. Es como dices, hay una persona en la foto pero por el momento es ajena al grupo, así que sabrán del personaje luego. Tienes razón podría sonar un poco sexista, me disculpo porque hoy en día no deben atribuirse acción a un solo género, gracias por tus notas. No creo que te hayas excedido sino que me ayudas a mejorar, besos😚😚 May 06, 2019, 01:38
  • Chiara Bottino Chiara Bottino
    No me deja responder a tu respuesta, o no se como, así que escribo acá que asumo también te llegará la notificación. Me gusta no saber quien es el personaje si luego lo vas a retomar, y espero leer esos giros 🤗. Que bueno que te sirva! Seguí asi! May 12, 2019, 23:54
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